Samuel Yebra Pimentel
Sábado, 30 de Marzo de 2019

Los candidatos de Astorga ni se lo piensan

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                       “Mar como noche / bebiendo el tedio de lo veloz, / la gran carrera en que se ahorcaría el miedo, / el lodo infinito de puro plástico.”    Eloy Rubio Carro

 

¿Son ya solo las niñas las únicas que mantienen la pureza ante tantas falsas verdades?

 

Vivimos en la época de la rapidez, del consumo rápido, del consumo irreflexivo.  “El tiempo ya no es continuo sino fragmentario y saltatorio.”  Es esa urgencia de Consumir el tiempo, la vida entera, lo que nos lleva la a hacer largas colas para adquirir el último gadget de la telefonía móvil o a dar la vuelta al mundo en 20 horas sin haber disfrutado de nada en el rodeo, despilfarrando energía y ensuciando  el terruño; también lo que nos lleva en cada puente, en cada vacación, en cada viaje del IMSERSO a acercarnos hasta Egipto para fotografiar con el móvil la misma imagen del Panteón de los Reyes que ya conocíamos por internet, para solo poder decir yo estuve allí. Mejor fuera para todas una mentira piadosa con el medio ambiente. Tenemos que pasear o correr por el mismo circuito, sin mirar las aves o las gacelas humanizadas que anhelan  los cazadores o los pistoleros de nuevo cuño en prácticas de tiro, tan solo viendo de no caerse y sumar y seguir los segundos, contando los latidos y los pasos. Hay que comerse el mundo en porciones de comida rápida, en esa bulimia de consumo y anorexia de ideas, a modo de distracción. Pensar tan rápido como si no hubiera ya tiempo. 

 

¿Estaremos a tiempo de intervenir con tanto pensamiento fatuo, sobre la destrucción que nos llega?

 

La esperanza de que la técnica pueda mejorar este mundo de basura tiene una cola más larga que la de la de la compra de la última tablet.

 

Sabemos que el sector del transporte es el principal responsable del efecto invernadero y de la contaminación. Pero, ¿qué sucedería si se eliminasen de un plumazo los vehículos privados aparcados en las calles de Astorga, o si se limitara la conducción a 30 Km en el casco urbano? ¿Por qué no hay microbuses municipales que transporten a la gente hacia los lugares donde todo el mundo va, como por ejemplo al ambulatorio? Estas niñas lo saben y reclaman soluciones de urgencia.

 

La satisfacción del deseo inaplazable se ha coaligado con la vida de consumo rápido. Ha venido en su auxilio el transporte instantáneo, las tiendas de internet. Eso que desde Amazon, o la Casa del Libro viene hundiendo el comercio de proximidad. La magia que antes concedía el genio de Aladino al alcance de todas; cada vez con mayor gasto energético. Las niñas lo saben y por ello han dejado de pasear y salir de compras para ir de manifestación.

 

Sucede  que este ’pensamiento rápido’ del que habla Maffey, falto de reflexión y de lecturas profundas, que a lo sumo chupa gratis del streaming, -lo mismo insiste en agotar el oxígeno que en consumir ideologías ecologistas, igualitaristas e incluso nazis- se ha adueñado también de gran parte de la población. Por eso esa conciencia, momentánea y postiza, no es permanente; llega desarticulada de una vida entera. Su compromiso puede  expresarse en el reflejo de un pin: ‘Sol solet’ y, a menudo, poco más. 

 

Pronto habrá unas elecciones locales, mucho me temo que no veamos en los programas de los partidos, propuestas y técnicas de planificación territorial que facilitaran la creación de proximidad o cercanía, con una política de transportes adecuada a los tiempos que corren. Eso implicaría una nueva concepción de las relaciones humanas. Claro, argumentarían los candidatos, que eso es imposible, que la mundialización ordena y manda. Resultan los mayores pesimistas del fin del mundo y andan faltos de propuestas. Dirían, los candidatos, si se les preguntara, que esta tarea no les corresponde, que es a otro nivel. Como tan a menudo, unos por otros, reos del imperativo del nivel del mercado. Cosas de la economía global que se nos ha vendido como un proceso inexorable, aunque esté resultando de todo punto insostenible.

 

¿Conducirá necesariamente el aumento del PIB a la creación de un ciudadano crítico y democrático?

 

Mientras el  mercado y el totem del PIB sean quienes ordenen la vida globalizada no habrá solución posible. 

 

De ahí que sean niñas y niños como Greta Thorstein y algunass irreverentes sociales, aisladas, degradadas o invisibilizadas por los poderes de la sociedad de consumo, las únicas que se mantienen en su posición. Las únicas que no van a tolerar la ola espuria de la flexibilidad: un junco cuando tan solo es una toallita de papel atascada por el vaivén de las corrientes de aguas fecales. 

 

¿Cuándo podrán votar las niñas de doce años, siendo esa la edad de las operaciones formales, según cuenta Jean Piaget?

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