(DES)encuentros
![[Img #45867]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2019/2540_vacaciones-bilbao-2019-558.jpg)
En estos momentos, agosto del diecinueve, me atraen los textos ligeros, tan esperados y singulares como la primera tira de tanga del verano. Qué es la levedad en un texto, se preguntará el curioso lector. Pues esa manera de narrar sin demasiados adjetivos, con el verbo justo y el nombre adecuado. Un texto en el que el autor hace florituras con las palabras y no cuenta nada es como el Barcelona de después de Guardiola o ese amigo que todos tenemos que habla con quince para no llegar a ningún sitio con ninguna. Fuegos artificiales un martes por la tarde. A la prosa le pido que sea como Vinicius. Capaz, en un partido insulso de pretemporada, de salir en la segunda parte y agitar a sus compañeros y a los adversarios. Rápida, ágil, leve y que no finalice. Ya digo, como Vinicius. No todos los símiles son futbolísticos. Conozco a una chica que también tiene ese estilo. A esta chica la vi cuando menos lo esperaba. Estaba muy guapa y yo tenía el pelo largo. Pensé que no me saludaría y, de repente, se acercó y me cantó un hooooola interminable, eterno, definitivo. Se queja en silencio porque siempre resalto sus mofletes y su culo. Pero cómo no hacerlo si lleva puestas esas mayas negras de Nike. Si pudiera controlar mis ojos…De todos modos no todo empieza y termina en sus nalgas. Ni siquiera son lo mejor. Ay. Lo más destacable es su tono de voz pizpireta mitad pijo mitad lascivo y sus expresiones siempre altaneras y sencillamente altivas. Ya puede pasar el tiempo por ella que siempre va a parecer una niña pillada en falta. Tanto ella como la escritura que me seduce se define por vía negativa. Como la felicidad: uno se da cuenta de que es infeliz. No de que no lo está siendo. Igual que uno se da cuenta de que está ante un relato soporífero cuando tiene que empezar a leer lo mismo por tercera vez o que esa chica que parecía especial no lo será tanto si prefieres ver un partido de pretemporada entre el Castilla y el Alcorcón. Sé exigente y tira ese libro a la basura y no quedes con esa chica si no puedes parar de leer o de besarla por propia iniciativa. Este consejo, naturalmente, no es para mí. Están cerca las fiestas de mi pueblo y raro será si no termino tirado con un libro lento y tosco en una peña a medio limpiar. Es una metáfora. Como espero sea eso que me respondió un amigo cuando le pregunté a ver como se atrevía a enrollarse con alguna tan fea. “No soy valiente, me pongo preservativos hasta en los huevos”.
En estos momentos, agosto del diecinueve, me atraen los textos ligeros, tan esperados y singulares como la primera tira de tanga del verano. Qué es la levedad en un texto, se preguntará el curioso lector. Pues esa manera de narrar sin demasiados adjetivos, con el verbo justo y el nombre adecuado. Un texto en el que el autor hace florituras con las palabras y no cuenta nada es como el Barcelona de después de Guardiola o ese amigo que todos tenemos que habla con quince para no llegar a ningún sitio con ninguna. Fuegos artificiales un martes por la tarde. A la prosa le pido que sea como Vinicius. Capaz, en un partido insulso de pretemporada, de salir en la segunda parte y agitar a sus compañeros y a los adversarios. Rápida, ágil, leve y que no finalice. Ya digo, como Vinicius. No todos los símiles son futbolísticos. Conozco a una chica que también tiene ese estilo. A esta chica la vi cuando menos lo esperaba. Estaba muy guapa y yo tenía el pelo largo. Pensé que no me saludaría y, de repente, se acercó y me cantó un hooooola interminable, eterno, definitivo. Se queja en silencio porque siempre resalto sus mofletes y su culo. Pero cómo no hacerlo si lleva puestas esas mayas negras de Nike. Si pudiera controlar mis ojos…De todos modos no todo empieza y termina en sus nalgas. Ni siquiera son lo mejor. Ay. Lo más destacable es su tono de voz pizpireta mitad pijo mitad lascivo y sus expresiones siempre altaneras y sencillamente altivas. Ya puede pasar el tiempo por ella que siempre va a parecer una niña pillada en falta. Tanto ella como la escritura que me seduce se define por vía negativa. Como la felicidad: uno se da cuenta de que es infeliz. No de que no lo está siendo. Igual que uno se da cuenta de que está ante un relato soporífero cuando tiene que empezar a leer lo mismo por tercera vez o que esa chica que parecía especial no lo será tanto si prefieres ver un partido de pretemporada entre el Castilla y el Alcorcón. Sé exigente y tira ese libro a la basura y no quedes con esa chica si no puedes parar de leer o de besarla por propia iniciativa. Este consejo, naturalmente, no es para mí. Están cerca las fiestas de mi pueblo y raro será si no termino tirado con un libro lento y tosco en una peña a medio limpiar. Es una metáfora. Como espero sea eso que me respondió un amigo cuando le pregunté a ver como se atrevía a enrollarse con alguna tan fea. “No soy valiente, me pongo preservativos hasta en los huevos”.