El filandón de los Santos en la alta Maragatería entre ánimas, crisantemos y castañas
En la tarde del viernes 1 de noviembre, en el Centro Cultural 'El Casino' de Santa Colomba de Somoza se celebró el Filandón de Los Santos, como proclama rebelde contra la invasión de tradiciones ajenas y 'snobs' que parecen relegar al olvido las propias.
![[Img #46785]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/2878_dsc_0285.jpg)
La novedad del presente año fueron las castañas asadas, el vino caliente con miel y las sopas de ajo, que en cualquier caso y dada la cantidad de público asistente se quedaron escasas. Había otras delicias y dulces y solo se pedía la participación de un euro por los refrescos y cervezas, como ayuda a la organización.
Como entre la muerte y los muertos estábamos, José Luis Serrano deshojó en una canción esa margarita o 'crisantelmo', en un requiebro a las cadáveres núbiles de más de 18 años. Cantaba en español 'Le Testament' de Brassens, aunque nosotros lo escucháramos en francés: “J'ai quitté la vie sans rancune, / J'aurai plus jamais mal aux dents. / Me v'là dans la fosse commune, / La fosse commune du temps”. Recitó también el poema ‘Eros y Thanatos’ de Quevedo y contó la leyenda de ‘Las luces malas’, algo similar a las luces de ‘La Santa Compaña’ o a los fuegos de San Telmo entre los más marítimos. Finalizó cantando y tocando en homenaje a Alberto Cortez, la canción ‘Cuando un amigo se va.’
![[Img #46786]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/4942_dsc_0324.jpg)
![[Img #46787]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/4417_dsc_0340.jpg)
Felicitas Rebaque leyó un cuento de ánimas muy acorde para el filandón. Las luces estaban apagadas y la iluminación era la del foro y la de las velas en el centro del salón. En esta penumbra resaltaban intensas las pupilas del lobo, la negrura alerta, despierta de los reptiles en idéntico negror intergaláctico.
Moncho Otero, que ya nos tiene acostumbrados a las delicias de sus versiones cantadas de poetas españoles, empezó con ‘Negra sombra’ de Miguel Hernández, y nos sobrecogía y elevaba el diapasón hasta Ángel González, o a la versión de Leopoldo María Panero sobre el poema de Poe, ‘Anabel Lee’.
![[Img #46788]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/7302_dsc_0381.jpg)
![[Img #46789]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/7789_dsc_0383.jpg)
Fue el momento de los asistentes, que contaron recuerdos de los pueblos. Muy presentes todavía las picarescas de los maragatos en los fielatos de la entrada de Astorga; pero también la Santa Compaña, los conjuros de la brujería, los presentimientos, la bilocación, la telekinesia y cuantas formas de adivinación surgieron. No faltó el humor negro en la lectura de Antonio Merayo, ni los exotismos de las costumbres de la noche de difuntos en tierras hermanas, aunque muy alejadas, como son la Argentina y Chile; tampoco faltaron el terror edulcorado para niños en la narración de Margarita Carro, y hasta una interpretación muy sentida como colofón, por Carmen Calvo del poema de Lorca, ‘Los encuentros de un caracol aventurero’, como si dijera: ¡aquí se acabaron los muertitos!
![[Img #46784]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/3305_dsc_0259.jpg)
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La novedad del presente año fueron las castañas asadas, el vino caliente con miel y las sopas de ajo, que en cualquier caso y dada la cantidad de público asistente se quedaron escasas. Había otras delicias y dulces y solo se pedía la participación de un euro por los refrescos y cervezas, como ayuda a la organización.
Como entre la muerte y los muertos estábamos, José Luis Serrano deshojó en una canción esa margarita o 'crisantelmo', en un requiebro a las cadáveres núbiles de más de 18 años. Cantaba en español 'Le Testament' de Brassens, aunque nosotros lo escucháramos en francés: “J'ai quitté la vie sans rancune, / J'aurai plus jamais mal aux dents. / Me v'là dans la fosse commune, / La fosse commune du temps”. Recitó también el poema ‘Eros y Thanatos’ de Quevedo y contó la leyenda de ‘Las luces malas’, algo similar a las luces de ‘La Santa Compaña’ o a los fuegos de San Telmo entre los más marítimos. Finalizó cantando y tocando en homenaje a Alberto Cortez, la canción ‘Cuando un amigo se va.’
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Felicitas Rebaque leyó un cuento de ánimas muy acorde para el filandón. Las luces estaban apagadas y la iluminación era la del foro y la de las velas en el centro del salón. En esta penumbra resaltaban intensas las pupilas del lobo, la negrura alerta, despierta de los reptiles en idéntico negror intergaláctico.
Moncho Otero, que ya nos tiene acostumbrados a las delicias de sus versiones cantadas de poetas españoles, empezó con ‘Negra sombra’ de Miguel Hernández, y nos sobrecogía y elevaba el diapasón hasta Ángel González, o a la versión de Leopoldo María Panero sobre el poema de Poe, ‘Anabel Lee’.
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Fue el momento de los asistentes, que contaron recuerdos de los pueblos. Muy presentes todavía las picarescas de los maragatos en los fielatos de la entrada de Astorga; pero también la Santa Compaña, los conjuros de la brujería, los presentimientos, la bilocación, la telekinesia y cuantas formas de adivinación surgieron. No faltó el humor negro en la lectura de Antonio Merayo, ni los exotismos de las costumbres de la noche de difuntos en tierras hermanas, aunque muy alejadas, como son la Argentina y Chile; tampoco faltaron el terror edulcorado para niños en la narración de Margarita Carro, y hasta una interpretación muy sentida como colofón, por Carmen Calvo del poema de Lorca, ‘Los encuentros de un caracol aventurero’, como si dijera: ¡aquí se acabaron los muertitos!
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