ENTREVISTA / Marina Gay Ylla, estudiante astorgana en Chile
"Se me activó el instinto de supervivencia durante los días de estado de excepción que he vivido en Chile"
Las calles de Chile no han callado todavía después de la manifestación histórica del pasado domingo, y los ecos resuenan, incluso, en Astorga. Marina Gay Ylla aterrizó en Madrid el pasado miércoles procedente de Santiago, la capital chilena. La joven astorgana se fue al país andino en 2016 en un intercambio de estudios de ligüística pero Valparaíso la 'atrapó' y durante los dos últimos años de su estancia se ha dedicado a estudiar trompeta y jazz. Ha vuelto conmocionada y con un enorme pesar por dejar un país cuya población, profundamente frustrada y precarizada, se ha levantado contra la desigualdad y la inanición de sus servicios públicos. El estallido social de la semana pasada, acallado, en parte, con las medidas anunciadas por el presidente del Gobierno, Sebastián Piñera, no parece ser, según los análisis que hemos leído estos días, algo pasajero: las protestas que se están extendiendo por América Latina (Ecuador, Colombia, Haití, ahora Chile) "surgen en un contexto de desaceleración o crisis económica. América Latina salió prácticamente indemne de la crisis global de 2008, pero ahora resulta la región más golpeada", ha escrito el corresponsal de El País en Latinoamérica, Javier Lafuente.
![[Img #46747]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/7751_46700844_2581709471839538_2567153217548845056_o.jpg)
Llegaste el miércoles de la semana pasada de Chile, eres testigo directa de las movilizaciones que han sacando a la calle a los chilenos, ¿qué es lo que está ocurriendo?
La población está precarizada. Las manifestaciones comenzaron por el alza del metro que a una familia con un sueldo mínimo que ronda los 400 euros al mes le supone gastarlo todo en el metro. Pero el motivo real es la privatización y políticas económicas agresivas que llevan a los chilenos y chilenas a sufrir la precarización absoluta de la sanidad, la educación, el robo del agua de los ríos por multinacionales provocando sequías severas... Cada vez están separando más la cota entre la élite y la gente. Yo tengo profesores de la Universidad que están endeudados hasta que tengan 60 años por los créditos con los se han costeado los estudios ya hayan estudiado en pública o privada; en las universidades privadas, como en la de Viña del Mar donde yo estuve, los estudiantes hacían trámites bancarios dentro de la universidad para comprobar si el crédito les daba para poder continuar o no, es decir, la precarización es brutal y la gente se ha hartado, ha despertado.
Lo que está pasando es que el presidente Piñera está utilizando todas las movilizaciones como excusa: hay vídeos de militares incenciando edificios, también he visto vídeos de la policía chilena avivando barricadas y luego dicen que son de los manifestantes, hay vídeos en los que se ven montajes que está haciendo la televisión chilena con actores incriminando al pueblo.
Las organizaciones de derechos humanos están dando a conocer informes de más de 30 asesinatos. Hay vídeos de Arica, al norte de Chile, de los gendarmes disparando y la gente les están diciendo que no les dan miedo. El Instituto Nacional de Derechos Humanos ha iniciado querellas por violaciones a mujeres en las comisarías, por secuestro de gente en las casas y por torturas, exactamente igual que en 1973 cuando el golpe de estado de Pinochet. ¿Por qué se sabe que es la policía? En la estación de metro de Baquedano, gracias a un testigo que torturaron, se sabe de estos centros de detención clandestinos, además de las pruebas que se encontraron como casquillos de bala de la policía, amarras, sangre, se están iniciando querellas pero hay una desinformación brutal.
Tú vivías en Valparaíso, ¿cómo se han vivido allí las movilizaciones?
Valparaíso y Santiago han sido las ciudades donde la agresividad brotó más rápido. En Santiago comenzó el día 19 de octubre con la evasión del metro, en Valparaíso empezaron a sacar a los militares al día siguiente y allí fue donde comenzaron los toques de queda el domingo; el primero fue a las 12 de la noche, sin embargo los milicos ya estaban pegando tiros a las 11, el segundo día a las 10, el siguiente a las 8 de la tarde, el siguiente a las 6..., decretándolo cada vez más pronto e informando de ellos con muy poco tiempo de antelación, de hecho el primer día que fue a las 8 de la tarde avisaron con poco tiempo de que se adelantaba dos horas. Lo peor fue la movilización de los militares, se pusieron a disparar balines, a una amiga mía la han reventado el ojo y eso es fuerte pero nada comparado con lo que pasó días después.
