Y llegó la Navidad
![[Img #40985]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/702_escanear0002.jpg?21)
Se van acercando los días claves. “¿Qué día vienes? ¿Y los niños, cuándo llegan? ¿Cuánto tiempo os vais a quedar? ¿Te vas el 25? Ya, pero es muy precipitado aunque salgas después de comer”.
De nuevo. Alcanzamos un año más el círculo anual con la llegada de la siempre afanosa fantasía e ilusión de los espíritus suficientemente abatidos como para entusiasmarse por algún futurible cambio, por muy fútil y baladí que sea.
El black friday, que ni es negro ni se trata del exclusivo día viernes sino que es una locura compulsiva de varios días, es el punto de partida de la ilusión. Todos entusiasmados por comprar algo que en realidad no necesitamos pero que nos ilusionamos con la idea de adquirir algo a un precio menor de lo que costaba unos días antes. Creemos que nos supone un beneficio económico y normalmente es una idea equivocada, suele estar bastante más lejos de esa realidad. “Me ahorro” 20 euros, porque está rebajado. Gasto 40€, me ahorro 20€ porque costaba 60€, y lo guardo en el armario, en el rincón de “a ver cuándo lo uso”, y tengo la alegría del día por la buena compra y lo sagaz que he estado. ¡Qué oportunidad he encontrado! He comprado un chollo que posiblemente nunca utilizaré. Vivimos una ilusión.
Este año he aprovechado a uno de los hijos para bajar el árbol, las luces y las decoraciones navideñas de los altillos donde pasan 350 días del año. Este año no me pilla el 23 a la carrera. Desde principios del mes estoy preparando los manteles, las velas, las bolas, campanillas, lazos, luces…, todo un dispositivo en rojos y dorados. Otra ilusión.
Los regalos. Pufff. Siempre pienso que los tengo que ir cavilando a lo largo del año pero nunca lo consigo. Doy vueltas a la cabeza para no comprar por comprar, a lo tonto, por aquello de rellenar, no, sino regalar algo inesperado y que de alegría. Algo que sorprenda y guste y sea útil. Pufff. Habrá que inspirarse para los niños, para los mayores… No es tarea fácil. Cuando se encuentra algo acertado para la persona pensada da mucha alegría, porque regalar, y regalar lo adecuado, da gran felicidad. Una ilusión más.
La lotería de Navidad. Con cuántas esperanzas compramos la lotería de estas fechas. Parece que el hecho de ser Navidad está casi obligado que nos toque. Elegimos terminaciones para tantear a la suerte. Administramos los millones que nos van a tocar, los repartimos con gran generosidad entre familiares y amigos, y nos da una gran satisfacción ser tan espléndidos con las intenciones. Regalamos a destajo, y el hecho mismo de poder soñar con la posibilidad de poder ser generosos nos despierta el magnánimo sentido de la Navidad y nos hace crecer una inmensa sensación de grandeza. Enormes esperanzas abren los caminos angostos de los espíritus deprimidos por una existencia agarrotada por las, cada vez más difíciles, circunstancias de la vida. Si no me toca el gordo que me toque el flaco y si no, por lo menos, el reintegro para recuperar lo apostado. Más ilusiones.
La Navidad nos trae la alegría de soñar. Soñar con mejorar nuestra existencia y la existencia del mundo que nos rodea. Soñar con que desaparezca esta opresión vital a la que la sociedad está cada vez más sometida.
Soñar con unos políticos que sean de verdad políticos, personas con calado, con profundidad de pensamiento, con intenciones claras de mejorar y administrar bien una sociedad, con capacidad de análisis y de pensamiento. No el sucedáneo de políticos que nos gobiernan en estos tiempos que sólo piensan en asegurarse el acomodo del sillón con buen salario y buenas prebendas a cambio de hacer barullo, de cacarear como gallos y gallinas en un gallinero, de jugar a ver quién acorrala antes al contrario, de andar lanzando órdagos a troche y moche, de utilizar el cinismo como medio de comunicación y la mentira como base de convicción, un juego al ‘todo vale’ y ‘maricón el último’.
Soñar con saber escuchar al diferente y no sólo escuchar a los que piensan como uno mismo.
Soñar con un mundo más amable donde la humanidad vaya por delante de la economía. Un mundo donde el dinero no sea un fin en sí mismo sino un medio. Donde el dinero tenga un valor secundario, que sirva tan sólo para el intercambio pero no para la acumulación. Donde no se asesine por dinero. Donde no existan solamente diez familias que monopolicen la riqueza, el poder (que va unido) y el control de este mundo nuestro que es, en definitiva, el suyo.
Soñar con una educación fundamentada en el respeto y la tolerancia. Una educación que enseñe a analizar, a discurrir, a tener autonomía de pensamiento, a saber manejar las emociones, a saber admitir los errores, abierta a la diversidad, al diálogo, a la discusión positiva. A desarrollar los valores humanitarios y a saber ser felices desde dentro no por lo de fuera.
Soñar con que nadie sienta la angustia de estar solitario en el mundo. Soñar con que toda persona tenga su ración necesaria de afecto, de cariño y de ternura para su espíritu.
Soñar con un mundo sin violencia, sin desprecios, sin humillaciones, con libertad de pensamiento y libertad de opinión. Un mundo sin desesperación por no tener una vida digna.
Soñar que toda persona pueda tener la esperanza de soñar. Y aunque los sueños sueños son, que decía Calderón de la Barca, son beneficiosos porque nos ayudan a pasar mejor la vida.
