Eloy Rubio Carro
Miércoles, 07 de Agosto de 2019
ENTREVISTA / Juan Antonio Cordero

"He escrito la historia del instituto de Astorga para que las experiencias y recuerdos no queden desdibujados por el paso del tiempo"

El jueves 22 de agosto a las 19 horas en la Escuela de Idiomas (antiguo INEMA), Juan Antonio Cordero presenta el libro ‘Historia de un Instituto de Provincias. Astorga 1842-2000’, en el que detalla la historia del centro de enseñanza por el que han pasado varias generaciones de astorganos y jóvenes de las comarcas próximas, y en el que además desempolva recuerdos y vivencias de su paso por el INEMA a finales de los años 60.

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Eloy Rubio Carro: ¿Podrías contar para los lectores por qué decidiste historiar los años del INEMA en el libro que presentarás en Astorga, en fiestas y que lleva por título: ‘Historia de un Instituto de Provincias. Astorga 1842-2000’?

 

Juan Antonio Cordero: Era recurrente en mis paseos vacacionales por Astorga recordar, rememorar o revivir recuerdos antiguos de los que de alguna manera me sentía satisfecho y orgulloso. Y esto se fue acumulando hasta que en un momento determinado pensé que era factible comenzar a escribir sobre el periodo en el que yo estudié, y dejar negro sobre blanco unas experiencias y unos recuerdos que pueden quedar desdibujados en muy poco tiempo porque la información es hoy tan abundante que tapona la precedente. En un momento recibí un impulso un poco más fuerte por parte de un profesor que me animó a que contara todas estas cosas, y decidí en la primavera del 2017 empezar a dar forma a estas ideas que originariamente se centraban tan solo en el período en el que yo estudié.

 

 

¿Cuáles fueron los hitos principales antes de la instauración del Instituto Mérida Pérez en Astorga? Porque hubo tres intentos ¿no?

 

Sí, hubo tres institutos en Astorga, tres institutos públicos; el primero fue en la década ominosa de 1869 y se toman como punto de partida las reformas liberales que habían tenido lugar en el siglo XIX y que de alguna manera se consolidan en la ley Claudio Moyano. La deficiencia de dotación y la posibilidad de una tercera desamortización que afectaba sobre todo al seminario, convertido temporalmente en cárcel de carlistas en el siglo XIX, hizo que el Ayuntamiento y el seminario unieran fuerzas para salvar la educación en Astorga. Cuando hablo de la educación en Astorga me refiero a la educación que ocupa toda la diócesis de Astorga, que es una diócesis muy extensa. Entonces la entente entre el Ayuntamiento y el seminario, favorable para ambos, consistió en crear un instituto público. Este instituto público tuvo sus aulas en el Aulario del seminario. Las cátedras de latinidad y humanidades fueron puestas por el propio seminario, y las cátedras de física y matemáticas fueron aportadas por el Ayuntamiento. El director fue el Deán de la catedral y duró 4 o 5 años.

 

Para el segundo hito tenemos que ir a la República, en 1934 se creó el segundo instituto, que funciona perfectamente. Fue por mediación de Gabriel Franco, con mucha mano en Madrid a través de Izquierda Republicana que se creó el instituto, que da buenos frutos y es un orgullo para los astorganos, porque se logran grandes cotas de calidad de enseñanza. Lo que ocurre es que dos años después se da el golpe de estado, y en el año 1938 desaparece el instituto para ser reconvertido en un hospital de campaña, desaparece el instituto y se acabó como tal centro público.

 

Hay un periodo de unos 6 u 8 años hasta que el tercer instituto público es fundado en 1944-45, Por iniciativa del Obispo Mérida se hace el tercer instituto, ya definitivo que con los sucesivos cambios ha permanecido hasta nuestros días.
 

 

En ‘Historia de un Instituto de Provincias. Astorga 1842-2000’ divides en cinco etapas la trayectoria del Instituto Mérida Pérez: del 45 al 53, del 54 al 64, del 64 al 71, del 71 al 80 y del 81 al 96. ¿A qué se debe esta división?

