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Lunes, 16 de Septiembre de 2019

La esencia maragata, condenada a la desaparición (I)

El arco de San Martín del Agostedo o el Poblado Romano de Quintanilla de Somoza son algunos de los pedazos de la Maragatería antigua condenados a desaparecer.

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¿Cuál ha sido el destino de los edificios de las tierras maragatas que los antepasados construyeron con tanto esfuerzo? Si bien es cierto que algunos se conservan en excelentes condiciones o han sido restaurados en los últimos años, muchísimos más han desaparecido a lo largo de la historia. Por ello, sirva esta serie de artículos que aquí se inician para remover conciencias e intentar salvarlos de la ruina y la desidia.

 

La mayoría de ellos giran en torno a aquellos personajes antiguos que podían “permitirse el capricho” de costear elementos emblemáticos para su pueblo. Un ejemplo de esa esencia maragata que estamos a punto de perder es un gran arco que se encuentra en San Martín del Agostedo y actualmente de propiedad privada.

 

 

Enigmático arco, en San Martín del Agostedo

 

Algunas de las personas más mayores del pueblo con las que este equipo ha podido contactar apuntan a que las paredes que hoy vemos fueron un convento. Otras, en cambio, señalan que se trataba de un hospital atendido por la cofradía de san Pedro y dedicado a recoger a los pobres del lugar y transeúntes que cruzaban por el Camino Gallego que cruza la localidad.

 

Sin embargo, si consultamos el Catastro del Marqués de la Ensenada (ordenado hacer por Fernando VI a mediados del siglo XVIII), podemos leer que en San Martín no consta que hubiera ni convento ni hospital, desmoronándose las teorías de los vecinos. 

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Aunque no sabemos con certeza qué pudieron esconder esas paredes, aquel que desee pasear por las calles del pueblo podrá observar la gran magnitud del arco, que destaca no solo por su altura, sino también por su grosor, más espectacular aún que el de las casas maragatas.

 

Debido a las características que presenta el monumento, construido con piedras trabadas con argamasa y con una excelente bóveda de medio punto, el historiador del arte Abel Lobato Fernández apunta que podría tratarse de la entrada a un edificio de grandes proporciones y especial significación, como una ermita, un palacio o una casa fuerte que ya estaría en ruinas -o incluso desaparecida- en el siglo XVIII. La carencia de noticias documentales nos impide saber más sobre el origen del mismo.

 

Precisamente Lobato indicaba que “el misterio del origen del arco contribuye a hacerlo más atractivo para todo aquél que lo visita” pues se trata de una gota enigmática de la esencia maragata.

 

 

Poblado romano, en Quintanilla de Somoza

 

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El Poblado de la Corona de Quintanilla de Somoza, municipio de Luyego de Somoza, es otro elemento que refleja la historia y el pasado de la antigua Somoza. En este caso se trata de una herencia de la época de dominación romana situado en la zona del Campo de Maniobras y Tiro del Teleno pero excluido de la zona de maniobras.

 

Pese a que este terreno pertenece al Ejército de Tierra de España, desde el consistorio responsable apuntan que seguirán intentando poner en valor la zona para que se pueda visitar en la época en la que no trabaja el Ejército. Actualmente, la maleza lo cubre en su mayor parte, y cada vez es más difícil apreciar su envergadura y características.

 

El conjunto arquitectónico consta de más de veinte construcciones con muros de cantos rodados y argamasa y presenta dos etapas de ocupación. La primera concierne al siglo I d.C. y la segunda al siglo IV, dato evidenciado por el empleo de materiales cerámicos y de vidrio.

 

Este pedazo de la Maragatería romana fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Castilla y León a comienzos de la década de los 80. En el expediente de protección de la zona arqueológica se indica que la ocupación del poblado “duró apenas 50 o 70 años”, comenzando su construcción hacia el año 15 d.C. y su destrucción en los años 60 o 70.

 

En el mismo expediente se describe que los fosos que limitan el castro fueron creados con la fuerza hidráulica, “formando una compleja red de canales, depósitos y obras mineras… marcando el periodo de transición entre lo prerromano y lo romano”.

 

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Por otro lado, en una de las laderas del montículo en el que se encuentra el poblado se encuentran unas tumbas, posiblemente pertenecientes a un cementerio celta, en el que todavía se pueden apreciar algunas inscripciones.

 

En este caso en particular, el primer paso a dar sería evitar que la maleza destruya los restos conservados después de casi dos milenios, como se ha hecho en La Villa del Soldán, en Santa Colomba de Somoza.

 

Para terminar, seguiremos trabajando sobre una larga lista de monumentos sumamente deteriorados y abandonados que, si las administraciones e instituciones competentes no lo remedian, seremos la última generación que pueda disfrutarlos.

 

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