ENTREVISTA / Fermín Herrero, poeta
Fermín Herrero a la escucha del poema
El pasado viernes, invitado a 'Tardes de autor', vino a Astorga, Fermín Herrero, para hablar de su poesía. Astorga Redacción no ha desaprovechado la ocasión de hacerle esta entrevista.
![[Img #41307]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/4988_dsc_4442.jpg?17)
Tomás Néstor: Fermín Herrero, poeta, aunque esto de poeta, o tal vez como dices tú: “No llego a poeta ni por asomo; a lo sumo a versificador….”, hombre, algo más que versificador sí que habrá.
Fermín Herrero: Se nota quien es poeta y quien no lo es con solo leerlo, pero sobre todo oyéndolo. Y yo sé perfectamente que no llegó a poeta porque he oído a algún poeta de verdad, y entonces noto la diferencia en los demás y naturalmente me...
Pero simplemente versificador de poesía… Eso de poner un verso o una línea debajo de otra.
Es cierto que he pecado tanto escribiendo que algo de oficio he ido ganando. A mí lo de versificador, me parece lo propio del oficio, escribidor de versos…
O sea la parte material y mecánica.
Siempre acabas aprendiendo lo que no hay que escribir, pero otra cosa ya es la condición de poeta que yo creo que es una condición casi inalcanzable, y sobre todo tal y como está ahora el mundo poético, habría que reservarla para unos pocos.
Sobre todo los nuevos que se dedican a contar lo que todo el mundo cuenta y tienen un éxito. Me parece que estamos pensando en los mismos... Vamos con tus libros, por lo menos hay 14 poemarios, y a mí me ha llamado la atención el primero que publicaste, en el año 1994, ‘Anagnórisis’, ¿Era eso intencional?, la anagnórisis esa, porque luego, hay mucho de poesía mística.
Era un título demasiado culto y ahora soy bastante menos temerario. Y no debería de haberle puesto ese título puesto que lo utilizó ya Tomás Segovia. En aquel entonces no lo sabía. Ese es el primer libro en el que yo tenía algo personal que decir, porque luego con posterioridad he publicado libros previos donde creo que todavía no estaba esa voz, digamos, propia. Y por ello lo titulé ‘Anagnórisis’, porque era como un reconocimiento de la propia voz. Yo empecé escribiendo cuentos, lo dejé afortunadamente también porque era muy malo para la prosa.
Destacaría otros títulos, no vamos a repasarlos todos, pero por ejemplo: ‘Echarse al monte’, ‘Lugar habitable’, ‘Tierras altas’, ‘La lengua de las campanas’, ‘De atardecidas’, ‘Sin ir más lejos’, ‘Fuera de encuadre’, y últimamente has coordinado un libro en el que reúnes la opinión de varios poetas sobre la poesía.
Se trata de un libro compuesto de citas sobre la poesía y los poetas. Lo hice al alimón con Jesús Munárriz, porque él ya había sacado un libro de citas sobre el rock, y yo le dije que tenía definiciones curiosas de lo que es la poesía, y me dijo que él también. Entonces las pusimos en común y ahora ya nos ha entrado un vicio que ya no nos controlamos y ya tendríamos para otro volumen.
![[Img #41309]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/3182_dsc_4448.jpg?33)
Y además dices: “Vengo de la austeridad del Arcipreste de Hita y de Jorge Manrique. Procuro ceñirme al castellano purísimo de Santa Teresa de Jesús, de Fray Luis de León. ¿Vaya raíces, no?
De entre mis primeros libros, ‘Echarse al monte’, era un libro muy moderno. La mitad transcurría en Estados Unidos, luego me he ido encogiendo…
Centrando, querrás decir, buscando un punto central.
No, quiero decir encogiéndome tanto temáticamente como en la expresión. Si que es verdad que hay un tipo de poesía castellana que desemboca en Claudio Rodríguez, muy distinta a la poesía andaluza. Mis últimos libros son de una sencillez... El problema que tiene esto es que hay gente que dice que esto no es poesía. Cuando uno renuncia completamente al artificio, a la metáfora, hasta el punto de que si me sale alguna, intento quitarla. Ahora mismo estoy en esa línea de desnudez, que es peligrosa, pues si te quedas sin artificio, pero yo creo que tiene también su ventaja pues si lo consigues así sin medios es lo mejor y lo más puro.
