ENTREVISTA / Néstor Rojas, poeta venezolano
Néstor Rojas: El rostro infinito del tiempo
En cierta ocasión escribí sobre el poeta Néstor Rojas (Venezuela, 1961), afirmando que su poesía estaba marcada por la presencia del tiempo como gran demiurgo que desde la cotidianidad iba devorando toda existencia. Tiempo y memoria son una constante en la escritura poética de Rojas, que acompasa sus días en los largos y solitarios caminos del exilio en España donde vive actualmente. La voz poética de este escritor deja cierto dejo de añoranza por los antiguos cronistas, como Juan de Castellanos, acaso perfil que se deja entrever en la transfiguración de una palabra que viene del fondo de esta identidad multiplicada en infinitas voces.
La escritura de Rojas está marcada por la acentuación vocálica que la acerca en su ritmo a cierto tono de musicalidad. Esplendorosos y luminosos cantos que incorporan las vivencias de su heredad, que aparece entre claroscuros donde el rostro del padre y la madre nunca se olvidan. Se asumen en la melancolía de una muerte que es parte de esta nuestra existencia. Mientras el tiempo todo lo va desgastando, tritura inexorablemente la vida en su cotidiano existir.
Néstor Rojas realizó estudios de literatura hispanoamericana en la Universidad Autónoma de México, y ha ejercido el periodismo y la promoción cultural. Es poeta, ensayista, articulista de opinión y crítico literario. Igualmente, realizó estudios en Artes plásticas en Ciudad Bolívar. Fue fundador, junto con la escritora Milagros Mata Gil, y el poeta y ensayista Juan Guerrero, del Centro de Estudios Literarios de la Universidad de Guayana. Ha desarrollado su obra poética en diferentes países donde ha vivido: Venezuela, México, Francia, Irlanda, España, países donde ha estudiado su cultura y literatura contemporáneas. De esa extensa experiencia se ha nutrido su poesía que se resume en alguno de sus libros: Transfiguraciones, 1988; Sepia, 1992; Diario de El Fulmar, 1993; Ocre, 1994; Los trabajos del tiempo, 1996; Hexagramas del vértigo, 2003; Archivo apócrifo por correo electrónico, 2004; En trance de mudanza, 2008, entre otros. Ha recibido diversos premios y reconocimientos por su ya extensa obra literaria.
![[Img #46998]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/2460__private_var_mobile_containers_data_application_6670e75e-f0da-4326-b26f-765c0d1ac677_tmp_3a91d884-6c11-416b-86d8-171d2f787b46_image.jpg)
De sus últimos trabajos, presentamos el siguiente poema, incluido en su libro inédito, 'Ninguna blancura'.
Mi padre el poeta
La cara de mi padre ha salido de un lienzo en blanco Traté
de mirarlo con la luz de la luna La mirada que tenía era
más honda que el mar Y su alma de noche volaba y
hablaba otros idiomas
Lo he visto caminando en sueños Lo he seguido por calles
y pasillos
“En el cielo no se puede escupir”, me ha dicho, sin voltear
la cabeza
“A Dios no le gusta el olor de la saliva”
Mi padre escondía poemas en anticuados cajones
En secreto había leído a Heráclito el Oscuro A Whitman y
a Eliot
Yo pasé meses tratando de entender los Cuatro Cuartetos
Mi padre hablaba como si fuera poeta
Cuando el día se acostaba oía las campanas y guardaba
silencio
Antes de morir me dijo:
Un hombre silencioso tiene muchos secretos. Un hombre
desollado, ninguno.
Juan Guerrero: Eres uno de los poetas venezolanos con una obra literaria que se ha ido consolidando en los últimos años. Prueba de ello han sido los premios regionales y nacionales que has recibido, además de una buena crítica a tus varios libros publicados. Sin embargo, el escenario literario nacional no te ha reconocido como a otros. ¿Responde ello a un propósito centralista que siempre se ha impuesto en nuestro país?
Néstor Rojas: Antes que llegara el dictador Chávez al poder existían en el país, sobre todo en Caracas, grupitos que gozaban de un status privilegiado, que se repartían los presupuestos culturales y actuaban como ‘rectores’ y ‘gerentes’ de una cultura oficial excluyente, que no tomaba en cuenta a las provincias ni a escritores contrarios a sus gustos e intereses. No eran precisamente los más prestigiosos intelectuales los escogidos para ejercer el poder cultural. Yo no pertenecía a estos grupos dominantes. Siempre he sido un lobo solitario. Por eso no me permitieron participar en sus actividades elitistas, ni mi nombre fue incluido en antologías poéticas.
