La memoria de Lala
Lala Isla. Las rendijas de la desmemoria; Editorial Lobo Sapiens, 2018. 624 pags
![[Img #43448]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/599_captura.jpg)
Intencionadamente hemos tardado en acometer la reseña crítica de este libro. Aunque se presentó en Astorga en la Biblioteca Pública en el pasado mes de agosto, lo ocurrido en el acto, que degeneró en acontecimiento marcadamente social, aconsejaba este retraso para descontextualizarlo y poder referirnos a él con la debida atención.
No nos sorprende este trabajo de Lala Isla, ya que en estas mismas páginas de Astorga Redacción había anticipado datos de su redacción y de sus propósitos. La obra tiene dos partes. En la primera se adentra en la memoria familiar, en donde como se ha señalado puede incurrir en errores de memoria. La memoria es eso, recordar y el recuerdo a veces nos llega empañado de inexactitudes e imprecisiones que al recogerlas nos pueden llevar, sin embargo, al encuentro de la verdad. Puede despistar el prólogo del hispanista Paul Preston, que con su currículo de historiador y la condición de alumna suya por parte de Lala pueda hacer creer que nos encontramos con un libro de historia. Nada de eso, lo dice ella en el título de ‘rendijas’, que nos dejan mirar y ver, que nos puede llevar más a allá, a lo que sea intrahistoria.
Libro etnográfico en realidad en esta primera parte, que como tal es más un ensayo libre y desenfadado que tratado histórico. Concurren aquí dos circunstancias. La imprecisión de la memoria, teniendo en cuenta que para el narrador es lo que vale, o los retratos sociales que realiza que pudieran no coincidir con la propia visión de los protagonistas, que no ven los recuerdos de la misma manera con las que nos vemos a nosotros mismos.
La autora marca la diferencia entre la vida en un barrio burgués barcelonés y la vida con pobres en La Bañeza y descubre que la aceptación venía impuesta por la religión católica y que la Iglesia había bendecido la guerra con muchos obispos que hacían el saludo fascista y solo se hablaba de los curas que habían matado los rojos y no de los curas que habían delatado e incluso hecho matar a rojos. Los ricos, incluso en los pueblos, tenían privilegios y los pobres solo deberes implícitos y esta desigualdad había sido consagrada por la guerra. Evoca así mismo la vida recordada en su viaje con Mercedes Unzeta en el año 1987 y destaca el provincianismo y el clasismo en las zonas que recorren de La Bañeza y Astorga.
Refiere la construcción de la catedral. Describe el coro. La escuela de la tía Petaca en Puerta de Rey. El colegio de la Milagrosa. Evoca a Emilio el Pertiguero. La ejecución por Antonio Gaudí de su proyecto de Palacio Episcopal por encargo de su paisano reusino el obispo Grau Vallespinós y anota que Gaudí tuvo una novia en Astorga y apunta “los éxitos de Pilarín Pallarés”, parienta de los Panero y sus bailes en el Casino con el avión Plus Ultra.
![[Img #43451]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/6507_foto-2.jpg)
De especial relevancia resultan las descripciones etnográficas de Astorga como, por ejemplo, los refajos maragatos que recuerda de su infancia que lucían algunas mujeres y los aretes de oro. La evocación de la vieja parroquia de San Andrés con un campanario estrafalario que pretendía ser nórdico y el paso de Cañinas en su interior, imprescindible en la Semana Santa astorgana de aquellos tiempos como la vía de escape de ‘matar judíos’, reflejo de los miedos seculares que se han ido acumulando en los niños a través de las tradiciones.
Hasta evoca canciones de aquellos tiempos como ‘El bayón’ o ‘Ya viene el negro zumbón’ y ‘Piel Canela’. Como rememora la afición a la fotografía de su abuelo José Ortiz, que le llevaría a montar un estudio fotográfico, que luego se lo traspasaría a Bueno, que conservaba en sus archivos daguerrotipos de Ortiz. Se remonta en sus investigaciones a Carcabuey, en Córdoba, donde investiga los antecedentes de sus antepasados. Invoca la casa de enfrente del Palacio Gaudí en la que vivieron como la casa de los Ortiz en la Plaza de Santo Domingo, en Puerta de Rey, donde su abuelo instaló su primera imprenta antes de trasladarse a Madrid, en donde montó una que tuvo alcance internacional, especializada en crismas de Navidad y que sumó más de doscientos trabajadores. Como recorre la admiración de las mujeres de su familia por lo extranjero y menosprecio de lo local, expresada en su elección del té como pasaporte a la finura.