Vamos con los premios. Tienes más de un libro que ha sido premiado dos veces. Destacaría el Premio Nacional de la Crítica, el Premio de la Crítica de Castilla y León, el Premio de las Letras de Castilla y León, el Ciudad de Salamanca, el Gil de Biedma y todavía me quedan algunos más por ahí. Es decir que con estos y otros premios tu poesía sí está siendo reconocida. Y por otra parte dices que "No puede ser el verso cántico / sino escucha, ventana / sin cristales." Y en otros verso dices: “Antes / que el cántico la escucha”. ¿Qué es lo que escuchas para darte a escribir?
A mí estos premios que me han dado sin presentarme, me han pillado de sopetón. El Premio de la Crítica por ejemplo no sabía ni que existía. Creía que el Premio Nacional era de la Crítica y entonces me enteré... Fue el mismo año que lo ganó Aramburu, y en los medios de comunicación prácticamente ni salí, porque era un desconocido. Los premios hay que merecerlos.
Por otra parte si no me hubiese presentado a premios, jamás hubiese publicado pues vivía en Soria, y no conocía a nadie que pudiera decirme si lo que escribía era de valor o no. Por eso me presenté al Hyperion, que es mi primer premio. Para mí los premios han sido importantísimos, están sujetos a la condición humana como todo, y la importancia de los premios es merecérselos. Pero en última instancia dependen de los jurados y a veces los ganan los mismos porque siempre es el mismo jurado.
Sobre lo otro, yo he escrito muchísimos poemas. Voy a unas peñas que hay allí cerca de mi pueblo y espero a lo que venga.
Además como eres de la Sierra…
Es un paisaje muy común, pero tiene el silencio, la quietud, la soledad, que en Castilla y sobre todo en Soria es muy fácil de encontrar. No hace falta irse a ningún monasterio en el Tibet. La poesía viene. Si alguien se empeña en escribir poesía creo que le será contraproducente. Me pedí un año sabático para cuidar al niño pequeño y yo creo que escribí demasiado. No es como es la narración, donde el artífice tiene que estar ahí trabajando. La poesía es muy caprichosa, por eso digo yo que es una cuestión más bien de escucha. Muchas veces escribes un poema desde una palabra que has oído azarosamente. Otra cosa para mí esencial es que el lenguaje y las palabras tienen vida y en ellos está la poesía, solamente hace falta recogerla. Hay que estar a la escucha por ejemplo del lenguaje campesino.
![[Img #41308]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/3157_dsc_4427.jpg?26)
Hay algún poema en el que recoges muchísimas palabras, muy interesantes y que encajan perfectamente.
Claro, claro, pero no en el sentido etnográfico. Para mí esas palabras me provocan la infancia y esa emoción que es para mí la poesía. No es debido al valor etnográfico de esas palabras, sino al valor evocador personal. Palabras y expresiones, porque el hombre castellano tenía una cosa muy buena para la poesía, que es la elipsis, los sobreentendidos al hablar.
Que es una figura presente ausente, que aparece en gran parte de tus poemarios.
A mí me parece lo esencial de la literatura, que es otra cosa, yo no sé con tus alumnos, pero que es imposible de explicar. Porque claro, todo lo que no esté digerido… Y la poesía consiste precisamente en eso que no dices. Eso supondría un lector atento… La elipsis es fundamental, y eso yo lo he oído en mi infancia en un castellano que no era forzado, que por decantación la gente hablaba así en los pueblos. Por eso para mí la escucha es esencial. Es en ese sentido por lo que mis poemas parecen prosas. Pero están trabajadísimos, a veces con la acentuación clásica o latina.
Algunas veces el lector no avezado piensa que una cosa simple se ha conseguido sin esfuerzo y no se percatan que el llegar a eso supone muchísimo trabajo.
El trabajo mayor en los poemas es el de afinamiento del ritmo.
“La poesía -dices- es la conciencia. / Muchas veces la profané, / lo haré de nuevo. Es más, ya la estoy traicionando”.
Eso también es muy complejo, porque esto de la poesía relacionada con la conciencia lo digo en un sentido que aprendí en la India. Allí tienen una idea de que hay un punto intermedio en la conciencia entre lo de fuera y lo de adentro, que para mí es la poesía. No lo digo en el sentido de una conciencia crítica, ni siquiera como mi conciencia personal, sino como una especie de conciencia colectiva…
Una especie de algo que anda por ahí…
Eso es, algo que en la India lo tienen asumido. Hablé mucho con un profesor de la Universidad de Delhi que era un fenómeno, un hispanista. Y me explicó que la conciencia esa es lo que está entre tu interior y el exterior.