 

Es una división operativa, para intentar dar una explicación, digamos, más lógica de las informaciones que se van dando. Hasta el 53 estábamos en los tiempos duros de la enseñanza, la época del bachillerato universitario de siete años con prueba del Estado, muy dura, que se hacía en Oviedo. Esto fue un fracaso para el franquismo, porque si el franquismo quería crear con los institutos clases dirigentes utilizables por el propio régimen, lo que conseguía es que hubiera mucha gente que no sacara la prueba de acceso y que se quedaba después de siete años a dos velas, sin posibilidad de continuar en la universidad. Esto lo arregla de alguna manera Ruiz Jiménez que en el año 53 suaviza la enseñanza con dos o tres cambios de importancia: las revalidas de cuarto y de sexto y el preuniversitario como secuencias separadas e independientes y que podían trocearse. Es el troceo de todo el bachiller universitario, siendo más operativo.

 

En el 63-65 hasta el 67 hay otro reblandecimiento de los conocimientos, y se introducen asignaturas, digamos, más lúdico-manipulativas, perdiendo peso las troncales de matemáticas y lengua fundamentalmente. En el 70 con la ley Villar Palasí, que cambia totalmente el sistema de la enseñanzas medias, y después de esta ley va habiendo cambios hasta la entrada de los socialistas: primero la LODE, después la LOGSE, se amplía el bachillerato dos años más, lo cual es bueno desde el punto de vista de la ampliación del periodo obligatorio, pero es malo porque hay una rebaja de conocimientos sustancial en ese último período. Esta secuenciación que yo hago es puramente operativa, didáctica; porque me permite explicar los grandes tramos, las grandes diferencias en estos 40 o 50 años.

 

 

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También abordas algunas peculiaridades muy específicas del centro que hoy serían sumamente extrañas, como son ‘el muro’, ‘los cupones’, los ejercicios espirituales. ¿En qué consistían estas y cuéntanos alguna anécdota vinculada a una de ellas?

 

Lo que llamábamos ‘el muro de la vergüenza’ era un espacio debajo de las escaleras, enfrente al hall de la entrada del instituto, que tenía la doble función de mazmorra y escaparate. Por una parte era un elemento de castigo, y por otra parte te hacías visible y risible para tus padres y tus compañeros en el tiempo de recreo. El muro se utilizaba en tiempos de recreo. Cuando la falta era muy leve y no llegaba a la entidad un poco más dura de la tala de cupones, ibas al muro. Podía ser un día, dos días o una semana.

 



¿O sea, que era más benigno que los cupones?



Sí, era más benigno que los cupones. Entonces tú ibas allí y como tenías que estar media hora con un vigilante bastante efectivo, que era don Abelardo, y el tema del muro le gustaba llevarlo personalmente, tenías que estar allí leyendo mientras que todos salían y te miraban y se reían. Era menos duro que la tala de cupones, y claro lo que tenía de malo es que podía pasar por allí tu madre y ver desde fuera que estabas castigado. Después cuando llegabas a casa te hacía una pregunta que era totalmente retórica. ¿Tú estabas hoy en el muro? La respuesta estaba implícita en la pregunta. Estabas y tenías que explicar porque estabas allí.

 