De la primera parte de la Astorga y La Bañeza recordadas pasa a la segunda con el pasado clarificado como respuesta a sus investigaciones. Recoge las notas de sociedad de 'El Pensamiento' y su cambio de lenguaje a partir del 18 de julio de 1936. Parte de la visión que le suscita la afirmación familiar de que “aquí no sucedió nada” y es lo que le mueve a investigar lo que realmente ocurrió en los lugares de origen de sus padres.
Descubre que a los tres días del Golpe de Estado militar mueren dos milicianos, cuando las tropas se dirigen a tomar Astorga y el Ayuntamiento. En medio de la confusión, una bala perdida, acaba con la vida de un niño, Gerardito Gavela, que desde el balcón de su casa contempla el movimiento de las tropas asaltantes. Lala se detiene en seguir a través de ‘El Pensamiento’ el suceso en una crónica que con acierto califica de mentirosa que hace a la víctima, con un lenguaje hipócrita, ángel y mártir, y se atreve a afirmar que el día de sus primera comunión había pedido para sí el martirio, lo que le lleva al cronista, como testigo privilegiado, a describir su entrada en el cielo.
En la ciudad se inicia la recogida de objetos religiosos: medallas, crucifijos, escapularios y estampitas para enviarlos al frente, así como donativos para pagar el coste de la guerra. Se publican listas con las cantidades donadas con la intención de dejar constancia de las adhesiones al Alzamiento y estimular las donaciones, al tiempo que se recaba oro para la patria, mantas y otros recursos para el frente y se da la condición de españoles a los que donan y se les niega a los de izquierdas.
'El Pensamiento Astorgano', a partir de julio de 1936, da cuenta de juicios sumarísimos y sentencias de muerte en la provincia, que aparecían prácticamente en todos los números para ejemplo y amedrentamiento. Recoge igualmente los homenajes a los fascistas italianos, así como la producción de textos fascistas y moralizantes de exaltado patriotismo.
![[Img #43455]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/4201_img_28817.jpg)
Lala Isla mantiene la actitud de querer saber por qué ocurren las cosas y eso irrita a su propio padre Alfredo Isla. Cuando quiere saber por qué razón estuvo encarcelado en vez de explicárselo le responde contrariado: “O sea que defiendes a los que me encarcelaron”. Una respuesta semejante a muchas que le llegarán para acabar con la coletilla estúpida: “Pues en Rusia se vive fatal”.
En el capítulo 10 recorre los sucesos acecidos en La Bañeza, de cariz muy similar a los de Astorga. Refleja incidentes similares en los ‘rojos’ y los ‘azules’, en los que según los testimonios de su familia paterna está muy clara la actitud provocadora y desalmada de los izquierdistas y la inocente y víctima de los ‘azules’, sin que se apunten las razones de por qué sucedió lo que estaba sucediendo. Recuerda a las mujeres con los cestos en los que llevaban comida a sus maridos encarcelados cuando regresaban con ellos porque los carceleros les decían que ya no los necesitaban. Ocultaban los signos de luto por algún familiar, por miedo a ser represaliadas. Quienes ahora recriminan a los que buscan los huesos de sus antepasados recuerdan a aquellos falangistas y requetés encargados del orden público durante la guerra que rapaban y hacían ingerir aceite de ricino a aquellas viudas que osaban vestir de luto porque hacían ostentación de su dolor.
La Reforma Agraria fue una de las preocupaciones de la República pero cuando gana el Frente Popular los terratenientes evitaron contratar a los campesinos que estuvieran sindicados y se opusieron a las mejoras que había implantado. Se llegó a afirmar que la solución estaba en exterminar a un tercio de la población masculina y limpiar el país de proletarios.
La República legalizó la igualdad del hombre y la mujer. Instauró el sufragio femenino, el divorcio, el seguro de maternidad, la reforma agraria y el plan nacional de educación. Reformas inaceptables para quienes deseaban que todo permaneciera igual porque a ellos les iba bien y a los que no, aunque no tuvieran para comer, no importaba.