Hay versos tuyos que en sí mismos son una poética. He seleccionado por ejemplo: “Cuanto perdimos nos sostiene, no exige / otra belleza que la reconstrucción” o “Entre el todo y la nada nos destruye / el poema. Mi casa / son sus ruinas”. Parecen sentencias.
La primera es muy machadiana…
En cuanto los leí me parecieron como definitorios de lo que es una poética. Engarza con la conciencia a la que nos referíamos anteriormente.
Y también con la idea de que la poesía es siempre un espejismo. Uno siempre piensa que ha llegado al fondo y no. Por eso hay miles de poesías y de poéticas, porque nadie sabe lo que es la poesía. Luego lo que queda es la nada. Por eso digo “Mi casa son sus ruinas”... porque hay una cosa de Gil de Biedma, uno de los poetas que a mí me parece que han tenido mayor lucidez: “Yo empecé queriendo ser poeta pero me he dado cuenta de que lo que quería es ser poema.” Eso es esencial para lo primero que te he dicho, que no tienen importancia los poetas sino que lo que tiene importancia es el poema. Y aunque hubiera alguien que verdaderamente escribiera poesía por necesidad, a mí lo que verdaderamente me interesa es el poema, no su condición de poeta que es una cosa accesoria.
![[Img #41306]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/7816_dsc_4430.jpg?24)
Me llama muchísimo la atención la importancia de la luz en los poemas; pero no de una luz fija, sino cambiante, y al mismo tiempo el paisaje que está somatizado. No el paisaje meramente pictórico, sino el paisaje visto desde el yo poético, desde la sentimentalidad que el yo poético tiene en esos momentos. Y que se trata de un lirismo con raíces en lo más profundo del alma que celebra lo cotidiano y al mismo tiempo esencial.
Yo nací en un pueblecito en el que he vivido hasta los 25 años. Tuve la suerte de aprobar las oposiciones en Madrid, pues si no seguiría allí de agricultor. Lo que sí es cierto es que yo entiendo el campo desde dentro y desde fuera. Los campesinos solo lo entienden desde dentro. Jesús Munárriz, que me tiene muchísimo afecto, me dijo cuando el Hyperión: "he leído miles de libros y es la primera vez que leo un libro del que digo, éste entiende de campo". Esto puede ser para bien o para mal. El que mejor ha escrito sobre el paisaje castellano es Miguel Delibes y no lo entendía desde dentro. Lo cierto es que yo sé de lo que hablo cuando hablo del campo.
Y de esa profundidad mística que comentábamos al principio, he elegido también dos textos que creo que definen perfectamente la mística de tu poesía: “Se aligera la luz del campo / y puedo entrar despacio en mí.” o “Soy casi sin mí.”
Con la mística hay que tener cuidado. Si haces un uso literario de la mística, vale, pero para mí la mística en sí tiene el muro de la fe. Es cierto que he escrito muchos poemas bajo la influencia de San Juan de la Cruz o de Santa Teresa, pero tengo muchísima prevención…
Hablo de la mística civil, que no tiene que ser necesariamente religiosa.
Es verdad que toda la poesía universal tiende necesariamente a la mística. Eso es porque hay algo, entre comillas, religioso o trascendente en el fondo de la poesía. Y sobre todo el uso que hicieron del lenguaje San Juan de la Cruz o Santa Teresa en un castellano purísimo.
Me encanta tal y cómo define Álvaro Valverde tu estilo y tu poesía. Dice: “El lenguaje como el paisaje de su tierra, áspero y despoblado, seco, esencial resistente, el tono sentencioso, la expresión austera.” Yo creo que esta definición, Fermín…
Álvaro Valverde es un poeta de verdad.
![[Img #41312]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2019/7193_dsc_4458.jpg?17)
Se me ha ocurrido resumir tu obra de la siguiente manera: luz sentida, paisaje vivido, recuperación y presencia de un tiempo y su memoria.