El Plan B era el plan de los cupones, que era más duro. Pues nos creíamos los alumnos que el mal comportamiento podía ser el primer paso a que te suspendieran asignaturas en las que estabas totalmente preparado. Los cupones que estaban diseñados como un sensor del comportamiento, mejor dicho del mal comportamiento, pues asustaban un poco. Cuando te llamaba alguien y te decía Fulano de Tal traiga usted la cartilla, sabías que era para quitarte uno o dos. Lo normal era que fuera uno, pero si te habías excedido un poco, o te revolvías eran dos puntos. Se decía, o nos lo creíamos, que la tala de diez cupones significaba suspender una asignatura, la de doce dos, la de catorce cuatro, y así sucesivamente hasta la expulsión. Después resultó que esto era muy posible que fuera una gran mentira, porque profesores jóvenes de la época no tienen ni idea de los cupones ni quitaron un cupón. Y por otra parte en mi vida profesional me ha hecho pensar y reflexionar, y no se puede pensar cómo en un claustro pudiera plantearse que a este alumno hubiera que suspenderle una asignatura y cómo habría de responder el jefe de departamento y su propio profesor para suspender una asignatura solo porque hay un determinado comportamiento con otro profesor en otra asignatura que probablemente tuviera ya suspendida. Esto no tenía encaje. No tenía un encaje lógico. Lo que yo creo que pasó es que desde el año 59 que entra don Abelardo esto es un elemento de coacción, un elemento de presión o de reflexión, pero que a nivel operativo o administrativo no tenía consecuencias. La única consecuencias era el 'coco' que teníamos los demás, el miedo que teníamos los chavales de que te cortaran cupones.

 

 

Un momento importante, al menos desde el punto de vista del alumnado que lo vivió, fue lo que denominas la ‘Huelga del uniforme’ ¿Cómo surge esta y qué cambios supuso para el ‘antiguo régimen’ establecido? ¿Quiénes fueron las principales piezas del tablero en que se jugaba la partida?

 

La huelga del uniforme tiene eso de nombre, pero realmente no se hace una huelga por un uniforme que llevaba bastante tiempo casi desaparecido. La permisividad era bastante grande. A comienzos de la década de los 70 desaparece 'el muro'. No se era rígido con la longitud del pelo de los chicos. Se dejan llevar zapatillas, incluso vaqueros.  Se hace un poquitín más de hincapié en el tema de los jerseys y del escudo del INEMA, pero todo eso ya estaba muy degradado en relación con los tiempos en que yo lo viví, cinco o diez años antes. La huelga del uniforme fue una excusa para quitarse un régimen caduco, muy rígido y se buscó una excusa. La excusa fue el uniforme.

 

¿Quiénes estaban detrás de ello?: pues parece ser que había por una parte un grupo de dos o tres profesores, concretamente dos, que eran un poco de izquierdas. Por otra parte los catedráticos empezaban a perder el poder que tenían y el director también. Y esto de alguna manera se catapultó por un grupo muy activo, el grupo de San Andrés, que lo pudo haber lanzado; como también había células comunistas, células de la ORT y del PC que había en ese momento en Astorga. Pero lo cierto es que unos no se llevaban bien con otros, eran como pequeñas capillitas, a ver quién era más rojo más de izquierdas. Había un grupo del PC, una célula del PC que la llevaba un hombre que vivía en San justo, que era sordo y que había estado en Francia, y era muy temeroso con las represalias de los militares, y después alguna otra persona de aquí de Astorga y algunos chicos… Pienso que fue un movimiento más bien de generación espontánea en un momento en que las cosas eran insostenibles. Más que personajes definidos, hay movimientos.



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Otro tema importantísimo es el tema de la fusión, el cual abordas desde las informaciones periodísticas de la época. También te entrevistaste con algunos de los principales actores astorganos del momento, el actual alcalde, los directores de los centros etc. ¿Este asunto todavía es capaz de levantar ampollas? ¿Te encontraste con dificultades y/o parcialismos a la hora de recabar información?