En Valparaíso las manifestaciones han sido pacíficas, de hecho, la gente lo que hacía eran caceroladas, los vecinos montaban barricadas sin incendiar para impedir que los policías entraran en los barrios y fueran ellos quienes las incendiaran; los vecinos se organizaron para cuidarse entre ellos. La hermana de mi pareja tiene un niño pequeño que no lo sacaba de casa porque era peligroso, atacaron las 'tomas', las partes más pobres, y los militares entraban en las casas llevándose a los niños directamente, como estrategia para desestabilizar, hay muchos desaparecidos y desaparecidas.
¿Cuántos días de toque de queda sufriste?
Tres días. Al principio se vivía mucha confusión, la gente no sabía lo que estaba pasando. El primer día de toque de queda un amigo de mi pareja que no le daba tiempo a llegar a su casa le llamó desesperado para preguntarle dónde vivíamos porque se había quedado atrapado en la calle con policías disparando. Valiente, como todos los chilenos, pero nervioso, estaba buscando opciones para esconderse debajo de un coche o entre matorrales... Esa noche la pasó en nuestra casa.
¿Cómo te cambió el 'chip' cuando de un día para otro el Gobierno declara el estado de excepción con los militares en la calle y toques de queda? ¿Cómo viviste esos días?
Al principio con normalidad. El primer día pensé que se estaba liando muy fuerte pero que iba a ser una más y que pasaría, por eso me fui a trabajar a Concon -una zona de las más ricas de Valparaíso- a tocar con una banda, el primer concierto los dimos pero el segundo se suspendió; de ahí nos fuimos hasta la casa de uno de los componentes de la banda para dejar todos los instrumentos y descansar un poco, cuando eran las 12 menos cuarto de la noche de repente vemos que anuncian un toque de queda y a mí eso me sonó a dictadura. Llegó el padre del chico y dijo que nos quedáramos porque no era seguro salir, todavía no estaban los militares pero sí la policía. Yo me fui hasta mi casa que quedaba a 15 minutos con riesgo porque no había transporte público, Uber tampoco, pero mi pareja consiguió un Uber. Los días siguientes empecé a ver que eso se caldeaba mucho y ya cuando vi que sacaban los militares me entró el miedo porque no sabía cómo volver a España si estaba empezando a haber casos de abusos policiales y cada vez decretaban antes los toques de queda. Sabía que tenía que salir de allí porque cada vez iba a ser peor.
Dos amigas mías que son abogadas no paraban de enviarnos números de abogados y de darnos consejos: si sales envía la ubicación en tiempo real (menos mal que hay redes sociales) a tu ser querido más accesible, si te empiezan a detener o retener grita tu nombre completo, si estás en una manifestación da tu nombre completo para que el resto grabe y se sepa quién eres, escribe en un papel todos tus datos para que si te detienen puedas tirarlo al suelo y queden tus datos ahí.
¿Cuándo tomas la decisión de salir de Chile y regresar a España?
El lunes [21 de octubre] por la mañana empecé a ver demasiados vídeos de lo que estaba ocurriendo, las balas se escuchaban a 20 metros de mi casa y todos mis amigos estaban en las manifestaciones porque tienen muy cerca lo que ocurrió con Pinochet y no quieren que les arrebaten los derechos humanos, están tratando de que no les paralice la doctrina del shock que está aplicando el Gobierno, por eso salen igual, hacen todo lo posible por cuidarse pero salen de casa para participar en las manifestaciones pacíficas.
En ese momento me empecé a dar cuenta de que habían asesinado a gente, comencé a ver los vídeos de los muertos, de cómo le sacaban la documentación, en un vídeo se ve a un policía matando de un tiro a un manifestante, los demás gritaban de impotencia al lado mientras arrastraban el cuerpo hasta la furgona y un policía le sacaba los documentos; la gente comenzó a colgar vídeos en Facebook diciendo que se habían encontrado documentos de identidad tirados en la calle. La última noche que pase allí, mi pareja vio un vídeo y me dijo: "Marina, los policías están quemando cuerpos".
Esa mañana llamé a mis padres porque sabía que lo estaban pasando fatal, y que con mi tipo de vida era peligroso, pues cualquier cosa que alegase la policía o si desaparecía iba a ser mucho más complejo sacarme de allí, ya que no tengo derecho a manifestación y sería lo que alegarían si me pillaban en la calle, mis padres me dijeron que confiaban en mi criterio, que tuviera cuidado y que en cuanto les dijera que me quería ir harían todo lo posible por sacarme de alli; les tranquilicé, les dije que quería salir aunque no sabía cómo porque los vuelos nacionales y los autobuses a Santiago estaban cancelados, no había taxis ni Uber y estaba convocada una huelga general.
