ENTREVISTA / Diego Carcedo, ex director de informativos de TVE y corresponsal de guerra
"Como director de informativos en TVE aprendí que todos los políticos son iguales, quieren que le saques mucho y muy bien"
El periodista Diego Carcedo ha estado en Astorga para participar en el ciclo 'Panorama desde la Muralla'. Este periodista asturiano (Cangas de Onís, 1940), ha estado ligado en casi toda su carrera profesional a Televisión Española donde ingresa en 1974. Desde el programa 'Los reporteros' cubrió acontecimientos históricos como la Revolución de los Claveles en Portugal. En 1989 fue nombrado director de los Servicios Informativos de TVE y en 1991 director de Radio Nacional de España. En 2006 fue elegido como Presidente de la Asociación de Periodistas Europeos. Entre otros ha publicado los libros 'Neruda y el barco de la esperanza', 'El Schindler de la guerra civil', o 'Entre bestias y héroes: los españoles que plantaron cara al Holocausto' con el que ganó el Premio Espasa de Ensayo en 2011.
![[Img #43991]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/06_2019/5343_diego-carcedo.jpg)
Mercedes Unzeta: Usted forma parte de los míticos periodistas aguerridos de la historia de nuestra televisión junto con De la Cuadra Salcedo, González Grenn y otros. Las circunstancias en el mundo periodístico han cambiado y ya no se da esa figura de héroe. Entiendo que se ha roto esa fascinación por la ‘aventura de la guerra’ y por aquellos que se metieron en ella para contárnosla. ¿Cree que se debe a que ahora hay más guerras que antes, que ahora estamos cansados (emocionalmente) de tantas guerras, o que ahora ya no se comunica como antes?
Diego Carcedo: Son varias preguntas en una. Yo voy a empezar por decir que no éramos héroes, desde luego yo no me tengo por eso, ni muchísimo menos. Los que ha nombrado y algunos más hemos cubierto acontecimientos bélicos, grandes guerras, yo he estado en siete, pero no éramos héroes. ¿Aventureros? Bueno yo siempre he procurado diferenciar entre periodismo y aventura. Es evidente que durante algún tiempo cuando todavía había una parte del mundo que estaba por descubrir, y que la falta de comunicaciones nos alejaba muchísimo, pues parecía que eras un aventurero porque conseguías llegar allí. Eso nunca lo valoré. Yo siempre me he considerado un periodista que he ido a los sitios a contar la verdad de lo que estaba ocurriendo, a contar el hecho, pero nunca me consideré ni un aventurero, ni lo que yo hacía era una aventura aunque tuviese dificultades, que las tuve, y pasar, a veces problemas graves. No, no. No mezclo periodismo con aventura, lo separo completamente. Puede haber quien lo haya mezclado, pero el que yo hice siempre, el que quiero hacer y en el que creo, no es el de aventurero. Me considero un periodista que asumió riesgos como todos los que fuimos a estos sitios.
Respecto a las guerras. Ahora hay muy pocas guerras, afortunadamente. Tenemos unas cuantas pequeñas: la de Siria, la del Yemen, en Africa hay algunas guerras que aparecen y desaparecen, en Centro África, en Sudán del Sur… Desde la guerra del Vietnam, que fue la guerra grande y gorda de los últimos tiempos y marcó mucho por muchas razones, ha habido la del Golf Pérsico y la guerra de los Balcanes, estas dos no tan grandes como fue la de Vietnam- Afortunadamente, bueno, desafortunadamente, hay algunas escaramuzas como lo que está pasando en Ucrania. Son guerras que no son para estar contando lo que está pasando todos los días. Ahora, con los medios de comunicación que hay, estas guerras las puedes estar viendo en directo y no hay que ir, ni estar allí una semana o diez días.
Ya, por eso se acaba el personalismo del reportero de guerra
Sí, mucho. Ese personalismo yo diría que casi han desaparecido. Ahora están los fotoperiodistas que están haciendo cosas muy buenas. Una profesión que yo nunca practiqué. Yo hice todo tipo de periodismo, de todo, de todo, cualquier cosa que se haya hecho en periodismo lo he hecho yo: desde periodismo local, periodismo de agencia, periodismo nacional español poco, periodismo de viajes, guerras terremotos, golpes de estado, asesinatos de figuras políticas importantes… hice de todo. Después fueron las corresponsalías permanentes en Portugal y en Estados Unidos. Bien es verdad que en Portugal lo compatibilizaba con las guerras en África portuguesa y tenía que viajar mucho y moverme mucho en guerras. Y después la tercera parte fue cuando pasé a despachos.
Si aquel periodismo ha ido bastante a menos es por una razón, porque antes pasaba algo y los sitios te sonaban todos muy lejos. Ahora no ahora oyes “hubo un golpe de cuarenta mil muertos en Pakistán” ahora ir a Pakistán es tirado, hay vuelos directos desde Madrid y en este mismo momento podemos hablar con este teléfono con Pakistán sin ningún problema y nos pueden contar lo que está pasando. Esto ha cambiado radicalmente.
Las nuevas tecnologías nos han cambiado el sistema de periodismo. Los teléfonos móviles, los satélites. Antes tenías que ir a hacer las imágenes en cine, venir a revelarlas, montarlas, se tardaba doce o catorce días. Un hecho importante se veía aquí doce días después. Incluso el video se tardaba tiempo en revelarlo y ahora es automático. Ahora cuando vas a cualquier país que sea, por remoto que sea, tu llegas, haces una imágenes, y llevas unos aparatos, unos teléfonos satelitales que te permiten mandar las imágenes al satélite y las reciben en Madrid en el acto. Y a unos precios muy baratos, no como cuando estaba yo de corresponsal en Estados Unidos que mandar una crónica costaba medio millón de pesetas. Si mandábamos dos o tres al día pues fíjate.