Sí, yo he escrito muchos libros, sobre todo 'Tierras altas', para mis padres. Bueno, no solamente para mis padres sino para su generación que, como dicen ahora los modernos, se quedó sin relato. Y es verdad, porque a mis padres les pilló la guerra con seis años y no pudieron ir prácticamente a la escuela. Toda esa generación no ha podido contar su vida. Ni tampoco las mujeres que fueron como esclavas y que no han podido cobrar pensión, porque como no cotizaron nunca. A las que más han trabajado en España no les quieren dar pensión.
Tomás Néstor: Fermín Herrero, poeta, aunque esto de poeta, o tal vez como dices tú: “No llego a poeta ni por asomo; a lo sumo a versificador….”, hombre, algo más que versificador sí que habrá.
Fermín Herrero: Se nota quien es poeta y quien no lo es con solo leerlo, pero sobre todo oyéndolo. Y yo sé perfectamente que no llegó a poeta porque he oído a algún poeta de verdad, y entonces noto la diferencia en los demás y naturalmente me...
Pero simplemente versificador de poesía… Eso de poner un verso o una línea debajo de otra.
Es cierto que he pecado tanto escribiendo que algo de oficio he ido ganando. A mí lo de versificador, me parece lo propio del oficio, escribidor de versos…
O sea la parte material y mecánica.
Siempre acabas aprendiendo lo que no hay que escribir, pero otra cosa ya es la condición de poeta que yo creo que es una condición casi inalcanzable, y sobre todo tal y como está ahora el mundo poético, habría que reservarla para unos pocos.
Sobre todo los nuevos que se dedican a contar lo que todo el mundo cuenta y tienen un éxito. Me parece que estamos pensando en los mismos... Vamos con tus libros, por lo menos hay 14 poemarios, y a mí me ha llamado la atención el primero que publicaste, en el año 1994, ‘Anagnórisis’, ¿Era eso intencional?, la anagnórisis esa, porque luego, hay mucho de poesía mística.
Era un título demasiado culto y ahora soy bastante menos temerario. Y no debería de haberle puesto ese título puesto que lo utilizó ya Tomás Segovia. En aquel entonces no lo sabía. Ese es el primer libro en el que yo tenía algo personal que decir, porque luego con posterioridad he publicado libros previos donde creo que todavía no estaba esa voz, digamos, propia. Y por ello lo titulé ‘Anagnórisis’, porque era como un reconocimiento de la propia voz. Yo empecé escribiendo cuentos, lo dejé afortunadamente también porque era muy malo para la prosa.
Destacaría otros títulos, no vamos a repasarlos todos, pero por ejemplo: ‘Echarse al monte’, ‘Lugar habitable’, ‘Tierras altas’, ‘La lengua de las campanas’, ‘De atardecidas’, ‘Sin ir más lejos’, ‘Fuera de encuadre’, y últimamente has coordinado un libro en el que reúnes la opinión de varios poetas sobre la poesía.
Se trata de un libro compuesto de citas sobre la poesía y los poetas. Lo hice al alimón con Jesús Munárriz, porque él ya había sacado un libro de citas sobre el rock, y yo le dije que tenía definiciones curiosas de lo que es la poesía, y me dijo que él también. Entonces las pusimos en común y ahora ya nos ha entrado un vicio que ya no nos controlamos y ya tendríamos para otro volumen.
Y además dices: “Vengo de la austeridad del Arcipreste de Hita y de Jorge Manrique. Procuro ceñirme al castellano purísimo de Santa Teresa de Jesús, de Fray Luis de León. ¿Vaya raíces, no?
De entre mis primeros libros, ‘Echarse al monte’, era un libro muy moderno. La mitad transcurría en Estados Unidos, luego me he ido encogiendo…
Centrando, querrás decir, buscando un punto central.
No, quiero decir encogiéndome tanto temáticamente como en la expresión. Si que es verdad que hay un tipo de poesía castellana que desemboca en Claudio Rodríguez, muy distinta a la poesía andaluza. Mis últimos libros son de una sencillez... El problema que tiene esto es que hay gente que dice que esto no es poesía. Cuando uno renuncia completamente al artificio, a la metáfora, hasta el punto de que si me sale alguna, intento quitarla. Ahora mismo estoy en esa línea de desnudez, que es peligrosa, pues si te quedas sin artificio, pero yo creo que tiene también su ventaja pues si lo consigues así sin medios es lo mejor y lo más puro.