Más o menos lo que ahora ocurre cuando surge VOX y los partidos de derechas tratan de impedir el progreso. Entones se dio la proyección machista, de acuerdo con el ideario falangista. Ahora resurge el franquismo frente al ideario feminista, porque la historia se repite como cuando llamaban ángeles a las chicas de derechas e insultaban a las republicanas.
Lala a través de un testigo, relata el asalto a la comandancia falangista donde se encontraban las tres enfermeras de Astorga, de forma muy distinta a como lo relatara Concha Espina en su libro ‘Princesas del martirio’ (1940). No consta que mataran a los milicianos que fueron a parlamentar, sino, al contrario, describe el apresamiento de los buenos por parte de los malos cuando los milicianos bajaron en tropel sin tener que disparar un solo tiro y les apresaron.
Los sublevados siguieron el mito de Adán, encelado por Eva. Es así como se narra la violación de las mujeres astorganas, mientras en el exterior hacen girar las ruedas de una carreta para no dejar oír sus gritos. El testigo cuenta que una mujer sube al camión en el que van los prisioneros preguntándoles quien ha matado a su marido y nadie le contesta. Entones, llena de ira, saca una pistola y otra que va con ella le sigue y entre las dos matan a tiros a varios de los apresados, entre los que están las enfermeras. Esta es la versión del testigo y no la oficial en la que consta que son fusiladas en un prado por las milicianas.
![[Img #43454]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/4736_yola_236.jpg)
Mientras algunos familiares de las jóvenes asesinadas muestran su prudencia en el relato y repiten que ‘hay que perdonar’, otros familiares, que se consideran a sí mismos más cristianos, no se conducen igual, dando por hecho lo no probado. Revelar estos hechos justifica la oposición a Lala por contar estas cosas cuando querrían exigir que se mantuvieran calladas.
Relata historias de la guerra y de las batallas de Teruel y del Ebro en las que lucha su padre. Como habla de la ayuda internacional de alemanes e italianos al ejército de Franco y cómo en contra de estos el Generalísimo prolongó la guerra que no concluyó hasta que Hitler lo exigió y ya sin la ayuda de las brigadas internacionales al ejército republicano.
En los primeros tiempos de la guerra se hicieron muchas barbaridades por los dos bandos. Describe la historia desconocida del segundo campo de concentración que hubo en Astorga, además del del cuartel de Santocildes, en la Papelera, al lado de la tapia lateral del cementerio. Entre ambos hicieron que Astorga elevara su censo a más de 14.000 habitantes, cifra que nunca había alcanzado. De la Causa General, escribe, que se ideó para justificar a posteriori el golpe, la represión y la guerra y que está plagada de falsedades e injurias a miles de personas inocentes. Se creó por decreto en 1940 y se ratificó en 1943. Comandó a las autoridades de todo el país a que hicieran informes sobre los abusos causados por los ‘rojos’. El régimen que se instaló al acabar la guerra convirtió a los españoles en delatores y verdugos.
No fue otra cosa que “un sistema de denuncia legal y un instrumento estatal para estimular la delación”. En su discurso tras la proclamación de la victoria Franco afirmó: “Un estado totalitario armonizará en España… El trabajo establecido como el más de los ineludibles deberes será el único exponente de la voluntad popular”. En 1938 habló de 470.000 víctimas causada por los rojos. Sin embargo la Causa General determina que eran 85.944 y encima esta cifra se había alcanzado repitiendo a muchas de ellas en varios lugares a la vez.
‘El Pensamiento’ reflejó la nueva España con noticias de una banalidad extrema y la exaltación de la mediocridad, plagadas de folclore provincial que se usaba para llenar la desinformación. Franco hizo este desatinado comentario: “Estábamos al borde del abismo pero hemos dado un paso hacia adelante.”
Lala se refiere a los masones en Astorga, menos de lo que se dice, que tienen preocupaciones sociales y piden el remedio para la enseñanza e intervienen en contra de dos ediles conservadores que bloquean un proyecto de urbanismo, lo que incide negativamente sobre la escasez de trabajo. Resultan acusados por la Falange, que engloba bajo una misma etiqueta a masones, comunistas y peligrosos.