Yo pasé tres meses en Vietnam seguidos que no hablé por teléfono con nadie de fuera de Vietnam. No funcionaba el teléfono con ningún sitio del mundo.
Antes salías a cubrir una información y la primera preocupación no era cómo conseguir la información, no, la primera preocupación era cómo la ibas a poder enviar a Madrid cuando llegases al lugar. Era una preocupación enorme. Fui corresponsal en Portugal, ya en tiempos más recientes, en los años 80, y no tenía línea directa con Madrid, tenía que pedir conferencia que tardaba a veces dos horas. Menos mal que yo me tenía ‘compradas’ algunas telefonistas para que me agilizaran las llamadas.
Tiene una trayectoria profesional envidiable para cualquier periodista ¿Se ha dejado algo en el camino? ¿Le hubiera gustado hacer algo que no ha hecho?
Seguramente sí. Hice muchas cosas y me acuerdo más de las que no debía haber hecho. Me gusta mucho la historia. Me hubiese gustado ser arqueólogo. Me hubiese gustado ser piloto, era mi primera vocación pero no pasé porque soy daltónico. Y ya en el periodismo he hecho de todo, pasé por todo. Cuando estaba metido en despachos importantes echaba mucho de menos el periodismo de cubrir informaciones, no necesariamente de riesgo. Podía ir a cubrir la conferencia de la Organización de la Unidad Africana a Jartum o a una conferencia a Viena, o cosas de la ONU, y eso no tiene riesgo ninguno. No hay que mitificar todo.
Necesidad y obligación de contar lo que pasa, igual que tienes que contar lo que pasa en el pleno municipal del Ayuntamiento de Astorga, y te voy a decir una cosa: hacer periodismo local tiene más riegos que hacer guerras. Claro, no hablo de riegos de muerte, hablo de la tremenda tensión que provoca el periodismo local. Yo hice periodismo local en Asturias, en Oviedo, y al concejal del que has escrito algo en la prensa que no le gustaba, luego te lo podías encontrar en la barra del bar, y va a incordiarte, y luego va ver al director del periódico que es amigo suyo y no sé qué… En la guerra te puede caer una bomba pero al final nadie va a llamar al director, bueno puede quejarse el embajador pero es otro tipo de tensión.
Estaba en Argentina de corresponsal y pasé a Chile para mandar crónicas del golpe de Pinochet, y como todavía vivía Franco no les gustaba las crónicas que mandaba de Pinochet, que naturalmente no eran muy favorables al general, así que rápidamente me mandaron a El Cairo. El cambio fue bastante notable. Era un buen momento informativo para estar en Argentina, Chile, Uruguay… y en el Cairo no pasaba nada.
Las hubo peores. Cuando trabajaba en Pyresa, que era la agencia de noticias del movimiento, en un momento determinado me hicieron un expediente diciendo que yo era comunista, a siete más y a mí. Y yo que soy poco paciente me marché. Entonces me llamó Juan Luis Cebrián, que era el director de Informativos de Televisión Española para contratarme para televisión, y así entré yo en televisión. Yo había hecho prácticas en televisión pero me gustaba más el periodismo impreso.
Estando en Estados Unidos de corresponsal de TVE me cesó Pilar Miró por un correo que no gustó. Y me marché. Y la Agencia EFE me contrató como delegado de la agencia. Y estuve sólo unos meses porque entonces cayó Pilar Miró y me llamaron a mí como Director de Informativos. Nunca me vi como fracasado del todo.
![[Img #43987]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/06_2019/6494_106531_diego-carcedo2.jpg)
¿Su profesión le ha salido al paso o es una vocación innata?
No, no fue innata, me salió al paso. Mi padre quería que estudiara Medicina pero yo estaba estudiando Historia en Madrid. Me llevaba mal con mi padre porque eso de Historia le parecía una gilipollez. Me gustaba la arqueología pero entonces no había posibilidad de prácticas, no es como ahora que por lo menos está Atapuerca. Como no quería volver a Asturias en verano me junté con un grupo asturiano de estudiantes de periodismo, entre los que estaban José Luis Balbín y Ramón Sánchez Ocaña. Me animaron con insistencia a presentarme a los exámenes de periodismo. Y por aburrimiento me presenté, y aprobé gracias a mi buena memoria. Tengo buenísima memoria. En un examen de historia medieval que me preguntaron por los Visigodos llegó un momento en que mi exposición del tema parecía que le aburría al profesor, que era un hijoputa, y me espetó con mal humor “bueno, pero cuántos fueron, concrete usted cuántos fueron los reyes”, y yo que también se hacer teatro empecé ”Ataulfo, Sigerico, Walia, Teodoredo, Turismundo, Teodorico, Eurico, Alarico…“ y así le nombré los 33 reyes godos. Me echó espantado. Yo pensé que me iba a suspender pero me dio sobresaliente. No los sabía ni él.
Aprendía la tabla periódica, las obras de Lope de Vega, la catalogación de los insectos. Sorprendía. En el libro Sobrevivir al miedo no consulté ni un papel para consultar la cantidad de datos que doy y describo. Todo, todo, todo, memoria.
¿Cuántas veces ha visto la muerte en estado de servicio? ¿Son calculables?
Pues yo diría que nunca. Siempre la sentí después de que había pasado el peligro. Yo pasé por momentos de muerte muy muy directos en varias ocasiones, dos las recojo en el libro. Una en un viaje que me quiso matar un taxista entre Managua y Tegucigalpa, en la guerra del football, lo que hizo fue tirarme a la cuneta, robarme y desaparecer con las fronteras cortadas. Ahí sí que vi la muerte muy de cerca. Otras dos o tres veces en Vietnam. Pero siempre el miedo lo sentí después. Es eso de que si oyes la bala silbar no te tienes que ocupar de ella porque ya ha pasado. He sido muy sereno en algunos momentos muy dramáticos, y en algunos casos he sido muy irresponsable. Son cosas de segundos. He pensado me mata aquí pues aquí me muero. En la frontera entre Honduras y el Salvador yo creo que es cuando lo vi más cerca, caminé unos cien metros pensando que me disparaban, que me disparaban y yo pensaba este cabrón me mata pero yo sigo avanzando. Luego, claro, luego el temblor de piernas no es para contarlo. He llegado a pensar qué irresponsable fui en aquel momento.