Entonces llamé a una amiga catalana que se vino a España hace nueve meses y le pregunté por el chico de Uber que le llevaba todas las partes, me pasó el teléfono y me dijo que confiara en él porque me iba a ayudar, haría cualquier cosa por mí. Lo llamé y en una hora pasó a buscarme, me dio tiempo a preparar rápidamente mis cosas con lo más importante, con los documentos y los instrumentos, aunque ni si quiera pude despedirme de mi pareja. Escribí en el antebrazo teléfonos, el de una amiga abogada, la dirección del hermano de otro amigo en Santiago por si acaso no podía llegar al aeropuerto pero sin saber si iba a poder contactar. Salí a las 10 y cuarto de la mañana.
¿Cómo saliste de una ciudad tomada por la policía y los militares en un día de huelga general?
Una vez en el coche, nos preguntamos por dónde íbamos a salir, ¿por abajo o por arriba? Por abajo está el mar y la parte llana que está militarizada por completo, por arriba están las 'tomas', las zonas pobres, donde hay normalmente mucha violencia. Tenía miedo también por el toque de queda porque no llevaba salvoconducto, no lo están entregando en las comisarías porque dicen que unos no tienen papeles y otros porque no tienen potestad para expedirlo. Finalmente salimos por las 'tomas' pero nos encontramos con los camiones que estaban iniciando la huelga general moviéndose hacia el centro de Santiago, por el GPS vimos que había policía, policía y más policía, y teníamos que llegar al desvío del aeropuerto, entonces supimos que se iba a liar muy gorda y no sabíamos qué hacer. La verdad es que cuando llegamos a la carretera respiré, ahí fue cuando me dije: "por fin has salido de Valparaíso", una ciudad donde los militares entran en las casas de los civiles y yo por mi situación de extranjera mis derechos no son los del resto de ciudadanos, ser extranjera no facilita las cosas sin familia ni tantos contactos allí.
Al final pudiste llegar a la carretera y ¿qué ocurrió?
Menos mal que pillamos la cola de los camiones y nos pudimos desviar. El chico de Uber fue un amor conmigo, ya en el aeropuerto me acompañó hasta Iberia para ver si podía cambiar el vuelo que habían conseguido mis padres desde Astorga para el día siguiente a las 12 del mediodía y que me enviaron por whatsapp, pero no lo logré y tuve que pasar 24 horas allí y sin la seguridad de que iba a salir el vuelo.
En el aeropuerto se notaba como un silencio de tensión y miedo muy grande, no había ni un policía ni un militar, les compensa mucho tener la carátula externa y se notaba demasiado. La gente estaba muy callada y nerviosa, de repente un chico que estaba a mi lado empezó a llorar porque por whatsapp le acaban de decir que la policía había asesinado a un familiar. En las 24 horas que estuve en el aeropuerto estuve tranquila porque por el hecho de estar en internacionales sabía que era el sitio más seguro de todo Chile, aunque si de repente se hubieran metido militares aquello se hubiera convertido en una ratonera porque no se puede salir pero tampoco quedar dentro.
Yo había dormido cuatro horas en dos días y estaba muy cansada pero a la vez muy alerta, me sentí bien conmigo porque fui muy racional en cómo hacer las cosas, es como que se activó el instinto de supervivencia. Por fin llegó la hora del embarque, pasé los controles, allí conocí a un chileno que lleva 20 años en España, comenzamos a hablar y empecé a sentir todo más calmado. Hasta despegar todo fue muy rápido, entramos en el avión y las azafatas nos urgían a pasar deprisa y a colocar las maletas, nos metimos muy rápidamente en pista y nos dijeron que por la situación que se vivía en Chile no nos iban a poder dar de comer igual, pero no importaba nada lo único que queríamos era volar.
![[Img #46746]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/6436_10960561_957017440978002_1569997141_o-copia.jpg)
Una vez sentada ya en el avión y durante las 13 horas y media de vuelo hasta Madrid, ¿qué pensamientos e imágenes van sucediendo en tu cabeza?
Según despegó el avión, ahí ya me despreocupé de mí, me dije "ya estoy fuera" y me empecé a acordar de todo lo que había visto, de todo lo que está pasando y de mis amigos que siguen haciendo música e intentando seguir la vida cuidándose entre ellos... Pensé en la violencia ejercida por parte del Estado y óno es capaz de detener a la gente cuando está muy harta y también muy valiente.