No obstante, gracias a premios literarios obtenidos en buena lid en diferentes regiones, creo que pude surfear la indiferencia y exclusiones. Gracias a mi obra pude publicar en Monte Ávila, Fundarte, y en otras editoriales con cierto prestigio nacional.
Después de Chávez llegaron otros grupitos pertenecientes a la “cultura popular”, resentidos, izquierdosos, comunistas y tomaron el control de los presupuestos, las instituciones culturales y las editoriales y también hicieron lo mismo: Excluyeron a todos aquellos que le hacían peso y opinaban distinto a ellos, es decir; la política cultural no cambió en nada. De nuevo fui excluido, pero esta vez con un propósito político muy claro. Mantenerme al margen como una forma de castigo por ser incómodo al régimen que secuestró la democracia en nuestro país.
Creo que en tu respuesta se evidencia una manera de gerenciar la cultura, más por “amiguismo”, en el primer caso, y luego por afectos ideológicos, en el segundo, y no por razones ético-estéticas. ¿Por ello tu ‘refugio’ fuera del país? o ¿ha sido por persecución ideológico-político?
Antes criticaba a gobiernos de derecha por corruptos y cogolleros. Luego llegó el dictador infame y pasé más de veinte años atacando esa ideología del terror que se instaló en nuestro país con consecuencias nefastas. Por supuesto no iban a dejarme tranquilo. Buscaron de todas formas silenciarme. Pero no pudieron. Ahora formo parte de esos más de cuatro millones de venezolanos que han emigrado y andan refugiados o sobreviviendo fuera de su país.
En mi caso fui prácticamente obligado, perseguido políticamente. Tuve que venirme para España y pedir protección internacional, asilo político. Ya mi situación en Ciudad Bolívar era insostenible. Vivía prácticamente encerrado, enconchado y sin poder trabajar ni sostenerme.
Tu obra poética, pudiera decirse, en modo alguno refleja esto que afirmas. Por el contrario, los temas centrales oscilan entre la obsesión por la manera como desgasta el tiempo en la cotidianidad del ser, la memoria como gigantesca metáfora, y una muy acentuada mirada cuasi mística de la vida y la muerte. ¿O acaso es ahora que tu condición de refugiado nos comienza a contar la crueldad de la vida?
El desgaste del tiempo, el olvido, la muerte y la pérdida de los recuerdos han sido temas recurrentes para mí. Pero hay también otras preocupaciones existenciales y metafísicas que me mantienen en vilo y ocupado. Yo no escribo por moda ni por hobby. Tampoco por pose. Para mí la escritura poética es una manera de vivir y respirar. Son muchos los naufragios que se llevan por dentro. A veces, sólo intento salir agarrado a la metáfora de ese barranco oscuro por donde navega el alma, solícita. Sobrevivimos al borde del abismo con todos nuestros fantasmas y miedos. Creo que somos un friso de máscaras, como decía la poeta Olga Orozco. Somos innumerables. De cuando en cuando salimos a la superficie para ver la realidad. La poesía es una forma de mirar y vivir las dos orillas: Yo me muevo con mucha comodidad por esas dos orillas. De ahí esos temas que dicen mis versos.
Puedo decirte que también he escrito “poesía social” o poemas políticos, por llamarlos de algún modo. De hecho tengo una selección de esos textos agrupados bajo el nombre de 'Repertorio de los delitos comunes'. Es un libro diferente donde enfoco diversos tópicos y temas 'intelectuales' y afines a las ideas totalitarias y a las utopías.
![[Img #46999]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/5972__private_var_mobile_containers_data_application_6670e75e-f0da-4326-b26f-765c0d1ac677_tmp_6bda42ab-73cb-4cd0-b65b-ae5e4f8f87d0_image.jpg)
Menciono unos versos de tu poema 'Hablando de cosas cotidianas': “Aquí estamos/ cumpliendo a duras penas/ con nuestros anónimos deberes/ de sobrevivientes” Pertenece a tu libro, Los trabajos del tiempo, 1996. ¿Ya para esa fecha presentías esta tragedia? ¿De qué sobrevivencia hablas?