En ‘Sobrevivir al miedo’, su libro de memorias de guerras, cuenta algunas salidas de tono en momentos conflictivos que podían haberle costado la vida. ¿Había perdido el miedo o no pudo equilibrar la dignidad con el peligro?
Yo creo que no perdí la dignidad. No quiero presumir pero no recuerdo haberla perdido. Voy a pensar sobre ello. El miedo físico yo lo supero, lo he capeado siempre. Hay otros miedos. Uno que me echa para atrás es el miedo al ridículo, yo soy muy tímido, a ese le tengo terror. Cuando veo a los políticos estos que dicen tantas gilipolleces, me espanta. Otro miedo que tengo es a la conciencia. Cuento en el libro un acontecimiento que no fue de peligro físico pero si de conciencia, ese es el que me dejó más marcado.
En el libro hay tres episodios que son claves. Uno el de la conciencia. Otro que me dio mucho nombre que fue en la guerra del Vietnam, y fue el que hizo famoso y la tercera fue la entrevista con Idi Amin Dada, porque en ese momento ¿quién podía entrar en Uganda y acercarse a ese tío? Yo lo pude hacer y tengo muchas anécdotas con él y eso fue un acontecimiento a nivel mundial. Con Amín pasé miedo en algunos momentos. En Vietnam muchísimo. Y el de la conciencia fue en Perú tras un terremoto. Desde que volví de Vietnam he dormido mal.
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¿Algún momento estelar de su vida?
Cuando me dieron el premio Cirilo Rodríguez estando de corresponsal en Estados Unidos, pero no pude venir a recogerlo porque el premio en ese momento no estaba dotado ni pagaban el viaje y yo no podía pagármelo. Me costaba 3.000$. En aquel momento cobrábamos el sueldo en pesetas no en dólares y el dólar estaba muy alto. El sueldo no nos llegaba para nada a Rosa María Calaf y a mí que éramos los dos corresponsales.
Algún homenaje internacional. Fui presidente internacional de periodistas europeos. Pero no soy muy sensible a esas cosas. Me da mucha vergüenza y lo paso muy mal.
Yo empecé en la Nueva España con muchísima suerte y muchísimo éxito local pero me daba tal vergüenza en los actos públicos que me viesen tomando notas que aprovechaba mi buena memoria para memorizar lo que se decía y luego escribir las notas en los lavabos para que no me viese nadie.
¿Si volviera a nacer se dedicaría a lo mismo o le gustaría explorar otros caminos?
No lo sé. A mí me gustaría mucho tocar el piano o el violín. Hice cuatro cursos de música y no aprendí ni a dar la nota. Soy lo más negado que te puedes imaginar. Tengo un oído horrible. Me gusta mucho la música. Estoy todo el día escribiendo y todo el día con música. Me gustaba lo de volar, eso me hubiese gustado muchísimo.
¿Cree que si hoy tuviera 35 años podría hacer lo mismo? ¿Se metería en los mismos fregados en este momento periodístico?
Yo creo que sería más duro conmigo mismo y con todo. Me formé con la dictadura y ejercí el periodismo unos años con Franco y tuve muchos problemas entonces. Francamente creo que quedé muy domesticado periodísticamente. Me arrepiento de no haber mandado hacer puñetas a mucha gente en muchos momentos, a muchas circunstancias, a muchos ministros, a muchos líderes de partidos, a mucha gente que te dice paridas. Yo era tímido. Tenía que haber sido más brusco y más tajante muchas veces. Haber mandado al carajo a algunos jefes de Televisión Española.
¿Qué me gustaría ser ahora? Rico, aunque debe ser muy aburrido.
¿Echa o ha echado en algún momento en falta la adrenalina de la guerra?
Yo creo que soy el único que he hecho ese tipo de cosas y he acabo en los despachos. Ni De la Cuadra, no González Green, ni la Calaf …, ninguno, el único que entró en despachos fui yo. Yo me he ido adaptando bien a todas las situaciones.
Ha escrito y vivido sobre guerras, ¿qué le atrae de las guerras?
Nada, solo contarlas. Contarlas y con pena. Son una barbaridad, es lo peor que puede hacer el ser humano. No hay nada peor y más absurdo que una guerra, donde pierde todo el mundo. No, siempre gana alguien con intereses o ambiciones concretos. Estuve en siete y todas además acabaron en nada. ¿Qué pasó en Vietnam? Ganaron los vietnamitas, se unificó el país y están igual de jodidos los pobres siguen igual de muertos de hambre, los ricos igual de ricos. La guerra del próximo oriente, ahí siguen igual de jodidos.
Un periodista nunca pierde su espíritu de periodista. ¿Le pica alguna situación hoy en la que le gustaría estar metido?
Todos los días me pica algo, cientos de cosas. Yo sigo la actualidad y escribo cinco columnas a la semana para diferentes medios. A parte, como me gusta la Historia, escribo para Historia y vida. Y escribo libros. Y cuando pasa algo concreto de actualidad me llaman para que escriba sobre ello. Y de vez en cuando hay cosas que me apetecerían mucho. Ahora me apetecería ir a Venezuela. De todos los conflictos que hay por ahí me apetecería mucho mucho ir a Venezuela a hacer entrevistas, informaciones. Dentro de Europa me llaman mucho para conferencias, reuniones internacionales, moderar debates internacionales. Sigo muy activo. No estoy jubilado ni me pienso jubilar.
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¿Cómo director de informativos tuvo presiones? ¿Le fue difícil mantener la dignidad?
