"Se hizo un silencio blanco" en la noche de San Martín del Agostedo
Versos en la Somoza es un proyecto poético / musical que amparado por el sello 'Turismo Maragatería' trata de acercar la poesía a todos los pueblos de la comarca a través de diversos poetas del panorama nacional, los cuales en compañía de un músico serán el aliciente perfecto para que estas localidades sean visitadas.
Luis Carnicero junto con Miguel Ángel Viñuela han sido los primeros participantes en este ciclo cultural que se celebro el sábado en la Iglesia de san Martín del Agostedo.
![[Img #46513]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/5635_dsc_0386.jpg)
Si este periodista (yo) acude a su memoria lo primero que recuerda es una yegua fantasmal pasando por delante de la puerta del atrio de la Iglesia de San Martín del Agostedo ante la mirada atónita del auditorio. La yegua montada por un jinete enmascarado de blanco se perdía por el camino ya oscurecido, al paso iban el poeta y tres niñas. Se perdieron y hubo (a las niñas) que ir a buscarlas.
La memoria, si busca, tendría que empezar por ahí; por el final. La yegua se fue por esa noche oscura, pero el poeta regresó. La dejó por occidente a esperar su vuelta por oriente, de donde había venido, como los 'Magos' de cada Navidad. Pues, "esto acaso hubiera ocurrido ya." "Sí, habían invitado al poeta y al músico para que trovaran sus composiciones en San Martín del Agostedo."
Pero, si esto hubiera ocurrido ya, estaría ocurriendo por segunda vez, lo que nos haría sospechar que la cadena de ocurrencias desde ahora..., no, ya desde la primera sería infinita, eterna, y por ello habríamos de quererla con total entrega.
La yegua está al comienzo como un momento que marca la vida de Luis Carnicero. (Un ir de lo oscuro a lo claro y luego otra vez a la oscuridad) Otra cosa que le marca en sus comienzos es cuando sentado a la mesa camilla, con hule mapamundi de la casa de sus abuelos, fantasearía sobre viajes posibles y maravillosos.
![[Img #46514]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/735_dsc_0431.jpg)
![[Img #46516]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/2747_dsc_0454.jpg)
La yegua es símbolo de la madre, pero también de la impetuosidad del deseo. Cuando aparece de blanca vestimenta el corcel o la yegua remite en su simbología de luna y se hace sol, es capaz entonces de llevar en su montura el poema ‘Adolescencia’ de Vicente Aleixandre.
Tanta belleza parece entretenida por la música. El poeta y el músico Miguel Ángel Viñuela se fusionaron en la iglesia de San Martín del Agostedo en único son: "libros y acordes unidos que acaso dejaban en el silencio las mismas cicatrices." Interpretaba por ello Miguel Ángel Viñuela una nana en su violonchelo.
En el teatro las cosas ocurren y se sabe que ocurren. Se pueden distinguir en él realidad y ensueño. ¿Cómo lo supo discernir Descartes cuando entremetía la duda de si estaríamos despiertos o dormidos? Si alguien vestido de negro se lleva del foro una capa blanca tendremos que tener claro este suceso, por si luego esa capa la vistiera un jinete. Entonces sabríamos que ocurrió. Aunque pareciera sueño de resonancias fantásticas.
Así que lo que ocurrió ya había ocurrido y por eso la capa la reconocemos en su aparición segunda…
En aquel momento Luis Carnicero dibujó en una pizarra "una silueta de un hombre y una mujer frente al vacío, con un 'punto sol' en lo alto en el pasado, con un 'gesto luna' en lo alto en el futuro. Y dibujó "una línea recorriendo el espacio". Y había escrito bajo aquel sol y aquella luna: "En el principio era el horizonte. SOLO LA LUZ NO ENVEJECE."
![[Img #46518]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/9390_dsc_0462.jpg)
![[Img #46517]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/6332_dsc_0471.jpg)
Entre las lecturas que realizó Luis Carnicero, además de versos suyos, sus primeros versos, rescatados de una libreta de cuando tenía 13 años, que mostró por vez primera en San Martin, por ese honor que sentía. Leyó también fragmentos del Apocalipsis, tal vez en referencia a ese jinete blanco. Leyó otros versos suyos que interpelaban al auditorio: “No se sabe si ocurrió” dijo tres veces seguidas. Lo dijo no cabe duda de manera repetitiva, machacona para que no se olvidara, como frotándose los ojos y bien despierto percatarse de que verdaderamente ocurría y que sería inolvidable. “No se sabe si ocurrió”, este estribillo, despiertos o dormidos, no podríamos olvidarlo.
Con lo que daba entrada a una nueva interpretación musical: dos piezas, de Bach y de Dall'Abaco. Luego seguiría la lectura de versos propios y ajenos. Versos de decrecimiento primero. Antes había leído versos de juventud y de madurez. Para finalizar leyendo versos denominados de ocultación, casi como por el camino de la negación espiritual. Versos de San Juan de la Cruz: “En una noche escura / con ansias en amores inflamada / ¡o dichosa ventura! / salí sin ser notada / estando ya mi casa sosegada”.
