Redacción
Jueves, 08 de Agosto de 2013

"Nuestro trabajo principal es que la persona descubra y viva su dignidad"

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Miguel Fuertes Pérez lleva media vida en mitad de la Amazonía Peruana, en Iquitos, una ciudad de 500.000 habitantes a hora y media en avión de Lima, por donde pasa la coca rumbo a Colombia. Hace años cambió su Nistal de la Vega natal por la 'adrenalina' de las misiones. Es sacerdote y ha participado junto a un puñado de misioneros de los arciprestazgos de Astorga y La Bañeza, en el encuentro organizado por la Delegación de Misiones de la Diócesis astorgana.


Miguel Fuertes no parece un cura, no lleva clerman ni zapatos, y allá se atrevió a negarle ayuda a la empresa con capital leonés, 'Eulen', en su intento de continuar arrasando la masa forestal del Amazonas para cubrirla de piñón negro con el fin de producir biodiésel. Es una de sus batallas y sus compromisos contra las multinacionales "que están acabando con la selva, sobre todo las madereras, y no reforestan", arrasando hectáreas y hectáreas para después dedicarlas a cultivos bioenergéticos de los que se extraerá, sobre todo, biodiésel.

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En el encuentro mantenido en Barrientos de la Vega, el testimonio del misionero de Nistal sonaba con ese 'seseo' de quien se ha integrado y entregado en su labor en el país de acogida. Sin olvidar cual es su misión, Miguel expresa con enorme convicción que "nuestro trabajo principal es que la persona descubra y viva su dignidad", en un país en el que el 80% de las familias son disfuncionales -"desistí de entender las relaciones familiares", señala- porque, aunque alguno se echó las manos a la cabeza, no es una 'mancha' social sino algo completamente admitido, "es cultural", subrayó Julio Falagán, el encargado de la Delegación de Misiones, abriendo los brazos y dejando al descubierto la frase plasmada en su camiseta en la que se podía leer toda una declaración de intenciones: 'O todos somos pobres, o ninguno'. En la Casa del Pueblo de Barrientos, la iglesia de los pobres se coló entre los clerman.   

En su parroquia en mitad de la selva, mantiene contacto con Julio Falagán y otros compañeros leoneses diseminados por el mundo, a través de la red social Skype, estos días no hace falta conectarse. Sin dejar un momento a su madre, Miguel Fuertes acudió al encuentro en el que se palpó el dinamismo y el compromiso de la iglesia emergente.
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