Samuel Yebra Pimentel
Domingo, 07 de Octubre de 2018

El 'cártel' de 3 Naciones como una lámina de Rorschart

 

 

 

La imagen del cartel de ‘3 Naciones’ semeja una mancha más al test de Rorschach, una serie de 10 láminas entintadas con simetría bilateral, producto de doblar una hoja blanca sobre una gota de tinta. Al desplegarse aparecen unas imágenes abstractas que como en el caso del cartel piden ser interpretadas. 

 

Estas manchas están pautadas. “Fue diseñado con el propósito de aportar luz a los secretos de nuestra identidad, a las características de la personalidad y traumas de  infancia que de otro modo permanecerían ocultados.”

 

Supongamos que en su ánimo de contribuir a la psicología de los test proyectivos, cosa que ya hicieran con el test de Szondi, desde el Ayuntamiento propusieran esta nueva lámina; la número 11: El cartel de ´3 Naciones’. Una aportación, digámoslo ya, completamente banal y redundante, que diría más de quien pretenda incluirla en el test que de quien se sometiera al mismo…

 

Poseemos dos versiones del cartel de ‘3 Naciones’; una monocromática y otra en color.

 

La de color es evidente. La que más puede aportar para una psicopatología de la vida cotidiana es la de B/N.

 

Lo primero que se percibe es una figura en blanco sobre un fondo negro. Se distinguen bien en ella las botas de un sujeto, hombre o mujer, que despliega una capa de muerte, una capa de guerra perfilada por jinetes apocalípticos en posición de ataque: sables, arcabuces, banderas, multiplicadas patas de caballo. Un capacete quijotesco remata esta figurilla encastillada, que no será ni mujer ni hombre...

 

Una curiosidad es que la mancha de la lámina es el fondo, a no ser que se haya hecho como complementario tonal de una lámina anterior. Lo interpretable en esto, incluso en el blanco, es la noche, una noche recortada por una figura obtusa en la que el pueblo llano de los vencidos pasaría hambre. 

 

Un detalle fálico en negro sobre esa muerte blanca es el sable que pende de la cintura como un mostrenco y flácido pene mortecino. Pero no nos pongamos tan psicoanalíticos.

 

La batalla sucede en la blancura. Es esa misma muerte que describe Poe al final del Arthur Gordon Pym: “Pero he aquí que a través de nuestra ruta se alza una figura humana de proporciones mucho mayores que las de ningún habitante de la tierra, el rostro velado; el color de su piel tenía la blancura purísima de la nieve.”

 

Una figura humana monstruosa con connotaciones agresivas que reproduce las angustias e inseguridades que todavía merodean de la proyección napoleónica de la figura paterna.

 

¿Quiénes son los contendientes en esa blancura purísima de la nieve? Quizás sean los mismos extraños personajes que portan los títeres y objetos varios que ensombrecen el fondo de la caverna platónica. Quizás lo que digan haya sido dicho y grabado para siempre y sepamos su prevaricación y tráfico. Sus destinatarios son solo sombras deshojando el crisantemo, la margarita de la muerte, el  pueblo llano de vencedores que también pasaría hambre.

 

Si el artífice del evento que no sucederá fuera capaz de preguntarse en “retrospectivo inexistente”¿quién fui yo?, ¿cómo me muestro ante los otros en esta ficción oscura?, interpretaría así la lámina de ‘3 Naciones’: Caballería que chapotea las aguas negras, estinfálicas, confusión parcial, niveles de paranoia, tendencias autolíticas.

 

La gran figura humana del eje central de cuya capa emergen los carabineros, andrógina a pesar del penduleante sable, consigna dudas en la identidad sexual. Tal vez la figura blanca sea de diosa y no de petimetre. El monstruo blanquecino que todavía acongoja en fantasías de animalización, impidiendo al hijo ser, metamorfoseado en escolopendra kafkiana (cuéntense los pies y pezuñas de la caballería) sugiere obscenidad, huida del escenario. Esa contrafigura en pose exhibicionista es ambivalente, equívoca, ligada a lo uterino y a la muerte; se leerá como regresión, como reedipización.

 

Esas dos banderas que nacen del fondo de la cabeza del monigote cuyos colores no se identifican en el blanco y negro bien pudieran ser las de la rotonda de la Eragudina y de la avenida de Ponferrada…

 

Solamente el color rojo se muestra en la fecha: 2018.

 

Bien parece que en el Ayuntamiento de Astorga todavía no se han acostumbrado a mirarse en el espejo y a no verse.

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