Vamos con los premios. Tienes más de un libro que ha sido premiado dos veces. Destacaría el Premio Nacional de la Crítica, el Premio de la Crítica de Castilla y León, el Premio de las Letras de Castilla y León, el Ciudad de Salamanca, el Gil de Biedma y todavía me quedan algunos más por ahí. Es decir que con estos y otros premios tu poesía sí está siendo reconocida. Y por otra parte dices que "No puede ser el verso cántico / sino escucha, ventana / sin cristales." Y en otros verso dices: “Antes / que el cántico la escucha”. ¿Qué es lo que escuchas para darte a escribir?
A mí estos premios que me han dado sin presentarme, me han pillado de sopetón. El Premio de la Crítica por ejemplo no sabía ni que existía. Creía que el Premio Nacional era de la Crítica y entonces me enteré... Fue el mismo año que lo ganó Aramburu, y en los medios de comunicación prácticamente ni salí, porque era un desconocido. Los premios hay que merecerlos.
Por otra parte si no me hubiese presentado a premios, jamás hubiese publicado pues vivía en Soria, y no conocía a nadie que pudiera decirme si lo que escribía era de valor o no. Por eso me presenté al Hyperion, que es mi primer premio. Para mí los premios han sido importantísimos, están sujetos a la condición humana como todo, y la importancia de los premios es merecérselos. Pero en última instancia dependen de los jurados y a veces los ganan los mismos porque siempre es el mismo jurado.
Sobre lo otro, yo he escrito muchísimos poemas. Voy a unas peñas que hay allí cerca de mi pueblo y espero a lo que venga.
Además como eres de la Sierra…
Es un paisaje muy común, pero tiene el silencio, la quietud, la soledad, que en Castilla y sobre todo en Soria es muy fácil de encontrar. No hace falta irse a ningún monasterio en el Tibet. La poesía viene. Si alguien se empeña en escribir poesía creo que le será contraproducente. Me pedí un año sabático para cuidar al niño pequeño y yo creo que escribí demasiado. No es como es la narración, donde el artífice tiene que estar ahí trabajando. La poesía es muy caprichosa, por eso digo yo que es una cuestión más bien de escucha. Muchas veces escribes un poema desde una palabra que has oído azarosamente. Otra cosa para mí esencial es que el lenguaje y las palabras tienen vida y en ellos está la poesía, solamente hace falta recogerla. Hay que estar a la escucha por ejemplo del lenguaje campesino.
Hay algún poema en el que recoges muchísimas palabras, muy interesantes y que encajan perfectamente.
Claro, claro, pero no en el sentido etnográfico. Para mí esas palabras me provocan la infancia y esa emoción que es para mí la poesía. No es debido al valor etnográfico de esas palabras, sino al valor evocador personal. Palabras y expresiones, porque el hombre castellano tenía una cosa muy buena para la poesía, que es la elipsis, los sobreentendidos al hablar.
Que es una figura presente ausente, que aparece en gran parte de tus poemarios.
A mí me parece lo esencial de la literatura, que es otra cosa, yo no sé con tus alumnos, pero que es imposible de explicar. Porque claro, todo lo que no esté digerido… Y la poesía consiste precisamente en eso que no dices. Eso supondría un lector atento… La elipsis es fundamental, y eso yo lo he oído en mi infancia en un castellano que no era forzado, que por decantación la gente hablaba así en los pueblos. Por eso para mí la escucha es esencial. Es en ese sentido por lo que mis poemas parecen prosas. Pero están trabajadísimos, a veces con la acentuación clásica o latina.
Algunas veces el lector no avezado piensa que una cosa simple se ha conseguido sin esfuerzo y no se percatan que el llegar a eso supone muchísimo trabajo.
El trabajo mayor en los poemas es el de afinamiento del ritmo.
“La poesía -dices- es la conciencia. / Muchas veces la profané, / lo haré de nuevo. Es más, ya la estoy traicionando”.
Eso también es muy complejo, porque esto de la poesía relacionada con la conciencia lo digo en un sentido que aprendí en la India. Allí tienen una idea de que hay un punto intermedio en la conciencia entre lo de fuera y lo de adentro, que para mí es la poesía. No lo digo en el sentido de una conciencia crítica, ni siquiera como mi conciencia personal, sino como una especie de conciencia colectiva…
Una especie de algo que anda por ahí…
Eso es, algo que en la India lo tienen asumido. Hablé mucho con un profesor de la Universidad de Delhi que era un fenómeno, un hispanista. Y me explicó que la conciencia esa es lo que está entre tu interior y el exterior.