También pensé en los proyectos que dejé iniciados, uno era musicalizar mis poemas, otro grabar con una banda los temas propios que estábamos creando, he dejado mi estudio de trompeta allí. Empecé a darme cuenta cómo todo se ha paralizado, he dejado a mi pareja, a su familia, a mis amigos, toda mi vida que estaba haciendo allí. Me siento tranquila por estar aquí pero lo peor es la impotencia de decir cómo ayudo, sé que está pasando eso y qué hago. Es impotencia.
Pensaba en los ojeadores del Instituto Nacional de Derechos Humanos que han iniciado querellas por lo que ha sucedido en las comisarías pero ¿qué pasa con los asesinatos, las desapariciones y las violaciones? La acción de los ojeadores tiene un alcance limitado porque el país les está amarrando. La ayuda que necesita Chile en este sentido es externa. Desde mi punto de vista las reacciones tienen que ser contundentes como la de Francia que anunció que no asistiría a la cumbre de ecologismo en Chile en protesta por los abusos contra la población.
Las medidas anunciadas por Piñera para detener las movilizaciones son irrisorias y migajas que no van a cambiar la situación de precariedad en la sociedad, son medidas para que las escuchen Europa y sus ministros. Piensan aprobar el TPP-11 el lunes, el tratado de permanencia de acuerdos con multinacionales que impedirá todo lo que piden los chilenos: cambio en la constitución, que no quiten medicamentos genéricos, que las semillas sean libres y fértiles para los agricultores…
Y España, ¿cómo crees que ha reaccionado?
Que yo sepa solo el juez Garzón ha escrito una carta a Piñera [presidente del Gobierno de Chile por el partido Renovación Nacional]. Por lo demás, yo solo he visto imágenes manipuladas en Telecinco y desinformación. España está callada porque la electricidad de Chile pertenece a empresas españolas. A España no le interesa alzar la voz sobre lo que le está ocurriendo a los chilenos porque el gobierno no quiere encararse a Estados Unidos, ya que con las mismas privatizaciones y recortes a servicios públicos vamos por el mismo camino de desigualdad y empobrecimiento de toda la población, por eso no se pronuncian porque la derecha lo ha querido implantar durante años y nadie aún le ha puesto freno.
Al principio de la entrevista has hablado de precarización de los servicios públicos como la sanidad o la educación. Cuando te ponías enferma, ¿qué asistencia recibías?
Yo como extranjera podía irme a la pública, que allí también cobran. Los chilenos se están endeudando hasta límites insoportables para sus precarias economías... Ir a la pública suponía esperar a que me atendieran entre 48 o 72 horas entre enfermos tirados en los pasillos. Antes del estallido, la sanidad pública ya se estaba quedando sin efectivos ni personales ni materiales para atender a los pacientes, lo cual fue muy oportuno para Piñera, la gente no puede ni obtener insulina o salir de un paro cardíaco Yo las pocas veces que me puse enferma al final acababa en la privada donde, por ejemplo, por una prueba de infección de orina y una revisión escueta pagaba 150 €, sin contar medicamentos, y eso allí, para los chilenos con un salario mínimo mensual de 400 €, es prohibitivo, la sanidad pública también se cobra y a precios similares.
El decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso quería hacer una donación de cuatro millones de pesos al hospital más grande de la ciudad porque estaban sin nada, sin insulina y los médicos y enfermeras están desesperados, pero le llamó el ministro de Sanidad y le dijo que si seguía adelante con esa idea retiraría los convenios de clínicas a la Universidad y además se iba a querellar. Curioso, el ministro de sanidad prohibiendo una donación de la universidad al hospital.
¿Como diría Vargas Llosa: cuándo se jodió Chile?
Chile no se ha levantado desde Pinochet, el sistema que se implementó con la privatización de todos los recursos naturales y sociales ha dejado en una incapacidad de acción a los gobiernos. Chile tiene todos los recursos imaginables, es de los países punteros en energías renovables, es un país con una enorme riqueza natural pero nada es de ellos. Chile es el gran apadrinado de Estados Unidos que le ha enseñado a hacer muy bien las cosas, de cómo mantener esa fachada internacional mientras la gente se va precarizando y silenciando, algo que estoy viendo que está sucediendo también en España donde empezamos a padecer las consecuencias de la precarización paulatina de lo público.
