Reflexiones sobre la ideología de uno
![[Img #40987]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/7303_fragmentarizacion-bis-004.jpg?44)
Me han escrito varias chicas con edades comprendidas entre los quince y los cuarenta años para decirme que les gusta como escribo y la imagen situada encima de la columna. Las he pedido fotos para así poder contestar con algo de criterio. Pero hay algo que no me ha gustado. También alguna añadía que era “un poco de derechas”; otra, “muy de derechas” y “falangista” o algo así de espeluznante. Nunca he tratado de definirme y tampoco lo haré aquí y ahora. Tengo ego, pero no tanto. Más aun, cuando nunca podría ser tan certero como lo fue Nicolás Gómez Dávila, quien se delimitó como “sensual, escéptico y católico”. Digamos, que me representa con la mitad más uno. En cambio, sí me identifico totalmente cuando escribió que “todo individuo con ideales es un asesino en potencia”. No quisiera que esto sonara como una apología a las personas sin ideología sino a las que la tienen, pero no la pregonan y, sobre todo, no la imponen. Cuando he dejado constancia de que Pedro Sánchez me parece un arribista, que no tiene más principios que el afán inagotable de poder a cualquier precio, no estoy criticando a los partidos de izquierdas. Pero sí a Pedro Sánchez. Algo habrá que comentar de esa foto del Falkon con las gafas puestas en la que hace de interesante y aparenta que reflexiona de manera sesuda.
Vivimos en un país polarizado donde lo real se encorseta y lo fingido se airea, donde defendemos personas y no ideas, donde después del peor siglo de nuestra historia todavía tenemos a quienes se licúan con esa ideología que consiste en regular la vida del hombre y estabular el pensamiento. El chiste de mariquitas relegado al ámbito privado mientras tenemos a partidos políticos promoviendo el nacionalismo. No tengo un discurso fuerte desde el que impartir doctrina y pontificar a amigos y conocidos. Simplemente distingo, en silencio, a los vendedores de consignas y frases hechas, a los de los memes y banderas como único valor cultural. No soy serio, desde el principio he pedido que no se me tome como tal. Mi pensamiento es errático y mi carácter enteco. Un español a la manera de Juan Claudio de Ramón “sin énfasis superfluo ni afectado lamento”. Mi fe es la ironía y me muevo con dos o tres ideas firmes y sólidas que van más allá del binomio derecha o izquierda: igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, respeto a los derechos humanos y a la ley y madridista. Lo demás está abierto a una revisión honesta y a un cambio de pareceres y no puede ser de otra forma, pues solo existe un enemigo y es solo y siempre el sectarismo y el fanatismo. Y más para alguien, como yo, que no ha trabajado ni un día de su vida.
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Me han escrito varias chicas con edades comprendidas entre los quince y los cuarenta años para decirme que les gusta como escribo y la imagen situada encima de la columna. Las he pedido fotos para así poder contestar con algo de criterio. Pero hay algo que no me ha gustado. También alguna añadía que era “un poco de derechas”; otra, “muy de derechas” y “falangista” o algo así de espeluznante. Nunca he tratado de definirme y tampoco lo haré aquí y ahora. Tengo ego, pero no tanto. Más aun, cuando nunca podría ser tan certero como lo fue Nicolás Gómez Dávila, quien se delimitó como “sensual, escéptico y católico”. Digamos, que me representa con la mitad más uno. En cambio, sí me identifico totalmente cuando escribió que “todo individuo con ideales es un asesino en potencia”. No quisiera que esto sonara como una apología a las personas sin ideología sino a las que la tienen, pero no la pregonan y, sobre todo, no la imponen. Cuando he dejado constancia de que Pedro Sánchez me parece un arribista, que no tiene más principios que el afán inagotable de poder a cualquier precio, no estoy criticando a los partidos de izquierdas. Pero sí a Pedro Sánchez. Algo habrá que comentar de esa foto del Falkon con las gafas puestas en la que hace de interesante y aparenta que reflexiona de manera sesuda.
Vivimos en un país polarizado donde lo real se encorseta y lo fingido se airea, donde defendemos personas y no ideas, donde después del peor siglo de nuestra historia todavía tenemos a quienes se licúan con esa ideología que consiste en regular la vida del hombre y estabular el pensamiento. El chiste de mariquitas relegado al ámbito privado mientras tenemos a partidos políticos promoviendo el nacionalismo. No tengo un discurso fuerte desde el que impartir doctrina y pontificar a amigos y conocidos. Simplemente distingo, en silencio, a los vendedores de consignas y frases hechas, a los de los memes y banderas como único valor cultural. No soy serio, desde el principio he pedido que no se me tome como tal. Mi pensamiento es errático y mi carácter enteco. Un español a la manera de Juan Claudio de Ramón “sin énfasis superfluo ni afectado lamento”. Mi fe es la ironía y me muevo con dos o tres ideas firmes y sólidas que van más allá del binomio derecha o izquierda: igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, respeto a los derechos humanos y a la ley y madridista. Lo demás está abierto a una revisión honesta y a un cambio de pareceres y no puede ser de otra forma, pues solo existe un enemigo y es solo y siempre el sectarismo y el fanatismo. Y más para alguien, como yo, que no ha trabajado ni un día de su vida.







