Aclaración de amor (Poema corporal)
![[Img #4419]](upload/img/periodico/img_4419.jpg)
Es de noche.
El cansancio no tiene amanecida.
Estamos
acostados, florecidas las riberas
de tu laguna
con calados olorosos,
a la altura
de tu monte de venus
se trasluce
un almiar de pelo negro;
también yo
oculto la invasión de mi sangre
y crece mi
espadaña deseándote,
humedeciendo
en hilos muy serosos mi carpa de cereales;
y hablamos y
besamos las palabras
de tan quedas
y líquidas que las decimos
y nuestras
manos recorren amadas geografías;
aproximo mis
dedos a tus alondras soñolientas,
se turban y
zurean
y vuelan por
fin a los placeres
y escondo
allí mis dedos,
en la nata
hervorosa de tus senos
y tu cintura
enciende
toda la playa
y pleamar de mi gozo
y bajo mis
sensaciones, las escondo en el calor de tu entrepierna
y tú sonríes
o gozas o deseas.
Está el
temblor caliente que te mana;
y tú me vas
tocando,
me aproximas
al vértigo, besas mis labios,
rozas mis
ingles y se me para el mundo
porque me
sobra todo sin tus manos
y yo desnudo
la sombra de tu juncal
y quedan tus
alondras limpias,
con la única
tutela de mis labios
y en tus
oasis tostados
mis dedos
cultivan palmeras de felicidad.
Ya estás
desnuda abierta y húmeda, amada mía.
Tú desnudas
mis valles y torrentes.
Tus deseos
frágiles alborotan mi piel
y queda
enhiesto mi placer, lleno de ti
y ansioso de
tu intimidad.
Estamos ya
desnudos, frágiles y ardorosos;
beso tu
fuente oculta y te extremeces,
estoy loco de
ti, calado de sabores;
recuerdo el
ajetreo de tus pliegues,
la sedosa
incandescencia de tu vaina,
deseo tus
labios,
besar con mi
sexo enloquecido
tu flor
y que ella
guarde mi piel crecida,
porque la
llamas tú, tú la agigantas.
Qué gozo se
conecta con el ismo,
cómo tiembla
la voz,
cuánto calor
nos une y nos abraza.
Desnudos.
Estamos aún desnudos,
nos queremos,
ya nos entra el sueño.
Dormimos
abrazados.
![[Img #4419]](upload/img/periodico/img_4419.jpg)
Es de noche. El cansancio no tiene amanecida.
Estamos acostados, florecidas las riberas
de tu laguna con calados olorosos,
a la altura de tu monte de venus
se trasluce un almiar de pelo negro;
también yo oculto la invasión de mi sangre
y crece mi espadaña deseándote,
humedeciendo en hilos muy serosos mi carpa de cereales;
y hablamos y besamos las palabras
de tan quedas y líquidas que las decimos
y nuestras manos recorren amadas geografías;
aproximo mis dedos a tus alondras soñolientas,
se turban y zurean
y vuelan por fin a los placeres
y escondo allí mis dedos,
en la nata hervorosa de tus senos
y tu cintura enciende
toda la playa y pleamar de mi gozo
y bajo mis sensaciones, las escondo en el calor de tu entrepierna
y tú sonríes o gozas o deseas.
Está el temblor caliente que te mana;
y tú me vas tocando,
me aproximas al vértigo, besas mis labios,
rozas mis ingles y se me para el mundo
porque me sobra todo sin tus manos
y yo desnudo la sombra de tu juncal
y quedan tus alondras limpias,
con la única tutela de mis labios
y en tus oasis tostados
mis dedos cultivan palmeras de felicidad.
Ya estás desnuda abierta y húmeda, amada mía.
Tú desnudas mis valles y torrentes.
Tus deseos frágiles alborotan mi piel
y queda enhiesto mi placer, lleno de ti
y ansioso de tu intimidad.
Estamos ya desnudos, frágiles y ardorosos;
beso tu fuente oculta y te extremeces,
estoy loco de ti, calado de sabores;
recuerdo el ajetreo de tus pliegues,
la sedosa incandescencia de tu vaina,
deseo tus labios,
besar con mi sexo enloquecido
tu flor
y que ella guarde mi piel crecida,
porque la llamas tú, tú la agigantas.
Qué gozo se conecta con el ismo,
cómo tiembla la voz,
cuánto calor nos une y nos abraza.
Desnudos. Estamos aún desnudos,
nos queremos, ya nos entra el sueño.
Dormimos abrazados.






