Sexo y miedo
![[Img #41977]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2019/7122_mercedes-consulta-a-las-estrellas-042.jpg)
El otro día conversaba con un amigo sobre este nuestro asombroso mundo al que consideramos incomprensible la mayoría de las veces, absurdo en un alto porcentaje, tremendo, conmovedor y también admirable. Tratábamos de ponernos de acuerdo en cuál es la motivación que impulsa los compases de sus habitantes.
Mi amigo afirmaba, con gran convencimiento, que la fuerza que mueve el mundo es el sexo, mientras que yo argumentaba que lo que verdaderamente impulsa los acontecimientos públicos y privados, particulares y universales es el miedo.
Mi amigo tenía sus argumentos. El sexo siempre ha sido significativo e imprescindible en el individuo, sólo que no se hablaba de ello. Ahora ha salido de la clandestinidad informativa y nos abruma la cantidad de contextos en los que el sexo es protagonista. El escándalo de la Iglesia católica en la que el sexo está presente en todas sus jerarquías y en todas sus modalidades desde todos los tiempos: pederastia, homosexualidad, bisexualidad… La cantidad de redes de pederastia que continuamente se descubren por internet, pero que han existido siempre. Los constantes abusos a menores en ámbitos familiares. Los interminables y constantes abusos a mujeres. La trata de mujeres tan clandestina que apenas salen números pero que se habla de que mueve más dinero que la droga. La prostitución, que existe desde el principio de los tiempos y sigue y sigue. Las amantes de los maridos, los maridos de las amantes con sus amantes. La historia llena de reyes con amantes y amantes que manejan a reyes y por lo tanto las historia de la Historia. Y ahora el mundo del deseo gira en torno a los nuevos colectivos sexuales LGBTI: lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales. Y así… El sexo está siempre presente en la sociedad.
Sí, claro, pero también el sexo lleva implícito miedo, le dije. El sexo llena el mundo pero no es el causante de su acción. Y le razoné mi aseveración con algunos ejemplos vitales en los que la causa del movimiento es el miedo.
El individuo, habitante de este mundo, amilanado, ya viene educándose en el miedo. Desde la escuela, con el miedo a suspender, al castigo, hasta la vejez con el miedo a la soledad, las enfermedades y a la economía, pasamos por una interminable retahíla personal de miedos.
La Administración, por ejemplo, conoce muy bien la efectividad del miedo y nos tiene atemorizados hasta en las circunstancias más cotidianas. Como anécdota, me resultó de una puerilidad irritante la decisión escolar de colocarnos un carnet de calificación para ir restándole puntos si hacemos algún acto indebido en la conducción. Los conductores, de pronto, se centraban de una manera obsesiva en el control de su ranking, agarrotados por el miedo a perder algún punto. Sufrimiento y desazón cada vez que descendía la numeración de ese punitivo carnet que el conductor llevaba suspendido en su cabeza como una espada de Damocles. ¡Un héroe el que conseguía mantener su carnet incorrupto! Y el mundo del automóvil se involucró sumiso a esa situación tan infantil. A eso hay que añadir mayor condena en el incremento del valor de las sanciones. Con este pequeño ejemplo quiero exponer que en lugar de poner el acento en educar a los conductores a ser más responsables se pone la intención en tiranizar al individuo. Es más rápido, más cómodo y más sustancioso someter que educar.
La amenaza de multas y castigos por parte de la Administración es constante por lo que el miedo a la infracción también es constante. Pero la posibilidad de infracción no es una sino miles en el día a día. Me viene una, así de pronto, a la cabeza: si resulta que has contraído una deuda con la Adm. por causas difíciles de afrontar, que en estos tiempos de crisis hay muchas, la Adm. no sólo no te protege de esa infortunada situación sino que te va aumentando la deuda cargándola con intereses imposibles. Ese monstruo llamado Administración, que devora sin piedad, y otorga con ruindad, ha propiciado el gran temor a sus garras. Al ministro de Hacienda le producía gran satisfacción y sensación de poderío aparecer en público amenazando a particulares y colectivos con sonrisa maliciosa. ¡Qué miedo! Es un “que viene el Coco” a pequeña y gran escala: municipal, provincial, nacional, mundial…
Por miedo a la soledad las personas se emparejan, e incluso pueden llegar a aguantar humillaciones y desprecios de la pareja antes de verse en la situación de quedarse solas.