Cuando llegó el chavizmo percibía lo que venía. Fui uno de los pocos que se opuso a su liderazgo. Pero, ¿por qué llegó Chávez al poder? Es cierto que nuestro país no estaba en las condiciones lamentables como ahora, pero había sectores en la marginalidad. Existía la pobreza. Yo vengo de una familia que se levantó con sacrificios. Mis hermanos y yo hicimos de todo, menos robar, para sobrevivir. Yo conozco esa miseria que ahora se ha multiplicado. El hambre sólo se democratizó con la dictadura. 1996 fue el preámbulo para lo que vino después. Pero ya de antes veníamos por mal camino. Mi poesía de esa época no es reflejo de todo eso y nunca lo ha sido. Recientemente he escrito unos poemas que hablan un poco de esa niñez maravillosa que viví en la sabana de Chimire. También ha aparecido la figura de mi padre, como una sombra que sigue mis pasos.
Si me lo permites, Néstor, quisiera retomar el tema del 'poeta refugiado' y sobreviviente, para preguntarte: ¿Tu actividad literaria actual y cultural en general, son una forma de resistencia contra el régimen totalitario? ¿Eres una voz de la resistencia en el exilio?
Nunca he podido guardar silencio ante los abusos del poder. Aquí en España mi voz es también la voz de la resistencia. No vivo un exilio 'silencioso'. Soy un refugiado que habla de Venezuela, que defiende la libertad, la democracia. He participado en varios eventos en defensa de nuestro pueblo mancillado. Levantado mi voz para denunciar los crímenes de un régimen genocida que ha hecho de todo para mantenerse en el poder. Todo lo que hago creativamente, con esfuerzos, son formas de resistencia. España me ha dado la oportunidad de vivir y crear sin miedo. Por eso condeno la dictadura cada vez que puedo. Ésta ahora es mi trinchera. Desde aquí ventilo a los cuatro vientos lo que está pasando en mi país.
¿La poesía que ahora construyes, continúa con tus temas más obsesivos o acaso presenta un nuevo discurso?
Creo que siempre estoy escribiendo el mismo libro. O haciendo versiones no definitivas de los mismos temas que agobian al hombre. Yo escribo para no morir del todo. Para sobrevivir en un mundo donde la mayoría entrega su vida al trabajo para que unos pocos se enriquezcan. El mundo hace cosas inútiles, que no le sirve ni siquiera para aprender a vivir y morir. Yo escribo para vivir otras vidas en otros mundos y revivir los recuerdos para que el olvido no los devore. No sé hacer otra cosa. Escribiendo me siento vivo entre las fauces del tiempo. Y además alivio el desasosiego que llevo por dentro. Además, cuando escribo estoy en otras partes, de manera invisible.
Sobre tu respuesta anterior, Néstor. Coméntanos ¿en qué proyecto poético trabajas en la actualidad?
Estoy escribiendo tres libros a la vez. Pero hay uno donde hablan varias voces, donde los recuerdos tienen rostros y cuentan sus vivencias personales. Todavía no tengo un título definitivo, pero me gusta. Creo que vivir como refugiado en un país que también llevo en mi sangre es la diferencia entre lo que he hecho como poeta y lo que estoy haciendo ahora. Ya veremos lo que pasa con ese poemario. Además estoy pintando y tratando de concretar alguna publicación y exposición más allá de León. Desde que llegué a España he estado muy activo, leyendo mis poemas y pintando. Creo que ya no soy un desconocido en León y las comarcas maragatas. En eso estoy.
En lo que al lenguaje se refiere. ¿Qué relación encuentras entre tu hacer poético y tu actividad como pintor? O ¿son dos actividades que realizas de manera independiente?
Creo ambas actividades se complementan. La labor como artista plástico la realizo casi paralela con la escritura poética. Para mí pintar es acercarme a la poesía, pero a través de los colores y formas geométricas. La pintura es la materialización de una pasión por los tonos y la gramática del color. Es como volver a ser niño y jugar experimentando con colores y líneas, en la búsqueda de un mundo ajeno a las miserias humanas. Me divierto y relajo pintando. También soy feliz cuando pinto. En la pintura digo lo que soy incapaz de decir en los poemas. La poesía es para mí una búsqueda interior y la pintura un trance para liberar mis angustias existenciales.
![[Img #46996]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/5472_dsc_0283-2.jpg)
![[Img #47001]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/2573__private_var_mobile_containers_data_application_6670e75e-f0da-4326-b26f-765c0d1ac677_tmp_93cf8b31-a517-40c1-8dad-87899f0663d8_image.jpg)
No quisiera dejar pasar la oportunidad, Néstor, con relación a un homenaje, en el marco de un festival poético organizado por el régimen, al poeta Luis Alberto Crespo, embajador de Venezuela ante la UNESCO. El propio dictador Maduro apadrinó y bautizó su último libro. Qué opinión puedes darnos con relación al compromiso ético del intelectual frente a la violación sistemática de los Derechos Humanos y tantas otras atrocidades ejecutadas por Maduro y sus secuaces.