Sí. Tuve que sucumbir a ellas, tuve que capearlas, tuve que aguantar, tuve que cabrearme tuve que pasar por todos los estadios imaginables. Salí indignado, también tuve que tragar. Yo sabía para quien estaba trabajando y no era un suicida, era un momento en que televisión española era prácticamente la única. El telediario mío tenía doce millones de telespectadores y todo el mundo quería salir y salir bien. Lo que aprendí entonces es que todos los políticos son iguales, PP, PSOE, CS… lo mismo todos. Todos quieren lo mismo, que le saques a ellos mucho y muy bien, que saques a su contrario poco y preferentemente muy mal. Todos quieren salir para que les vean en su pueblo y se cabrean si no les sacas, y un telediario dura media hora y te caben diecisiete noticias, esa es la media, o sea que cabe lo que cabe. Presiones no te puedes imaginar, era una tortura. En televisión incluso tenía espías por todas partes que iban con cuentos a unos y otros de lo que yo había dicho o no había dicho.
¿Cree que la corrupción informativa va in crescendo con el paso del tiempo?
Las noticias falsas, las intoxicaciones que algunos poderes públicos están metiendo a través de las redes sociales, si, por supuesto que sí. Ahora, un periodista no puede evadirse de la línea editorial de su periódico. No puede hacer un artículo sobre la república o defendiendo el divorcio para el ABC, por ejemplo. Hay que saber dónde estás y para quien escribes. Un periodista bueno tiene que olvidarse de sus ideas, tan solo centrarse en informar. También un periodista tiene que ser muy desconfiado y no fiarse nunca de la primera información que le llegue sino mezclar varias.
Ya, eso es básico en periodismo pero ¿cree que eso se hace ahora?
Creo que sí se hace aunque ahora hay más problemas de tiempos, rapidez, urgencias.
Con la llegada de la crisis económica se reemplazaron en Televisión Española los periodistas veteranos por otros más jóvenes. Se redujeron plantillas. Una reconversión que dejó fuera a lo más granado de los periodistas en activo con apenas 50 años. La calidad sufrió. ¿Qué sentido tenía esto? ¿Realmente resultó una buena medida económica?
Televisión tenía que renovarse, como todos los medios de comunicación tienen y deben renovarse continuamente. No se puede mantener una plantilla eternamente por experta que sea. Es bueno, es fundamental, es imprescindible el que esté entrando gente joven. Y también es fundamental e imprescindible tener a la gente mayor que son los que saben y van a transferir a los jóvenes la experiencia de tantos años. El quitarse a los mayores que son los que tenían trienios, por lo tanto más sueldo, creyendo, a cambio, que meter a jóvenes pagándoles 800 euros al mes iban a hacer lo mismo fue un error enorme que cometieron todos los medios, no sólo TVE. Televisión tenía un problema muy forzado de presupuesto. A mí me tocó ese ERE. Yo siendo director de RNE heredé 6.000 trabajadores y sobraban 4.000. Al final a la gente le vino bien el ERE. Yo no conozco a nadie descontento. RTVE saneó pero claro, se quedó con esta gente joven con falta de experiencia. Yo me fijaba en Estados Unidos, la CBS que era la de Dios, tenía mil trabajadores y TVE tenía como 8.000. La CBS lo que tenía era muchas productoras afines con las que trabajaban. TVE tiene ahora 4.000 trabajadores pero aun así tienen que contratar especialistas de las nuevas tecnologías. TVE no se ha actualizado en absoluto.
La política y el periodismo hacen un matrimonio perfecto en su desvirtuación, ¿es posible el divorcio?
Sí. Sólo te contestaré con una frase típica del periodismo sajón, que para mí es el mejor, y que define muy bien lo qué es el periodismo y la política, y define muy bien mi pensamiento al respecto. Se le pregunta a un periodista: “Hombre aquí en esta ciudad (por ejemplo en Astorga) los periodistas y los políticos qué tal lo lleváis, cómo os entendéis. Dice, mira, aquí los periodistas y los políticos nos llevamos a matar, nos odiamos a muerte, y todos los días rezamos para que esto no cambie”. Con un político hay que tener buenas relaciones pero nunca dejarse llevar, no dejarse seducir. Te pueden presionan o te quieren comprar, pero es mucho peor la seducción, esa es la gran putada, la seducción. Enfrentase a la seducción es muy violento, mucho más que al dinero o al poder.
¿El periodismo tiene salvación?
Para tener la verdad hace falta tener muchos medios de comunicación. Si buscamos la verdad tenemos que buscarla en distintos medios. La verdad no sólo la contamos los periodistas. La verdad está en los periodistas y en quien la está escuchando.
El periodismo entonces ¿está bien, está vivo?
El periodismo está atravesando una crisis grave. El periodismo y todos. Las nuevas tecnologías están planteando una crisis de transición que los medios no acaban de asimilar y adaptarse. Ha pasado una crisis muy grave, la crisis económica, que fueron doce años mortales en lo que las empresas hicieron desastres como este en que para reducir gastos redujeron plantillas, redujeron la calidad del medio, introdujeron jóvenes periodistas mal pagados, esto redujo en gran medida la calidad sobre todo del periodismo impreso, Está salvándose por el periodismo digital que es el que está en alza. Pero el periodismo siempre va a existir. Los periódicos impresos van a seguir existiendo durante bastante tiempo. También las televisiones están bajando en audiencia y en ingresos.
Pero yo me refería no a las noticias, que por supuesto en cualquier formato o soporte van a seguir existiendo, sino al periodismo puro, honesto.
