Panero en voz alta (Dos conferencias sobre su propia poesía y un autógrafo)
De la conferencia impartida por Leopoldo Panero 'Unas palabras sobre mi poesía', poseemos dos versiones. La primera modifica y afina a la otra. La segunda y tal vez definitiva puede consultarse en Leopoldo Panero Obra Completa. Prosa en edición de Javier Huerta.
![[Img #40740]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/5138_1465401690_324994_1465402089_noticia_normal.jpg?37)
Panero cuenta en esta conferencia la biografía íntima de “su obra y su inserción dentro de una situación determinada“. Esto es lo que él puede hacer insustituiblemente, pues si el crítico es perspicaz y sensible puede penetrar en el mismo núcleo de la poesía como obra de arte, si bien el crítico profesional lo que se reserva es el estudio de “los aspectos formales y exteriores”. Y ello porque surge una idea muy común en la concepción crítica paneriana. Todo poeta vive de la tradición y hay elementos que dependen del “depósito viviente, artístico o popular de lenguaje”. Y enseguida da la explicación y saca sus consecuencias: “Todo poeta, todo creador no hace sino continuar a la totalidad de sus predecesores y esto es lo que esencialmente constituye la dificultad y grandeza de cada nueva expresión poética, el riesgo y la aventura que ha de correr cada nuevo cantor”.
Califica de desesperada la situación de la poesía en su primer encuentro con ella en Madrid por los años finales del 20 y principios del 30. Cita la revista “Extremos a que ha llegado la poesía española” como síntoma del estancamiento: creacionismo, surrealismo, y... callejón sin salida.
Se encuentra entonces el adolescente sometido a manifiestos, credos poéticos, en una actitud que le hace comprender por una parte el aire de farsa y que lo mantiene en la resolución y perplejidad. La seriedad casi religiosa que tenían aquellos adolescentes hacia los valores vitales le salvó del conformismo gritón de la hora, paradójicamente rebelde. Y como consecuencia de ello, la separación, el tantear por propia cuenta, aunque permaneciese el sentimiento de autoridad, genialidad y maestría del que tenuemente se separaban. Cita los libros de Rosales ‘Abril’, Luis Felipe Vivanco ‘Cantos a la primavera’, Miguel Hernández ‘El rayo que no cesa’, dónde la poesía se tocaba con la vida, huyendo de la asepsia anterior.
Está vuelta a la tradición lírica, sentida, humanizada corresponde en Panero a los ‘Versos del Guadarrama’. Hay en él la expresión de “una juvenil experiencia amorosa idealizada por el recuerdo y el dolor”, mientras se recogen igualmente otros temas eternos que corresponden al sentimiento de la ‘muerte’, la tierra y el paisaje de España. No los publicó hasta después de 1940, casi por un sentimiento de pudor. En cambio público en diversas revistas poemas de corte creacionista, surrealista, pero “sobre todo verbalista, siguiendo el último grito de las más recientes ‘Antologías puras’”.
Reconoce su admiración por Antonio Machado que le influye en los “Versos al Guadarrama”. Su devoción por él, aunque muy tenuemente expuesta, porque no lo permitían las circunstancias, la reflejo en un artículo de ‘El Sol’, en 1932: “ Antonio Machado en la lejanía’. Con este distanciamiento pudo maniobrar con su nombre como con un clásico. No era el momento de Antonio Machado si no el del más brillante Juan Ramón Jiménez. Por tanto sus ‘Versos al Guadarrama’ pertenecen al “inicial retorno de los poetas de mi edad a las formas tradicionales y a los temas humanos y directos”.
Cuando la generación está buscando su camino, después de romper con la herencia que le proporcionaba la generación de Góngora, el dolor de la guerra marca para siempre la obra poética “de los supervivientes”.
En el caso concreto de Leopoldo Panero los versos dedicados a su hermano Juan, escritos en 1938, son clave en el desarrollo de su futuro. “Pienso que son ellos, estos pobres y empañados eneasílabos, lacerados por la tristeza, regalados por el alma, la clave espiritual e íntima de buena parte de mi obra posterior”. Se titulan ‘Adolescente en sombra’.
