Hacia la luz, por sendero invisible
Antonio Colinas. Por sendero invisible; Antología Esencial. Selección y prólogo de José Luis Puerto. Renacimiento, 2018
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Por sendero invisible es la última antología de la poesía de Antonio Colinas, tan buena como otras muchas posibles. Pues, ¿cuántas antologías podrían ser representativas de la poesía de Antonio Colinas? Tal vez infinitas, dependiendo de los criterios y del gusto personal de quien antologue; seguramente también del momento. En este caso la selección es cronológica. Desde el primer poemario, ‘Preludios a una noche total’ de 1969, hasta ‘Canciones para una música silente’ de 2011, incorporando al final cinco poemas inéditos.
El orden cronológico no explica por qué estos poemas y no otros. ¿Hay alguno que tuviera que estar en cualquiera de las antologías posibles? ¿Cuál antología de sus poemas realizaría el propio autor? ¿Ha sido discutida la presente antología con el mismo?
La selección viene precedida de un prólogo de José Luis Puerto, que es quien ha seleccionado el ramillete de flores. No justifica siempre los poemas, ni tal vez tenga que hacerlo, aunque sea una buena introducción para quien no pueda detenerse y acude a antologías para acercarse a la obra poética de cualquier autor.
‘La poesía de Antonio Colinas: Itinerario hacia la luz’, es el título del prólogo de 'Por sendero invisible’. Pudiera ser que de estos dos títulos se sintetizara el sentido de esta escritura... un tanteo orientado en la oscuridad, con el ánimo de ganar la luz. Pero la luz en sí misma no es nada sin aquello que ilumina, eso en que se realiza. Esos destellos en la oscuridad dibujan las vivencias, la iluminación será de alguien, es relacional, es el sentido y saber que se busca...
Propone José Luis Puerto, un acercamiento atmosférico a la escritura de Colinas, de quién dice que “es un escritor total, eminentemente imbuido de la ‘creación inspirada’.”
Señala también Puerto que “la emoción y la meditación se conjugan en la poesía de Antonio Colinas (pues) entiende la poesía como vehículo y expresión de conocimiento…”
Pero ni leer a San Juan de la Cruz proporciona más allá de un atisbo de la experiencia mística, ni los lectores de Colinas accederán desde su poesía a su experiencia. Es verdad que el uso de la poesía hacia la mística en San Juan es un camino, una escalera prescindible y que habría que arrojar una vez ascendidos por ella.
¿En Colinas, lo esencial o es lo propiamente poético o es otra cosa? ¿Algo así como un conocimiento transmisible del que el lenguaje fuera vehículo, o en el mundo en que Colinas escribe el lenguaje y el ser hayan vuelto a ser lo mismo y su emoción en lo que tiene de conocimiento solo lo haya podido ser completada en el lenguaje? Tal vez….
Preocupación estética, metafísica y moral se aúnan en la lírica del autor bañezano. Ética y estética vienen siendo una misma cosa. Y si hubiera un acceso desde la emoción del poeta a la esencia del lenguaje, podríamos seguirlo como lectores -cosa imposible con San Juan, menos con Santa Teresa-, pues si la experiencia emotiva se resuelve en el lenguaje, desde esta escritura se nos da un acceso, se nos abre un mundo.
No solo incorpora, este poetizar -siempre según Puerto-, diversidades estéticas: el Modernismo, algunos clásicos y contemporáneos españoles, europeos e hispanoamericanos, sino que “sintetiza la diversidad europea en diálogo con diversas tradiciones místicas…, los presocráticos, el estoicismo, Dante, neoplatónicos renacentistas, el romanticismo, o el clasicismo italiano y mediterráneo... o la herencia de corrientes del pensamiento y de la historia de las religiones, a través de su lectura de Jung, Mircea Eliade o María Zambrano.”
La unidad y armonía, cara y cruz de esta moneda son las características definitorias de esta poesía, Puerto dixit. De ahí sus ‘Tres tratados de armonía’. Cabe por ello una lectura mística que pudiera conducirnos a una experiencia espiritual. Pero de qué tipo. ¿Una experiencia espiritual avant la lettre o una experiencia espiritual dans la lettre? Quizás estas opciones sean ilusas, ¿o no?