O témpora, o mores
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Se van acercando los días claves. “¿Qué día vienes? ¿Y los niños, cuándo llegan? ¿Cuánto tiempo os vais a quedar? ¿Te vas el 25? Ya, pero es muy precipitado aunque salgas después de comer”.
De nuevo. Alcanzamos un año más el círculo anual con la llegada de la siempre afanosa fantasía e ilusión de los espíritus suficientemente abatidos como para entusiasmarse por algún futurible cambio, por muy fútil y baladí que sea.
El black friday, que ni es negro ni se trata del exclusivo día viernes sino que es una locura compulsiva de varios días, es el punto de partida de la ilusión. Todos entusiasmados por comprar algo que en realidad no necesitamos pero que nos ilusionamos con la idea de adquirir algo a un precio menor de lo que costaba unos días antes. Creemos que nos supone un beneficio económico y normalmente es una idea equivocada, suele estar bastante más lejos de esa realidad. “Me ahorro” 20 euros, porque está rebajado. Gasto 40€, me ahorro 20€ porque costaba 60€, y lo guardo en el armario, en el rincón de “a ver cuándo lo uso”, y tengo la alegría del día por la buena compra y lo sagaz que he estado. ¡Qué oportunidad he encontrado! He comprado un chollo que posiblemente nunca utilizaré. Vivimos una ilusión.
Este año he aprovechado a uno de los hijos para bajar el árbol, las luces y las decoraciones navideñas de los altillos donde pasan 350 días del año. Este año no me pilla el 23 a la carrera. Desde principios del mes estoy preparando los manteles, las velas, las bolas, campanillas, lazos, luces…, todo un dispositivo en rojos y dorados. Otra ilusión.
Los regalos. Pufff. Siempre pienso que los tengo que ir cavilando a lo largo del año pero nunca lo consigo. Doy vueltas a la cabeza para no comprar por comprar, a lo tonto, por aquello de rellenar, no, sino regalar algo inesperado y que de alegría. Algo que sorprenda y guste y sea útil. Pufff. Habrá que inspirarse para los niños, para los mayores… No es tarea fácil. Cuando se encuentra algo acertado para la persona pensada da mucha alegría, porque regalar, y regalar lo adecuado, da gran felicidad. Una ilusión más.
La lotería de Navidad. Con cuántas esperanzas compramos la lotería de estas fechas. Parece que el hecho de ser Navidad está casi obligado que nos toque. Elegimos terminaciones para tantear a la suerte. Administramos los millones que nos van a tocar, los repartimos con gran generosidad entre familiares y amigos, y nos da una gran satisfacción ser tan espléndidos con las intenciones. Regalamos a destajo, y el hecho mismo de poder soñar con la posibilidad de poder ser generosos nos despierta el magnánimo sentido de la Navidad y nos hace crecer una inmensa sensación de grandeza. Enormes esperanzas abren los caminos angostos de los espíritus deprimidos por una existencia agarrotada por las, cada vez más difíciles, circunstancias de la vida. Si no me toca el gordo que me toque el flaco y si no, por lo menos, el reintegro para recuperar lo apostado. Más ilusiones.
La Navidad nos trae la alegría de soñar. Soñar con mejorar nuestra existencia y la existencia del mundo que nos rodea. Soñar con que desaparezca esta opresión vital a la que la sociedad está cada vez más sometida.
Soñar con unos políticos que sean de verdad políticos, personas con calado, con profundidad de pensamiento, con intenciones claras de mejorar y administrar bien una sociedad, con capacidad de análisis y de pensamiento. No el sucedáneo de políticos que nos gobiernan en estos tiempos que sólo piensan en asegurarse el acomodo del sillón con buen salario y buenas prebendas a cambio de hacer barullo, de cacarear como gallos y gallinas en un gallinero, de jugar a ver quién acorrala antes al contrario, de andar lanzando órdagos a troche y moche, de utilizar el cinismo como medio de comunicación y la mentira como base de convicción, un juego al ‘todo vale’ y ‘maricón el último’.
Soñar con saber escuchar al diferente y no sólo escuchar a los que piensan como uno mismo.
Soñar con un mundo más amable donde la humanidad vaya por delante de la economía. Un mundo donde el dinero no sea un fin en sí mismo sino un medio. Donde el dinero tenga un valor secundario, que sirva tan sólo para el intercambio pero no para la acumulación. Donde no se asesine por dinero. Donde no existan solamente diez familias que monopolicen la riqueza, el poder (que va unido) y el control de este mundo nuestro que es, en definitiva, el suyo.
Soñar con una educación fundamentada en el respeto y la tolerancia. Una educación que enseñe a analizar, a discurrir, a tener autonomía de pensamiento, a saber manejar las emociones, a saber admitir los errores, abierta a la diversidad, al diálogo, a la discusión positiva. A desarrollar los valores humanitarios y a saber ser felices desde dentro no por lo de fuera.
Soñar con que nadie sienta la angustia de estar solitario en el mundo. Soñar con que toda persona tenga su ración necesaria de afecto, de cariño y de ternura para su espíritu.
Soñar con un mundo sin violencia, sin desprecios, sin humillaciones, con libertad de pensamiento y libertad de opinión. Un mundo sin desesperación por no tener una vida digna.
Soñar que toda persona pueda tener la esperanza de soñar. Y aunque los sueños sueños son, que decía Calderón de la Barca, son beneficiosos porque nos ayudan a pasar mejor la vida.
O témpora, o mores






