La picadura cascabel de Santa Colomba de Somoza
Mari Paz Martínez y Mercedes G. Rojo dieron salida a eso de las siete y media de este 1 de noviembre al Filandón de Difuntos de Santa Colomba de Somoza. Cada persona que llegaba había aportado dulces y salados propios de la estación: buñuelos, tarta de manzana, membrillo, mantecadas y merles; por el lado de los salados empanada, patatas fritas, cacahuetes, pipas etc.
![[Img #40163]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2018/7956_filandon-todos-los-santos-santa-colomba-112.jpg?34)
![[Img #40160]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2018/7048_filandon-todos-los-santos-santa-colomba-059.jpg?21)
Comenzó la lectura Paz Martínez con una narración de cosecha propia, una fábula moral sobre unos hechos acaecidos en Santa Colomba. La disposición de los oyentes era en círculo, abarrotando toda la sala. La iluminación era la penumbra de las velas en sustitución del candil o los aguzos. La lectura se hacía iluminando el papel con linterna.
Cada dos narradores intervenía Eugenio López que acompañado de pandereta y tamboril tocaba la gaita.
Las viandas iban en círculo, pasando de mano en mano: las dulces en el sentido de las agujas del reloj, las saladas en el contrario.
Manuel Fernández y José Crespo representaron ‘Lluvia de noviembre’, una performance camusiana, sobre la absurdez de la vida. La vida como un viaje en bus, donde cada parada es un hito vital hasta llegar a la última que fue de ataque cardíaco.
![[Img #40159]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2018/1592_filandon-todos-los-santos-santa-colomba-089.jpg?42)
![[Img #40161]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2018/5598_filandon-todos-los-santos-santa-colomba-071.jpg?41)
A la media luz continuaron las lecturas de fantasmas P. J. Chelmick, Alejanadro Aller y Mercedes Rojo.
Por medio de todo esto y en verdadera disidencia con el truco y sin posibilidad de trato, intervino Néstor, venezolano. Contó cómo era la noche de difuntos entre los kariña, pueblo indígena de su país. Primero bebían el ‘cachire’, verdaderamente embriagador, enseguida las mujeres con sus ropajes coloridos bailan el ‘Maremare’ alrededor de la fogata, hasta que llega el chamán que conecta con el otro mundo y da voz a los espíritus de los kariña, que cuentan su vida y sus tradiciones en su lengua originaria. Todo el mundo come y bebe cachire hasta que en un arrebato salen corriendo para el río. Es una fiesta que termina en la mañana con la iniciación dirigida por el chamán, en la que los iniciados tienen, tras beber un ‘tabacazo’, que dejarse morder por una serpiente cascabel…
![[Img #40162]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2018/1704_filandon-todos-los-santos-santa-colomba-102.jpg?40)
![[Img #40158]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2018/8876_filandon-todos-los-santos-santa-colomba-050.jpg?37)
Se leyeron otros textos no programados por parte de los curiosos que terminaron formando parte de un acto que siendo el más nuestro, nos venía pareciendo como de otros. La música llegó de la mano de la gaita de Eugenio.
Tras el éxito de la jornada, las organizadoras del evento quieren dar públicamente las gracias a cuantas personas se acercaron a disfrutar del filandón, compartiendo asistencia y, en muchos casos, participación activa, éxito que sin duda asegura la continuidad del encuentro para el que nos emplazan ya de cara al próximo año; un encuentro que vuelve la mirada a nuestras tradiciones más auténticas y autóctonas.
Comenzó la lectura Paz Martínez con una narración de cosecha propia, una fábula moral sobre unos hechos acaecidos en Santa Colomba. La disposición de los oyentes era en círculo, abarrotando toda la sala. La iluminación era la penumbra de las velas en sustitución del candil o los aguzos. La lectura se hacía iluminando el papel con linterna.
Cada dos narradores intervenía Eugenio López que acompañado de pandereta y tamboril tocaba la gaita.
Las viandas iban en círculo, pasando de mano en mano: las dulces en el sentido de las agujas del reloj, las saladas en el contrario.
Manuel Fernández y José Crespo representaron ‘Lluvia de noviembre’, una performance camusiana, sobre la absurdez de la vida. La vida como un viaje en bus, donde cada parada es un hito vital hasta llegar a la última que fue de ataque cardíaco.
A la media luz continuaron las lecturas de fantasmas P. J. Chelmick, Alejanadro Aller y Mercedes Rojo.
Por medio de todo esto y en verdadera disidencia con el truco y sin posibilidad de trato, intervino Néstor, venezolano. Contó cómo era la noche de difuntos entre los kariña, pueblo indígena de su país. Primero bebían el ‘cachire’, verdaderamente embriagador, enseguida las mujeres con sus ropajes coloridos bailan el ‘Maremare’ alrededor de la fogata, hasta que llega el chamán que conecta con el otro mundo y da voz a los espíritus de los kariña, que cuentan su vida y sus tradiciones en su lengua originaria. Todo el mundo come y bebe cachire hasta que en un arrebato salen corriendo para el río. Es una fiesta que termina en la mañana con la iniciación dirigida por el chamán, en la que los iniciados tienen, tras beber un ‘tabacazo’, que dejarse morder por una serpiente cascabel…
Se leyeron otros textos no programados por parte de los curiosos que terminaron formando parte de un acto que siendo el más nuestro, nos venía pareciendo como de otros. La música llegó de la mano de la gaita de Eugenio.
Tras el éxito de la jornada, las organizadoras del evento quieren dar públicamente las gracias a cuantas personas se acercaron a disfrutar del filandón, compartiendo asistencia y, en muchos casos, participación activa, éxito que sin duda asegura la continuidad del encuentro para el que nos emplazan ya de cara al próximo año; un encuentro que vuelve la mirada a nuestras tradiciones más auténticas y autóctonas.