No lo sé. Yo conozco a muchísima gente que lo hace muy bien. Leo todos los días tres o cuatro periódicos españoles y cuatro extranjeros. A los españoles, a pesar de que bajaron todos, les veo buena calidad. Puedo verles un poco la oreja política en función de las columnas que escriben cada uno. A mí, por ejemplo, me fastidia mucho, mucho, mucho, mucho, viendo los telediarios que hacen profesionales veteranos, buenísimos, como es Pedro Piqueras, y no me gusta nada, nada, que tiene que seguir las instrucciones de la empresa, y coge unos rebotes furibundos cuando pasa del minuto doce o catorce y entra en la fase del italiano y entran los sucesos para mantener audiencia. Esas son las servidumbres.
El periodismo es una profesión y un oficio y se juntan las dos cosas. Los periodistas nuevos salen bien formados. Lo que falla ahora es la parte de oficio.
Mercedes Unzeta: Usted forma parte de los míticos periodistas aguerridos de la historia de nuestra televisión junto con De la Cuadra Salcedo, González Grenn y otros. Las circunstancias en el mundo periodístico han cambiado y ya no se da esa figura de héroe. Entiendo que se ha roto esa fascinación por la ‘aventura de la guerra’ y por aquellos que se metieron en ella para contárnosla. ¿Cree que se debe a que ahora hay más guerras que antes, que ahora estamos cansados (emocionalmente) de tantas guerras, o que ahora ya no se comunica como antes?
Diego Carcedo: Son varias preguntas en una. Yo voy a empezar por decir que no éramos héroes, desde luego yo no me tengo por eso, ni muchísimo menos. Los que ha nombrado y algunos más hemos cubierto acontecimientos bélicos, grandes guerras, yo he estado en siete, pero no éramos héroes. ¿Aventureros? Bueno yo siempre he procurado diferenciar entre periodismo y aventura. Es evidente que durante algún tiempo cuando todavía había una parte del mundo que estaba por descubrir, y que la falta de comunicaciones nos alejaba muchísimo, pues parecía que eras un aventurero porque conseguías llegar allí. Eso nunca lo valoré. Yo siempre me he considerado un periodista que he ido a los sitios a contar la verdad de lo que estaba ocurriendo, a contar el hecho, pero nunca me consideré ni un aventurero, ni lo que yo hacía era una aventura aunque tuviese dificultades, que las tuve, y pasar, a veces problemas graves. No, no. No mezclo periodismo con aventura, lo separo completamente. Puede haber quien lo haya mezclado, pero el que yo hice siempre, el que quiero hacer y en el que creo, no es el de aventurero. Me considero un periodista que asumió riesgos como todos los que fuimos a estos sitios.
Respecto a las guerras. Ahora hay muy pocas guerras, afortunadamente. Tenemos unas cuantas pequeñas: la de Siria, la del Yemen, en Africa hay algunas guerras que aparecen y desaparecen, en Centro África, en Sudán del Sur… Desde la guerra del Vietnam, que fue la guerra grande y gorda de los últimos tiempos y marcó mucho por muchas razones, ha habido la del Golf Pérsico y la guerra de los Balcanes, estas dos no tan grandes como fue la de Vietnam- Afortunadamente, bueno, desafortunadamente, hay algunas escaramuzas como lo que está pasando en Ucrania. Son guerras que no son para estar contando lo que está pasando todos los días. Ahora, con los medios de comunicación que hay, estas guerras las puedes estar viendo en directo y no hay que ir, ni estar allí una semana o diez días.
Ya, por eso se acaba el personalismo del reportero de guerra
Sí, mucho. Ese personalismo yo diría que casi han desaparecido. Ahora están los fotoperiodistas que están haciendo cosas muy buenas. Una profesión que yo nunca practiqué. Yo hice todo tipo de periodismo, de todo, de todo, cualquier cosa que se haya hecho en periodismo lo he hecho yo: desde periodismo local, periodismo de agencia, periodismo nacional español poco, periodismo de viajes, guerras terremotos, golpes de estado, asesinatos de figuras políticas importantes… hice de todo. Después fueron las corresponsalías permanentes en Portugal y en Estados Unidos. Bien es verdad que en Portugal lo compatibilizaba con las guerras en África portuguesa y tenía que viajar mucho y moverme mucho en guerras. Y después la tercera parte fue cuando pasé a despachos.
Si aquel periodismo ha ido bastante a menos es por una razón, porque antes pasaba algo y los sitios te sonaban todos muy lejos. Ahora no ahora oyes “hubo un golpe de cuarenta mil muertos en Pakistán” ahora ir a Pakistán es tirado, hay vuelos directos desde Madrid y en este mismo momento podemos hablar con este teléfono con Pakistán sin ningún problema y nos pueden contar lo que está pasando. Esto ha cambiado radicalmente.
Las nuevas tecnologías nos han cambiado el sistema de periodismo. Los teléfonos móviles, los satélites. Antes tenías que ir a hacer las imágenes en cine, venir a revelarlas, montarlas, se tardaba doce o catorce días. Un hecho importante se veía aquí doce días después. Incluso el video se tardaba tiempo en revelarlo y ahora es automático. Ahora cuando vas a cualquier país que sea, por remoto que sea, tu llegas, haces una imágenes, y llevas unos aparatos, unos teléfonos satelitales que te permiten mandar las imágenes al satélite y las reciben en Madrid en el acto. Y a unos precios muy baratos, no como cuando estaba yo de corresponsal en Estados Unidos que mandar una crónica costaba medio millón de pesetas. Si mandábamos dos o tres al día pues fíjate.
Yo pasé tres meses en Vietnam seguidos que no hablé por teléfono con nadie de fuera de Vietnam. No funcionaba el teléfono con ningún sitio del mundo.
Antes salías a cubrir una información y la primera preocupación no era cómo conseguir la información, no, la primera preocupación era cómo la ibas a poder enviar a Madrid cuando llegases al lugar. Era una preocupación enorme. Fui corresponsal en Portugal, ya en tiempos más recientes, en los años 80, y no tenía línea directa con Madrid, tenía que pedir conferencia que tardaba a veces dos horas. Menos mal que yo me tenía ‘compradas’ algunas telefonistas para que me agilizaran las llamadas.