![[Img #40746]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/7886_poema-panero-1.jpg?24)
Otro hito de su poesía posterior, después de “las palabras estremecidas” a su hermano Juan, es el constituido por el soneto ‘A mis hermanas’, publicado en ‘Escorial’, en 1941, escrito unos meses antes, en el que, en forma de juego de la gallina ciega, evoca a los muertos. “Es una síntesis dolorosa, sombría, pero tranquila de ternura de mi experiencia vital en aquellos años de crisis”. Este poema crea un clima que no enlaza con ‘La Estancia vacía’, escrito en 1943 y publicado al año siguiente, donde se propuso escribir la biografía de su alma. El poema venía a ser una liquidación de 34 años. Acaba de casarse y hacía un inventario sentimental de la casa de su niñez.
Leopoldo Panero resume así el argumento y el misterio de su poema ‘La Estancia vacía’. Historia su casa “desde su niñez misma, desde sus primeros balbuceos, a través de las circunstancias, las realidades y las ilusiones que tejen cotidianamente la trama de nuestra existencia de hombres” ...Si el título de la obra gozaba de un primer significado de la casa paterna abandonada, otros sentidos crecían con el correr del poema, porque la casa se fue “agrandando y extendiendo simbólicamente hasta cubrir con sus palabras la estancia toda del hombre en la tierra y su nulidad y vacío. Y tras esta nulidad y vacío de la estancia terrena aparece fatalmente la consoladora necesidad y presencia de Dios que a lo largo de todo el poema parece, llamado por el alma, y como purísima y entrañable exigencia de nuestra condición. “Esta presencia y necesidad de lo divino completa, a mi juicio, el proceso espiritual de mi poesía, cargada de afectividad y sin más salida hacia la esperanza que la sobrenatural y transhumana”. El Soneto ‘Señor el viejo tronco se desgaja’, aparte de enlazar con la subsiguiente de Panero explica “su íntima evolución” y arroja “alguna luz sobre el sentido general de mi poesía”. En un instante de alegría y de enmollecimiento espiritual escribe Panero ‘El peso de lo alegre’, que es “como un madrigal desde las raíces”. Esperanza y dolor, y de su síntesis, serenamiento. “Esta placidez casi del alma que intente expresar en otro de los poemas que vengo considerando como claves de mi evolución poética. En este a qué ahora aludo, un romance octosílabo titulado ‘ El peso del mundo’, contemplo el suave transcurrir estival de la luz, desde que amanece hasta que cierra la noche, sobre un paisaje castellano”. Es el del poema un pasmo de “apasionada inmovilidad de la contemplación”. Al claror de este poema asegura Panero que “la poesía siempre se apoya en lo invisible, que su verdadera y última realidad.”
Otra veta interesante y diferente señalada por el propio poeta es la que corresponde a su poema dedicado a Miguel de Cervantes, con el título de “El que no sirve para nada”. “Representa, dice, dentro de mi obra un camino distinto y una dimensión no estudiada o rozada en mis anteriores comentarios” y que traduce y transparenta “la misión esencial del poeta: la de soñar la verdad, la de llevarnos de su mano hacia ella, la de hacernos sentir su abundancia en lo íntimo del corazón”.
En otra versión de esta conferencia, el poeta añade algunas otras precisiones. Recarga más por ejemplo el autobiografismo de la poesía: “la relación en que el poeta vive con la poesía, y más concretamente con la propia, es la misma que mantiene con la vida, con la suya personal y a través de ella con la vida de los hombres todos, cuyo sentido asume y expresa en el acto y el trance del cántico. Así pues la genuina palabra creadora es siempre biográfica o autobiográfica, por muy grande que la objetivación artística sea o pretenda ser”.
