Terremotos lingüísticos
![[Img #41284]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/6902__105124385_e97e6333-bfae-4d74-b1a2-ee6ab0599f96.jpg?31)
La palabra del año, para el Diccionario Oxford, es ‘tóxico’, tras las que ya se alzaran con el cetro en años anteriores, como ‘posverdad’ y ‘fake news’. Si estamos atentos tanto a lo que se difunde en los medios de comunicación, como en las redes sociales, como a lo que en la calle se escucha, percibimos enseguida que hay una ‘toxicidad’ que está invadiendo no solo nuestro idioma, sino también nuestras vidas, ya que, desde esferas como la política, la publicidad, las redes digitales, la propia vida social, una nueva oleada de anglicismos de todo tipo asedia y arrasa nuestro idioma, como si sufriéramos un terremoto o un tsunami lingüístico.
Un ejemplo de la estupidez lo vivimos estos días, con el subtítulo en castellano de España de una película mexicana, pronunciada también en español, como es ‘Roma’. Parece que el parámetro de todo lo que vivimos tuviera que pasar por claves anglosajonas, como dueños reales de ese mundo global que, desde hace ya lustros, se ha planificado desde la perspectiva norteamericana.
Aquí y hoy podríamos volver a entonar ese verso del poeta nicaragüense Rubén Darío, que no ha perdido en absoluto su vigencia: “¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?”
Deberíamos defender más y con más ahínco nuestras propias perspectivas y unos puntos de vista que son distintos a los de los parámetros de los actuales dueños del mundo.
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La palabra del año, para el Diccionario Oxford, es ‘tóxico’, tras las que ya se alzaran con el cetro en años anteriores, como ‘posverdad’ y ‘fake news’. Si estamos atentos tanto a lo que se difunde en los medios de comunicación, como en las redes sociales, como a lo que en la calle se escucha, percibimos enseguida que hay una ‘toxicidad’ que está invadiendo no solo nuestro idioma, sino también nuestras vidas, ya que, desde esferas como la política, la publicidad, las redes digitales, la propia vida social, una nueva oleada de anglicismos de todo tipo asedia y arrasa nuestro idioma, como si sufriéramos un terremoto o un tsunami lingüístico.
Un ejemplo de la estupidez lo vivimos estos días, con el subtítulo en castellano de España de una película mexicana, pronunciada también en español, como es ‘Roma’. Parece que el parámetro de todo lo que vivimos tuviera que pasar por claves anglosajonas, como dueños reales de ese mundo global que, desde hace ya lustros, se ha planificado desde la perspectiva norteamericana.
Aquí y hoy podríamos volver a entonar ese verso del poeta nicaragüense Rubén Darío, que no ha perdido en absoluto su vigencia: “¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?”
Deberíamos defender más y con más ahínco nuestras propias perspectivas y unos puntos de vista que son distintos a los de los parámetros de los actuales dueños del mundo.






