La fiesta nacional
![[Img #41120]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2018/8487_img_38743.jpg?23)
Se me ha ocurrido estos últimos días, a la vista de los aconteceres de la política española y de los enfrentamientos que llevan a cabo entre sí los líderes de los partidos políticos, que la rivalidad de la ‘arena política’ se podría trasladar, con toda su parafernalia y dramaturgia, a la lidia de las ‘arenas’, es decir, a las plazas donde los primeros espadas se pavonean y retan su suerte ante los toros para ensalzar su prestigio y reconocimiento público con nuevos trofeos.
La figura del torero se atiene, como es conocido - y si no, siguiendo el Tratado de José María de Cossío-, a una liturgia centenaria y se rige por normas y costumbres, como pieza esencial de la tauromaquia en cada festejo de arte ‘toreril’, por ciudades y villas del solar ibérico y fuera de él. La lidia tiene un orden normativo dirigido por un presidente, que se regula en los tercios de picas, de banderillas y de matar, se sirve de un instrumental para el toreo a pie, al igual que el de ‘a caballo’, como también se regula las condiciones de los toros y las denominadas ‘suertes’ del toreo de capa, de banderillas, de muleta, de la estocada y el descabello.
Pues bien, no me digan que el trasladar la escena en que se desenvuelve la política a la fiesta de los toros, de la arena a las arenas, como señalaba anteriormente, no encuentra más que facilidades, si hacemos el esfuerzo por entender en ambas una cierta similitud y paralelismo, al menos de forma aparente. Hasta la consulta de Google, si buscamos en su página imágenes de toreros y políticos, lo tendremos bien fácil.
Es el caso de trasladar a la lidia torera un cartel donde se presenten los líderes de los cinco partidos: Podemos, Socialista, Ciudadanos, Popular y Vox. Pero como lo normal es que en la plaza se presenten solamente tres toreros frente a seis toros, pensemos en los de más tirón, fuerza y juventud de entre ellos. No hay duda en la elección: Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Casado. Los tres de una misma generación y, además, el primero de apellido ilustre torero (Gregorio o Cristina Sánchez), no digamos el segundo (los Rivera y Rivera Ordóñez) y aún el tercero (Alfonso Casado). Pero ¿qué hacer con los dos sobrantes en la elección? Fácil. Que tanto Pablo Iglesias como Santiago Abascal formen parte de la lidia como picadores, ya que, no tan bizarros como los toreros, más parecen dotados de gran experiencia a la hora de azuzar y picar en la arena política e incluso el más recién llegado ya ha sido visto de jinete a caballo.
Ya tenemos cartel de los buenos para una corrida monumental, a cargo de tres toreros de gran valía, con sus correspondientes cuadrillas, y dos picadores de lo más preparado para salir a la plaza. El público tendrá así entretenimiento y seguirá la tradición de la fiesta nacional. Pero, ¿la de verdad o la de mentira? El próximo año, dependiendo de la fecha que ha de elegir por su mayor poderío, inexcusablemente, el primero de los toreros, será convocada la lidia y ya veremos desde el graderío quien de ellos lleva el trofeo del Gobierno. Mientras tanto, un feliz año.
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Se me ha ocurrido estos últimos días, a la vista de los aconteceres de la política española y de los enfrentamientos que llevan a cabo entre sí los líderes de los partidos políticos, que la rivalidad de la ‘arena política’ se podría trasladar, con toda su parafernalia y dramaturgia, a la lidia de las ‘arenas’, es decir, a las plazas donde los primeros espadas se pavonean y retan su suerte ante los toros para ensalzar su prestigio y reconocimiento público con nuevos trofeos.
La figura del torero se atiene, como es conocido - y si no, siguiendo el Tratado de José María de Cossío-, a una liturgia centenaria y se rige por normas y costumbres, como pieza esencial de la tauromaquia en cada festejo de arte ‘toreril’, por ciudades y villas del solar ibérico y fuera de él. La lidia tiene un orden normativo dirigido por un presidente, que se regula en los tercios de picas, de banderillas y de matar, se sirve de un instrumental para el toreo a pie, al igual que el de ‘a caballo’, como también se regula las condiciones de los toros y las denominadas ‘suertes’ del toreo de capa, de banderillas, de muleta, de la estocada y el descabello.
Pues bien, no me digan que el trasladar la escena en que se desenvuelve la política a la fiesta de los toros, de la arena a las arenas, como señalaba anteriormente, no encuentra más que facilidades, si hacemos el esfuerzo por entender en ambas una cierta similitud y paralelismo, al menos de forma aparente. Hasta la consulta de Google, si buscamos en su página imágenes de toreros y políticos, lo tendremos bien fácil.
Es el caso de trasladar a la lidia torera un cartel donde se presenten los líderes de los cinco partidos: Podemos, Socialista, Ciudadanos, Popular y Vox. Pero como lo normal es que en la plaza se presenten solamente tres toreros frente a seis toros, pensemos en los de más tirón, fuerza y juventud de entre ellos. No hay duda en la elección: Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Casado. Los tres de una misma generación y, además, el primero de apellido ilustre torero (Gregorio o Cristina Sánchez), no digamos el segundo (los Rivera y Rivera Ordóñez) y aún el tercero (Alfonso Casado). Pero ¿qué hacer con los dos sobrantes en la elección? Fácil. Que tanto Pablo Iglesias como Santiago Abascal formen parte de la lidia como picadores, ya que, no tan bizarros como los toreros, más parecen dotados de gran experiencia a la hora de azuzar y picar en la arena política e incluso el más recién llegado ya ha sido visto de jinete a caballo.
Ya tenemos cartel de los buenos para una corrida monumental, a cargo de tres toreros de gran valía, con sus correspondientes cuadrillas, y dos picadores de lo más preparado para salir a la plaza. El público tendrá así entretenimiento y seguirá la tradición de la fiesta nacional. Pero, ¿la de verdad o la de mentira? El próximo año, dependiendo de la fecha que ha de elegir por su mayor poderío, inexcusablemente, el primero de los toreros, será convocada la lidia y ya veremos desde el graderío quien de ellos lleva el trofeo del Gobierno. Mientras tanto, un feliz año.