Si esta interpretación es general a cualquier manifestación artística lo es mucho más en la lírica y sobre todo en los llamados “instantes de verdadera culminación espiritual”, bien escasos en la vida del poeta pero sin duda los más reveladores, porque en ellos se da más intensamente “un orden de convivencia entre la palabra y el alma absolutamente unitario y armónico: alma y palabra vibran fundidas en una sola sustancia.” Precisa ahora algunos nuevos aspectos sobre la accesibilidad poética del crítico en la obra creadora. El poeta Panero acepta la multiplicidad de interpretaciones de su poesía ya que “la explicación o explanación que el poeta dé de ella, de su obra y criatura misma, no es por necesidad ni la única ni la más iluminadora y reveladora.” La labor del auténtico crítico “puede intuir y descifrar, desde la palabra, desde la apagada vibración de la palabra escrita, desde el rastro celeste originario y entreoído, el misterio que encierra el corazón del hombre y que pugna por expresarse y decirse en cualquier poesía verdadera.” Del autobiografismo de la lírica no hay duda en la tradición, si consideramos a Goethe y a Lope de vega, pero bien distinto es el caso de Cervantes, descubierto muy posteriormente en su sutil y humanística poesía: “A nadie se le oculta, aclara Panero, que la gran poesía cervantina, tal como hoy lo interpretamos, es un descubrimiento espiritual posterior a Cervantes.”
![[Img #40745]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/8258_poema-panero-escanear0002.jpg?25)
Respecto a la conciencia de separación de los poetas de la generación anterior, que se manifiesta en los poetas jóvenes del 34, añade, en este nuevo asedio a su propia poesía, esta precisión sobre su estado de rebeldía y de búsqueda: “Este estado de espíritu se manifiesta y cristaliza en la publicación de múltiples poemas dispersos, escritos en el lenguaje metafórico propio de la época, pero orientados ya, aunque tímidamente, a tientas, en un sentido diferente y buscando una organización interior exigente y espiritual de la materia poética al mismo tiempo que una mayor proximidad con la vida.”
Su libro de poemas ‘Versos al Guadarrama’, lo asocia en esta ocasión con la tradición paisajística del 98 y la reinvención de la realidad española: “Dentro de la geografía ibérica del Guadarrama es un descubrimiento apasionadamente intelectual y sentimental de la llamada generación del 98 que inventó de nuevo la realidad española o la repristinó cuanto menos en el manadero mismo de nuestra fe renaciente. Pero su papel en mi poesía, su sitio en mi corazón, viene de motivos más personales y simples, aunque el mantillo literario del tema abonará húmedamente mis palabras a través de una juvenil experiencia amorosa idealizada por el recuerdo y el dolor.”
Precisa la influencia de la Guerra Civil Española en la evolución de la lírica. En la primera relación esto ya era patente y le daba su importancia, pero ahora su significado en la propia vida del poeta y en la creación está manifestada con mucha más potencia: “De pronto todo se interrumpe. La gran oleada del dolor español nos sumerge y zarandea bruscamente, impensadamente, hasta la entraña misma de la vida. La Guerra Civil hispánica de 1936 es en este sentido uno de los acontecimientos poéticos de mayor influencia y trascendencia en la historia de nuestras letras patrias. Ella, ella sola, valió de un golpe y como toda una escuela y más que ningún maestro. De repente, vivimos a borbotones y nos hundimos desgarrada y trémulamente en la dramática intimidad de nuestro destino. La acción sustituyó a la palabra y empujados por la fatalidad pasamos, unos y otros, desde la estética a la vida, desde el alegre juego verbal a la quemadora tragedia colectiva. Con los materiales de este dolor se hará lo sucesivo la obra poética de los supervivientes.”
Cuando se refiere incidentalmente a la publicación de un poema suyo en la revista ‘Escorial’, manifiesta lo que puede ser el concepto que de la función de la revista en aquel momento había forjado el poeta colaborador; porque agrupaba a los supervivientes “reanudando bravamente el desinteresado quehacer de las letras después de los años de silencioso heroísmo, de caliente coraje y de especial estupor colectivo”.