Hay versos tuyos que en sí mismos son una poética. He seleccionado por ejemplo: “Cuanto perdimos nos sostiene, no exige / otra belleza que la reconstrucción” o “Entre el todo y la nada nos destruye / el poema. Mi casa / son sus ruinas”. Parecen sentencias.
La primera es muy machadiana…
En cuanto los leí me parecieron como definitorios de lo que es una poética. Engarza con la conciencia a la que nos referíamos anteriormente.
Y también con la idea de que la poesía es siempre un espejismo. Uno siempre piensa que ha llegado al fondo y no. Por eso hay miles de poesías y de poéticas, porque nadie sabe lo que es la poesía. Luego lo que queda es la nada. Por eso digo “Mi casa son sus ruinas”... porque hay una cosa de Gil de Biedma, uno de los poetas que a mí me parece que han tenido mayor lucidez: “Yo empecé queriendo ser poeta pero me he dado cuenta de que lo que quería es ser poema.” Eso es esencial para lo primero que te he dicho, que no tienen importancia los poetas sino que lo que tiene importancia es el poema. Y aunque hubiera alguien que verdaderamente escribiera poesía por necesidad, a mí lo que verdaderamente me interesa es el poema, no su condición de poeta que es una cosa accesoria.
Me llama muchísimo la atención la importancia de la luz en los poemas; pero no de una luz fija, sino cambiante, y al mismo tiempo el paisaje que está somatizado. No el paisaje meramente pictórico, sino el paisaje visto desde el yo poético, desde la sentimentalidad que el yo poético tiene en esos momentos. Y que se trata de un lirismo con raíces en lo más profundo del alma que celebra lo cotidiano y al mismo tiempo esencial.
Yo nací en un pueblecito en el que he vivido hasta los 25 años. Tuve la suerte de aprobar las oposiciones en Madrid, pues si no seguiría allí de agricultor. Lo que sí es cierto es que yo entiendo el campo desde dentro y desde fuera. Los campesinos solo lo entienden desde dentro. Jesús Munárriz, que me tiene muchísimo afecto, me dijo cuando el Hyperión: "he leído miles de libros y es la primera vez que leo un libro del que digo, éste entiende de campo". Esto puede ser para bien o para mal. El que mejor ha escrito sobre el paisaje castellano es Miguel Delibes y no lo entendía desde dentro. Lo cierto es que yo sé de lo que hablo cuando hablo del campo.
Y de esa profundidad mística que comentábamos al principio, he elegido también dos textos que creo que definen perfectamente la mística de tu poesía: “Se aligera la luz del campo / y puedo entrar despacio en mí.” o “Soy casi sin mí.”
Con la mística hay que tener cuidado. Si haces un uso literario de la mística, vale, pero para mí la mística en sí tiene el muro de la fe. Es cierto que he escrito muchos poemas bajo la influencia de San Juan de la Cruz o de Santa Teresa, pero tengo muchísima prevención…
Hablo de la mística civil, que no tiene que ser necesariamente religiosa.
Es verdad que toda la poesía universal tiende necesariamente a la mística. Eso es porque hay algo, entre comillas, religioso o trascendente en el fondo de la poesía. Y sobre todo el uso que hicieron del lenguaje San Juan de la Cruz o Santa Teresa en un castellano purísimo.
Me encanta tal y cómo define Álvaro Valverde tu estilo y tu poesía. Dice: “El lenguaje como el paisaje de su tierra, áspero y despoblado, seco, esencial resistente, el tono sentencioso, la expresión austera.” Yo creo que esta definición, Fermín…
Álvaro Valverde es un poeta de verdad.
Se me ha ocurrido resumir tu obra de la siguiente manera: luz sentida, paisaje vivido, recuperación y presencia de un tiempo y su memoria.
Sí, yo he escrito muchos libros, sobre todo 'Tierras altas', para mis padres. Bueno, no solamente para mis padres sino para su generación que, como dicen ahora los modernos, se quedó sin relato. Y es verdad, porque a mis padres les pilló la guerra con seis años y no pudieron ir prácticamente a la escuela. Toda esa generación no ha podido contar su vida. Ni tampoco las mujeres que fueron como esclavas y que no han podido cobrar pensión, porque como no cotizaron nunca. A las que más han trabajado en España no les quieren dar pensión.