Aidan Mcnamara
Sábado, 16 de Marzo de 2019

Un payaso en paro reflexiona sobre el maquillaje, gracias, en parte, a su amigo Rolo

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Estar enamorado es la cosa más cómica del mundo. Pero nadie te lo dice, o si te lo dicen no te lo crees porque estás en ello – ¿qué van a saber ellos? – y, además, tú sabes que esto va en serio y si la cama es buena no hay tiempo para la risa, etc. (Tontería falaz mayormente derivada de las urgencias falocéntricas, según Rolo.)

 

Como ya soy un payaso en paro, tengo tiempo para pensar. Ya no hay circos, pero aún hay mermelada para el pan. Mermelada, ¡qué palabra más bonita!

 

El payaso, créanme, ve la realidad como nosotros (me incluyo) vemos el circo, pero al revés. Es un curro serio. Él ve la parte cómica cuando acaba la función.

 

La vida es sólo una tragedia porque no sabemos el final. Sabemos que esa categoría existe -estamos rodeados de muertes – pero aún no pintamos (la) nada. Tomar la vida en serio es ver la parte cómica. Tomar la muerte en serio no es vivir.

 

Yo estoy enamorado de la vida y todo el mundo me dice que afirmar eso no es serio. Y les contesto que tienen razón: estar enamorado es la cosa más cómica del mundo. ‘Será payaso’ pensarán de mí, sin saber, por supuesto, que estoy en el paro. ¡Qué poca solidaridad! Pero tampoco me ofendo como dicta la moda, como los de… ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Twitter. (Un huérfano -Brexit dixit- inglés me informa que twit significa bobo. Pues me ofendo aún menos y me río mucho más).

 

Se cerró el circo cuando la humanidad se dio cuenta de que los animales no se reían.

 

Estoy enamorado de la vida y realmente es como estar enamorado de una persona.

 

Disfrutemos de unas similitudes:

 

Cuando te enamoras de una persona, te sientes único: ‘¡Se ha fijado en mí!’. Como cuando naces.

 

Cuando te enamoras de una persona, quieres proteger ese amor. Como querer estar sano.

 

Cuando te enamoras de una persona, la vida se vuelve más viva. Pues lo mismo. ¡Evidente!

 

(Podría seguir así durante horas… bueno, uno más)

 

Cuando te enamoras de una persona, las demás drogas dejan de ser importantes. ¡Hasta el curro deja de tomarse en serio!

Lo bueno del circo es que me han pagado una estupenda liquidación que me voy a fundir en una encuesta.

 

Pero va a ser muy cara, porque no va a ser una encuesta cualquiera basada en muestras aleatorias, ni limitada a una charla de cuatro minutos por teléfono. Voy a preguntar a todo el mundo en nuestro planeta, es decir, a unos siete mil millones, tres preguntas sencillas:

 

a) ¿Usted se ha enamorado alguna vez? (Tómese su tiempo. Tiene veinte años para contestar si es usted menor o víctima de abuso religioso o las dos cosas).

 

b) ¿Conoce usted a alguna mujer? (Por ejemplo, ¿su madre?).

 

c) ¿Sabe qué es el respeto?

 

Sé que en las Naciones Unidas se van a reír de mí. Ese es mi objetivo. No me gusta estar en el paro. Echo de menos las risas. Pero reconozco que mi papel en la tierra está más o menos llegando al final de su actuación. Sin embargo, celebro que haya nuevas maneras de provocar alegría, sin tener que recurrir a la doma de ojos tristes o pieles sarnosas. Ahora sé que los animales sí se ríen, pero no delante de nosotros. Asumo que las cosas cambian y que lo mío no es un paro causado por los cambios tecnológicos, sino por cambios de gusto. Sí, al fin y al cabo, el enfoque ético, como el amor, es un gusto: sólo lo aprecias cuando te pasa a ti. No comprendo la parte seria de la vida como la economía (el pan) sin la ternura.

 

No distingo entre el machismo y el sistema que premia al consumo por encima del amor. En este sentido, comprendo a la pareja de amantes Feminismo y Anti-capitalismo. Pero, claro, esto será tomado de nuevo como una payasada.

 

Me da igual. Tengo un comodín.

 

Como estoy en el paro, soy capaz de percibir las cosas menos cómicas. Cuando cerraron el circo, sufrí un bajón. Un día ante mi espejo me pregunté: “¿Y ahora quién eres?” Y me miré durante unos segundos. Y de pronto, solté una carcajada.  Al sobreponerme, me dije:

 

a) Vaya pregunta más necia. ¡Qué más da! Como si el curro fuera mi alma. Como si una identidad postiza fuera más importante que el amor.

 

b) ¡Qué existencial te pones cuando te encuestas a ti mismo!

 

c) Es la primera vez en mi vida que consigo hacerme reír… sin maquillaje.

 

Vale. Ya está bien. Aquí abajo va una parte muy seria:

 

¡Cómo cambia

el clima

cuando se extiende

el desamor!

 

Esta frase la escribí para una camiseta que le regalé a mi chimpancé Rolo, que se había escapado por los pelos de un mal rollo a causa del fracking. En mi nueva vida en el paro había cultivado un pasatiempo que consistía en pensar frases que no se veían en las tiendas de camisetas. Después de unos meses, decidí pasar por la oficina de empleo. Pedí un puesto de autor de frases para camisetas. Me llamaron payaso.

 

Volví a casa cabizbajo tras darles las gracias por su respeto, pero Rolo me miró de una manera tan simpática que vi una nueva interpretación de la frase en su camiseta: efectivamente, el clima sí cambia cuando falta el amor, pero ahora lo había entendido en el sentido literal, gracias a mi candidez en la oficina de empleo. Me sentí aliviado.

 

Pensé otra vez: “¡Qué más da! Paso de escribir frases para camisetas. Total… no hay manera de asegurar cómo las va a interpretar la gente y, si soy tan honesto como la risa, nunca he entendido porqué el público no querría llevar sus propias frases en sus vestimentas… ¿tantos desenamorados hay? ¿Realmente te paga Nike por vestir su trapo-anuncio?”.

 

Nunca antes me había planteado un trío: Feminista, Anti-capitalista, y ahora, Ecologista…

 

Me estaba enamorando de la vida cada vez más: ¡Se presentaban tantas posibilidades y tan nobles cambios…!

 

Rolo me diría que soy un poco sentimental, pero yo paso de su opinión, porque el muy mono piensa que Darwin es un capullo. Eso sí, comprendo su punto de vista, naturalmente (me recuerda a esos hombres que nunca acompañaban a sus hijos a la carpa).

 

Y tampoco estamos enamorados, ¿eh? Pero de la vida sí, a pesar del paro y la gente seria de Davos.

 

P.D. Si Rolo quiere cambiar de sexo le llamaré Mermelada.

 

 

 

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