Del poema ‘La Estancia vacía’ nos forja una nueva pista, la de la influencia de William Wordsworth, ya que confiesa haber realizado “algo semejante a lo que se propuso, más minuciosa y sistemáticamente, el gran poeta inglés William Wordsworth, por el que siempre he sentido una devoción firmísima y qué es para mi gusto uno de los más grandes líricos universales”.
![[Img #40747]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/9988_poema-panero-escanear0003.jpg?35)
En la segunda versión de la conferencia introduce un nuevo poema original. Y en vez de terminar con “El que no sirve para nada’, remata la conferencia con otro poema incluido en la antología ‘Escrito a cada instante’, rotulado ‘César Vallejo’. A este poema y el significado del poeta americano, que vivió algunos días en su casa de Astorga, dedica estas palabras: “(…) y otro de amor americano, dedicado elegíacamente a la memoria del gran poeta peruano César Vallejo, uno de los mayores y más puros de nuestra lengua y nuestro espíritu común y a quien la poesía contemporánea de América y España debe sin duda ese hálito de ternura y de bondad, de autenticidad y humana desnudez, que rescata nuestra poesía lírica desde hace 30 largos años de los esteticismos, de todos los posibles esteticismos que la han asediado y confundido.”
Lo que pensaba Leopoldo Panero de la ‘Estancia vacía’ y de su posible continuidad lo expresan unas apretadas líneas que dirige a una institución en demanda de ayuda económica. He aquí sus palabras sobre el poema ya escrito y sobre lo que deseaba desarrollar: “Se trata de un largo poema autobiográfico, del que se publicaron distintos fragmentos (aproximadamente un millar de versos), en el número 20 de la revista ‘Escorial’. El poema está escrito en endecasílabo blanco, alternado con sonetos y canciones, y en su parte publicada comprende los años de niñez, adolescencia y juventud, y la segunda y tercera parte con los que concluirá el poema, se referirán a la experiencia poética de la guerra española y los años posteriores a ella, que son los de matrimonio y madurez espiritual, referidos siempre todos ellos a la raíz de tierra y niñez, según la resume Dámaso Alonso, en el estudio que dedica mi obra en su libro ‘Poetas españoles contemporáneos’”.
![[Img #40740]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/5138_1465401690_324994_1465402089_noticia_normal.jpg?37)
Panero cuenta en esta conferencia la biografía íntima de “su obra y su inserción dentro de una situación determinada“. Esto es lo que él puede hacer insustituiblemente, pues si el crítico es perspicaz y sensible puede penetrar en el mismo núcleo de la poesía como obra de arte, si bien el crítico profesional lo que se reserva es el estudio de “los aspectos formales y exteriores”. Y ello porque surge una idea muy común en la concepción crítica paneriana. Todo poeta vive de la tradición y hay elementos que dependen del “depósito viviente, artístico o popular de lenguaje”. Y enseguida da la explicación y saca sus consecuencias: “Todo poeta, todo creador no hace sino continuar a la totalidad de sus predecesores y esto es lo que esencialmente constituye la dificultad y grandeza de cada nueva expresión poética, el riesgo y la aventura que ha de correr cada nuevo cantor”.
Califica de desesperada la situación de la poesía en su primer encuentro con ella en Madrid por los años finales del 20 y principios del 30. Cita la revista “Extremos a que ha llegado la poesía española” como síntoma del estancamiento: creacionismo, surrealismo, y... callejón sin salida.
Se encuentra entonces el adolescente sometido a manifiestos, credos poéticos, en una actitud que le hace comprender por una parte el aire de farsa y que lo mantiene en la resolución y perplejidad. La seriedad casi religiosa que tenían aquellos adolescentes hacia los valores vitales le salvó del conformismo gritón de la hora, paradójicamente rebelde. Y como consecuencia de ello, la separación, el tantear por propia cuenta, aunque permaneciese el sentimiento de autoridad, genialidad y maestría del que tenuemente se separaban. Cita los libros de Rosales ‘Abril’, Luis Felipe Vivanco ‘Cantos a la primavera’, Miguel Hernández ‘El rayo que no cesa’, dónde la poesía se tocaba con la vida, huyendo de la asepsia anterior.
