Si hay que conmemorar algo, es el horror de la guerra

No es como para que la ciudadanía podamos sentirnos orgullosa, al ver nuestra ciudad a la cabeza de la cultura más belicista, con conmemoraciones y recreaciones (Guerra de la Independencia, 3 Naciones, Astures y Romanos) convertidas en fiesta con la expresión más clásica y básica de la fuerza ejercida “jugando a las batallitas”. Si hay que conmemorar algo, es el horror de la guerra profundizando en sus consecuencias y raíces. A 30 de junio de 2017, según los datos del ACNUR, había más de 70 millones de personas desplazadas de manera forzada debido a los conflictos, la persecución y la violencia, en su mayoría mujeres, niñas y niños. Sobre el impacto diferencial del conflicto armado en las mujeres hay que añadir que el conflicto genera para las mujeres riesgos específicos basados en el género como: I) el riesgo de violaciones y explotación sexual; II) el riesgo de esclavización para ejercer labores domésticas; III) el riesgo de reclutamiento forzado de hijos e hijas –con frecuencia a cargo de la madre- ; y IV) obstáculos en el acceso a los medios de huida para buscar refugio o protección.
Desde la Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y Contra la Violencia, consideramos la violencia y la guerra como uno de los hechos más lamentables y dramáticos de la humanidad para la propia humanidad y clamamos por un tratamiento serio, crítico y responsable de la guerra, que genere una sensibilización y concienciación para permitirnos superar esta cultura bélica que da cobertura a tan graves incumplimientos de los Derechos Humanos. Denostamos el ensalzamiento de la guerra y de cualquier tipo de violencia como un espectáculo gratuito en las calles y en las actividades culturales de una ciudad que se dice “Astorga, Ciudad de Convivencia”, ofreciendo como cultura una arcaica contracultura antisocial y sexista, cargada de épica viril violenta y apología del uso de la fuerza para ejercer el dominio, como si lo viril hubiera de ser esto.
En su lugar exigimos un tratamiento profundo y crítico de la guerra, respetuoso con los valores de convivencia pacífica en igualdad y con los Derechos Humanos; exigimos una voluntad firme de atajar cualquier cosa que refuerce la violencia, la desigualdad y que nos siga sometiendo a esta pena dolosa, deleznable e insufrible para una inmensa parte de la humanidad.
Esperamos de nuestros congéneres, cualquiera que sea su condición sexual, el compañerismo necesario en el cuidado de la vida, de la convivencia y de la sociedad, llevando a cabo la auténtica épica del vivir en armonía y tolerancia sana, con la única conquista del propio ser en estas lides. No puede haber nada de mayor valentía, ni algo que pueda aunar mejor a toda la humanidad.

No es como para que la ciudadanía podamos sentirnos orgullosa, al ver nuestra ciudad a la cabeza de la cultura más belicista, con conmemoraciones y recreaciones (Guerra de la Independencia, 3 Naciones, Astures y Romanos) convertidas en fiesta con la expresión más clásica y básica de la fuerza ejercida “jugando a las batallitas”. Si hay que conmemorar algo, es el horror de la guerra profundizando en sus consecuencias y raíces. A 30 de junio de 2017, según los datos del ACNUR, había más de 70 millones de personas desplazadas de manera forzada debido a los conflictos, la persecución y la violencia, en su mayoría mujeres, niñas y niños. Sobre el impacto diferencial del conflicto armado en las mujeres hay que añadir que el conflicto genera para las mujeres riesgos específicos basados en el género como: I) el riesgo de violaciones y explotación sexual; II) el riesgo de esclavización para ejercer labores domésticas; III) el riesgo de reclutamiento forzado de hijos e hijas –con frecuencia a cargo de la madre- ; y IV) obstáculos en el acceso a los medios de huida para buscar refugio o protección.
Desde la Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y Contra la Violencia, consideramos la violencia y la guerra como uno de los hechos más lamentables y dramáticos de la humanidad para la propia humanidad y clamamos por un tratamiento serio, crítico y responsable de la guerra, que genere una sensibilización y concienciación para permitirnos superar esta cultura bélica que da cobertura a tan graves incumplimientos de los Derechos Humanos. Denostamos el ensalzamiento de la guerra y de cualquier tipo de violencia como un espectáculo gratuito en las calles y en las actividades culturales de una ciudad que se dice “Astorga, Ciudad de Convivencia”, ofreciendo como cultura una arcaica contracultura antisocial y sexista, cargada de épica viril violenta y apología del uso de la fuerza para ejercer el dominio, como si lo viril hubiera de ser esto.
En su lugar exigimos un tratamiento profundo y crítico de la guerra, respetuoso con los valores de convivencia pacífica en igualdad y con los Derechos Humanos; exigimos una voluntad firme de atajar cualquier cosa que refuerce la violencia, la desigualdad y que nos siga sometiendo a esta pena dolosa, deleznable e insufrible para una inmensa parte de la humanidad.
Esperamos de nuestros congéneres, cualquiera que sea su condición sexual, el compañerismo necesario en el cuidado de la vida, de la convivencia y de la sociedad, llevando a cabo la auténtica épica del vivir en armonía y tolerancia sana, con la única conquista del propio ser en estas lides. No puede haber nada de mayor valentía, ni algo que pueda aunar mejor a toda la humanidad.