Pasa Puerto entonces a una enumeración de los temas de esta lírica: “El amor, el recuerdo, el olvido; el paisaje y la naturaleza y sobre todo las estaciones del otoño y de invierno, la noche estrellada (como el gran asombro que expresara Kant, en su teoría del conocimiento), la luna, el crepúsculo, el temblor de los ponientes, el ilimitado vacío, el ancho mar…; la presencia de las ruinas y los motivos arqueológicos; los lugares y las ciudades, la presencia de la niñez; las personas allegadas, el mundo familiar; el noroeste nativo, la Castilla más plena, (en regreso a los orígenes) el mundo clásico y mediterráneo (como un espacio generador de luz y armonías); la cultura transformada en vivencias por medio de los mitos, de las obras de arte, de las experiencias espirituales en Europa, de los viajes; el mundo de los símbolos.”
Aporta José Luis Puerto unas cuantas claves de acceso a la poesía que ejemplifica en esta antología: Una ‘poesía nueva’ alejada del verbalismo y del prosaísmo. El ansia de pureza, la musicalidad, lo que el prologuista denomina: “Un nuevo clasicismo contemporáneo”. Otra clave es el culturalismo, en forma de “mensajes universales que hay que desvelar.” El tiempo y la muerte son otros dos motivos recurrentes en la lírica de Colinas... La muerte ligada al amor ('Sepulcro en Tarquinia') y a la vida e intuida como un envés de ambas, pero también en la posibilidad de vencerla.
José Luis Puerto nos proporciona claves valiosísimas para leer algunos de los poemas de esta ‘su antología’. Así 'Sepulcro en Tarquinia’ uno de los dos poemas largos de Antonio Colinas, el otro sería 'La tumba negra’, del que se habla pero que luego no encontramos en la selección realizada. El poema ‘Giacomo Casanova acepta el cargo de bibliotecario que le ofrece, en Bohemia, el conde de Waldstein’, es una ejemplificación del monólogo dramático, o el canto XXXV de ‘Noche más allá de la noche’, para Puerto, "un poema cenital en la obra de Colinas", donde “el símbolo del respirar… se convierte en un símbolo de comunión y comunicación con el universo". Etc.
Se detiene Puerto un poco más todavía, en la ‘Trilogía de la Mansedumbre’: “La imagen más poderosa que recorre todos estos libros es el camino hacia el centro. Tal camino, -verdadero símbolo de la ascensión espiritual y vital- no es en realidad sino un camino de descenso: un descenso a la mansedumbre, esto es, al despojamiento de todo lo vano y superfluo, para poder purificarse y renacer.”
Me temo que hasta ahí, como a San Juan, va a ser difícil seguirlo.
Antonio Colinas. Por sendero invisible; Antología Esencial. Selección y prólogo de José Luis Puerto. Renacimiento, 2018
Por sendero invisible es la última antología de la poesía de Antonio Colinas, tan buena como otras muchas posibles. Pues, ¿cuántas antologías podrían ser representativas de la poesía de Antonio Colinas? Tal vez infinitas, dependiendo de los criterios y del gusto personal de quien antologue; seguramente también del momento. En este caso la selección es cronológica. Desde el primer poemario, ‘Preludios a una noche total’ de 1969, hasta ‘Canciones para una música silente’ de 2011, incorporando al final cinco poemas inéditos.
El orden cronológico no explica por qué estos poemas y no otros. ¿Hay alguno que tuviera que estar en cualquiera de las antologías posibles? ¿Cuál antología de sus poemas realizaría el propio autor? ¿Ha sido discutida la presente antología con el mismo?
La selección viene precedida de un prólogo de José Luis Puerto, que es quien ha seleccionado el ramillete de flores. No justifica siempre los poemas, ni tal vez tenga que hacerlo, aunque sea una buena introducción para quien no pueda detenerse y acude a antologías para acercarse a la obra poética de cualquier autor.
‘La poesía de Antonio Colinas: Itinerario hacia la luz’, es el título del prólogo de 'Por sendero invisible’. Pudiera ser que de estos dos títulos se sintetizara el sentido de esta escritura... un tanteo orientado en la oscuridad, con el ánimo de ganar la luz. Pero la luz en sí misma no es nada sin aquello que ilumina, eso en que se realiza. Esos destellos en la oscuridad dibujan las vivencias, la iluminación será de alguien, es relacional, es el sentido y saber que se busca...
Propone José Luis Puerto, un acercamiento atmosférico a la escritura de Colinas, de quién dice que “es un escritor total, eminentemente imbuido de la ‘creación inspirada’.”
Señala también Puerto que “la emoción y la meditación se conjugan en la poesía de Antonio Colinas (pues) entiende la poesía como vehículo y expresión de conocimiento…”
Pero ni leer a San Juan de la Cruz proporciona más allá de un atisbo de la experiencia mística, ni los lectores de Colinas accederán desde su poesía a su experiencia. Es verdad que el uso de la poesía hacia la mística en San Juan es un camino, una escalera prescindible y que habría que arrojar una vez ascendidos por ella.
