La mala educación
![[Img #42216]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2019/2959_la-mala-educacion.jpg)
¿Están los buenos modales pasados de moda? ¿Les damos la importancia que tienen?
Hay personas que tienen modales y otras, simplemente, carecen de ellos. De forma cotidiana nos encontramos conflictos vecinales o entre compañeros de trabajo, teniendo que ver muchos de ellos con la falta de educación y respeto entre individuos.
Con demasiada frecuencia apreciamos cómo se saltan las normas, hay gente que incluso siendo conscientes de estar incumpliéndolas no admite la crítica, aunque ésta proceda de personas mayores y con la experiencia suficiente como para hacerlo
Es cuestión de civismo y respeto hacia el otro, de no molestar e intentar tratar al resto como nos gustaría que nos trataran a nosotros, son valores para la convivencia que van más allá de los conocimientos o la posición social de la persona.
Hoy parece que lo que se lleva es desprestigiar conceptos como la urbanidad o la educación, apreciándose con demasiada frecuencia éste desprestigio en distintas situaciones, momentos o lugares, algunos tan ejemplarizantes como debiera ser el Congreso de los Diputados. Importa muy poco ser afable y respetuoso, disculparse si hemos cometido un error, controlar posibles reacciones inadecuadas, presentarse vestido de acuerdo con el acto al que se va, valorar la concordia sin renunciar a los propios principios, utilizar un lenguaje que no descalifique, ser puntual, no herir sensibilidades, regular el uso del móvil, valorar las relaciones cara a cara y extender los buenos hábitos ( no aparcar el coche en doble fila o en zona de minusválidos, cruzar por el paso de peatones, no despilfarrar el agua, no tirar basura al suelo, recoger las cacas del perrito…).
Cuando yo era un chaval, la educación para la vida se aprendía en casa: cómo usar los cubiertos, pedir las cosas por favor, saludar y despedirse, dar las gracias, ceder la acera, el asiento o ayudar a los mayores…Ahora, en muchos casos y en ambientes que no lo justifican, se ha perdido el respeto y la consideración, primando el egoísmo, la propia complacencia inmediata, sobrepasando límites que nunca deberían sobrepasarse.
Las nuevas tecnologías o el saber idiomas, facilitarán las cosas para encontrar trabajo, pero una persona maleducada y grosera lo tendrá mal para encajar en ningún grupo. La educación, los buenos modos no solo ayudan en el trabajo, también lo hacen en la vida personal, por eso a los niños se les debe enseñar paulatinamente buenos modales y a actuar educadamente.
La buena educación debe transmitirse en todo el entorno de nuestros hijos, pero el núcleo familiar es importantísimo ya que suele ser en el que existe mayor capacidad de influencia. Por lo tanto no debemos olvidar que nosotros somos el modelo y de nosotros depende que seamos un buen modelo o un mal modelo. Si queremos niños y adolescentes bien educados, debemos empezar por ser autocríticos, y asumir nuestra responsabilidad como educadores desde que son pequeños.
“El verano pasado fui testigo de un hecho que me hizo reflexionar ya no sobre el comportamiento de algunos niños, sino de algunos padres. Estaba sentado con unos amigos en una de las terrazas de la Plaza Mayor y varios niños jugaban con monopatines y alguna bicicleta. Uno de ellos envistió a una señora, bastante mayor, con su monopatín. La exclamación de dolor hacía pensar que le había hecho mucho daño, los de la mesa más próxima atendieron a la señora de inmediato. El niño, de unos 10 años, no hizo el mínimo ademán de pedirle disculpas, lo que la señora con muy buen criterio, le recriminó. La sorpresa fue cuando de otra de las mesas de la terraza saltó como un resorte una joven madre y ante el asombro de los que estábamos presenciando la situación, se encaró con la dolorida señora diciéndole que no era nadie para reñir a su hijo y que éste tenía todo el derecho a jugar donde quisiera, que ella tendría que haber sido quien tuviera cuidado”.
Conductas como la de ésta madre, que refuerzan el comportamiento del niño en vez de corregirlo, no ayudan para nada en la socialización de su hijo y a éste le costará mucho asumir que las demás personas tienen tantos derechos, demandas y vulnerabilidad como él.
A mí me encantaría que no solo los niños fueran bien educados, sino que también lo fuéramos los adultos. La vida sería más bonita y fácil para todos.