Está vuelta a la tradición lírica, sentida, humanizada corresponde en Panero a los ‘Versos del Guadarrama’. Hay en él la expresión de “una juvenil experiencia amorosa idealizada por el recuerdo y el dolor”, mientras se recogen igualmente otros temas eternos que corresponden al sentimiento de la ‘muerte’, la tierra y el paisaje de España. No los publicó hasta después de 1940, casi por un sentimiento de pudor. En cambio público en diversas revistas poemas de corte creacionista, surrealista, pero “sobre todo verbalista, siguiendo el último grito de las más recientes ‘Antologías puras’”.
Reconoce su admiración por Antonio Machado que le influye en los “Versos al Guadarrama”. Su devoción por él, aunque muy tenuemente expuesta, porque no lo permitían las circunstancias, la reflejo en un artículo de ‘El Sol’, en 1932: “ Antonio Machado en la lejanía’. Con este distanciamiento pudo maniobrar con su nombre como con un clásico. No era el momento de Antonio Machado si no el del más brillante Juan Ramón Jiménez. Por tanto sus ‘Versos al Guadarrama’ pertenecen al “inicial retorno de los poetas de mi edad a las formas tradicionales y a los temas humanos y directos”.
Cuando la generación está buscando su camino, después de romper con la herencia que le proporcionaba la generación de Góngora, el dolor de la guerra marca para siempre la obra poética “de los supervivientes”.
En el caso concreto de Leopoldo Panero los versos dedicados a su hermano Juan, escritos en 1938, son clave en el desarrollo de su futuro. “Pienso que son ellos, estos pobres y empañados eneasílabos, lacerados por la tristeza, regalados por el alma, la clave espiritual e íntima de buena parte de mi obra posterior”. Se titulan ‘Adolescente en sombra’.
![[Img #40746]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/7886_poema-panero-1.jpg?24)
Otro hito de su poesía posterior, después de “las palabras estremecidas” a su hermano Juan, es el constituido por el soneto ‘A mis hermanas’, publicado en ‘Escorial’, en 1941, escrito unos meses antes, en el que, en forma de juego de la gallina ciega, evoca a los muertos. “Es una síntesis dolorosa, sombría, pero tranquila de ternura de mi experiencia vital en aquellos años de crisis”. Este poema crea un clima que no enlaza con ‘La Estancia vacía’, escrito en 1943 y publicado al año siguiente, donde se propuso escribir la biografía de su alma. El poema venía a ser una liquidación de 34 años. Acaba de casarse y hacía un inventario sentimental de la casa de su niñez.
Leopoldo Panero resume así el argumento y el misterio de su poema ‘La Estancia vacía’. Historia su casa “desde su niñez misma, desde sus primeros balbuceos, a través de las circunstancias, las realidades y las ilusiones que tejen cotidianamente la trama de nuestra existencia de hombres” ...Si el título de la obra gozaba de un primer significado de la casa paterna abandonada, otros sentidos crecían con el correr del poema, porque la casa se fue “agrandando y extendiendo simbólicamente hasta cubrir con sus palabras la estancia toda del hombre en la tierra y su nulidad y vacío. Y tras esta nulidad y vacío de la estancia terrena aparece fatalmente la consoladora necesidad y presencia de Dios que a lo largo de todo el poema parece, llamado por el alma, y como purísima y entrañable exigencia de nuestra condición. “Esta presencia y necesidad de lo divino completa, a mi juicio, el proceso espiritual de mi poesía, cargada de afectividad y sin más salida hacia la esperanza que la sobrenatural y transhumana”. El Soneto ‘Señor el viejo tronco se desgaja’, aparte de enlazar con la subsiguiente de Panero explica “su íntima evolución” y arroja “alguna luz sobre el sentido general de mi poesía”. En un instante de alegría y de enmollecimiento espiritual escribe Panero ‘El peso de lo alegre’, que es “como un madrigal desde las raíces”. Esperanza y dolor, y de su síntesis, serenamiento. “Esta placidez casi del alma que intente expresar en otro de los poemas que vengo considerando como claves de mi evolución poética. En este a qué ahora aludo, un romance octosílabo titulado ‘ El peso del mundo’, contemplo el suave transcurrir estival de la luz, desde que amanece hasta que cierra la noche, sobre un paisaje castellano”. Es el del poema un pasmo de “apasionada inmovilidad de la contemplación”. Al claror de este poema asegura Panero que “la poesía siempre se apoya en lo invisible, que su verdadera y última realidad.”