He visto las gráficas de ese evento deleznable. La posición de ese poeta ahora cuestionado moralmente es rastrera. Aunque él ha vivido del poder sin ningún escrúpulo. Lo hizo en la cuarta República y ahora. De modo que no debe extrañar que ese personaje despreciable y sin ética alguna se haya puesto del lado de un dictador de la calaña de Maduro.
Ningún intelectual que se respete puede prestar su nombre para avalar violaciones a los derechos humanos y atrocidades.
¿Se puede seguir filosofando y hablando y construyendo poesía en Venezuela, después de semejante hecatombe llamado socialismo-chavizmo del siglo XXI, que ha dejado poco más de 300 mil muertos, la gran mayoría de muertes prevenibles, cerca de 5 millones de refugiados y exiliados, una población de niños sobre el 60% con desnutrición severa, una inflación prevista por el FMI para el 2020, de más del 500.000%, la industria petrolera y más de 12 empresas en bancarrota?
¡Se puede seguir escribiendo poesía! Lo que no se puede es taparse los ojos y hacerse el loco. Lo que no se puede es ponerse al lado de los autores de esta desgracia que tiene al pueblo venezolano contra la pared. La poesía siempre ha sido una tabla de salvación ante el naufragio de la esperanza.
A propósito de tu respuesta anterior, Néstor. Cuéntanos sobre tus actividades en tu nueva realidad en España, y concretamente en Astorga. ¿Qué estás haciendo?
En España estoy haciendo lo que siempre he hecho, pero ahora con más libertad y apoyo: escribir, leer mis poemas, pintar. También expongo y coloco a la venta mis pinturas en pequeños formatos. También colaboro en la promoción de los poetas españoles. Formo parte de un proyecto poético que se llama ‘Versos en la Somoza’, que se realiza cada mes en un pueblo de la Maragatería. Con anterioridad fui hasta no hace mucho coordinador de ‘Lekolepoetique’, en León. Digamos que he tenido mucha suerte. En Astorga me siento como un español más.
Con el apoyo del Ayuntamiento de Astorga di un taller de poesía varios meses y colaboro con revistas dedicadas a la promoción de la literatura.
Un poeta que viene de la tierra de Chimire al oriente de Venezuela, donde el color, el sonido y hasta el olor del entorno son tan diferentes. ¿Cómo has hecho para asimilar ese paisaje de la comarca leonesa y maragata, como le llaman?¿Por qué escogiste refugiarte en Astorga?
Creo que vivir con dignidad es lo que importa. No sobrevivir. Aquí, en tierras leonesas y maragatas, se respira la vida por los cuatro horizontes. A pesar del frío, de la nieve. A pesar de la extrañeza del calor. Y yo no escogí a Astorga, la Astúrica Augusta. El destino me trajo hasta aquí. Eso creo.
![[Img #46997]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/6614_dsc_0276.jpg)
![[Img #47000]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2019/7759__private_var_mobile_containers_data_application_6670e75e-f0da-4326-b26f-765c0d1ac677_tmp_e5237a9f-7f44-4a88-b040-a4f0f8bdf72d_image.jpg)
¿Desde cuándo escribes poesía, Néstor? Coméntanos de esos iniciales pasos. ¿Acaso navegas desde siempre con otros vestidos. Como ese personaje de tu libro, Diario de El Fulmar?
Escribo y pinto desde que tenía 16 años. Comencé escribiendo novelas, que luego quemé. No dejé nada de eso. Sólo publiqué cuando tenía 22 años. Lo hacía en el suplemento cultural del diario Antorcha. Supe que lo coordinaba la periodista y escritora Milagros Mata Gil. Fue el Fondo editorial del Ateneo de la ciudad de El Tigre donde publiqué mi primer libro, Transfiguraciones.
Desde niño me la pasaba pintando las paredes del fondo de la casa de mi abuela Minga, adonde fuimos a parar cuando mi madre murió.
De tus primeras lecturas, ¿qué recuerdos tienes? ¿qué autores han influido en tu obra poética?
Comencé leyendo a Neruda y los poetas malditos. Rimbaud fue para mí una revelación determinante que me apartó a tiempo de los malos libros. César Vallejo fue mi poeta de cabecera. Creo que es el mejor poeta de todos los tiempos. También han influido en mi mirada Rosamel del Valle, Humberto Díaz Casanueva y Olga Orozco. Dos poetas venezolanos llevo siempre conmigo: Eugenio Montejo y Vicente Gerbasi.
