Eloy Rubio Carro
Domingo, 14 de Abril de 2019
ENTREVISTA / Álvaro Díaz Huici, editor

"La corrupción compulsiva de las relaciones a través del universo digital está destruyendo los hábitos de lectura"

Álvaro Díaz Huici, director de Ediciones Trea, la editorial fundada en Gijón en 1991, vive más tiempo en La Cepeda que en Asturias. Desde Culebros, pedanía del municipio de Villagatón-Brañuelas, busca autores y títulos para seguir invitando a leer 30 años después de la creación de la editorial, que reúne en su catálogo más de un millar de títulos relacionados con las Humanidades, las Ciencias Sociales, la creación literaria, el arte o la cultura gastronómica.

Díaz Huici estuvo este viernes en Astorga en la presentación del libro de Mario Pérez Antolín, 'Crudeza', con ilustraciones de la maragata Nuria Cadierno. Con él conversamos acerca de las dificultades de la edición en estos tiempos de ideología tecnológica, tan desvanecidos, líquidos, superficiales y espolvoreados para la cultura de fondo.

 

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Eloy Rubio Carro: Supongo que las grandes editoriales han surgido como una ilusión parecida a la que refleja el ideario de Trea: “No aspiramos a hacernos millonarios, sino a vivir dignamente.” Luego se las ha ido comiendo la ideología del mercado. De ideario han pasado a ideología. ¿Usted cree que se puede evitar esto?

 

Álvaro Díaz Huici: En alguna medida se puede evitar. La  cuestión es que cuando hablamos de libros parece que solo hablamos de un tipo de libros. El libro como soporte material alberga muchos contenidos muy distintos, cosas importantes y cosas que podríamos llamar frívolas o intrascendentes, puro mercadeo. El  libro al final es un producto más en el mercado. Puede haber editoriales más preocupadas por una línea de trabajo concreto, como puedieran ser las ciencias humanas, la creación literaria, etcétera; y otras editoriales que son puro producto mercantil, que se dedican a editar libros de autoayuda, libros de cocina y demás recetarios. Eso se puede evitar, y a veces no te queda más remedio que evitarlo, porque haces lo que sabes hacer. Una editorial es como hacer un maratón, es de largo recorrido, no se trata de hacer una edición oportunista, un animal de fondo, que pretende crear un catálogo. Cuando ya  tienes un catálogo estás transmitiendo una visión ideológica, política y social de la sociedad. El equilibrio consiste en cuadrar toda esa idea en una empresa que tiene que subsistir. Las editoriales pretendemos transmitir cultura, pero también somos mercaderes.

 

 

Esas grandes editoriales están apostando ahora mismo, por ‘influencers’ de la red. Incluso les conceden premios importantes. Visor también ha puesto el ojo en este tipo de poesía, una poesía facilona, muy a menudo sentimental, como de letras de canciones. Sin embargo, Trea y otras no renuncian a la búsqueda de nuevos valores literarios. ¿Existe en el mercado una gran confusión entre la calidad y la cantidad?

 

Sí, existe una gran confusión. También es el signo de los tiempos, eso que llaman la postmodernidad. Tiempos de banalización absoluta. Soy bastante pesimista cuando analizo el tiempo en el que vivo. Me considero ya un pasajero tardío en él. Pertenezco a un mundo que se ha desvanecido. Hay como una especie de simplificación de la cultura, brutal. Creo que el libro está realmente en crisis, me refiero al libro como artificio intelectual. Todo  este salvaje abordaje de las redes sociales, donde toda esa corrupción compulsiva de las relaciones que se generan a través del universo digital está destruyendo los hábitos de lectura. El libro como artificio intelectual, aunque fuera en soporte digital, es algo complejo que necesita concentración, esfuerzo, tiempo, capacidad intelectual para subordinar y relacionar. Todo eso está reñido con el funcionamiento intelectual del hombre y la mujer de hoy. No digo ya nada de los niños que prácticamente los educamos así. Hay un grave problema, no digo ya para la industria del libro entre comillas 'culto', sino para la propia sociedad. Porque en realidad lo que está desapareciendo es la historia de la sociedad, nuestra cultura, nuestra civilización, lo que somos.

 

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Usted dice en una publicación que dada la imposibilidad de competir, optaron por la especialización. Hoy  [por el viernes] se ha presentado en Astorga ‘Crudeza’, de Pérez Antolín, su tercer libro de aforismos ¿Qué  otras series de especialización han iniciado y cómo les ha ido en ello?

 

Hemos procurado, en cada línea de trabajo que desarrollamos, ser rigurosos y exigentes, de alguna manera radicales por lo que queremos hacer. Lo que podría ser lo más popular de nuestro trabajo es el catálogo de gastronomía, pero aún así tenemos un enfoque un poco más duro de lo que viene siendo habitual. El abordaje que hacemos de la gastronomía, de la cocina, es la comida como un hecho cultural. Entonces todo se produce desde ese punto de vista. Los 70 u 80 títulos que Trea ha publicado sobre gastronomía no pueden tener un éxito comercial, por mucho que lo gastronómico nos invada por todas partes. De historia, hemos creado un gran fondo sobre el medievo, la edad moderna, sobre el siglo XVIII, sobre el análisis de la dictadura franquista. En tanto en cuanto el tratamiento de las monografías históricas que publicamos es más bien académico y profundo, no se trata de hacer divulgación histórica. También disponemos de una colección de poesía que identifico como una especie de especialización. Tenemos varias líneas sobre museografía, sobre patrimonio cultural, biblioteconomía, archivística, etcétera. Todo en sí son especializaciones que van dirigidas a un público minoritario, especializado. Tenemos que hacer tiradas mucho más moderadas, por eso también es necesario, para sostener la estructura de la empresa, trabajar en muchos frentes para  tener la producción suficiente.