Tiene una trayectoria profesional envidiable para cualquier periodista ¿Se ha dejado algo en el camino? ¿Le hubiera gustado hacer algo que no ha hecho?
Seguramente sí. Hice muchas cosas y me acuerdo más de las que no debía haber hecho. Me gusta mucho la historia. Me hubiese gustado ser arqueólogo. Me hubiese gustado ser piloto, era mi primera vocación pero no pasé porque soy daltónico. Y ya en el periodismo he hecho de todo, pasé por todo. Cuando estaba metido en despachos importantes echaba mucho de menos el periodismo de cubrir informaciones, no necesariamente de riesgo. Podía ir a cubrir la conferencia de la Organización de la Unidad Africana a Jartum o a una conferencia a Viena, o cosas de la ONU, y eso no tiene riesgo ninguno. No hay que mitificar todo.
Necesidad y obligación de contar lo que pasa, igual que tienes que contar lo que pasa en el pleno municipal del Ayuntamiento de Astorga, y te voy a decir una cosa: hacer periodismo local tiene más riegos que hacer guerras. Claro, no hablo de riegos de muerte, hablo de la tremenda tensión que provoca el periodismo local. Yo hice periodismo local en Asturias, en Oviedo, y al concejal del que has escrito algo en la prensa que no le gustaba, luego te lo podías encontrar en la barra del bar, y va a incordiarte, y luego va ver al director del periódico que es amigo suyo y no sé qué… En la guerra te puede caer una bomba pero al final nadie va a llamar al director, bueno puede quejarse el embajador pero es otro tipo de tensión.
Estaba en Argentina de corresponsal y pasé a Chile para mandar crónicas del golpe de Pinochet, y como todavía vivía Franco no les gustaba las crónicas que mandaba de Pinochet, que naturalmente no eran muy favorables al general, así que rápidamente me mandaron a El Cairo. El cambio fue bastante notable. Era un buen momento informativo para estar en Argentina, Chile, Uruguay… y en el Cairo no pasaba nada.
Las hubo peores. Cuando trabajaba en Pyresa, que era la agencia de noticias del movimiento, en un momento determinado me hicieron un expediente diciendo que yo era comunista, a siete más y a mí. Y yo que soy poco paciente me marché. Entonces me llamó Juan Luis Cebrián, que era el director de Informativos de Televisión Española para contratarme para televisión, y así entré yo en televisión. Yo había hecho prácticas en televisión pero me gustaba más el periodismo impreso.
Estando en Estados Unidos de corresponsal de TVE me cesó Pilar Miró por un correo que no gustó. Y me marché. Y la Agencia EFE me contrató como delegado de la agencia. Y estuve sólo unos meses porque entonces cayó Pilar Miró y me llamaron a mí como Director de Informativos. Nunca me vi como fracasado del todo.
¿Su profesión le ha salido al paso o es una vocación innata?
No, no fue innata, me salió al paso. Mi padre quería que estudiara Medicina pero yo estaba estudiando Historia en Madrid. Me llevaba mal con mi padre porque eso de Historia le parecía una gilipollez. Me gustaba la arqueología pero entonces no había posibilidad de prácticas, no es como ahora que por lo menos está Atapuerca. Como no quería volver a Asturias en verano me junté con un grupo asturiano de estudiantes de periodismo, entre los que estaban José Luis Balbín y Ramón Sánchez Ocaña. Me animaron con insistencia a presentarme a los exámenes de periodismo. Y por aburrimiento me presenté, y aprobé gracias a mi buena memoria. Tengo buenísima memoria. En un examen de historia medieval que me preguntaron por los Visigodos llegó un momento en que mi exposición del tema parecía que le aburría al profesor, que era un hijoputa, y me espetó con mal humor “bueno, pero cuántos fueron, concrete usted cuántos fueron los reyes”, y yo que también se hacer teatro empecé ”Ataulfo, Sigerico, Walia, Teodoredo, Turismundo, Teodorico, Eurico, Alarico…“ y así le nombré los 33 reyes godos. Me echó espantado. Yo pensé que me iba a suspender pero me dio sobresaliente. No los sabía ni él.
Aprendía la tabla periódica, las obras de Lope de Vega, la catalogación de los insectos. Sorprendía. En el libro Sobrevivir al miedo no consulté ni un papel para consultar la cantidad de datos que doy y describo. Todo, todo, todo, memoria.
¿Cuántas veces ha visto la muerte en estado de servicio? ¿Son calculables?
Pues yo diría que nunca. Siempre la sentí después de que había pasado el peligro. Yo pasé por momentos de muerte muy muy directos en varias ocasiones, dos las recojo en el libro. Una en un viaje que me quiso matar un taxista entre Managua y Tegucigalpa, en la guerra del football, lo que hizo fue tirarme a la cuneta, robarme y desaparecer con las fronteras cortadas. Ahí sí que vi la muerte muy de cerca. Otras dos o tres veces en Vietnam. Pero siempre el miedo lo sentí después. Es eso de que si oyes la bala silbar no te tienes que ocupar de ella porque ya ha pasado. He sido muy sereno en algunos momentos muy dramáticos, y en algunos casos he sido muy irresponsable. Son cosas de segundos. He pensado me mata aquí pues aquí me muero. En la frontera entre Honduras y el Salvador yo creo que es cuando lo vi más cerca, caminé unos cien metros pensando que me disparaban, que me disparaban y yo pensaba este cabrón me mata pero yo sigo avanzando. Luego, claro, luego el temblor de piernas no es para contarlo. He llegado a pensar qué irresponsable fui en aquel momento.
En ‘Sobrevivir al miedo’, su libro de memorias de guerras, cuenta algunas salidas de tono en momentos conflictivos que podían haberle costado la vida. ¿Había perdido el miedo o no pudo equilibrar la dignidad con el peligro?