De las nuevas generaciones de escritores venezolanos. ¿A quiénes mencionarías? Incluso algunos pudieran estar en el exilio como tú.
Hay escritores venezolanos que sigo con interés. Juan Carlos Méndez Guédez, Slavko Zupcic, Silda Cordoliani.
¿Regresarías a vivir en Venezuela?
¡Claro que regresaría! Pero cuando la dictadura ya no exista en Venezuela. Pero realmente no creo que eso suceda a corto plazo. Los comunistas no salen fácilmente del poder. Estos asesinos llevan más de 20 años destruyendo nuestro país y saqueando sus riquezas. Y saben que no volverán a ganar democráticamente. Por eso seguirán haciendo lo que mejor saben hacer para mantenerse en el poder. Ojalá ocurra un milagro y el año que viene podamos sacarlos de Miraflores.
La escritura de Rojas está marcada por la acentuación vocálica que la acerca en su ritmo a cierto tono de musicalidad. Esplendorosos y luminosos cantos que incorporan las vivencias de su heredad, que aparece entre claroscuros donde el rostro del padre y la madre nunca se olvidan. Se asumen en la melancolía de una muerte que es parte de esta nuestra existencia. Mientras el tiempo todo lo va desgastando, tritura inexorablemente la vida en su cotidiano existir.
Néstor Rojas realizó estudios de literatura hispanoamericana en la Universidad Autónoma de México, y ha ejercido el periodismo y la promoción cultural. Es poeta, ensayista, articulista de opinión y crítico literario. Igualmente, realizó estudios en Artes plásticas en Ciudad Bolívar. Fue fundador, junto con la escritora Milagros Mata Gil, y el poeta y ensayista Juan Guerrero, del Centro de Estudios Literarios de la Universidad de Guayana. Ha desarrollado su obra poética en diferentes países donde ha vivido: Venezuela, México, Francia, Irlanda, España, países donde ha estudiado su cultura y literatura contemporáneas. De esa extensa experiencia se ha nutrido su poesía que se resume en alguno de sus libros: Transfiguraciones, 1988; Sepia, 1992; Diario de El Fulmar, 1993; Ocre, 1994; Los trabajos del tiempo, 1996; Hexagramas del vértigo, 2003; Archivo apócrifo por correo electrónico, 2004; En trance de mudanza, 2008, entre otros. Ha recibido diversos premios y reconocimientos por su ya extensa obra literaria.
De sus últimos trabajos, presentamos el siguiente poema, incluido en su libro inédito, 'Ninguna blancura'.
Mi padre el poeta
La cara de mi padre ha salido de un lienzo en blanco Traté
de mirarlo con la luz de la luna La mirada que tenía era
más honda que el mar Y su alma de noche volaba y
hablaba otros idiomas
Lo he visto caminando en sueños Lo he seguido por calles
y pasillos
“En el cielo no se puede escupir”, me ha dicho, sin voltear
la cabeza
“A Dios no le gusta el olor de la saliva”
Mi padre escondía poemas en anticuados cajones
En secreto había leído a Heráclito el Oscuro A Whitman y
a Eliot
Yo pasé meses tratando de entender los Cuatro Cuartetos
Mi padre hablaba como si fuera poeta
Cuando el día se acostaba oía las campanas y guardaba
silencio
Antes de morir me dijo:
Un hombre silencioso tiene muchos secretos. Un hombre
desollado, ninguno.
Juan Guerrero: Eres uno de los poetas venezolanos con una obra literaria que se ha ido consolidando en los últimos años. Prueba de ello han sido los premios regionales y nacionales que has recibido, además de una buena crítica a tus varios libros publicados. Sin embargo, el escenario literario nacional no te ha reconocido como a otros. ¿Responde ello a un propósito centralista que siempre se ha impuesto en nuestro país?
Néstor Rojas: Antes que llegara el dictador Chávez al poder existían en el país, sobre todo en Caracas, grupitos que gozaban de un status privilegiado, que se repartían los presupuestos culturales y actuaban como ‘rectores’ y ‘gerentes’ de una cultura oficial excluyente, que no tomaba en cuenta a las provincias ni a escritores contrarios a sus gustos e intereses. No eran precisamente los más prestigiosos intelectuales los escogidos para ejercer el poder cultural. Yo no pertenecía a estos grupos dominantes. Siempre he sido un lobo solitario. Por eso no me permitieron participar en sus actividades elitistas, ni mi nombre fue incluido en antologías poéticas.
