Carta a Javier del Otero. Jalisko.
![[Img #46397]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/3840_4469_img_13621.jpg)
Mi ciudad.
La ciudad donde nací.
La que vio nacer, vivir y morir al amigo.
Al artista. A la persona.
Al loco surrealista que dejaba en la cara de todos los que ahora lo adulan la mueca de no haber entendido nada.
De no saber si aplaudir o pitar.
De estar delante de un tipo que ya había dado la vuelta al mundo y había regresado mientras tú aún estabas analizando la primera frase de lo que te estaba diciendo.
Puro corazón.
Pura actitud.
Haciendo en silencio la obra que se suele anunciar en las barras de los bares y se queda en gaseosa.
Afilando el colmillo y la uña para rascar donde los demás no llegamos a ver y tú ya imaginabas algo.
Heredero de la pasión que se apagó hace tanto tiempo.
Digno guardián de las honestas maneras.
Las de antes.
Las de nuestros viejos.
Impagable compañero en las hazañas guitarreras de una juventud que nos esposó bajo el juramento del Rock and Roll y tiró la llave a la más profunda de las simas.
Y allí estaba bien. Nunca quisimos bajar a buscarla.
Uno de esos pocos que mostró lealtad hasta el final. Uno de esos pocos que siguió agarrado al cable de alta tensión de lo que mis demonios seguían supurando y sangrando, entre páginas de papel, tras saltar del tren del Rock and Roll en marcha.
Sincera intención hasta el final.
Sincero orgullo por lo que hace feliz al amigo. Símbolo de los verdaderos amigos.
Quedó una canción por escuchar. La que llevaba semanas queriendo que escucharas. Siempre que suene la veré como tuya.
Quedó un libro por leer. El que aún espera en el salón de Nunci a que pases a recogerlo.
Esa canción y ese libro ya no tendrán más dueño que tú.
Seguiré sin bajar a por la llave.
Pediré la cuenta en la asociación local.
Ya no vale la pena alardear de artista de aquí (los macarras de San Bartolo) si tú no vas a dar el visto bueno.
Espérame donde estés.
Me llevaré el material para cumplir con mi palabra.
La que ya no resuena en las calles en las que el eco de tu voz era la referencia.
En mi ciudad.
En la ciudad donde nací.
![[Img #46397]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/3840_4469_img_13621.jpg)
Mi ciudad.
La ciudad donde nací.
La que vio nacer, vivir y morir al amigo.
Al artista. A la persona.
Al loco surrealista que dejaba en la cara de todos los que ahora lo adulan la mueca de no haber entendido nada.
De no saber si aplaudir o pitar.
De estar delante de un tipo que ya había dado la vuelta al mundo y había regresado mientras tú aún estabas analizando la primera frase de lo que te estaba diciendo.
Puro corazón.
Pura actitud.
Haciendo en silencio la obra que se suele anunciar en las barras de los bares y se queda en gaseosa.
Afilando el colmillo y la uña para rascar donde los demás no llegamos a ver y tú ya imaginabas algo.
Heredero de la pasión que se apagó hace tanto tiempo.
Digno guardián de las honestas maneras.
Las de antes.
Las de nuestros viejos.
Impagable compañero en las hazañas guitarreras de una juventud que nos esposó bajo el juramento del Rock and Roll y tiró la llave a la más profunda de las simas.
Y allí estaba bien. Nunca quisimos bajar a buscarla.
Uno de esos pocos que mostró lealtad hasta el final. Uno de esos pocos que siguió agarrado al cable de alta tensión de lo que mis demonios seguían supurando y sangrando, entre páginas de papel, tras saltar del tren del Rock and Roll en marcha.
Sincera intención hasta el final.
Sincero orgullo por lo que hace feliz al amigo. Símbolo de los verdaderos amigos.
Quedó una canción por escuchar. La que llevaba semanas queriendo que escucharas. Siempre que suene la veré como tuya.
Quedó un libro por leer. El que aún espera en el salón de Nunci a que pases a recogerlo.
Esa canción y ese libro ya no tendrán más dueño que tú.
Seguiré sin bajar a por la llave.
Pediré la cuenta en la asociación local.
Ya no vale la pena alardear de artista de aquí (los macarras de San Bartolo) si tú no vas a dar el visto bueno.
Espérame donde estés.
Me llevaré el material para cumplir con mi palabra.
La que ya no resuena en las calles en las que el eco de tu voz era la referencia.
En mi ciudad.
En la ciudad donde nací.