 

Me encontré con un tema muy tabú, fui a las hemerotecas. Yo disponía ya de una información recogida por un profesor del instituto. Y cuando vi que tenía una colección de 78 artículos me tome la molestia de ir a la biblioteca y revisar si lo que allí se recogía era cierto o era una recogida de parte. Me repasé toda la prensa de la época, si no recuerdo mal de diciembre del año 95 a la primavera, marzo o mayo, del año siguiente. Unos cuatro meses de hemeroteca. Miré diario por diario, El Faro de Astorga en la Biblioteca de Astorga, y vi que la muestra que tenía ante mis manos recogía fielmente lo que había pasado. Y que había una diferencia de unos ocho artículos que no estaban incorporados, de los cuales dos eran favorables a la fusión y ocho en contra, y que no se habían incorporado al dossier por, creo yo, redundancia; porque estaban tratados en otros temas o el día anterior, o el día posterior. No tuve ningún tipo de problemas para hacer esta información. Es un tiempo este de la fusión no entendido, no explicado. No se explicó lo que pasó. Las explicaciones que he obtenido después del director, del alcalde, me han cambiado un poco la perspectiva que tenía, por lo que se me ha dicho y que he podido integrar de una manera coherente con las creencias que yo tenía anteriormente. Que casi todo estaba anticipado con la ampliación de los conciertos de la EGB. O sea los conciertos estaban como estaban desde tiempos de Felipe González, y cuando se amplía la enseñanza obligatoria en dos años más, había que continuar con esos conciertos y esa obligación es la que fuerza unas determinadas situaciones en las cuales las medias anteriores tienen que ser repartidas, y se procede a esa fusión no entendida.

 

 

Con motivo de la publicación de este libro, que con las debidas reformas publicaste por entregas en Astorga Redacción, se ha realizado una interpretación musical del himno del INEMA realizado por Luis Calvo. Cuéntanos cómo fue la cosa.

 

Yo pensé que el himno del INEMA era una cosa significativa de aquella época, pues en mi época la gente iba a ensayar en los recreos y se cantaba. Me pareció significativo y hablé con Luis Calvo que fue el autor, conjuntamente con Bernardo Velado Graña, autor de la letra. Me hice con ese himno y hablé con Miguel Ángel Rodríguez Villacorta, un buen amigo. Le dije que tocara esta partitura para poner un icono en Astorga Redacción y que se pueda oír. Pero él me paró un poco los pies y me dijo: "el himno del INEMA merece otra cosa que un guitarreo, vamos a hacer una cosa bien hecha, dame un poco de tiempo". Con su amigo Rafael Torre Téllez, que tiene un estudio de grabación en Valencia donde vive, en julio del año pasado estuvieron más de una semana trabajando con el himno como dos verdaderos profesionales, de forma totalmente gratuita, con total entrega y con total apoyo moral a lo que significaba el libro del que estamos hablando ahora. Lo que hicieron fue armonizar el himno y producir unos coros para dejarlo como lo conocemos ahora.

 

 

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Vas a hacer la presentación de este libro en el lugar de los hechos, el jueves 22 de agosto, jueves de fiestas, en el Centro de la calle Los Sitios ¿Qué emociones crees que puede despertar este acto en los asistentes que lo vivieron?

 

Por lo que yo he podido detectar y por mis vivencias propias, de entrar al instituto 50 años después de haber salido, sé que se produce una acumulación de recuerdos chispeantes muy rápidos que se deslizan uno a través del otro, pero que van dando consistencia a aquella época que la tenemos guardada, comprimida en alguna parte de nuestro disco duro. Ahí hay nostalgia, ahí hay orgullo Ahí hay... Estas cosas permanecen ahí latentes: el hecho de enseñar el instituto, la sala de profesores, el laboratorio, la capilla etcétera. Afloran muchos sentimientos que están ahí adormecidos y latentes. A mí concretamente me impresionó ver la capilla rodeada con sillas, la capilla que yo conociera con Santos, y ahora lo que hay es un salón de actos. A mí eso me impresionó porque lo había visto de otra manera. Yo creo que les será importante ver esto, porque hay mucha gente que hace 50 años o más que no ha entrado allí, y que tiene ganas de ver cómo es ahora el sitio en el que ellos pasaron tantos momentos buenos, regulares y malos.

 

 

*Consulta las entregas publicadas en Astorga Redacción bajo el título 'Detrás de la huella del INEMA' (pincha para acceder)

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