Tomás Valle Villalibre
Sábado, 17 de Agosto de 2019

Fiestas en mi ciudad

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Las fiestas, sean cuando sean, son unas fechas especiales. Y no solo para las gentes de nuestra ciudad, sino para todos aquellos que durante el año están fuera y aprovechan las fiestas patronales para volver y retomar el contacto con amigos, conocidos, vecinos y familiares.

 

Los que vivimos en Astorga todo el año, durante y gracias a los días de fiesta, sentimos la sensación de que nuestra ciudad se ilumina, que parece rehacerse. Los que un día se fueron tienen la oportunidad de encontrar sus raíces, las caras amigas, los olores familiares.

 

Son momentos de reunión, donde volvemos a ver gente con la que el resto del año no coincidimos. Días en los que recordamos anécdotas de cuándo éramos pequeños y hacemos planes para futuros encuentros.

 

En mi mente se agolpan recuerdos de años atrás cuando siendo niños esperábamos con ansias las fiestas de Agosto. Pero mi amigo Pepe, que es una persona muy cuidadosa guardando todo tipo de folletos y carteles que puedan remontarnos a la historia de nuestra ciudad, me hizo llegar un programa de fiestas, que me transportó a las del año 1912. Año que según reza en la portada del mismo, se celebraba también el primer centenario de la reconquista de la ciudad. Siendo el alcalde Don Vicente Rodríguez de Cela, se hizo un bando desde el Ayuntamiento en el que se decía: “Astorga, la muy noble, leal y benemérita ciudad, y en su nombre, el Exmo. Ayuntamiento con la cooperación del comercio e industria y otros valiosos elementos de la población, deseando conmemorar debidamente el Primer Centenario de su Reconquista e Independencia y celebrar la última semana del mes de Agosto como siempre ha venido haciéndolo, ha acordado verificar desde el 24 al 29 de Agosto de 1912, unos GRANDES FESTEJOS conforme al siguiente programa…”

 

Si seguimos pasando hojas, nos encontramos con publicidad de la fábrica de Agapito Álvarez que por aquellos años se dedicaba fabricar tejidos metálicos para gallineros, de almacenes y coloniales José Prieto, de la Viuda de Luis Novo que anunciaba su tienda de tejidos tanto del reino como del extranjero, la fábrica de chocolates de  Gómez Múrias y la de Nicolás Blanco, el almacén de muebles La Artística Astorgana de Luis y Redondo, finalizando en la tapa trasera con el anuncio de la imprenta de Nicesio Hidalgo.

 

Las fiestas comenzaban al mediodía con el disparo de bombas y voladores, siguiendo con el recorrido de la Banda Municipal y los gigantes y cabezudos por las calles de la ciudad. Por la tarde se celebraban en la Iglesia de Santa Marta, las solemnes vísperas, a las que asistía la corporación bajo mazas. A las 20.30 se encendía la ‘Iluminación eléctrica’ que adornaría la ciudad durante los seis días de fiesta.

 

Entre verbenas, ‘bonitas dianas’, tiro al pichón y fuegos artificiales transcurría la programación. Pero me gustaría resaltar algunas curiosidades. Entre ellas podemos encontrarnos la actuación de un aviador conocido como el intrépido Mr. Lacombe o la extraordinaria corrida de toros de Chiquito de Begoña y Ostioncito, dos grandes toreros de aquella época.

 

Curioso fue también el traslado a la Catedral, el día 28, de los restos del húsar Tiburcio Álvarez, héroe de los Sitios de Astorga, que habían estado en capilla ardiente en el Ayuntamiento, y para el que se formó una ‘Solemne Procesión’. Posteriormente se descubrió una lápida en su memoria y el mausoleo al General Santocildes.

 

Finalizaban las fiestas con una velada literaria en el Casino en la que tomaban parte “hijos distinguidos de la ciudad” y en el que D. Marcelo Macías se encargó de hacer el discurso sobre la conmemoración del Centenario.

 

Dice mi amigo Pepe, que es bonito introducirse en la historia y que él en ocasiones se auto transporta mentalmente a aquellos años. Pero ambos, sentados en una terraza, tomando algo mientras observamos la plaza atestada de niños súperactivos, pensamos que nos debe satisfacer que con la fiesta lleguen momentos de alegría. Sería difícil de concebir una ciudad como la nuestra sin sus fiestas patronales. Algo que define, caracteriza y configura la idiosincrasia de los que en ella vivimos. La celebración de nuestras fiestas patronales en honor a Santa Marta, es, sin duda, un acontecimiento importante para la ciudad.

 

Tenemos que dejarnos llevar por la música y vivirlas rompiendo con esa monotonía que nos inunda todo el año, intentando convertirlas en un espacio de encuentro, para el rejuvenecimiento, para la nostalgia y, sobre todo para ilusiones que se renuevan cada años. Y principalmente para entusiasmarnos con nuestra felicidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

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