Salieron entonces los asistentes a la noche, iba el músico por delante interpretando algo de Bach. Afuera súbito pasó una yegua lunanca, sobre ella el enmascarado de blanco, con el poema 'Vencidos' de León Felipe en los labios, que se llevó al poeta como si fuera la muerte. No se sabe si ocurrió, aunque todos lo recuerden pues el poeta regresó como si regresara de la muerte. Entonces "se hizo un silencio blanco sobre San Martin del Agostedo."
Luis Carnicero junto con Miguel Ángel Viñuela han sido los primeros participantes en este ciclo cultural que se celebro el sábado en la Iglesia de san Martín del Agostedo.
Si este periodista (yo) acude a su memoria lo primero que recuerda es una yegua fantasmal pasando por delante de la puerta del atrio de la Iglesia de San Martín del Agostedo ante la mirada atónita del auditorio. La yegua montada por un jinete enmascarado de blanco se perdía por el camino ya oscurecido, al paso iban el poeta y tres niñas. Se perdieron y hubo (a las niñas) que ir a buscarlas.
La memoria, si busca, tendría que empezar por ahí; por el final. La yegua se fue por esa noche oscura, pero el poeta regresó. La dejó por occidente a esperar su vuelta por oriente, de donde había venido, como los 'Magos' de cada Navidad. Pues, "esto acaso hubiera ocurrido ya." "Sí, habían invitado al poeta y al músico para que trovaran sus composiciones en San Martín del Agostedo."
Pero, si esto hubiera ocurrido ya, estaría ocurriendo por segunda vez, lo que nos haría sospechar que la cadena de ocurrencias desde ahora..., no, ya desde la primera sería infinita, eterna, y por ello habríamos de quererla con total entrega.
La yegua está al comienzo como un momento que marca la vida de Luis Carnicero. (Un ir de lo oscuro a lo claro y luego otra vez a la oscuridad) Otra cosa que le marca en sus comienzos es cuando sentado a la mesa camilla, con hule mapamundi de la casa de sus abuelos, fantasearía sobre viajes posibles y maravillosos.
La yegua es símbolo de la madre, pero también de la impetuosidad del deseo. Cuando aparece de blanca vestimenta el corcel o la yegua remite en su simbología de luna y se hace sol, es capaz entonces de llevar en su montura el poema ‘Adolescencia’ de Vicente Aleixandre.
Tanta belleza parece entretenida por la música. El poeta y el músico Miguel Ángel Viñuela se fusionaron en la iglesia de San Martín del Agostedo en único son: "libros y acordes unidos que acaso dejaban en el silencio las mismas cicatrices." Interpretaba por ello Miguel Ángel Viñuela una nana en su violonchelo.
En el teatro las cosas ocurren y se sabe que ocurren. Se pueden distinguir en él realidad y ensueño. ¿Cómo lo supo discernir Descartes cuando entremetía la duda de si estaríamos despiertos o dormidos? Si alguien vestido de negro se lleva del foro una capa blanca tendremos que tener claro este suceso, por si luego esa capa la vistiera un jinete. Entonces sabríamos que ocurrió. Aunque pareciera sueño de resonancias fantásticas.
Así que lo que ocurrió ya había ocurrido y por eso la capa la reconocemos en su aparición segunda…
En aquel momento Luis Carnicero dibujó en una pizarra "una silueta de un hombre y una mujer frente al vacío, con un 'punto sol' en lo alto en el pasado, con un 'gesto luna' en lo alto en el futuro. Y dibujó "una línea recorriendo el espacio". Y había escrito bajo aquel sol y aquella luna: "En el principio era el horizonte. SOLO LA LUZ NO ENVEJECE."
Entre las lecturas que realizó Luis Carnicero, además de versos suyos, sus primeros versos, rescatados de una libreta de cuando tenía 13 años, que mostró por vez primera en San Martin, por ese honor que sentía. Leyó también fragmentos del Apocalipsis, tal vez en referencia a ese jinete blanco. Leyó otros versos suyos que interpelaban al auditorio: “No se sabe si ocurrió” dijo tres veces seguidas. Lo dijo no cabe duda de manera repetitiva, machacona para que no se olvidara, como frotándose los ojos y bien despierto percatarse de que verdaderamente ocurría y que sería inolvidable. “No se sabe si ocurrió”, este estribillo, despiertos o dormidos, no podríamos olvidarlo.
Con lo que daba entrada a una nueva interpretación musical: dos piezas, de Bach y de Dall'Abaco. Luego seguiría la lectura de versos propios y ajenos. Versos de decrecimiento primero. Antes había leído versos de juventud y de madurez. Para finalizar leyendo versos denominados de ocultación, casi como por el camino de la negación espiritual. Versos de San Juan de la Cruz: “En una noche escura / con ansias en amores inflamada / ¡o dichosa ventura! / salí sin ser notada / estando ya mi casa sosegada”.
Salieron entonces los asistentes a la noche, iba el músico por delante interpretando algo de Bach. Afuera súbito pasó una yegua lunanca, sobre ella el enmascarado de blanco, con el poema 'Vencidos' de León Felipe en los labios, que se llevó al poeta como si fuera la muerte. No se sabe si ocurrió, aunque todos lo recuerden pues el poeta regresó como si regresara de la muerte. Entonces "se hizo un silencio blanco sobre San Martin del Agostedo."