![[Img #42216]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2019/2959_la-mala-educacion.jpg)
¿Están los buenos modales pasados de moda? ¿Les damos la importancia que tienen?
Hay personas que tienen modales y otras, simplemente, carecen de ellos. De forma cotidiana nos encontramos conflictos vecinales o entre compañeros de trabajo, teniendo que ver muchos de ellos con la falta de educación y respeto entre individuos.
Con demasiada frecuencia apreciamos cómo se saltan las normas, hay gente que incluso siendo conscientes de estar incumpliéndolas no admite la crítica, aunque ésta proceda de personas mayores y con la experiencia suficiente como para hacerlo
Es cuestión de civismo y respeto hacia el otro, de no molestar e intentar tratar al resto como nos gustaría que nos trataran a nosotros, son valores para la convivencia que van más allá de los conocimientos o la posición social de la persona.
Hoy parece que lo que se lleva es desprestigiar conceptos como la urbanidad o la educación, apreciándose con demasiada frecuencia éste desprestigio en distintas situaciones, momentos o lugares, algunos tan ejemplarizantes como debiera ser el Congreso de los Diputados. Importa muy poco ser afable y respetuoso, disculparse si hemos cometido un error, controlar posibles reacciones inadecuadas, presentarse vestido de acuerdo con el acto al que se va, valorar la concordia sin renunciar a los propios principios, utilizar un lenguaje que no descalifique, ser puntual, no herir sensibilidades, regular el uso del móvil, valorar las relaciones cara a cara y extender los buenos hábitos ( no aparcar el coche en doble fila o en zona de minusválidos, cruzar por el paso de peatones, no despilfarrar el agua, no tirar basura al suelo, recoger las cacas del perrito…).
Cuando yo era un chaval, la educación para la vida se aprendía en casa: cómo usar los cubiertos, pedir las cosas por favor, saludar y despedirse, dar las gracias, ceder la acera, el asiento o ayudar a los mayores…Ahora, en muchos casos y en ambientes que no lo justifican, se ha perdido el respeto y la consideración, primando el egoísmo, la propia complacencia inmediata, sobrepasando límites que nunca deberían sobrepasarse.
Las nuevas tecnologías o el saber idiomas, facilitarán las cosas para encontrar trabajo, pero una persona maleducada y grosera lo tendrá mal para encajar en ningún grupo. La educación, los buenos modos no solo ayudan en el trabajo, también lo hacen en la vida personal, por eso a los niños se les debe enseñar paulatinamente buenos modales y a actuar educadamente.
La buena educación debe transmitirse en todo el entorno de nuestros hijos, pero el núcleo familiar es importantísimo ya que suele ser en el que existe mayor capacidad de influencia. Por lo tanto no debemos olvidar que nosotros somos el modelo y de nosotros depende que seamos un buen modelo o un mal modelo. Si queremos niños y adolescentes bien educados, debemos empezar por ser autocríticos, y asumir nuestra responsabilidad como educadores desde que son pequeños.
“El verano pasado fui testigo de un hecho que me hizo reflexionar ya no sobre el comportamiento de algunos niños, sino de algunos padres. Estaba sentado con unos amigos en una de las terrazas de la Plaza Mayor y varios niños jugaban con monopatines y alguna bicicleta. Uno de ellos envistió a una señora, bastante mayor, con su monopatín. La exclamación de dolor hacía pensar que le había hecho mucho daño, los de la mesa más próxima atendieron a la señora de inmediato. El niño, de unos 10 años, no hizo el mínimo ademán de pedirle disculpas, lo que la señora con muy buen criterio, le recriminó. La sorpresa fue cuando de otra de las mesas de la terraza saltó como un resorte una joven madre y ante el asombro de los que estábamos presenciando la situación, se encaró con la dolorida señora diciéndole que no era nadie para reñir a su hijo y que éste tenía todo el derecho a jugar donde quisiera, que ella tendría que haber sido quien tuviera cuidado”.
Conductas como la de ésta madre, que refuerzan el comportamiento del niño en vez de corregirlo, no ayudan para nada en la socialización de su hijo y a éste le costará mucho asumir que las demás personas tienen tantos derechos, demandas y vulnerabilidad como él.
A mí me encantaría que no solo los niños fueran bien educados, sino que también lo fuéramos los adultos. La vida sería más bonita y fácil para todos.