Describe los diferentes mundos religiosos de los católicos y entre la formación abierta y liberal de su madre y la tridentina de su padre y ejemplificada en la devoción y mitos de la Virgen del Pilar o la doble moral católica. La iglesia como una multinacional que vive a costa del Estado y la cristianización de España tras la trama golpista para reponer las costumbres afectadas por la República: divorcio, privilegios eclesiásticos, etc. y describe la reposición de los crucifijos, por ejemplo.
![[Img #43456]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/306_astorgasocialfems.jpg)
Hace un recorrido por los crímenes perpetrados por el bando sublevado a propósito del obispo de León José Álvarez Miranda y se reconoce que habían fusilado a muchos pero tras confesarles y darles de comulgar y se apunta como una proeza, refiriéndose a Queipo de Llano, que un obispo consiguió que no se asesinara en domingo y fiestas de guardar.
Al joven sacerdote Angel Riesco Carbajo, refundador de 'El Adelanto Bañezano', quien luego sería obispo y al que se han propuesto beatificar, los testigos le describen como poco ejemplar y autor de numerosos escritos con una visión cerrada de España y apuntando odio a las personas. Postula una España emancipada de los franceses y superada la indigesta democracia. Ajena a los filósofos baratos y a lo extranjero y a un Gobierno formado por ladrones. Repudia las hordas rojas de los milicianos impotentes, a la hez internacional. Libre de la influencia de judíos y masones y de intelectuales lacayos, aunque con sometimiento a alemanes e italianos de su cuerda.
Franco descubrió y puso en marcha la ‘memoria histórica’ para los vencedores, reconociendo el derecho a recuperar los restos de las víctimas de los vencedores a manos de los vencidos, lo que se sigue negando a los vencidos, cuando se trata de hacer ahora, tantos años más tarde, con los restos de estos enterrados en fosas, pero no se puede porque si se permite se reabren las heridas.
En la Transición no se ha llevado a cabo el necesario tratamiento a quienes fueron los herederos de las víctimas de la guerra. Los hijos y los nietos de los vencedores siguen imponiendo las normas a los descendientes de los vencidos, que siguen sin poder acabar con su trauma. Sin advertir los herederos de los vencedores que con su actitud de imposición siguen sin dejar que la guerra, que ya es pasado, tras 80 años, concluya.
Las víctimas, apunta Lala, transmiten a sus descendientes, según investigaciones realizadas, cambios genéticos que les condicionan con una predisposición a tener problemas de salud. Reencontrar los restos y poder enterrarlos produce una catarsis porque efectivamente así se consuma el duelo congelado, que permanece abierto y en suspenso.
![[Img #43449]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/1321_46-copia.jpg)
En los procesos de exhumaciones se pone en marcha y se desarrolla el movimiento arqueológico para la investigación. Se centran en el estudio psíquico de lo actuado y así se constata que en este tipo de conflictos se producen bloqueos de los protagonistas por razones religiosas e ideológicas que se concretan en silencios y evasión de la realidad. Por la izquierda se tiene la imposibilidad para hacer el duelo y para la derecha la imposibilidad de autoanalizarse como consecuencia de presiones y trasformación del lenguaje. Así se proyecta la exageración de no reabrir las heridas, cuando son ellos los que no han dejado que se cerraran y se lo han impedido a las propias. Se sienten respaldados por considerar que actuaron en nombre de Dios y eso les ayuda a mantenerse abrazados a su equivocación.
¿Qué ocurrió realmente? Lala quiso contestar tras el recorrido efectuado por Astorga y la Bañeza. En esta está casi todo está investigado pero persisten muchas dudas sobre lo que pueda permanecer oculto en Astorga, como parte de lo que queda por investigar en España. Se le puede acusar de no haber aportado por igual luz sobre los crímenes de los rojos pero ella buscaba lo que había habido detrás del ‘Movimiento’, sustentador de todos los males que nos aquejaban.
Sus propuestas resultan contundentes e invitan al necesario debate que se sigue eludiendo para no cerrar de una vez aquella guerra con todo lo que sí que pasó. Como encerrase en la exactitud de la memoria anecdótica, cuando es algo circunstancial. Es la forma de eludir el verdadero debate que continúa pendiente. Por eso la propuesta de Lala Isla tiene todo su valor.