¿En Colinas, lo esencial o es lo propiamente poético o es otra cosa? ¿Algo así como un conocimiento transmisible del que el lenguaje fuera vehículo, o en el mundo en que Colinas escribe el lenguaje y el ser hayan vuelto a ser lo mismo y su emoción en lo que tiene de conocimiento solo lo haya podido ser completada en el lenguaje? Tal vez….
Preocupación estética, metafísica y moral se aúnan en la lírica del autor bañezano. Ética y estética vienen siendo una misma cosa. Y si hubiera un acceso desde la emoción del poeta a la esencia del lenguaje, podríamos seguirlo como lectores -cosa imposible con San Juan, menos con Santa Teresa-, pues si la experiencia emotiva se resuelve en el lenguaje, desde esta escritura se nos da un acceso, se nos abre un mundo.
No solo incorpora, este poetizar -siempre según Puerto-, diversidades estéticas: el Modernismo, algunos clásicos y contemporáneos españoles, europeos e hispanoamericanos, sino que “sintetiza la diversidad europea en diálogo con diversas tradiciones místicas…, los presocráticos, el estoicismo, Dante, neoplatónicos renacentistas, el romanticismo, o el clasicismo italiano y mediterráneo... o la herencia de corrientes del pensamiento y de la historia de las religiones, a través de su lectura de Jung, Mircea Eliade o María Zambrano.”
La unidad y armonía, cara y cruz de esta moneda son las características definitorias de esta poesía, Puerto dixit. De ahí sus ‘Tres tratados de armonía’. Cabe por ello una lectura mística que pudiera conducirnos a una experiencia espiritual. Pero de qué tipo. ¿Una experiencia espiritual avant la lettre o una experiencia espiritual dans la lettre? Quizás estas opciones sean ilusas, ¿o no?
Pasa Puerto entonces a una enumeración de los temas de esta lírica: “El amor, el recuerdo, el olvido; el paisaje y la naturaleza y sobre todo las estaciones del otoño y de invierno, la noche estrellada (como el gran asombro que expresara Kant, en su teoría del conocimiento), la luna, el crepúsculo, el temblor de los ponientes, el ilimitado vacío, el ancho mar…; la presencia de las ruinas y los motivos arqueológicos; los lugares y las ciudades, la presencia de la niñez; las personas allegadas, el mundo familiar; el noroeste nativo, la Castilla más plena, (en regreso a los orígenes) el mundo clásico y mediterráneo (como un espacio generador de luz y armonías); la cultura transformada en vivencias por medio de los mitos, de las obras de arte, de las experiencias espirituales en Europa, de los viajes; el mundo de los símbolos.”
Aporta José Luis Puerto unas cuantas claves de acceso a la poesía que ejemplifica en esta antología: Una ‘poesía nueva’ alejada del verbalismo y del prosaísmo. El ansia de pureza, la musicalidad, lo que el prologuista denomina: “Un nuevo clasicismo contemporáneo”. Otra clave es el culturalismo, en forma de “mensajes universales que hay que desvelar.” El tiempo y la muerte son otros dos motivos recurrentes en la lírica de Colinas... La muerte ligada al amor ('Sepulcro en Tarquinia') y a la vida e intuida como un envés de ambas, pero también en la posibilidad de vencerla.
José Luis Puerto nos proporciona claves valiosísimas para leer algunos de los poemas de esta ‘su antología’. Así 'Sepulcro en Tarquinia’ uno de los dos poemas largos de Antonio Colinas, el otro sería 'La tumba negra’, del que se habla pero que luego no encontramos en la selección realizada. El poema ‘Giacomo Casanova acepta el cargo de bibliotecario que le ofrece, en Bohemia, el conde de Waldstein’, es una ejemplificación del monólogo dramático, o el canto XXXV de ‘Noche más allá de la noche’, para Puerto, "un poema cenital en la obra de Colinas", donde “el símbolo del respirar… se convierte en un símbolo de comunión y comunicación con el universo". Etc.
Se detiene Puerto un poco más todavía, en la ‘Trilogía de la Mansedumbre’: “La imagen más poderosa que recorre todos estos libros es el camino hacia el centro. Tal camino, -verdadero símbolo de la ascensión espiritual y vital- no es en realidad sino un camino de descenso: un descenso a la mansedumbre, esto es, al despojamiento de todo lo vano y superfluo, para poder purificarse y renacer.”
Me temo que hasta ahí, como a San Juan, va a ser difícil seguirlo.