Chile está regresando al año 1973 cuando Pinochet dio el golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende y aplicando las mismas tácticas, primero con una fachada internacional que ha mantenido durante todos estos años. Cuando a mí me dicen que Chile está muy bien yo siempre respondo que está muy bien la élite, que es lo que muestran las cámaras y que en cambio ocultan la deuda que tiene en el bolsillo la población o la precariedad sanitaria. Otra de las tácticas que hemos visto durante estos días de estallido es la aplicación de la doctrina del shock para crear y hacer creer que existe desabastecimiento. Primero desabastece después deja que la población se enfrente entre sí para que acabe pidiendo a gritos que alguien ponga orden sin importarle los derechos y libertades. Los chilenos y chilenas piden nueva constitución y la destitución de Piñera y su primo, Chadwick, ministro de Seguridad Pública, que está liderando los mandatos de los ataques.
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Llegaste el miércoles de la semana pasada de Chile, eres testigo directa de las movilizaciones que han sacando a la calle a los chilenos, ¿qué es lo que está ocurriendo?
La población está precarizada. Las manifestaciones comenzaron por el alza del metro que a una familia con un sueldo mínimo que ronda los 400 euros al mes le supone gastarlo todo en el metro. Pero el motivo real es la privatización y políticas económicas agresivas que llevan a los chilenos y chilenas a sufrir la precarización absoluta de la sanidad, la educación, el robo del agua de los ríos por multinacionales provocando sequías severas... Cada vez están separando más la cota entre la élite y la gente. Yo tengo profesores de la Universidad que están endeudados hasta que tengan 60 años por los créditos con los se han costeado los estudios ya hayan estudiado en pública o privada; en las universidades privadas, como en la de Viña del Mar donde yo estuve, los estudiantes hacían trámites bancarios dentro de la universidad para comprobar si el crédito les daba para poder continuar o no, es decir, la precarización es brutal y la gente se ha hartado, ha despertado.
Lo que está pasando es que el presidente Piñera está utilizando todas las movilizaciones como excusa: hay vídeos de militares incenciando edificios, también he visto vídeos de la policía chilena avivando barricadas y luego dicen que son de los manifestantes, hay vídeos en los que se ven montajes que está haciendo la televisión chilena con actores incriminando al pueblo.
Las organizaciones de derechos humanos están dando a conocer informes de más de 30 asesinatos. Hay vídeos de Arica, al norte de Chile, de los gendarmes disparando y la gente les están diciendo que no les dan miedo. El Instituto Nacional de Derechos Humanos ha iniciado querellas por violaciones a mujeres en las comisarías, por secuestro de gente en las casas y por torturas, exactamente igual que en 1973 cuando el golpe de estado de Pinochet. ¿Por qué se sabe que es la policía? En la estación de metro de Baquedano, gracias a un testigo que torturaron, se sabe de estos centros de detención clandestinos, además de las pruebas que se encontraron como casquillos de bala de la policía, amarras, sangre, se están iniciando querellas pero hay una desinformación brutal.
Tú vivías en Valparaíso, ¿cómo se han vivido allí las movilizaciones?
Valparaíso y Santiago han sido las ciudades donde la agresividad brotó más rápido. En Santiago comenzó el día 19 de octubre con la evasión del metro, en Valparaíso empezaron a sacar a los militares al día siguiente y allí fue donde comenzaron los toques de queda el domingo; el primero fue a las 12 de la noche, sin embargo los milicos ya estaban pegando tiros a las 11, el segundo día a las 10, el siguiente a las 8 de la tarde, el siguiente a las 6..., decretándolo cada vez más pronto e informando de ellos con muy poco tiempo de antelación, de hecho el primer día que fue a las 8 de la tarde avisaron con poco tiempo de que se adelantaba dos horas. Lo peor fue la movilización de los militares, se pusieron a disparar balines, a una amiga mía la han reventado el ojo y eso es fuerte pero nada comparado con lo que pasó días después.
En Valparaíso las manifestaciones han sido pacíficas, de hecho, la gente lo que hacía eran caceroladas, los vecinos montaban barricadas sin incendiar para impedir que los policías entraran en los barrios y fueran ellos quienes las incendiaran; los vecinos se organizaron para cuidarse entre ellos. La hermana de mi pareja tiene un niño pequeño que no lo sacaba de casa porque era peligroso, atacaron las 'tomas', las partes más pobres, y los militares entraban en las casas llevándose a los niños directamente, como estrategia para desestabilizar, hay muchos desaparecidos y desaparecidas.
¿Cuántos días de toque de queda sufriste?