Lala Isla. Las rendijas de la desmemoria; Editorial Lobo Sapiens, 2018. 624 pags
Intencionadamente hemos tardado en acometer la reseña crítica de este libro. Aunque se presentó en Astorga en la Biblioteca Pública en el pasado mes de agosto, lo ocurrido en el acto, que degeneró en acontecimiento marcadamente social, aconsejaba este retraso para descontextualizarlo y poder referirnos a él con la debida atención.
No nos sorprende este trabajo de Lala Isla, ya que en estas mismas páginas de Astorga Redacción había anticipado datos de su redacción y de sus propósitos. La obra tiene dos partes. En la primera se adentra en la memoria familiar, en donde como se ha señalado puede incurrir en errores de memoria. La memoria es eso, recordar y el recuerdo a veces nos llega empañado de inexactitudes e imprecisiones que al recogerlas nos pueden llevar, sin embargo, al encuentro de la verdad. Puede despistar el prólogo del hispanista Paul Preston, que con su currículo de historiador y la condición de alumna suya por parte de Lala pueda hacer creer que nos encontramos con un libro de historia. Nada de eso, lo dice ella en el título de ‘rendijas’, que nos dejan mirar y ver, que nos puede llevar más a allá, a lo que sea intrahistoria.
Libro etnográfico en realidad en esta primera parte, que como tal es más un ensayo libre y desenfadado que tratado histórico. Concurren aquí dos circunstancias. La imprecisión de la memoria, teniendo en cuenta que para el narrador es lo que vale, o los retratos sociales que realiza que pudieran no coincidir con la propia visión de los protagonistas, que no ven los recuerdos de la misma manera con las que nos vemos a nosotros mismos.
La autora marca la diferencia entre la vida en un barrio burgués barcelonés y la vida con pobres en La Bañeza y descubre que la aceptación venía impuesta por la religión católica y que la Iglesia había bendecido la guerra con muchos obispos que hacían el saludo fascista y solo se hablaba de los curas que habían matado los rojos y no de los curas que habían delatado e incluso hecho matar a rojos. Los ricos, incluso en los pueblos, tenían privilegios y los pobres solo deberes implícitos y esta desigualdad había sido consagrada por la guerra. Evoca así mismo la vida recordada en su viaje con Mercedes Unzeta en el año 1987 y destaca el provincianismo y el clasismo en las zonas que recorren de La Bañeza y Astorga.
Refiere la construcción de la catedral. Describe el coro. La escuela de la tía Petaca en Puerta de Rey. El colegio de la Milagrosa. Evoca a Emilio el Pertiguero. La ejecución por Antonio Gaudí de su proyecto de Palacio Episcopal por encargo de su paisano reusino el obispo Grau Vallespinós y anota que Gaudí tuvo una novia en Astorga y apunta “los éxitos de Pilarín Pallarés”, parienta de los Panero y sus bailes en el Casino con el avión Plus Ultra.
De especial relevancia resultan las descripciones etnográficas de Astorga como, por ejemplo, los refajos maragatos que recuerda de su infancia que lucían algunas mujeres y los aretes de oro. La evocación de la vieja parroquia de San Andrés con un campanario estrafalario que pretendía ser nórdico y el paso de Cañinas en su interior, imprescindible en la Semana Santa astorgana de aquellos tiempos como la vía de escape de ‘matar judíos’, reflejo de los miedos seculares que se han ido acumulando en los niños a través de las tradiciones.
Hasta evoca canciones de aquellos tiempos como ‘El bayón’ o ‘Ya viene el negro zumbón’ y ‘Piel Canela’. Como rememora la afición a la fotografía de su abuelo José Ortiz, que le llevaría a montar un estudio fotográfico, que luego se lo traspasaría a Bueno, que conservaba en sus archivos daguerrotipos de Ortiz. Se remonta en sus investigaciones a Carcabuey, en Córdoba, donde investiga los antecedentes de sus antepasados. Invoca la casa de enfrente del Palacio Gaudí en la que vivieron como la casa de los Ortiz en la Plaza de Santo Domingo, en Puerta de Rey, donde su abuelo instaló su primera imprenta antes de trasladarse a Madrid, en donde montó una que tuvo alcance internacional, especializada en crismas de Navidad y que sumó más de doscientos trabajadores. Como recorre la admiración de las mujeres de su familia por lo extranjero y menosprecio de lo local, expresada en su elección del té como pasaporte a la finura.
