De vacaciones con VOX en Brunei
![[Img #42739]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2019/6210_aidan-obispum-133.jpg)
La infancia- si tienes una buena – la organizan otros. Hay rutina (la escuela), comida, amigos, y la libertad que regala la falta de ego rumiante.
En la vida adulta, cuando no estás preparado, aparece la clase sin previo aviso. La lección. Pero no tienes tiempo para leer ni para preparar porque lo estás viviendo. Los avatares de la vida no tienen carta de presentación.
He estado en Urgencias y es como estar en una obra de teatro pero nadie te dice que eres el protagonista. Si no tienes miedo puedes ser el espectador también. El miedo son tres cosas: dolor, desconocimiento y… el miedo neto.
La escritora irlandesa (o anglo-irlandesa, según la tribu hegemónica o según los que hayan editado los diccionarios de biografías) Elizabeth Bowen ha dicho que la experiencia no es interesante en sí hasta que no se haya repetido. De hecho, si no has pasado por un episodio más de una vez, no cuenta como experiencia.
Yo ya tengo experiencia. He estado en Urgencias más de una vez. Esta última vez pasó hace dos semanas. Y ya estoy de nuevo delante del ordenador y encantado de la vida. Es fácil criticar (negativamente) al Sistema Nacional de Salud por muchas razones, pero opto aquí por celebrarlo.
Para los que escribimos columnas -y Ustedes tendrán mucha experiencia– dar caña es la tónica de nuestra época. Estamos rodeados de tanta fealdad moral, tanta incultura subnormal, tanta corrupción descarada que destacar algo positivo y besarlo con reverencia es interpretado como un signo de sentimentalidad ciega. Me viene a la cabeza el anillo del Argentino Francisco.
Podría añadir, siguiendo los pasos magistrales de Elizabeth Bowen, que la sentimentalidad es la emoción mal-experimentada. Una emoción de usar y tirar. Un sentimiento ingenuo parido por el solipsismo más radical.
- ¡Oye! ¿Y el titular del artículo?
- Paciencia, Sancho.
He pensado en la cantidad de cosas buenas que funcionan en nuestra sociedad, lejos de y a pesar del ruido de las precampañas eternas. Pienso en los médicos y los enfermeros, los bomberos, los profesores, los padres…la lista es muy larga (también) cuando se trata de gente buena.
He presenciado estos días, como ustedes, las imágenes de seres humanos con las extremidades amputadas, vendadas perfectamente. Hemos visto a personas ahorcadas por su orientación sexual; por cierto, una expresión que detesto, suena como si el instinto afectivo tuviera una brújula caprichosa, necesitada de arreglos en Alcalá de Henares…
Así que hoy, en vez de describir mi experiencia en el hospital, o darle rienda suelta en pos de buscar la simpatía de los lectores, empleo la columna para dejar constancia de que mi visión de la humanidad no se va a doblegar. Los que tenemos tablas hemos de mantener nuestra inocencia ante la crueldad y la sinrazón. Porque no tenemos ni idea de lo que es perder una mano por un hurto y no nos hace falta tal experiencia para saber lo que es el bien.
En cuanto a los de VOX, os voy a regalar una frase hecha de mi infancia: no merecen ni el vapor de una meada. Perdonad la vulgaridad y vivas para Open Arms y los galenos de todos los países del planeta.
P.D.
Sugerencia de banda sonora para esta lectura:
https://www.youtube.com/watch?v=bRfiwIhG4gU
La infancia- si tienes una buena – la organizan otros. Hay rutina (la escuela), comida, amigos, y la libertad que regala la falta de ego rumiante.
En la vida adulta, cuando no estás preparado, aparece la clase sin previo aviso. La lección. Pero no tienes tiempo para leer ni para preparar porque lo estás viviendo. Los avatares de la vida no tienen carta de presentación.
He estado en Urgencias y es como estar en una obra de teatro pero nadie te dice que eres el protagonista. Si no tienes miedo puedes ser el espectador también. El miedo son tres cosas: dolor, desconocimiento y… el miedo neto.
La escritora irlandesa (o anglo-irlandesa, según la tribu hegemónica o según los que hayan editado los diccionarios de biografías) Elizabeth Bowen ha dicho que la experiencia no es interesante en sí hasta que no se haya repetido. De hecho, si no has pasado por un episodio más de una vez, no cuenta como experiencia.
Yo ya tengo experiencia. He estado en Urgencias más de una vez. Esta última vez pasó hace dos semanas. Y ya estoy de nuevo delante del ordenador y encantado de la vida. Es fácil criticar (negativamente) al Sistema Nacional de Salud por muchas razones, pero opto aquí por celebrarlo.
Para los que escribimos columnas -y Ustedes tendrán mucha experiencia– dar caña es la tónica de nuestra época. Estamos rodeados de tanta fealdad moral, tanta incultura subnormal, tanta corrupción descarada que destacar algo positivo y besarlo con reverencia es interpretado como un signo de sentimentalidad ciega. Me viene a la cabeza el anillo del Argentino Francisco.
Podría añadir, siguiendo los pasos magistrales de Elizabeth Bowen, que la sentimentalidad es la emoción mal-experimentada. Una emoción de usar y tirar. Un sentimiento ingenuo parido por el solipsismo más radical.
- ¡Oye! ¿Y el titular del artículo?
- Paciencia, Sancho.
He pensado en la cantidad de cosas buenas que funcionan en nuestra sociedad, lejos de y a pesar del ruido de las precampañas eternas. Pienso en los médicos y los enfermeros, los bomberos, los profesores, los padres…la lista es muy larga (también) cuando se trata de gente buena.
He presenciado estos días, como ustedes, las imágenes de seres humanos con las extremidades amputadas, vendadas perfectamente. Hemos visto a personas ahorcadas por su orientación sexual; por cierto, una expresión que detesto, suena como si el instinto afectivo tuviera una brújula caprichosa, necesitada de arreglos en Alcalá de Henares…
Así que hoy, en vez de describir mi experiencia en el hospital, o darle rienda suelta en pos de buscar la simpatía de los lectores, empleo la columna para dejar constancia de que mi visión de la humanidad no se va a doblegar. Los que tenemos tablas hemos de mantener nuestra inocencia ante la crueldad y la sinrazón. Porque no tenemos ni idea de lo que es perder una mano por un hurto y no nos hace falta tal experiencia para saber lo que es el bien.
En cuanto a los de VOX, os voy a regalar una frase hecha de mi infancia: no merecen ni el vapor de una meada. Perdonad la vulgaridad y vivas para Open Arms y los galenos de todos los países del planeta.
P.D.
Sugerencia de banda sonora para esta lectura:
https://www.youtube.com/watch?v=bRfiwIhG4gU