Yo creo que no perdí la dignidad. No quiero presumir pero no recuerdo haberla perdido. Voy a pensar sobre ello. El miedo físico yo lo supero, lo he capeado siempre. Hay otros miedos. Uno que me echa para atrás es el miedo al ridículo, yo soy muy tímido, a ese le tengo terror. Cuando veo a los políticos estos que dicen tantas gilipolleces, me espanta. Otro miedo que tengo es a la conciencia. Cuento en el libro un acontecimiento que no fue de peligro físico pero si de conciencia, ese es el que me dejó más marcado.
En el libro hay tres episodios que son claves. Uno el de la conciencia. Otro que me dio mucho nombre que fue en la guerra del Vietnam, y fue el que hizo famoso y la tercera fue la entrevista con Idi Amin Dada, porque en ese momento ¿quién podía entrar en Uganda y acercarse a ese tío? Yo lo pude hacer y tengo muchas anécdotas con él y eso fue un acontecimiento a nivel mundial. Con Amín pasé miedo en algunos momentos. En Vietnam muchísimo. Y el de la conciencia fue en Perú tras un terremoto. Desde que volví de Vietnam he dormido mal.
¿Algún momento estelar de su vida?
Cuando me dieron el premio Cirilo Rodríguez estando de corresponsal en Estados Unidos, pero no pude venir a recogerlo porque el premio en ese momento no estaba dotado ni pagaban el viaje y yo no podía pagármelo. Me costaba 3.000$. En aquel momento cobrábamos el sueldo en pesetas no en dólares y el dólar estaba muy alto. El sueldo no nos llegaba para nada a Rosa María Calaf y a mí que éramos los dos corresponsales.
Algún homenaje internacional. Fui presidente internacional de periodistas europeos. Pero no soy muy sensible a esas cosas. Me da mucha vergüenza y lo paso muy mal.
Yo empecé en la Nueva España con muchísima suerte y muchísimo éxito local pero me daba tal vergüenza en los actos públicos que me viesen tomando notas que aprovechaba mi buena memoria para memorizar lo que se decía y luego escribir las notas en los lavabos para que no me viese nadie.
¿Si volviera a nacer se dedicaría a lo mismo o le gustaría explorar otros caminos?
No lo sé. A mí me gustaría mucho tocar el piano o el violín. Hice cuatro cursos de música y no aprendí ni a dar la nota. Soy lo más negado que te puedes imaginar. Tengo un oído horrible. Me gusta mucho la música. Estoy todo el día escribiendo y todo el día con música. Me gustaba lo de volar, eso me hubiese gustado muchísimo.
¿Cree que si hoy tuviera 35 años podría hacer lo mismo? ¿Se metería en los mismos fregados en este momento periodístico?
Yo creo que sería más duro conmigo mismo y con todo. Me formé con la dictadura y ejercí el periodismo unos años con Franco y tuve muchos problemas entonces. Francamente creo que quedé muy domesticado periodísticamente. Me arrepiento de no haber mandado hacer puñetas a mucha gente en muchos momentos, a muchas circunstancias, a muchos ministros, a muchos líderes de partidos, a mucha gente que te dice paridas. Yo era tímido. Tenía que haber sido más brusco y más tajante muchas veces. Haber mandado al carajo a algunos jefes de Televisión Española.
¿Qué me gustaría ser ahora? Rico, aunque debe ser muy aburrido.
¿Echa o ha echado en algún momento en falta la adrenalina de la guerra?
Yo creo que soy el único que he hecho ese tipo de cosas y he acabo en los despachos. Ni De la Cuadra, no González Green, ni la Calaf …, ninguno, el único que entró en despachos fui yo. Yo me he ido adaptando bien a todas las situaciones.
Ha escrito y vivido sobre guerras, ¿qué le atrae de las guerras?
Nada, solo contarlas. Contarlas y con pena. Son una barbaridad, es lo peor que puede hacer el ser humano. No hay nada peor y más absurdo que una guerra, donde pierde todo el mundo. No, siempre gana alguien con intereses o ambiciones concretos. Estuve en siete y todas además acabaron en nada. ¿Qué pasó en Vietnam? Ganaron los vietnamitas, se unificó el país y están igual de jodidos los pobres siguen igual de muertos de hambre, los ricos igual de ricos. La guerra del próximo oriente, ahí siguen igual de jodidos.
Un periodista nunca pierde su espíritu de periodista. ¿Le pica alguna situación hoy en la que le gustaría estar metido?
Todos los días me pica algo, cientos de cosas. Yo sigo la actualidad y escribo cinco columnas a la semana para diferentes medios. A parte, como me gusta la Historia, escribo para Historia y vida. Y escribo libros. Y cuando pasa algo concreto de actualidad me llaman para que escriba sobre ello. Y de vez en cuando hay cosas que me apetecerían mucho. Ahora me apetecería ir a Venezuela. De todos los conflictos que hay por ahí me apetecería mucho mucho ir a Venezuela a hacer entrevistas, informaciones. Dentro de Europa me llaman mucho para conferencias, reuniones internacionales, moderar debates internacionales. Sigo muy activo. No estoy jubilado ni me pienso jubilar.
¿Cómo director de informativos tuvo presiones? ¿Le fue difícil mantener la dignidad?
Sí. Tuve que sucumbir a ellas, tuve que capearlas, tuve que aguantar, tuve que cabrearme tuve que pasar por todos los estadios imaginables. Salí indignado, también tuve que tragar. Yo sabía para quien estaba trabajando y no era un suicida, era un momento en que televisión española era prácticamente la única. El telediario mío tenía doce millones de telespectadores y todo el mundo quería salir y salir bien. Lo que aprendí entonces es que todos los políticos son iguales, PP, PSOE, CS… lo mismo todos. Todos quieren lo mismo, que le saques a ellos mucho y muy bien, que saques a su contrario poco y preferentemente muy mal. Todos quieren salir para que les vean en su pueblo y se cabrean si no les sacas, y un telediario dura media hora y te caben diecisiete noticias, esa es la media, o sea que cabe lo que cabe. Presiones no te puedes imaginar, era una tortura. En televisión incluso tenía espías por todas partes que iban con cuentos a unos y otros de lo que yo había dicho o no había dicho.