De la primera parte de la Astorga y La Bañeza recordadas pasa a la segunda con el pasado clarificado como respuesta a sus investigaciones. Recoge las notas de sociedad de 'El Pensamiento' y su cambio de lenguaje a partir del 18 de julio de 1936. Parte de la visión que le suscita la afirmación familiar de que “aquí no sucedió nada” y es lo que le mueve a investigar lo que realmente ocurrió en los lugares de origen de sus padres.
Descubre que a los tres días del Golpe de Estado militar mueren dos milicianos, cuando las tropas se dirigen a tomar Astorga y el Ayuntamiento. En medio de la confusión, una bala perdida, acaba con la vida de un niño, Gerardito Gavela, que desde el balcón de su casa contempla el movimiento de las tropas asaltantes. Lala se detiene en seguir a través de ‘El Pensamiento’ el suceso en una crónica que con acierto califica de mentirosa que hace a la víctima, con un lenguaje hipócrita, ángel y mártir, y se atreve a afirmar que el día de sus primera comunión había pedido para sí el martirio, lo que le lleva al cronista, como testigo privilegiado, a describir su entrada en el cielo.
En la ciudad se inicia la recogida de objetos religiosos: medallas, crucifijos, escapularios y estampitas para enviarlos al frente, así como donativos para pagar el coste de la guerra. Se publican listas con las cantidades donadas con la intención de dejar constancia de las adhesiones al Alzamiento y estimular las donaciones, al tiempo que se recaba oro para la patria, mantas y otros recursos para el frente y se da la condición de españoles a los que donan y se les niega a los de izquierdas.
'El Pensamiento Astorgano', a partir de julio de 1936, da cuenta de juicios sumarísimos y sentencias de muerte en la provincia, que aparecían prácticamente en todos los números para ejemplo y amedrentamiento. Recoge igualmente los homenajes a los fascistas italianos, así como la producción de textos fascistas y moralizantes de exaltado patriotismo.
Lala Isla mantiene la actitud de querer saber por qué ocurren las cosas y eso irrita a su propio padre Alfredo Isla. Cuando quiere saber por qué razón estuvo encarcelado en vez de explicárselo le responde contrariado: “O sea que defiendes a los que me encarcelaron”. Una respuesta semejante a muchas que le llegarán para acabar con la coletilla estúpida: “Pues en Rusia se vive fatal”.
En el capítulo 10 recorre los sucesos acecidos en La Bañeza, de cariz muy similar a los de Astorga. Refleja incidentes similares en los ‘rojos’ y los ‘azules’, en los que según los testimonios de su familia paterna está muy clara la actitud provocadora y desalmada de los izquierdistas y la inocente y víctima de los ‘azules’, sin que se apunten las razones de por qué sucedió lo que estaba sucediendo. Recuerda a las mujeres con los cestos en los que llevaban comida a sus maridos encarcelados cuando regresaban con ellos porque los carceleros les decían que ya no los necesitaban. Ocultaban los signos de luto por algún familiar, por miedo a ser represaliadas. Quienes ahora recriminan a los que buscan los huesos de sus antepasados recuerdan a aquellos falangistas y requetés encargados del orden público durante la guerra que rapaban y hacían ingerir aceite de ricino a aquellas viudas que osaban vestir de luto porque hacían ostentación de su dolor.
La Reforma Agraria fue una de las preocupaciones de la República pero cuando gana el Frente Popular los terratenientes evitaron contratar a los campesinos que estuvieran sindicados y se opusieron a las mejoras que había implantado. Se llegó a afirmar que la solución estaba en exterminar a un tercio de la población masculina y limpiar el país de proletarios.
La República legalizó la igualdad del hombre y la mujer. Instauró el sufragio femenino, el divorcio, el seguro de maternidad, la reforma agraria y el plan nacional de educación. Reformas inaceptables para quienes deseaban que todo permaneciera igual porque a ellos les iba bien y a los que no, aunque no tuvieran para comer, no importaba.
