Esteban Carro Celada
Domingo, 25 de Noviembre de 2018

Dos de los 'Franco' de Santiagomillas

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Franco del Corral, esparterista

 

Los apellidos Franco por aquí suelen ser maragatos. Con el prototipo de maragato decimonónico, don Santiago Alonso Cordero tiene que ver con ‘los francos’ de Santiago de Millas.

 

La primera hija de ‘El Maragato’ casa con un Franco. Y hermano de este Luis Franco era Santiago, el director de las 'Diligencias maragatas del Poniente de España'.

 

Con el mismo fervor esparterista que Cordero, hallamos un diputado por la provincia de León, en los años de 1869, 1870. Don Lesmes Franco del Corral. Por él nos enteramos de diferentes abusos electorales que debieron de ser la enfermedad del siglo XIX. Tuvo sus pujos de comisiones abiertas, tales como la de los cables telegraficos submarinos. Preguntó a veces al Ministro de Hacienda sobre los apremios a bastantes pueblos de León. Inyectó vigor en el asunto del ferrocarril Sabero-Burgos. Expone en representación del Ayuntamiento de Villayandre contra el descuento del 10%. Sus empujones caminaban no solo por el ferrocarril, sino también por las vías de comunicaciones, tales como la carretera de Sahagún a Ribadesella, la de Sahagún a Mayorga.

 

Realmente en lo que fue un colector nacional fue en las peticiones para que el nuevo rey que gobernase España, después de que las Cortes constituyentes del año setenta fuera don Baldomero Espartero, que por entonces andaba ya pachucho. Eso no estaba para que el fervor progresista emanado del Partido Democrático-Monárquico de Cea, de Grajal de Campos, de Villasequillo, de Huerta de la Obispalía, de Carral, de Betanzos.

 

Era ya figura simpática en el Congreso, la de don Lesmes Franco del Corral, diputado por león, levantándose para leer o pronunciar proclamas favorables a coronar la testa de Espartero.

 

Por cierto que por los mismos días del siglo XIX, circulaba por el Congreso una petición de un sacerdote astorgano, de su mismo apellido. Don Antonio Franco se queja de que durante siete años viene siendo objeto de persecución episcopal. La cuestión después de ser estudiada por la comisión especializada en el Congreso, se decide que pase al Ministerio de Gracia y justicia.

 

Años estos duros y difíciles, cruciales, que habían de influir de una forma tan decisiva sobre el futuro de la Nación. Y allí, en ellos determinados peones, mentes que se preocuparon de activar, de hacer progresar la provincia, tanto en cuanto a  sus comunicaciones de ferrocarril o de carretera.

 

Solamente queríamos exhumar este nombre al que hemos accedido por proximidad a otros apellidos más queridos. Y es que cuando se mete uno en la floresta de la historia el paisaje es inacabable.

 

 

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Santiago Franco Alonso, otro santiagomillés

 

Cuando se van desbrozando caminos más o menos enmarañados de la historia provincial empieza uno a corporizar a determinadas figuras que hasta ahora eran letra muerta.

 

Buscando otra cosa, otra figura, la de un tío suyo, me ha salido al paso Santiago Franco Alonso.

 

Hasta he dado con que fue diputado por Astorga, en los años críticos de 1869 al 70, época de Cortes Constituyentes de las que salen el reinado efímero casi de opereta de Amadeo de Saboya y hasta 'La Gloriosa', la nueva república.

 

Mi encuentro documental con Santiago Franco Alonso será por los años del 1852 al 54.

 

Este maragato de Santiago de Millas, sobrino de el Maragato Cordero, sigue la línea de su tío y bajo su dirección, doce maragatos de su mismo pueblo comienzan un negocio interesante de la época: “Las Diligencias del Poniente de España”. Había una junta directiva, pero Santiago era el director.

 

Fue exactamente él quién canalizó a través de la organización de sus tiros de caballería el arrastre de las carrozas reales de la reina María Cristina, cuando iba a Gijón.

 

Santiago Franco Alonso había estudiado. Se percibe hasta por las frases de algunas de sus cartas comerciales. Sabía ser expresivo, gráfico. Organizó esta empresa de transporte de viajeros, de conducción de mercancías, cuando ya en el Congreso estaba a la vista la Ley de Ferrocarriles, tuvo el arrojo de plantear y echar el hombro sobre las diligencias. Y evidentemente las diligencias maragatas ‘Poniente de España’ se comieron a otras empresas como ‘La Gallega’, ‘La Asturiana’…

 

 

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En León hizo instalar al maestro de coches un centro de reparación de licencias muy notables. Eran unos veinte los carruajes que transportaban desde Madrid a León y de León a Oviedo y La Coruña. Se tardaban 70 horas en el trayecto, incluidas las paradas de cambios, de comidas en las posadas de la empresa. Fue una de las combinaciones más interesantes de la arriería maragata. Cuando actúan el Congreso le nombran presidente de la comisión de límites con Portugal. Interviene en los tratados con Bélgica y revisa cuatro proyectos de solución de la deuda. En representación del Cabildo de León “hace una exposición, pidiendo que la Iglesia católica, apostólica, romana, continúe siendo con exclusión de todo otro culto la que se conserve en España y en sus dominios”. A través de él, el clero de Astorga se queja ante las cortes en el año 1869 “del lamentable estado en que se haya, por hacer ocho meses que no percibe asignaciones”. Se quejó en representación de los ayuntamientos de León del perjuicio que ocasionaba a los pueblos rurales el impuesto personal. Abogó por varias pensiones, tales como las de Cordero Navedo, la de la viudedad del alcalde del Val de San Lorenzo, la de doña Juana de Almagro y Waldor, la viudedad de un médico muerto por el cólera. Se levantó contra la suspensión de garantías constitucionales. Al menos yo he rescatado de mi memoria la fugaz historia de un maragato que murió el 1 de noviembre de 1870. 

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