Otra veta interesante y diferente señalada por el propio poeta es la que corresponde a su poema dedicado a Miguel de Cervantes, con el título de “El que no sirve para nada”. “Representa, dice, dentro de mi obra un camino distinto y una dimensión no estudiada o rozada en mis anteriores comentarios” y que traduce y transparenta “la misión esencial del poeta: la de soñar la verdad, la de llevarnos de su mano hacia ella, la de hacernos sentir su abundancia en lo íntimo del corazón”.
En otra versión de esta conferencia, el poeta añade algunas otras precisiones. Recarga más por ejemplo el autobiografismo de la poesía: “la relación en que el poeta vive con la poesía, y más concretamente con la propia, es la misma que mantiene con la vida, con la suya personal y a través de ella con la vida de los hombres todos, cuyo sentido asume y expresa en el acto y el trance del cántico. Así pues la genuina palabra creadora es siempre biográfica o autobiográfica, por muy grande que la objetivación artística sea o pretenda ser”.
Si esta interpretación es general a cualquier manifestación artística lo es mucho más en la lírica y sobre todo en los llamados “instantes de verdadera culminación espiritual”, bien escasos en la vida del poeta pero sin duda los más reveladores, porque en ellos se da más intensamente “un orden de convivencia entre la palabra y el alma absolutamente unitario y armónico: alma y palabra vibran fundidas en una sola sustancia.” Precisa ahora algunos nuevos aspectos sobre la accesibilidad poética del crítico en la obra creadora. El poeta Panero acepta la multiplicidad de interpretaciones de su poesía ya que “la explicación o explanación que el poeta dé de ella, de su obra y criatura misma, no es por necesidad ni la única ni la más iluminadora y reveladora.” La labor del auténtico crítico “puede intuir y descifrar, desde la palabra, desde la apagada vibración de la palabra escrita, desde el rastro celeste originario y entreoído, el misterio que encierra el corazón del hombre y que pugna por expresarse y decirse en cualquier poesía verdadera.” Del autobiografismo de la lírica no hay duda en la tradición, si consideramos a Goethe y a Lope de vega, pero bien distinto es el caso de Cervantes, descubierto muy posteriormente en su sutil y humanística poesía: “A nadie se le oculta, aclara Panero, que la gran poesía cervantina, tal como hoy lo interpretamos, es un descubrimiento espiritual posterior a Cervantes.”
![[Img #40745]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/8258_poema-panero-escanear0002.jpg?25)
Respecto a la conciencia de separación de los poetas de la generación anterior, que se manifiesta en los poetas jóvenes del 34, añade, en este nuevo asedio a su propia poesía, esta precisión sobre su estado de rebeldía y de búsqueda: “Este estado de espíritu se manifiesta y cristaliza en la publicación de múltiples poemas dispersos, escritos en el lenguaje metafórico propio de la época, pero orientados ya, aunque tímidamente, a tientas, en un sentido diferente y buscando una organización interior exigente y espiritual de la materia poética al mismo tiempo que una mayor proximidad con la vida.”