Tres días. Al principio se vivía mucha confusión, la gente no sabía lo que estaba pasando. El primer día de toque de queda un amigo de mi pareja que no le daba tiempo a llegar a su casa le llamó desesperado para preguntarle dónde vivíamos porque se había quedado atrapado en la calle con policías disparando. Valiente, como todos los chilenos, pero nervioso, estaba buscando opciones para esconderse debajo de un coche o entre matorrales... Esa noche la pasó en nuestra casa.
¿Cómo te cambió el 'chip' cuando de un día para otro el Gobierno declara el estado de excepción con los militares en la calle y toques de queda? ¿Cómo viviste esos días?
Al principio con normalidad. El primer día pensé que se estaba liando muy fuerte pero que iba a ser una más y que pasaría, por eso me fui a trabajar a Concon -una zona de las más ricas de Valparaíso- a tocar con una banda, el primer concierto los dimos pero el segundo se suspendió; de ahí nos fuimos hasta la casa de uno de los componentes de la banda para dejar todos los instrumentos y descansar un poco, cuando eran las 12 menos cuarto de la noche de repente vemos que anuncian un toque de queda y a mí eso me sonó a dictadura. Llegó el padre del chico y dijo que nos quedáramos porque no era seguro salir, todavía no estaban los militares pero sí la policía. Yo me fui hasta mi casa que quedaba a 15 minutos con riesgo porque no había transporte público, Uber tampoco, pero mi pareja consiguió un Uber. Los días siguientes empecé a ver que eso se caldeaba mucho y ya cuando vi que sacaban los militares me entró el miedo porque no sabía cómo volver a España si estaba empezando a haber casos de abusos policiales y cada vez decretaban antes los toques de queda. Sabía que tenía que salir de allí porque cada vez iba a ser peor.
Dos amigas mías que son abogadas no paraban de enviarnos números de abogados y de darnos consejos: si sales envía la ubicación en tiempo real (menos mal que hay redes sociales) a tu ser querido más accesible, si te empiezan a detener o retener grita tu nombre completo, si estás en una manifestación da tu nombre completo para que el resto grabe y se sepa quién eres, escribe en un papel todos tus datos para que si te detienen puedas tirarlo al suelo y queden tus datos ahí.
¿Cuándo tomas la decisión de salir de Chile y regresar a España?
El lunes [21 de octubre] por la mañana empecé a ver demasiados vídeos de lo que estaba ocurriendo, las balas se escuchaban a 20 metros de mi casa y todos mis amigos estaban en las manifestaciones porque tienen muy cerca lo que ocurrió con Pinochet y no quieren que les arrebaten los derechos humanos, están tratando de que no les paralice la doctrina del shock que está aplicando el Gobierno, por eso salen igual, hacen todo lo posible por cuidarse pero salen de casa para participar en las manifestaciones pacíficas.
En ese momento me empecé a dar cuenta de que habían asesinado a gente, comencé a ver los vídeos de los muertos, de cómo le sacaban la documentación, en un vídeo se ve a un policía matando de un tiro a un manifestante, los demás gritaban de impotencia al lado mientras arrastraban el cuerpo hasta la furgona y un policía le sacaba los documentos; la gente comenzó a colgar vídeos en Facebook diciendo que se habían encontrado documentos de identidad tirados en la calle. La última noche que pase allí, mi pareja vio un vídeo y me dijo: "Marina, los policías están quemando cuerpos".
Esa mañana llamé a mis padres porque sabía que lo estaban pasando fatal, y que con mi tipo de vida era peligroso, pues cualquier cosa que alegase la policía o si desaparecía iba a ser mucho más complejo sacarme de allí, ya que no tengo derecho a manifestación y sería lo que alegarían si me pillaban en la calle, mis padres me dijeron que confiaban en mi criterio, que tuviera cuidado y que en cuanto les dijera que me quería ir harían todo lo posible por sacarme de alli; les tranquilicé, les dije que quería salir aunque no sabía cómo porque los vuelos nacionales y los autobuses a Santiago estaban cancelados, no había taxis ni Uber y estaba convocada una huelga general.
Entonces llamé a una amiga catalana que se vino a España hace nueve meses y le pregunté por el chico de Uber que le llevaba todas las partes, me pasó el teléfono y me dijo que confiara en él porque me iba a ayudar, haría cualquier cosa por mí. Lo llamé y en una hora pasó a buscarme, me dio tiempo a preparar rápidamente mis cosas con lo más importante, con los documentos y los instrumentos, aunque ni si quiera pude despedirme de mi pareja. Escribí en el antebrazo teléfonos, el de una amiga abogada, la dirección del hermano de otro amigo en Santiago por si acaso no podía llegar al aeropuerto pero sin saber si iba a poder contactar. Salí a las 10 y cuarto de la mañana.