Por miedo a la inseguridad las personas soportan toda su vida trabajos aburridos, monótonos, alienantes, suspirando siempre por un soñado cambio que nunca se atreverán a hacer. No soltarán sus precarias circunstancias por miedo a no poder o no saber agarrar otras nuevas. Por miedo al cambio se quedan con “más vale lo malo conocido…”
Si subimos de escalafón y hablamos de los políticos… el miedo a perder el sillón les hace ser tan imprevisibles como mediocres.
El miedo hace agresivo al cobarde.
El miedo a ser destruido hace violento al inseguro.
El miedo a no estar a la altura hace osado al mediocre.
El miedo hace mentiroso al temeroso.
El miedo a ser abatido hace decidido al indeciso.
El miedo a la enfermedad debilita al sano.
El miedo a lo desconocido hace intransigente al receloso.
El miedo a afrontar la vida conduce muchas veces al suicidio, particular o colectivo.
El miedo coarta la libertad, la atenaza, incluso la aniquila.
El miedo es un arma muy poderosa y muy efectiva. Paraliza, somete y destruye sin que el miedoso sea consciente de que existe un enemigo. El miedo es utilizado como un instrumento de control intangible, invisible, irreconocible, tan sutil que puede llegar a saquear nuestro ánimo, despojándonos de cualquier entereza, sin que apenas nos demos cuenta de la ofensiva exterior.
Evidentemente, por eso, es la herramienta preferida de los gobiernos, de los hombres que dirigen el mundo. Objetivo: controlar a los habitantes de su mundo. Dominando a los habitantes se domina el planeta. “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” dijo el físico Arquímides de Siracusa. Los gobernantes actuales han encontrado un punto de apoyo tremendamente eficaz para mover el mundo: El miedo. Qué mejor arma y más económica que las palabras para minar los ánimos y dirigir los intereses. El terrorismo es uno de los instrumentos de miedo actuales a nivel mundial más efectivos para sus manipuladores.
Y así, vivimos sumidos en un inmenso, profundo y variado miedo que nos va marcando los pasos en el camino de nuestra andadura vital mientras practicamos sexo en sus distintas variedades, con o sin miedo.
Sexo o miedo. No. Miedo y sexo.
O témpora, O mores
![[Img #41977]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2019/7122_mercedes-consulta-a-las-estrellas-042.jpg)
El otro día conversaba con un amigo sobre este nuestro asombroso mundo al que consideramos incomprensible la mayoría de las veces, absurdo en un alto porcentaje, tremendo, conmovedor y también admirable. Tratábamos de ponernos de acuerdo en cuál es la motivación que impulsa los compases de sus habitantes.
Mi amigo afirmaba, con gran convencimiento, que la fuerza que mueve el mundo es el sexo, mientras que yo argumentaba que lo que verdaderamente impulsa los acontecimientos públicos y privados, particulares y universales es el miedo.
Mi amigo tenía sus argumentos. El sexo siempre ha sido significativo e imprescindible en el individuo, sólo que no se hablaba de ello. Ahora ha salido de la clandestinidad informativa y nos abruma la cantidad de contextos en los que el sexo es protagonista. El escándalo de la Iglesia católica en la que el sexo está presente en todas sus jerarquías y en todas sus modalidades desde todos los tiempos: pederastia, homosexualidad, bisexualidad… La cantidad de redes de pederastia que continuamente se descubren por internet, pero que han existido siempre. Los constantes abusos a menores en ámbitos familiares. Los interminables y constantes abusos a mujeres. La trata de mujeres tan clandestina que apenas salen números pero que se habla de que mueve más dinero que la droga. La prostitución, que existe desde el principio de los tiempos y sigue y sigue. Las amantes de los maridos, los maridos de las amantes con sus amantes. La historia llena de reyes con amantes y amantes que manejan a reyes y por lo tanto las historia de la Historia. Y ahora el mundo del deseo gira en torno a los nuevos colectivos sexuales LGBTI: lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales. Y así… El sexo está siempre presente en la sociedad.
Sí, claro, pero también el sexo lleva implícito miedo, le dije. El sexo llena el mundo pero no es el causante de su acción. Y le razoné mi aseveración con algunos ejemplos vitales en los que la causa del movimiento es el miedo.
El individuo, habitante de este mundo, amilanado, ya viene educándose en el miedo. Desde la escuela, con el miedo a suspender, al castigo, hasta la vejez con el miedo a la soledad, las enfermedades y a la economía, pasamos por una interminable retahíla personal de miedos.
