Esteban Carro Celada
Domingo, 11 de Noviembre de 2018

Un negocio de arriería en Santiagomillas (y XV)

Con esta entrega, la décimo quinta, ponemos fin al libro desconocido de Esteban Carro Celada sobre la empresa de conducción de caudales 'Alonso Cordero y Franco Hermanos', fundada en Madrid por tres maragatos de Santiago de Millas.

 

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Su novia es también su prima. Se necesita negociar una dispensa, y eso exige diligencia tanto en Astorga como en Madrid. En Astorga lo tramita Bernardino el padre. En Madrid Francisco el tío de uno y otro, porque Santiago está preocupado con la grave enfermedad de una de sus hijas. He aquí el contexto de una de las cartas escritas en el deslumbrante y calvo estío madrileño de 1840: “Diligente en arreglar el asunto de la dispensa. Con el casamiento de los sobrinos todo se queda en casa. Cuando recibió Santiago la carta me avisó para que fuese yo a practicar las diligencias que le encargabas acerca de la mencionada dispensa, las cuales no podía él hacer por la enfermedad grave de su hija, por cuyo motivo me hicieron los novios pasar un calor más que regular para ir al Ministerio de Estado y atravesar la dichosa Plaza de Oriente que ya sabes en este tiempo lo caliente que está. En dicho ministerio tuve también que hablar para que rompiesen el sobre pues, como venía al nombre de Evaristo Pérez Castro, había sus dificultades para abrirla; en fin ya está todo corriente y creo que no queda que decir.”

 

 A nosotros sí. Y es que en los últimos días de julio Bernardino volvía de los baños. Le  escribe a su hermano, cuando ya está en Ponferrada.

 

 

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Durante este tiempo en España están sucediendo cosas de interés político. Espartero cruje ante la Ley de Ayuntamientos y así queda solo en proyectos. La  propia Regenta ha de renunciar, y al fin en el mes de octubre se expatría hacia Francia. Sabemos de la situación azarosa de los primeros días del mes de septiembre de 1840 por la correspondencia financiera de los Cordero: “En cuanto lo que me decías, llegamos a casa de Galrza y Goicoechea a hacer la entrega de los 4000 reales. Si es que tienes el aviso no es posible ahora, en razón de que por el estado en que se halla hoy día la Capital están cerradas las Casas de Comercio y no se puede hacer nada. Pero tan luego cesen estos inconvenientes, me llegaré como deseas”.

 

Madrid está lleno de soldados, y por tanto menesterosos  y ávidos de que los padres les manden su dinerillo. Cien reales entregó Bernardino a un soldado recomendado por Francisco desde Santiago Millas.

 

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Por aquí se interrumpe la correspondencia. Unas hojas arcillosas de goteras de desván de pared en mapas de Groenlandia aseguran que ya está cerca la Navidad de 1840. Y en los hornos de Astorga, mitad por mitad, Garrote y Doña Rosa se preparan a enlatar 16 cajones grandes de mantecadas, de los de 12 docenas y 16 cajones chicos de los de 6 docenas. Y como siempre, detrás ese personaje, goloso y segundón, que es Cepeda, el dependiente; uno de los cerebros grises, por este tiempo, en los negocios de los Cordero.

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