No obstante, gracias a premios literarios obtenidos en buena lid en diferentes regiones, creo que pude surfear la indiferencia y exclusiones. Gracias a mi obra pude publicar en Monte Ávila, Fundarte, y en otras editoriales con cierto prestigio nacional.
Después de Chávez llegaron otros grupitos pertenecientes a la “cultura popular”, resentidos, izquierdosos, comunistas y tomaron el control de los presupuestos, las instituciones culturales y las editoriales y también hicieron lo mismo: Excluyeron a todos aquellos que le hacían peso y opinaban distinto a ellos, es decir; la política cultural no cambió en nada. De nuevo fui excluido, pero esta vez con un propósito político muy claro. Mantenerme al margen como una forma de castigo por ser incómodo al régimen que secuestró la democracia en nuestro país.
Creo que en tu respuesta se evidencia una manera de gerenciar la cultura, más por “amiguismo”, en el primer caso, y luego por afectos ideológicos, en el segundo, y no por razones ético-estéticas. ¿Por ello tu ‘refugio’ fuera del país? o ¿ha sido por persecución ideológico-político?
Antes criticaba a gobiernos de derecha por corruptos y cogolleros. Luego llegó el dictador infame y pasé más de veinte años atacando esa ideología del terror que se instaló en nuestro país con consecuencias nefastas. Por supuesto no iban a dejarme tranquilo. Buscaron de todas formas silenciarme. Pero no pudieron. Ahora formo parte de esos más de cuatro millones de venezolanos que han emigrado y andan refugiados o sobreviviendo fuera de su país.
En mi caso fui prácticamente obligado, perseguido políticamente. Tuve que venirme para España y pedir protección internacional, asilo político. Ya mi situación en Ciudad Bolívar era insostenible. Vivía prácticamente encerrado, enconchado y sin poder trabajar ni sostenerme.
Tu obra poética, pudiera decirse, en modo alguno refleja esto que afirmas. Por el contrario, los temas centrales oscilan entre la obsesión por la manera como desgasta el tiempo en la cotidianidad del ser, la memoria como gigantesca metáfora, y una muy acentuada mirada cuasi mística de la vida y la muerte. ¿O acaso es ahora que tu condición de refugiado nos comienza a contar la crueldad de la vida?
El desgaste del tiempo, el olvido, la muerte y la pérdida de los recuerdos han sido temas recurrentes para mí. Pero hay también otras preocupaciones existenciales y metafísicas que me mantienen en vilo y ocupado. Yo no escribo por moda ni por hobby. Tampoco por pose. Para mí la escritura poética es una manera de vivir y respirar. Son muchos los naufragios que se llevan por dentro. A veces, sólo intento salir agarrado a la metáfora de ese barranco oscuro por donde navega el alma, solícita. Sobrevivimos al borde del abismo con todos nuestros fantasmas y miedos. Creo que somos un friso de máscaras, como decía la poeta Olga Orozco. Somos innumerables. De cuando en cuando salimos a la superficie para ver la realidad. La poesía es una forma de mirar y vivir las dos orillas: Yo me muevo con mucha comodidad por esas dos orillas. De ahí esos temas que dicen mis versos.
Puedo decirte que también he escrito “poesía social” o poemas políticos, por llamarlos de algún modo. De hecho tengo una selección de esos textos agrupados bajo el nombre de 'Repertorio de los delitos comunes'. Es un libro diferente donde enfoco diversos tópicos y temas 'intelectuales' y afines a las ideas totalitarias y a las utopías.
Menciono unos versos de tu poema 'Hablando de cosas cotidianas': “Aquí estamos/ cumpliendo a duras penas/ con nuestros anónimos deberes/ de sobrevivientes” Pertenece a tu libro, Los trabajos del tiempo, 1996. ¿Ya para esa fecha presentías esta tragedia? ¿De qué sobrevivencia hablas?
Cuando llegó el chavizmo percibía lo que venía. Fui uno de los pocos que se opuso a su liderazgo. Pero, ¿por qué llegó Chávez al poder? Es cierto que nuestro país no estaba en las condiciones lamentables como ahora, pero había sectores en la marginalidad. Existía la pobreza. Yo vengo de una familia que se levantó con sacrificios. Mis hermanos y yo hicimos de todo, menos robar, para sobrevivir. Yo conozco esa miseria que ahora se ha multiplicado. El hambre sólo se democratizó con la dictadura. 1996 fue el preámbulo para lo que vino después. Pero ya de antes veníamos por mal camino. Mi poesía de esa época no es reflejo de todo eso y nunca lo ha sido. Recientemente he escrito unos poemas que hablan un poco de esa niñez maravillosa que viví en la sabana de Chimire. También ha aparecido la figura de mi padre, como una sombra que sigue mis pasos.