La Administración, por ejemplo, conoce muy bien la efectividad del miedo y nos tiene atemorizados hasta en las circunstancias más cotidianas. Como anécdota, me resultó de una puerilidad irritante la decisión escolar de colocarnos un carnet de calificación para ir restándole puntos si hacemos algún acto indebido en la conducción. Los conductores, de pronto, se centraban de una manera obsesiva en el control de su ranking, agarrotados por el miedo a perder algún punto. Sufrimiento y desazón cada vez que descendía la numeración de ese punitivo carnet que el conductor llevaba suspendido en su cabeza como una espada de Damocles. ¡Un héroe el que conseguía mantener su carnet incorrupto! Y el mundo del automóvil se involucró sumiso a esa situación tan infantil. A eso hay que añadir mayor condena en el incremento del valor de las sanciones. Con este pequeño ejemplo quiero exponer que en lugar de poner el acento en educar a los conductores a ser más responsables se pone la intención en tiranizar al individuo. Es más rápido, más cómodo y más sustancioso someter que educar.
La amenaza de multas y castigos por parte de la Administración es constante por lo que el miedo a la infracción también es constante. Pero la posibilidad de infracción no es una sino miles en el día a día. Me viene una, así de pronto, a la cabeza: si resulta que has contraído una deuda con la Adm. por causas difíciles de afrontar, que en estos tiempos de crisis hay muchas, la Adm. no sólo no te protege de esa infortunada situación sino que te va aumentando la deuda cargándola con intereses imposibles. Ese monstruo llamado Administración, que devora sin piedad, y otorga con ruindad, ha propiciado el gran temor a sus garras. Al ministro de Hacienda le producía gran satisfacción y sensación de poderío aparecer en público amenazando a particulares y colectivos con sonrisa maliciosa. ¡Qué miedo! Es un “que viene el Coco” a pequeña y gran escala: municipal, provincial, nacional, mundial…
Por miedo a la soledad las personas se emparejan, e incluso pueden llegar a aguantar humillaciones y desprecios de la pareja antes de verse en la situación de quedarse solas.
Por miedo a la inseguridad las personas soportan toda su vida trabajos aburridos, monótonos, alienantes, suspirando siempre por un soñado cambio que nunca se atreverán a hacer. No soltarán sus precarias circunstancias por miedo a no poder o no saber agarrar otras nuevas. Por miedo al cambio se quedan con “más vale lo malo conocido…”
Si subimos de escalafón y hablamos de los políticos… el miedo a perder el sillón les hace ser tan imprevisibles como mediocres.
El miedo hace agresivo al cobarde.
El miedo a ser destruido hace violento al inseguro.
El miedo a no estar a la altura hace osado al mediocre.
El miedo hace mentiroso al temeroso.
El miedo a ser abatido hace decidido al indeciso.
El miedo a la enfermedad debilita al sano.
El miedo a lo desconocido hace intransigente al receloso.
El miedo a afrontar la vida conduce muchas veces al suicidio, particular o colectivo.
El miedo coarta la libertad, la atenaza, incluso la aniquila.
El miedo es un arma muy poderosa y muy efectiva. Paraliza, somete y destruye sin que el miedoso sea consciente de que existe un enemigo. El miedo es utilizado como un instrumento de control intangible, invisible, irreconocible, tan sutil que puede llegar a saquear nuestro ánimo, despojándonos de cualquier entereza, sin que apenas nos demos cuenta de la ofensiva exterior.
Evidentemente, por eso, es la herramienta preferida de los gobiernos, de los hombres que dirigen el mundo. Objetivo: controlar a los habitantes de su mundo. Dominando a los habitantes se domina el planeta. “Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo” dijo el físico Arquímides de Siracusa. Los gobernantes actuales han encontrado un punto de apoyo tremendamente eficaz para mover el mundo: El miedo. Qué mejor arma y más económica que las palabras para minar los ánimos y dirigir los intereses. El terrorismo es uno de los instrumentos de miedo actuales a nivel mundial más efectivos para sus manipuladores.
Y así, vivimos sumidos en un inmenso, profundo y variado miedo que nos va marcando los pasos en el camino de nuestra andadura vital mientras practicamos sexo en sus distintas variedades, con o sin miedo.
Sexo o miedo. No. Miedo y sexo.
O témpora, O mores






