Roberto Prada Gallego
Sábado, 05 de Octubre de 2019

Noche movida

[Img #46404]

 

 

Tenía un amigo y ahora no lo tengo porque se ha ido de Erasmus. Antes de que sucediese, no hace tanto, fuimos a un bar y vimos al Madrid. Le metieron una paliza. Mi amigo, compungido, con los ojos puestos en otra pantalla, sólo alcanzaba a decir: “Y además remonta el puto Atleti”. Como si fuera un controlador aéreo de partidos de fútbol. Sonrió un poco cuando al mirar el móvil. Pregunté a ver si era por la chica que había conocido anoche. Bueno, lo que viene siendo ahora conocerse. No era ella. El motivo era una imagen que le habían pasado por un grupo de WhatsApp “voto más que follo”. Se la enseñamos a un amigo que tenemos en común y no le hizo tanta gracia. Desde los dieciocho años no vota y desde que nació no folla. Dice que no le importa, pero hubo un tiempo en que llevó una dieta paleolítica. Un tiempo de doce horas.

 

- “Ayer salí de calentada con dos de clase, me lie con una tía y me la bajé al piso. Y a las ocho me pasaron a buscar. Entre medias me tocó salir con lo que llovía a coger la pastillita porque partí el condón. Esa ha sido mi noche”.

 

Empezó a contarnos su aventura de manera desordenada y confusa como se cuentan las cosas que han sucedido. Los demás mirábamos en silencio y atentos, instando con la mirada a que siguiera.

 

- “Es más, la tía cuando empecé a hablar con ella fue porque me estaba mirando desde la otra punta del pub y chupando la boquilla del botellín como si me estuviera haciendo una mamada”

 

Aquí ya le corté, no por el lenguaje vulgar utilizado en las descripciones, ya que esa es la jerga común para las relaciones entre amigos; tampoco por ese “me estuviera haciendo” como dando por hecho el consentimiento tácito; sino por utilizar ‘pub’ y ‘botellín’ como si fuera un pijo de ciudad grande, que pensé que si eso nos lo hacía antes de ir de Erasmus qué no nos podría hacer a la vuelta.

 

- “Lo de ayer fue algo surrealista, no se lo deseo a nadie. Con lo que llovía a por la puta píldora. 27 pavazos”. 

 

- Pero, ¿por qué te la hizo pagar?

 

- “No te voy a decir cuánto tardé en correrme…he tardado más algunas veces en recalentar los macarrones en el microondas”.

 

Siguió directo a portería. Ya casi a los gritos.

 

- “La saco y veo que el condón ha desaparecido. Me tocó sacarlo de ahí dentro.”

 

De dónde, preguntó nuestro amigo en común. La verdad es que, al explicar así el coito, yo estaba deseando ver a la muchacha. Todo lo que fuera de travelo para abajo sería una decepción. O que lo hubiera sacado con la ayuda de una linterna y unas tenazas, al estilo explorador.

 

- “Cuando volví empapado y se la tomó le dije que bueno que ahora ya podíamos follar sin condón toda la noche. Y se puso a llorar y me dijo que la comprendiera y dejara de pensar solo en sexo”.

 

 A esas alturas el fútbol era lo de menos, ni el que había metido cien euros al ambos marcan estaba mirando la televisión ni el 3-0 que reflejaba el marcador. El bar nos hacía corro y mi amigo contándonoslo con los ojos cerrados. Me aparté un poco no fuera a llegar de nuevo al clímax y nos pusiera a todos perdidos de amor y de comprensión.

 

“¿Cómo tenía el chocho, tenía pelos?”, bramó un neandertal borrachuzo desde atrás.

 

- “Era como lamer una baldosa”, respondió mi amigo.

 

 

 

 

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.