Si me lo permites, Néstor, quisiera retomar el tema del 'poeta refugiado' y sobreviviente, para preguntarte: ¿Tu actividad literaria actual y cultural en general, son una forma de resistencia contra el régimen totalitario? ¿Eres una voz de la resistencia en el exilio?
Nunca he podido guardar silencio ante los abusos del poder. Aquí en España mi voz es también la voz de la resistencia. No vivo un exilio 'silencioso'. Soy un refugiado que habla de Venezuela, que defiende la libertad, la democracia. He participado en varios eventos en defensa de nuestro pueblo mancillado. Levantado mi voz para denunciar los crímenes de un régimen genocida que ha hecho de todo para mantenerse en el poder. Todo lo que hago creativamente, con esfuerzos, son formas de resistencia. España me ha dado la oportunidad de vivir y crear sin miedo. Por eso condeno la dictadura cada vez que puedo. Ésta ahora es mi trinchera. Desde aquí ventilo a los cuatro vientos lo que está pasando en mi país.
¿La poesía que ahora construyes, continúa con tus temas más obsesivos o acaso presenta un nuevo discurso?
Creo que siempre estoy escribiendo el mismo libro. O haciendo versiones no definitivas de los mismos temas que agobian al hombre. Yo escribo para no morir del todo. Para sobrevivir en un mundo donde la mayoría entrega su vida al trabajo para que unos pocos se enriquezcan. El mundo hace cosas inútiles, que no le sirve ni siquiera para aprender a vivir y morir. Yo escribo para vivir otras vidas en otros mundos y revivir los recuerdos para que el olvido no los devore. No sé hacer otra cosa. Escribiendo me siento vivo entre las fauces del tiempo. Y además alivio el desasosiego que llevo por dentro. Además, cuando escribo estoy en otras partes, de manera invisible.
Sobre tu respuesta anterior, Néstor. Coméntanos ¿en qué proyecto poético trabajas en la actualidad?
Estoy escribiendo tres libros a la vez. Pero hay uno donde hablan varias voces, donde los recuerdos tienen rostros y cuentan sus vivencias personales. Todavía no tengo un título definitivo, pero me gusta. Creo que vivir como refugiado en un país que también llevo en mi sangre es la diferencia entre lo que he hecho como poeta y lo que estoy haciendo ahora. Ya veremos lo que pasa con ese poemario. Además estoy pintando y tratando de concretar alguna publicación y exposición más allá de León. Desde que llegué a España he estado muy activo, leyendo mis poemas y pintando. Creo que ya no soy un desconocido en León y las comarcas maragatas. En eso estoy.
En lo que al lenguaje se refiere. ¿Qué relación encuentras entre tu hacer poético y tu actividad como pintor? O ¿son dos actividades que realizas de manera independiente?
Creo ambas actividades se complementan. La labor como artista plástico la realizo casi paralela con la escritura poética. Para mí pintar es acercarme a la poesía, pero a través de los colores y formas geométricas. La pintura es la materialización de una pasión por los tonos y la gramática del color. Es como volver a ser niño y jugar experimentando con colores y líneas, en la búsqueda de un mundo ajeno a las miserias humanas. Me divierto y relajo pintando. También soy feliz cuando pinto. En la pintura digo lo que soy incapaz de decir en los poemas. La poesía es para mí una búsqueda interior y la pintura un trance para liberar mis angustias existenciales.
No quisiera dejar pasar la oportunidad, Néstor, con relación a un homenaje, en el marco de un festival poético organizado por el régimen, al poeta Luis Alberto Crespo, embajador de Venezuela ante la UNESCO. El propio dictador Maduro apadrinó y bautizó su último libro. Qué opinión puedes darnos con relación al compromiso ético del intelectual frente a la violación sistemática de los Derechos Humanos y tantas otras atrocidades ejecutadas por Maduro y sus secuaces.
He visto las gráficas de ese evento deleznable. La posición de ese poeta ahora cuestionado moralmente es rastrera. Aunque él ha vivido del poder sin ningún escrúpulo. Lo hizo en la cuarta República y ahora. De modo que no debe extrañar que ese personaje despreciable y sin ética alguna se haya puesto del lado de un dictador de la calaña de Maduro.
Ningún intelectual que se respete puede prestar su nombre para avalar violaciones a los derechos humanos y atrocidades.