Más o menos lo que ahora ocurre cuando surge VOX y los partidos de derechas tratan de impedir el progreso. Entones se dio la proyección machista, de acuerdo con el ideario falangista. Ahora resurge el franquismo frente al ideario feminista, porque la historia se repite como cuando llamaban ángeles a las chicas de derechas e insultaban a las republicanas.
Lala a través de un testigo, relata el asalto a la comandancia falangista donde se encontraban las tres enfermeras de Astorga, de forma muy distinta a como lo relatara Concha Espina en su libro ‘Princesas del martirio’ (1940). No consta que mataran a los milicianos que fueron a parlamentar, sino, al contrario, describe el apresamiento de los buenos por parte de los malos cuando los milicianos bajaron en tropel sin tener que disparar un solo tiro y les apresaron.
Los sublevados siguieron el mito de Adán, encelado por Eva. Es así como se narra la violación de las mujeres astorganas, mientras en el exterior hacen girar las ruedas de una carreta para no dejar oír sus gritos. El testigo cuenta que una mujer sube al camión en el que van los prisioneros preguntándoles quien ha matado a su marido y nadie le contesta. Entones, llena de ira, saca una pistola y otra que va con ella le sigue y entre las dos matan a tiros a varios de los apresados, entre los que están las enfermeras. Esta es la versión del testigo y no la oficial en la que consta que son fusiladas en un prado por las milicianas.
Mientras algunos familiares de las jóvenes asesinadas muestran su prudencia en el relato y repiten que ‘hay que perdonar’, otros familiares, que se consideran a sí mismos más cristianos, no se conducen igual, dando por hecho lo no probado. Revelar estos hechos justifica la oposición a Lala por contar estas cosas cuando querrían exigir que se mantuvieran calladas.
Relata historias de la guerra y de las batallas de Teruel y del Ebro en las que lucha su padre. Como habla de la ayuda internacional de alemanes e italianos al ejército de Franco y cómo en contra de estos el Generalísimo prolongó la guerra que no concluyó hasta que Hitler lo exigió y ya sin la ayuda de las brigadas internacionales al ejército republicano.
En los primeros tiempos de la guerra se hicieron muchas barbaridades por los dos bandos. Describe la historia desconocida del segundo campo de concentración que hubo en Astorga, además del del cuartel de Santocildes, en la Papelera, al lado de la tapia lateral del cementerio. Entre ambos hicieron que Astorga elevara su censo a más de 14.000 habitantes, cifra que nunca había alcanzado. De la Causa General, escribe, que se ideó para justificar a posteriori el golpe, la represión y la guerra y que está plagada de falsedades e injurias a miles de personas inocentes. Se creó por decreto en 1940 y se ratificó en 1943. Comandó a las autoridades de todo el país a que hicieran informes sobre los abusos causados por los ‘rojos’. El régimen que se instaló al acabar la guerra convirtió a los españoles en delatores y verdugos.
No fue otra cosa que “un sistema de denuncia legal y un instrumento estatal para estimular la delación”. En su discurso tras la proclamación de la victoria Franco afirmó: “Un estado totalitario armonizará en España… El trabajo establecido como el más de los ineludibles deberes será el único exponente de la voluntad popular”. En 1938 habló de 470.000 víctimas causada por los rojos. Sin embargo la Causa General determina que eran 85.944 y encima esta cifra se había alcanzado repitiendo a muchas de ellas en varios lugares a la vez.
‘El Pensamiento’ reflejó la nueva España con noticias de una banalidad extrema y la exaltación de la mediocridad, plagadas de folclore provincial que se usaba para llenar la desinformación. Franco hizo este desatinado comentario: “Estábamos al borde del abismo pero hemos dado un paso hacia adelante.”
Lala se refiere a los masones en Astorga, menos de lo que se dice, que tienen preocupaciones sociales y piden el remedio para la enseñanza e intervienen en contra de dos ediles conservadores que bloquean un proyecto de urbanismo, lo que incide negativamente sobre la escasez de trabajo. Resultan acusados por la Falange, que engloba bajo una misma etiqueta a masones, comunistas y peligrosos.
