Lorenzo López Trigal
Sábado, 30 de Marzo de 2019

Multipartidismo y elecciones

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El libro Los partidos políticos del politólogo Maurice Duverger (Fondo de Cultura Económica, 1965) refleja en su portada una imagen de edificios abaluartados en los que ondean banderas emblemáticas de diferentes partidos, cuatro de ellas de fondo rojo y cinco de fondo negro. Más de medio siglo después, los partidos siguen jugando un papel esencial en el sistema político democrático. En el caso de España se ha experimentado en este tiempo los tres sistemas: el de partido único del Régimen anterior, el del bipartidismo dominante y, en la actualidad, el del multipartidismo que, de confirmarse en las elecciones generales de 28 de abril, estaría conformado por cinco partidos de ámbito estatal (PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos, Vox) y otros de ámbito regional, pero todos ellos abocados a formar mayorías a partir de alianzas para formar gobierno.

 

En las próximas elecciones generales se presume que se consolide en España el sistema multipartidista y cabe prever también que sea así en las elecciones del 26 de mayo, en sus diferentes comicios (europeos, autonómicos, locales), si bien en el caso de los municipios rurales más conservadores puede resistir aún el bipartidismo, con apoyo, eso sí, de no existir mayorías, de una fuerza minoritaria. Pero, en general, en todos los entes territoriales serán necesarios, al menos, dos o tres partidos en alianza para gobernar en mayoría. Alianzas de partidos que podrían conducir, en ciertos casos, a enfrentamientos que se traducen en bloques o frentes de ideologías, separados por ‘rayas rojas’ (alianzas de izquierda/derecha, constitucionalistas/independentistas…) y que en el transcurso de una legislatura puede dar al traste con intrigas para modificar o invertir alianzas.

 

El sistema de partidos permite, también, seleccionar previamente a los candidatos que se presentan en cada comicio ante los electores, pero esta nominación de candidaturas penaliza el concepto mismo de ‘elección’ o selección de los gobernantes elegidos por los gobernados electores. Si bien el procedimiento de ‘primarias’ ayuda más o menos, según los estatutos de partidos, a promover la participación en el grupo de afiliados a partidos, de simpatizantes de estos o incluso de manera abierta al censo electoral.

 

Pues bien, el multipartidismo en España ha venido para quedarse, al igual que en otros países europeos, lo cual puede motivar periodos de inestabilidad política, de cambios de gobierno, mociones de censura parlamentaria o institucional, cuando no de repetición de elecciones. Y esto está causando desorientación en el elector, que junto a la corrupción en el ámbito político y la aparición de nuevos partidos, viene siendo causa de una tasa alta de abstención y de incertidumbre en el votante hasta el momento de votar, lo que, de paso, obliga a ser más cautos con las encuestas electorales previas.

 

Si se trata de las elecciones generales del 28A, debemos estar atentos a los programas electorales de cada Partido en liza –no a su propaganda- y también a los candidatos, por partida doble. Me explico. De un lado, atender a los candidatos del distrito electoral provincial –teniendo en cuenta que en León son cuatro al Congreso y tres al Senado, van a dar juego previsiblemente a sólo dos o tres partidos de los cinco en liza-. De otro lado, interesa, y mucho, tener en cuenta los líderes que representan a cada partido y que encabezan las correspondientes candidaturas por Madrid. De modo que el elector ha de tener en cuenta, a la hora de votar, su propia ideología y percepción de la realidad política, la dinámica y experiencia de gobierno de cada partido (si la ha tenido anteriormente), el programa electoral, la candidatura (poniendo un ojo en la lista de León y otro en la de Madrid). Pero, por si fuera poco, estamos en menos de un mes ante unos comicios muy relevantes, no sólo para formar mayorías parlamentarias y nuevo Gobierno de un color u otro, sino por el hecho de que este Gobierno tiene planteado y agravado, de entrada, el secesionismo catalán o cuestión territorial e identitaria que supone el mayor problema político al que nos enfrentamos, para lo cual se necesita confluir, consensuar y resolver políticamente, de nuevo, la denominada ‘cuestión de España’. Todo un reto y responsabilidad para cada elector y también para los partidos constitucionalistas.

           

           

           

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