¿Cree que la corrupción informativa va in crescendo con el paso del tiempo?
Las noticias falsas, las intoxicaciones que algunos poderes públicos están metiendo a través de las redes sociales, si, por supuesto que sí. Ahora, un periodista no puede evadirse de la línea editorial de su periódico. No puede hacer un artículo sobre la república o defendiendo el divorcio para el ABC, por ejemplo. Hay que saber dónde estás y para quien escribes. Un periodista bueno tiene que olvidarse de sus ideas, tan solo centrarse en informar. También un periodista tiene que ser muy desconfiado y no fiarse nunca de la primera información que le llegue sino mezclar varias.
Ya, eso es básico en periodismo pero ¿cree que eso se hace ahora?
Creo que sí se hace aunque ahora hay más problemas de tiempos, rapidez, urgencias.
Con la llegada de la crisis económica se reemplazaron en Televisión Española los periodistas veteranos por otros más jóvenes. Se redujeron plantillas. Una reconversión que dejó fuera a lo más granado de los periodistas en activo con apenas 50 años. La calidad sufrió. ¿Qué sentido tenía esto? ¿Realmente resultó una buena medida económica?
Televisión tenía que renovarse, como todos los medios de comunicación tienen y deben renovarse continuamente. No se puede mantener una plantilla eternamente por experta que sea. Es bueno, es fundamental, es imprescindible el que esté entrando gente joven. Y también es fundamental e imprescindible tener a la gente mayor que son los que saben y van a transferir a los jóvenes la experiencia de tantos años. El quitarse a los mayores que son los que tenían trienios, por lo tanto más sueldo, creyendo, a cambio, que meter a jóvenes pagándoles 800 euros al mes iban a hacer lo mismo fue un error enorme que cometieron todos los medios, no sólo TVE. Televisión tenía un problema muy forzado de presupuesto. A mí me tocó ese ERE. Yo siendo director de RNE heredé 6.000 trabajadores y sobraban 4.000. Al final a la gente le vino bien el ERE. Yo no conozco a nadie descontento. RTVE saneó pero claro, se quedó con esta gente joven con falta de experiencia. Yo me fijaba en Estados Unidos, la CBS que era la de Dios, tenía mil trabajadores y TVE tenía como 8.000. La CBS lo que tenía era muchas productoras afines con las que trabajaban. TVE tiene ahora 4.000 trabajadores pero aun así tienen que contratar especialistas de las nuevas tecnologías. TVE no se ha actualizado en absoluto.
La política y el periodismo hacen un matrimonio perfecto en su desvirtuación, ¿es posible el divorcio?
Sí. Sólo te contestaré con una frase típica del periodismo sajón, que para mí es el mejor, y que define muy bien lo qué es el periodismo y la política, y define muy bien mi pensamiento al respecto. Se le pregunta a un periodista: “Hombre aquí en esta ciudad (por ejemplo en Astorga) los periodistas y los políticos qué tal lo lleváis, cómo os entendéis. Dice, mira, aquí los periodistas y los políticos nos llevamos a matar, nos odiamos a muerte, y todos los días rezamos para que esto no cambie”. Con un político hay que tener buenas relaciones pero nunca dejarse llevar, no dejarse seducir. Te pueden presionan o te quieren comprar, pero es mucho peor la seducción, esa es la gran putada, la seducción. Enfrentase a la seducción es muy violento, mucho más que al dinero o al poder.
¿El periodismo tiene salvación?
Para tener la verdad hace falta tener muchos medios de comunicación. Si buscamos la verdad tenemos que buscarla en distintos medios. La verdad no sólo la contamos los periodistas. La verdad está en los periodistas y en quien la está escuchando.
El periodismo entonces ¿está bien, está vivo?
El periodismo está atravesando una crisis grave. El periodismo y todos. Las nuevas tecnologías están planteando una crisis de transición que los medios no acaban de asimilar y adaptarse. Ha pasado una crisis muy grave, la crisis económica, que fueron doce años mortales en lo que las empresas hicieron desastres como este en que para reducir gastos redujeron plantillas, redujeron la calidad del medio, introdujeron jóvenes periodistas mal pagados, esto redujo en gran medida la calidad sobre todo del periodismo impreso, Está salvándose por el periodismo digital que es el que está en alza. Pero el periodismo siempre va a existir. Los periódicos impresos van a seguir existiendo durante bastante tiempo. También las televisiones están bajando en audiencia y en ingresos.
Pero yo me refería no a las noticias, que por supuesto en cualquier formato o soporte van a seguir existiendo, sino al periodismo puro, honesto.
No lo sé. Yo conozco a muchísima gente que lo hace muy bien. Leo todos los días tres o cuatro periódicos españoles y cuatro extranjeros. A los españoles, a pesar de que bajaron todos, les veo buena calidad. Puedo verles un poco la oreja política en función de las columnas que escriben cada uno. A mí, por ejemplo, me fastidia mucho, mucho, mucho, mucho, viendo los telediarios que hacen profesionales veteranos, buenísimos, como es Pedro Piqueras, y no me gusta nada, nada, que tiene que seguir las instrucciones de la empresa, y coge unos rebotes furibundos cuando pasa del minuto doce o catorce y entra en la fase del italiano y entran los sucesos para mantener audiencia. Esas son las servidumbres.
El periodismo es una profesión y un oficio y se juntan las dos cosas. Los periodistas nuevos salen bien formados. Lo que falla ahora es la parte de oficio.