Cosas espléndidas (para mi vida)
![[Img #43550]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2019/5604_domingo-vela-1912532_10202624600370327_421519283_o.jpg)
Una glicinia en su primera floración cuyas múltiples flores penden del entramado de una pérgola.
Tomarse una copa de vino blanco, adecuadamente fresco, sentado en una terraza frente al mar, acompañada de unos camarones al ajillo.
Pasearse descalzo sobre un césped bien cuidado, tupido, y que todavía le quede humedad del rocío.
Hacer el amor recién despertada. Todavía con la somnolencia de la noche.
Reírse con ganas, a carcajadas, por una tontería sin sentido.
Pasarse la tarde reposando en una tumbona, en un jardín primaveral, leyendo un buen libro.
Oír a las ranas croar y chapotear en el agua.
Tener en tu jardín un estanque con bellos y primorosos nenúfares flotando en sus aguas.
El profundo y entrañable abrazo de un amigo.
Ir a la Opera y salir con el espíritu felizmente dilatado, desembarazado de la realidad, dichoso.
La llamada inesperada de un amigo querido.
Tomar el té de las cinco (o las seis) en buena compañía y mejor conversación.
Que te reconozcan y respeten tu trabajo sin alabanzas exageradas ni miramientos extremos.
Tener amigos incondicionales que respalden tu existencia.
Un plato de caviar de beluga. Un plato de angulas.
Los espinos en flor. Muchos espinos en flor. Un campo de espinos en flor.
Unos preciosos zapatos de tacón que no te hagan daño.
Ir a la peluquería y salir satisfecha.
Escuchar el delicioso, placentero y alborotado trino de los pájaros al amanecer desde el mullido calor de la cama.
Meterse en la cama con sábanas de puro algodón recién planchadas.
Sentirse estupenda, única, con un hermoso vestido y que los demás te vean igualmente estupenda, única.
Un largo galope a caballo.
Rodearte de cosas bellas. Y de personas bellas (más por dentro que por fuera).
Recibir inesperadamente en casa, por un mensajero, un espléndido ramo de flores (no necesariamente rosas).
Las delicadas flores del árbol del membrillo.
Los hijos queridos y querientes.
La ausencia de mediocridad en el entorno.
Tener dinero en el banco. El suficiente para no tener que prostituirse con trabajos embrutecedores.
Tener las herramientas adecuadas para poder desarrollar la creatividad en cada momento de inspiración.
Ser correspondida.
Cosas molestas.
Un olor fétido. La ingratitud. La mentira, el engaño y la desconsideración en círculos cercanos y menos cercanos como los políticos.
Oh témpora o mores.
Una glicinia en su primera floración cuyas múltiples flores penden del entramado de una pérgola.
Tomarse una copa de vino blanco, adecuadamente fresco, sentado en una terraza frente al mar, acompañada de unos camarones al ajillo.
Pasearse descalzo sobre un césped bien cuidado, tupido, y que todavía le quede humedad del rocío.
Hacer el amor recién despertada. Todavía con la somnolencia de la noche.
Reírse con ganas, a carcajadas, por una tontería sin sentido.
Pasarse la tarde reposando en una tumbona, en un jardín primaveral, leyendo un buen libro.
Oír a las ranas croar y chapotear en el agua.
Tener en tu jardín un estanque con bellos y primorosos nenúfares flotando en sus aguas.
El profundo y entrañable abrazo de un amigo.
Ir a la Opera y salir con el espíritu felizmente dilatado, desembarazado de la realidad, dichoso.
La llamada inesperada de un amigo querido.
Tomar el té de las cinco (o las seis) en buena compañía y mejor conversación.
Que te reconozcan y respeten tu trabajo sin alabanzas exageradas ni miramientos extremos.
Tener amigos incondicionales que respalden tu existencia.
Un plato de caviar de beluga. Un plato de angulas.
Los espinos en flor. Muchos espinos en flor. Un campo de espinos en flor.
Unos preciosos zapatos de tacón que no te hagan daño.
Ir a la peluquería y salir satisfecha.
Escuchar el delicioso, placentero y alborotado trino de los pájaros al amanecer desde el mullido calor de la cama.
Meterse en la cama con sábanas de puro algodón recién planchadas.
Sentirse estupenda, única, con un hermoso vestido y que los demás te vean igualmente estupenda, única.
Un largo galope a caballo.
Rodearte de cosas bellas. Y de personas bellas (más por dentro que por fuera).
Recibir inesperadamente en casa, por un mensajero, un espléndido ramo de flores (no necesariamente rosas).
Las delicadas flores del árbol del membrillo.
Los hijos queridos y querientes.
La ausencia de mediocridad en el entorno.
Tener dinero en el banco. El suficiente para no tener que prostituirse con trabajos embrutecedores.
Tener las herramientas adecuadas para poder desarrollar la creatividad en cada momento de inspiración.
Ser correspondida.
Cosas molestas.
Un olor fétido. La ingratitud. La mentira, el engaño y la desconsideración en círculos cercanos y menos cercanos como los políticos.
Oh témpora o mores.