¿Cómo saliste de una ciudad tomada por la policía y los militares en un día de huelga general?
Una vez en el coche, nos preguntamos por dónde íbamos a salir, ¿por abajo o por arriba? Por abajo está el mar y la parte llana que está militarizada por completo, por arriba están las 'tomas', las zonas pobres, donde hay normalmente mucha violencia. Tenía miedo también por el toque de queda porque no llevaba salvoconducto, no lo están entregando en las comisarías porque dicen que unos no tienen papeles y otros porque no tienen potestad para expedirlo. Finalmente salimos por las 'tomas' pero nos encontramos con los camiones que estaban iniciando la huelga general moviéndose hacia el centro de Santiago, por el GPS vimos que había policía, policía y más policía, y teníamos que llegar al desvío del aeropuerto, entonces supimos que se iba a liar muy gorda y no sabíamos qué hacer. La verdad es que cuando llegamos a la carretera respiré, ahí fue cuando me dije: "por fin has salido de Valparaíso", una ciudad donde los militares entran en las casas de los civiles y yo por mi situación de extranjera mis derechos no son los del resto de ciudadanos, ser extranjera no facilita las cosas sin familia ni tantos contactos allí.
Al final pudiste llegar a la carretera y ¿qué ocurrió?
Menos mal que pillamos la cola de los camiones y nos pudimos desviar. El chico de Uber fue un amor conmigo, ya en el aeropuerto me acompañó hasta Iberia para ver si podía cambiar el vuelo que habían conseguido mis padres desde Astorga para el día siguiente a las 12 del mediodía y que me enviaron por whatsapp, pero no lo logré y tuve que pasar 24 horas allí y sin la seguridad de que iba a salir el vuelo.
En el aeropuerto se notaba como un silencio de tensión y miedo muy grande, no había ni un policía ni un militar, les compensa mucho tener la carátula externa y se notaba demasiado. La gente estaba muy callada y nerviosa, de repente un chico que estaba a mi lado empezó a llorar porque por whatsapp le acaban de decir que la policía había asesinado a un familiar. En las 24 horas que estuve en el aeropuerto estuve tranquila porque por el hecho de estar en internacionales sabía que era el sitio más seguro de todo Chile, aunque si de repente se hubieran metido militares aquello se hubiera convertido en una ratonera porque no se puede salir pero tampoco quedar dentro.
Yo había dormido cuatro horas en dos días y estaba muy cansada pero a la vez muy alerta, me sentí bien conmigo porque fui muy racional en cómo hacer las cosas, es como que se activó el instinto de supervivencia. Por fin llegó la hora del embarque, pasé los controles, allí conocí a un chileno que lleva 20 años en España, comenzamos a hablar y empecé a sentir todo más calmado. Hasta despegar todo fue muy rápido, entramos en el avión y las azafatas nos urgían a pasar deprisa y a colocar las maletas, nos metimos muy rápidamente en pista y nos dijeron que por la situación que se vivía en Chile no nos iban a poder dar de comer igual, pero no importaba nada lo único que queríamos era volar.
![[Img #46746]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2019/6436_10960561_957017440978002_1569997141_o-copia.jpg)
Una vez sentada ya en el avión y durante las 13 horas y media de vuelo hasta Madrid, ¿qué pensamientos e imágenes van sucediendo en tu cabeza?
Según despegó el avión, ahí ya me despreocupé de mí, me dije "ya estoy fuera" y me empecé a acordar de todo lo que había visto, de todo lo que está pasando y de mis amigos que siguen haciendo música e intentando seguir la vida cuidándose entre ellos... Pensé en la violencia ejercida por parte del Estado y óno es capaz de detener a la gente cuando está muy harta y también muy valiente.
También pensé en los proyectos que dejé iniciados, uno era musicalizar mis poemas, otro grabar con una banda los temas propios que estábamos creando, he dejado mi estudio de trompeta allí. Empecé a darme cuenta cómo todo se ha paralizado, he dejado a mi pareja, a su familia, a mis amigos, toda mi vida que estaba haciendo allí. Me siento tranquila por estar aquí pero lo peor es la impotencia de decir cómo ayudo, sé que está pasando eso y qué hago. Es impotencia.
