Íntimos naufragios de Néstor Rojas
De 'Íntimos naufragios' recital de Néstor Rojas, poeta venezolano exiliado en Astorga, destacamos cuatro de los poemas leídos el último viernes en la Casa Panero
![[Img #41884]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2019/5169_cabeza-del-bautista-007.jpg)
Magia
Como emanaciones de la sangre,
las palabras me convocan sonoras a las fauces de la noche.
Circundan el breve gozo que vivo en el papel.
Sus resonancias vienen desde lejos,
arrastrando naufragios.
Rasgan el viaje que hago del ayer al cabo de la página.
El lenguaje de las metáforas alivia el insomnio.
Me desprenden de la realidad.
Cada signo es un modo de salir de la tormenta.
Una manera de entrar liviano a otro mundo.
Los puntos al final de las líneas metafóricas
llenas de estrellas
me dan luces y aliento para no desfallecer
y seguir adelante.
![[Img #41885]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2019/3029_melva-033.jpg)
Lo poco que recuerdo
El tiempo llega veloz de todos lados,
pero también se me escapa, irreparable.
Inunda la mirada de manchas y despojos.
Los árboles de aquellos tiempos,
casi olvidados,
salen de la niebla del pasado.
Un paisaje distinto del tamaño de un grano,
forjado en el vientre de la noche,
imperceptible,
aparece ante mis ojos
El ayer más reciente se cierra entre sombras.
Surgen poco a poco los recuerdos más lejanos.
La palabra es la puerta que les da paso.
Del fondo de la memoria salen
alumbrados por la exigua mirada.
Con la llegada de la primera luz,
suave,
con sus racimos de reflejos,
evoco todo aquello vivido bajo los pliegues de la infancia.
Poco queda de aquella casa sumergida en mis adentros.
Su sombra la cubre el pajonal del olvido.
Ya no se ve de lejos ni de cerca.
Tampoco yo me veo entre tanta maleza.
![[Img #41883]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2019/596_autofoto-munecas-018.jpg)
Destierro
No me preguntes si lo que no se ve
baja de los cielos y atraviesa la puerta
entre la vida y la muerte.
Los que se fueron respiran en otra parte.
De cuando en cuando nos visitan.
Todo destierro cuenta los días que faltan por llegar.
Otro espacio me separa del lugar de los degollamientos.
Aunque el castigo duele por dentro.
No cierro los ojos ni descanso.
He dejado a la orilla los huesos de mi padre.
Entre muros y tumbas,
la soledad va creciendo con un fulgor más gris que la mañana.
No me preguntes por la tristeza detrás de los ojos.
La mía se mira en el reverso de su propio reflejo.
Transcurre abrazada al instante.
Aunque mi cuerpo se consume en el seno de una llamarada
mi alma pasa por la desembocadura de lo que se desangra.
Nadie se salva del dolor,
aunque tenga quien moje su quebranto.
![[Img #41886]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2019/6446_underwood-a-tergo-012.jpg)
Saudade
Una melancolía como de tarde en otoño se demora en mi alma.
Como la despedida en espera de un puñado de tierra.
Como si alguien muy querido se muriera por dentro,
llevado
tal solo por la súplica.
Lo cubre la transparencia de todos los silencios.
Una tristeza como paso fúnebre sigue sus huellas,
se aprieta a los huesos
y no lo deja.
Con ella camina en círculos cada vez más estrechos.
Los días han pasado, pero el dolor no cicatriza.
Escuece la herida por donde discurre esa melancolía que nunca se apaga.
Me hace falta ese calor cotidiano que abrigue tu ausencia.
Existe un solo camino para volver a encontrarme:
el retorno.
Un río entrañable detrás de los ojos
me espera allá afuera
como el puerto del final de mi navegación por la orilla del río.
Llegará la hora de verme entre sus piedras,
al aire libre,
respirando el infinito bajo los resplandores.
Magia
Como emanaciones de la sangre,
las palabras me convocan sonoras a las fauces de la noche.
Circundan el breve gozo que vivo en el papel.
Sus resonancias vienen desde lejos,
arrastrando naufragios.
Rasgan el viaje que hago del ayer al cabo de la página.
El lenguaje de las metáforas alivia el insomnio.
Me desprenden de la realidad.
Cada signo es un modo de salir de la tormenta.
Una manera de entrar liviano a otro mundo.
Los puntos al final de las líneas metafóricas
llenas de estrellas
me dan luces y aliento para no desfallecer
y seguir adelante.
Lo poco que recuerdo
El tiempo llega veloz de todos lados,
pero también se me escapa, irreparable.
Inunda la mirada de manchas y despojos.
Los árboles de aquellos tiempos,
casi olvidados,
salen de la niebla del pasado.
Un paisaje distinto del tamaño de un grano,
forjado en el vientre de la noche,
imperceptible,
aparece ante mis ojos
El ayer más reciente se cierra entre sombras.
Surgen poco a poco los recuerdos más lejanos.
La palabra es la puerta que les da paso.
Del fondo de la memoria salen
alumbrados por la exigua mirada.
Con la llegada de la primera luz,
suave,
con sus racimos de reflejos,
evoco todo aquello vivido bajo los pliegues de la infancia.
Poco queda de aquella casa sumergida en mis adentros.
Su sombra la cubre el pajonal del olvido.
Ya no se ve de lejos ni de cerca.
Tampoco yo me veo entre tanta maleza.
Destierro
No me preguntes si lo que no se ve
baja de los cielos y atraviesa la puerta
entre la vida y la muerte.
Los que se fueron respiran en otra parte.
De cuando en cuando nos visitan.
Todo destierro cuenta los días que faltan por llegar.
Otro espacio me separa del lugar de los degollamientos.
Aunque el castigo duele por dentro.
No cierro los ojos ni descanso.
He dejado a la orilla los huesos de mi padre.
Entre muros y tumbas,
la soledad va creciendo con un fulgor más gris que la mañana.
No me preguntes por la tristeza detrás de los ojos.
La mía se mira en el reverso de su propio reflejo.
Transcurre abrazada al instante.
Aunque mi cuerpo se consume en el seno de una llamarada
mi alma pasa por la desembocadura de lo que se desangra.
Nadie se salva del dolor,
aunque tenga quien moje su quebranto.
Saudade
Una melancolía como de tarde en otoño se demora en mi alma.
Como la despedida en espera de un puñado de tierra.
Como si alguien muy querido se muriera por dentro,
llevado
tal solo por la súplica.
Lo cubre la transparencia de todos los silencios.
Una tristeza como paso fúnebre sigue sus huellas,
se aprieta a los huesos
y no lo deja.
Con ella camina en círculos cada vez más estrechos.
Los días han pasado, pero el dolor no cicatriza.
Escuece la herida por donde discurre esa melancolía que nunca se apaga.
Me hace falta ese calor cotidiano que abrigue tu ausencia.
Existe un solo camino para volver a encontrarme:
el retorno.
Un río entrañable detrás de los ojos
me espera allá afuera
como el puerto del final de mi navegación por la orilla del río.
Llegará la hora de verme entre sus piedras,
al aire libre,
respirando el infinito bajo los resplandores.