Su libro de poemas ‘Versos al Guadarrama’, lo asocia en esta ocasión con la tradición paisajística del 98 y la reinvención de la realidad española: “Dentro de la geografía ibérica del Guadarrama es un descubrimiento apasionadamente intelectual y sentimental de la llamada generación del 98 que inventó de nuevo la realidad española o la repristinó cuanto menos en el manadero mismo de nuestra fe renaciente. Pero su papel en mi poesía, su sitio en mi corazón, viene de motivos más personales y simples, aunque el mantillo literario del tema abonará húmedamente mis palabras a través de una juvenil experiencia amorosa idealizada por el recuerdo y el dolor.”
Precisa la influencia de la Guerra Civil Española en la evolución de la lírica. En la primera relación esto ya era patente y le daba su importancia, pero ahora su significado en la propia vida del poeta y en la creación está manifestada con mucha más potencia: “De pronto todo se interrumpe. La gran oleada del dolor español nos sumerge y zarandea bruscamente, impensadamente, hasta la entraña misma de la vida. La Guerra Civil hispánica de 1936 es en este sentido uno de los acontecimientos poéticos de mayor influencia y trascendencia en la historia de nuestras letras patrias. Ella, ella sola, valió de un golpe y como toda una escuela y más que ningún maestro. De repente, vivimos a borbotones y nos hundimos desgarrada y trémulamente en la dramática intimidad de nuestro destino. La acción sustituyó a la palabra y empujados por la fatalidad pasamos, unos y otros, desde la estética a la vida, desde el alegre juego verbal a la quemadora tragedia colectiva. Con los materiales de este dolor se hará lo sucesivo la obra poética de los supervivientes.”
Cuando se refiere incidentalmente a la publicación de un poema suyo en la revista ‘Escorial’, manifiesta lo que puede ser el concepto que de la función de la revista en aquel momento había forjado el poeta colaborador; porque agrupaba a los supervivientes “reanudando bravamente el desinteresado quehacer de las letras después de los años de silencioso heroísmo, de caliente coraje y de especial estupor colectivo”.
Del poema ‘La Estancia vacía’ nos forja una nueva pista, la de la influencia de William Wordsworth, ya que confiesa haber realizado “algo semejante a lo que se propuso, más minuciosa y sistemáticamente, el gran poeta inglés William Wordsworth, por el que siempre he sentido una devoción firmísima y qué es para mi gusto uno de los más grandes líricos universales”.
![[Img #40747]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/9988_poema-panero-escanear0003.jpg?35)
En la segunda versión de la conferencia introduce un nuevo poema original. Y en vez de terminar con “El que no sirve para nada’, remata la conferencia con otro poema incluido en la antología ‘Escrito a cada instante’, rotulado ‘César Vallejo’. A este poema y el significado del poeta americano, que vivió algunos días en su casa de Astorga, dedica estas palabras: “(…) y otro de amor americano, dedicado elegíacamente a la memoria del gran poeta peruano César Vallejo, uno de los mayores y más puros de nuestra lengua y nuestro espíritu común y a quien la poesía contemporánea de América y España debe sin duda ese hálito de ternura y de bondad, de autenticidad y humana desnudez, que rescata nuestra poesía lírica desde hace 30 largos años de los esteticismos, de todos los posibles esteticismos que la han asediado y confundido.”
Lo que pensaba Leopoldo Panero de la ‘Estancia vacía’ y de su posible continuidad lo expresan unas apretadas líneas que dirige a una institución en demanda de ayuda económica. He aquí sus palabras sobre el poema ya escrito y sobre lo que deseaba desarrollar: “Se trata de un largo poema autobiográfico, del que se publicaron distintos fragmentos (aproximadamente un millar de versos), en el número 20 de la revista ‘Escorial’. El poema está escrito en endecasílabo blanco, alternado con sonetos y canciones, y en su parte publicada comprende los años de niñez, adolescencia y juventud, y la segunda y tercera parte con los que concluirá el poema, se referirán a la experiencia poética de la guerra española y los años posteriores a ella, que son los de matrimonio y madurez espiritual, referidos siempre todos ellos a la raíz de tierra y niñez, según la resume Dámaso Alonso, en el estudio que dedica mi obra en su libro ‘Poetas españoles contemporáneos’”.