Describe los diferentes mundos religiosos de los católicos y entre la formación abierta y liberal de su madre y la tridentina de su padre y ejemplificada en la devoción y mitos de la Virgen del Pilar o la doble moral católica. La iglesia como una multinacional que vive a costa del Estado y la cristianización de España tras la trama golpista para reponer las costumbres afectadas por la República: divorcio, privilegios eclesiásticos, etc. y describe la reposición de los crucifijos, por ejemplo.
Hace un recorrido por los crímenes perpetrados por el bando sublevado a propósito del obispo de León José Álvarez Miranda y se reconoce que habían fusilado a muchos pero tras confesarles y darles de comulgar y se apunta como una proeza, refiriéndose a Queipo de Llano, que un obispo consiguió que no se asesinara en domingo y fiestas de guardar.
Al joven sacerdote Angel Riesco Carbajo, refundador de 'El Adelanto Bañezano', quien luego sería obispo y al que se han propuesto beatificar, los testigos le describen como poco ejemplar y autor de numerosos escritos con una visión cerrada de España y apuntando odio a las personas. Postula una España emancipada de los franceses y superada la indigesta democracia. Ajena a los filósofos baratos y a lo extranjero y a un Gobierno formado por ladrones. Repudia las hordas rojas de los milicianos impotentes, a la hez internacional. Libre de la influencia de judíos y masones y de intelectuales lacayos, aunque con sometimiento a alemanes e italianos de su cuerda.
Franco descubrió y puso en marcha la ‘memoria histórica’ para los vencedores, reconociendo el derecho a recuperar los restos de las víctimas de los vencedores a manos de los vencidos, lo que se sigue negando a los vencidos, cuando se trata de hacer ahora, tantos años más tarde, con los restos de estos enterrados en fosas, pero no se puede porque si se permite se reabren las heridas.
En la Transición no se ha llevado a cabo el necesario tratamiento a quienes fueron los herederos de las víctimas de la guerra. Los hijos y los nietos de los vencedores siguen imponiendo las normas a los descendientes de los vencidos, que siguen sin poder acabar con su trauma. Sin advertir los herederos de los vencedores que con su actitud de imposición siguen sin dejar que la guerra, que ya es pasado, tras 80 años, concluya.
Las víctimas, apunta Lala, transmiten a sus descendientes, según investigaciones realizadas, cambios genéticos que les condicionan con una predisposición a tener problemas de salud. Reencontrar los restos y poder enterrarlos produce una catarsis porque efectivamente así se consuma el duelo congelado, que permanece abierto y en suspenso.
En los procesos de exhumaciones se pone en marcha y se desarrolla el movimiento arqueológico para la investigación. Se centran en el estudio psíquico de lo actuado y así se constata que en este tipo de conflictos se producen bloqueos de los protagonistas por razones religiosas e ideológicas que se concretan en silencios y evasión de la realidad. Por la izquierda se tiene la imposibilidad para hacer el duelo y para la derecha la imposibilidad de autoanalizarse como consecuencia de presiones y trasformación del lenguaje. Así se proyecta la exageración de no reabrir las heridas, cuando son ellos los que no han dejado que se cerraran y se lo han impedido a las propias. Se sienten respaldados por considerar que actuaron en nombre de Dios y eso les ayuda a mantenerse abrazados a su equivocación.
¿Qué ocurrió realmente? Lala quiso contestar tras el recorrido efectuado por Astorga y la Bañeza. En esta está casi todo está investigado pero persisten muchas dudas sobre lo que pueda permanecer oculto en Astorga, como parte de lo que queda por investigar en España. Se le puede acusar de no haber aportado por igual luz sobre los crímenes de los rojos pero ella buscaba lo que había habido detrás del ‘Movimiento’, sustentador de todos los males que nos aquejaban.
Sus propuestas resultan contundentes e invitan al necesario debate que se sigue eludiendo para no cerrar de una vez aquella guerra con todo lo que sí que pasó. Como encerrase en la exactitud de la memoria anecdótica, cuando es algo circunstancial. Es la forma de eludir el verdadero debate que continúa pendiente. Por eso la propuesta de Lala Isla tiene todo su valor.