 

 

Comenta que el número de lectores o de compradores de libros se ha estancado. Pero en esta época de los libros pirateados desde internet, muchos jóvenes y no tan jóvenes prefieren ahorrarse los 20 € del ejemplar, a pesar de que esto sea un atentado a la creación y a los derechos de otros. ¿No hay maneras de proteger los derechos intelectuales en esta tesitura?

 

Técnicamente debe de ser bastante difícil.  Es una cuestión de educación, de atribuir valor o precio a algo que lo tiene. Cualquiera de esas jóvenes pagaría por un tejano hecho en China, explotando a la gente por sueldos de miseria, 100 €  y no lo creería caro. Matarían por su posesión o por la de un móvil.  Yo más bien creo que por el libro hay tal desinterés que ni siquiera se molestan en piratearlos. El pirateo llaga a ser una cosa irrelevante.

 

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Trea tiene una sección de poesía asturiana en ediciones bilingües, entre las que destaca la antología de poesía escrita de 1975 a 2010 y preparada por José Luis Argüelles. El  mercado asturiano es muy pequeño y aunque distribuyan fuera de Asturias, la poesía vende poco. ¿Cómo  pueden mantener la edición de este tipo de libros?

 

Efectivamente, el mercado de poesía es pequeño, minoritario, pero muy fiel. Con un público muy localizable, al que gracias a Internet puedes llegar. Trea no tiene una colección de poesía asturiana, dispone de una colección de poesía general. Publicamos autores de toda España y traducciones del inglés, francés, del alemán, del polaco o portugués. Y en esa colección también por compromiso con el entorno, como asturianos que somos, publicamos ediciones bilingües de algunos poetas asturianos. El criterio es hacer saltar el valor de esos poetas más allá de Pajares. No se trata de hacer algo endogámico. De hecho, todos los poetas que hemos publicado en asturiano, no ha sido de obra inédita, sino de recopilaciones o antologías de su obra, con el propósito de darlos a conocer fuera de Asturias. Por eso hacemos ediciones bilingües, como si se tratase de un poeta polaco o libanés, pongo por caso.

 

 

En los últimos años han proliferado las pequeñas editoriales que publican aquellas producciones geográficamente cercanas que de otro modo se quedarían en un cajón. Dos editoriales hay en Astorga. Sus  productos apenas tienen distribución, pero entre mucha ganga han dado a luz escritos importantes como es el caso de Andrés Martínez Oria. Sus magníficos escritos desgraciadamente permanecen desconocidos fuera del ámbito local o provincial. ¿Qué  función cumplen estos proyectos editoriales locales?

 

A veces es difícil de decidir. Entre otras cosas, hay que pensar qué motivación lleva que haya gente que se organice en términos locales. Lógicamente es una función que surge de su entorno y es muy saludable. La cuestión es saber trascender lo local. Porque generalmente lo local tiene una masa crítica de consumo en casa. Lo  local puede tener un riesgo comercial. Si el contenido, la temática se ciñen solo a asuntos locales es difícil de sacarlo de su entorno. Si hablando de un creador, por ejemplo un poeta escribiera en Astorga porque está en Astorga, pero lo hace como podía estar en Madrid o en Noruega. Ahí es donde viene la actuación de ese punto crítico, cómo desde un lugar, digamos periférico, con pocos recursos, en un mundo donde la distribución funciona a base de grandes canales y de un flujo masivo de mercancías, se hace visible eso. Les cuesta trabajo hasta las editoriales más profesionales. Entre tantos vicios que tiene el mundo digital, tiene la virtud de combatir eso, de hacerlo visible por otras vías. Pero es muy difícil, es muy complejo.

 

 

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Tiene una casa en la Cepeda, en Culebros, ¿vine mucho por aquí?

 

En mi vida me imaginé que iba a acabar por aquí. Lo que ocurre es que la familia de mi mujer es de ahí. Mis estancias han ido yendo a más, de hecho ya paso más tiempo en la casa de Culebros que en Gijón, dado que afortunadamente mi trabajo me lo permite -otra de las virtudes de internet- y además trabajo más. Para lo que yo hago conviene muy bien saber dividir el tiempo entre el que requiere tranquilidad, concentración, estudio, lecturas, y luego está el follón de la otra parte con sus relaciones sociales, las transacciones comerciales, entrevistas con gente. Entonces yo divido mi tiempo más o menos de esa manera; pero de hecho yo paso más o menos cuatro días a la semana en Culebros, en La Cepeda y tres días en Gijón. Pero por mí me pasaría los siete días de la semana en Culebros. He arraigado y yo creo que paso ahí más tiempo que mi propia familia política. Bajo aquí a Astorga a hacer la compra .

 

 

¿Conoce  lo que se hace en el ámbito literario en La Cepeda y otras comarcas próximas?

 

Conozco algo, me va llegando poco a poco, no profundamente. Mis relaciones se ciñen a mi pueblo, y aquí tengo muy pocos contactos. Tengo más relaciones en León. Tomás Sánchez Santiago, Alberto Rodríguez Torices, Tirso Priscilo Vallecillos, Antonio Gamoneda... Yo fui el editor de 'Blues castellano' de Gamoneda en el 82, cuando salió. Y ya que estoy de paso, en León he pretendido relacionarme un poco. Por otra parte, hay una gran hermandad entre escritores y pintores de Asturias y León, tanto que hubiera sido más natural haber conformado la comunidad autónoma de Asturias y León.

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