Pensaba en los ojeadores del Instituto Nacional de Derechos Humanos que han iniciado querellas por lo que ha sucedido en las comisarías pero ¿qué pasa con los asesinatos, las desapariciones y las violaciones? La acción de los ojeadores tiene un alcance limitado porque el país les está amarrando. La ayuda que necesita Chile en este sentido es externa. Desde mi punto de vista las reacciones tienen que ser contundentes como la de Francia que anunció que no asistiría a la cumbre de ecologismo en Chile en protesta por los abusos contra la población.
Las medidas anunciadas por Piñera para detener las movilizaciones son irrisorias y migajas que no van a cambiar la situación de precariedad en la sociedad, son medidas para que las escuchen Europa y sus ministros. Piensan aprobar el TPP-11 el lunes, el tratado de permanencia de acuerdos con multinacionales que impedirá todo lo que piden los chilenos: cambio en la constitución, que no quiten medicamentos genéricos, que las semillas sean libres y fértiles para los agricultores…
Y España, ¿cómo crees que ha reaccionado?
Que yo sepa solo el juez Garzón ha escrito una carta a Piñera [presidente del Gobierno de Chile por el partido Renovación Nacional]. Por lo demás, yo solo he visto imágenes manipuladas en Telecinco y desinformación. España está callada porque la electricidad de Chile pertenece a empresas españolas. A España no le interesa alzar la voz sobre lo que le está ocurriendo a los chilenos porque el gobierno no quiere encararse a Estados Unidos, ya que con las mismas privatizaciones y recortes a servicios públicos vamos por el mismo camino de desigualdad y empobrecimiento de toda la población, por eso no se pronuncian porque la derecha lo ha querido implantar durante años y nadie aún le ha puesto freno.
Al principio de la entrevista has hablado de precarización de los servicios públicos como la sanidad o la educación. Cuando te ponías enferma, ¿qué asistencia recibías?
Yo como extranjera podía irme a la pública, que allí también cobran. Los chilenos se están endeudando hasta límites insoportables para sus precarias economías... Ir a la pública suponía esperar a que me atendieran entre 48 o 72 horas entre enfermos tirados en los pasillos. Antes del estallido, la sanidad pública ya se estaba quedando sin efectivos ni personales ni materiales para atender a los pacientes, lo cual fue muy oportuno para Piñera, la gente no puede ni obtener insulina o salir de un paro cardíaco Yo las pocas veces que me puse enferma al final acababa en la privada donde, por ejemplo, por una prueba de infección de orina y una revisión escueta pagaba 150 €, sin contar medicamentos, y eso allí, para los chilenos con un salario mínimo mensual de 400 €, es prohibitivo, la sanidad pública también se cobra y a precios similares.
El decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso quería hacer una donación de cuatro millones de pesos al hospital más grande de la ciudad porque estaban sin nada, sin insulina y los médicos y enfermeras están desesperados, pero le llamó el ministro de Sanidad y le dijo que si seguía adelante con esa idea retiraría los convenios de clínicas a la Universidad y además se iba a querellar. Curioso, el ministro de sanidad prohibiendo una donación de la universidad al hospital.
¿Como diría Vargas Llosa: cuándo se jodió Chile?
Chile no se ha levantado desde Pinochet, el sistema que se implementó con la privatización de todos los recursos naturales y sociales ha dejado en una incapacidad de acción a los gobiernos. Chile tiene todos los recursos imaginables, es de los países punteros en energías renovables, es un país con una enorme riqueza natural pero nada es de ellos. Chile es el gran apadrinado de Estados Unidos que le ha enseñado a hacer muy bien las cosas, de cómo mantener esa fachada internacional mientras la gente se va precarizando y silenciando, algo que estoy viendo que está sucediendo también en España donde empezamos a padecer las consecuencias de la precarización paulatina de lo público.
Chile está regresando al año 1973 cuando Pinochet dio el golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende y aplicando las mismas tácticas, primero con una fachada internacional que ha mantenido durante todos estos años. Cuando a mí me dicen que Chile está muy bien yo siempre respondo que está muy bien la élite, que es lo que muestran las cámaras y que en cambio ocultan la deuda que tiene en el bolsillo la población o la precariedad sanitaria. Otra de las tácticas que hemos visto durante estos días de estallido es la aplicación de la doctrina del shock para crear y hacer creer que existe desabastecimiento. Primero desabastece después deja que la población se enfrente entre sí para que acabe pidiendo a gritos que alguien ponga orden sin importarle los derechos y libertades. Los chilenos y chilenas piden nueva constitución y la destitución de Piñera y su primo, Chadwick, ministro de Seguridad Pública, que está liderando los mandatos de los ataques.