¿Se puede seguir filosofando y hablando y construyendo poesía en Venezuela, después de semejante hecatombe llamado socialismo-chavizmo del siglo XXI, que ha dejado poco más de 300 mil muertos, la gran mayoría de muertes prevenibles, cerca de 5 millones de refugiados y exiliados, una población de niños sobre el 60% con desnutrición severa, una inflación prevista por el FMI para el 2020, de más del 500.000%, la industria petrolera y más de 12 empresas en bancarrota?
¡Se puede seguir escribiendo poesía! Lo que no se puede es taparse los ojos y hacerse el loco. Lo que no se puede es ponerse al lado de los autores de esta desgracia que tiene al pueblo venezolano contra la pared. La poesía siempre ha sido una tabla de salvación ante el naufragio de la esperanza.
A propósito de tu respuesta anterior, Néstor. Cuéntanos sobre tus actividades en tu nueva realidad en España, y concretamente en Astorga. ¿Qué estás haciendo?
En España estoy haciendo lo que siempre he hecho, pero ahora con más libertad y apoyo: escribir, leer mis poemas, pintar. También expongo y coloco a la venta mis pinturas en pequeños formatos. También colaboro en la promoción de los poetas españoles. Formo parte de un proyecto poético que se llama ‘Versos en la Somoza’, que se realiza cada mes en un pueblo de la Maragatería. Con anterioridad fui hasta no hace mucho coordinador de ‘Lekolepoetique’, en León. Digamos que he tenido mucha suerte. En Astorga me siento como un español más.
Con el apoyo del Ayuntamiento de Astorga di un taller de poesía varios meses y colaboro con revistas dedicadas a la promoción de la literatura.
Un poeta que viene de la tierra de Chimire al oriente de Venezuela, donde el color, el sonido y hasta el olor del entorno son tan diferentes. ¿Cómo has hecho para asimilar ese paisaje de la comarca leonesa y maragata, como le llaman?¿Por qué escogiste refugiarte en Astorga?
Creo que vivir con dignidad es lo que importa. No sobrevivir. Aquí, en tierras leonesas y maragatas, se respira la vida por los cuatro horizontes. A pesar del frío, de la nieve. A pesar de la extrañeza del calor. Y yo no escogí a Astorga, la Astúrica Augusta. El destino me trajo hasta aquí. Eso creo.
¿Desde cuándo escribes poesía, Néstor? Coméntanos de esos iniciales pasos. ¿Acaso navegas desde siempre con otros vestidos. Como ese personaje de tu libro, Diario de El Fulmar?
Escribo y pinto desde que tenía 16 años. Comencé escribiendo novelas, que luego quemé. No dejé nada de eso. Sólo publiqué cuando tenía 22 años. Lo hacía en el suplemento cultural del diario Antorcha. Supe que lo coordinaba la periodista y escritora Milagros Mata Gil. Fue el Fondo editorial del Ateneo de la ciudad de El Tigre donde publiqué mi primer libro, Transfiguraciones.
Desde niño me la pasaba pintando las paredes del fondo de la casa de mi abuela Minga, adonde fuimos a parar cuando mi madre murió.
De tus primeras lecturas, ¿qué recuerdos tienes? ¿qué autores han influido en tu obra poética?
Comencé leyendo a Neruda y los poetas malditos. Rimbaud fue para mí una revelación determinante que me apartó a tiempo de los malos libros. César Vallejo fue mi poeta de cabecera. Creo que es el mejor poeta de todos los tiempos. También han influido en mi mirada Rosamel del Valle, Humberto Díaz Casanueva y Olga Orozco. Dos poetas venezolanos llevo siempre conmigo: Eugenio Montejo y Vicente Gerbasi.
De las nuevas generaciones de escritores venezolanos. ¿A quiénes mencionarías? Incluso algunos pudieran estar en el exilio como tú.
Hay escritores venezolanos que sigo con interés. Juan Carlos Méndez Guédez, Slavko Zupcic, Silda Cordoliani.
¿Regresarías a vivir en Venezuela?
¡Claro que regresaría! Pero cuando la dictadura ya no exista en Venezuela. Pero realmente no creo que eso suceda a corto plazo. Los comunistas no salen fácilmente del poder. Estos asesinos llevan más de 20 años destruyendo nuestro país y saqueando sus riquezas. Y saben que no volverán a ganar democráticamente. Por eso seguirán haciendo lo que mejor saben hacer para mantenerse en el poder. Ojalá ocurra un milagro y el año que viene podamos sacarlos de Miraflores.