Lexit
![[Img #47691]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2020/2226_dsc_0064-2.jpg)
Me preguntan a menudo sobre mi nacionalidad. Para mí la nacionalidad es poco más que un pasaporte, porque la nación me la … y la identidad cambia con la cultura y los conocimientos. Nací en Dublín, en una isla, que en mis años más tiernos tenía ganas de ser MUY isla. Las islas son exóticas siempre que tengas pensión completa (con agua caliente) y un helicóptero. Me solía fastidiar, sin embargo, cuando mis vecinos del Reino Blindado de Las 17 me saludaban con un Adiós, inglés. No por razones históricas, ni por no ser súbdito de la casa Windsor, que no lo soy, sino porque no me consideraba un hooligan o un practicante del balconing.
No obstante, me apuro a informaros de que figura tan alto George Orwell en mis autores top 1000 como James Joyce. Pero me gusta ser preciso cuando no estoy riéndome, (la risa es el caos -en términos científicos- de la felicidad). Antes solía tener la manía de corregir a mis vecinos majos y cordiales por si acaso sacaban luego el tema de Gibraltar. Quería lavarme las manos y a la vez señalarles, de manera pacífica, casi por osmosis, que yo era más republicano que imperialista y que la Guinness bien servida de mi pueblo es un manjar y la de Londres es una especie de carbón mojado con huevo podrido. (Esto está cambiando gracias a la democracia: sistema político donde la queja se respeta).
Muchas veces un vecino, tras escucharme con la paciencia de un invitado en la tertulia televisiva Negro sobre Blanco, contestaba ¡Ah! Irlandés como Los Cranberries. ¡Dios mío, socorro! Esto me hacía pensar: ¡El ser humano cómo es! Siempre buscando etiquetas y comparaciones encorsetadoras. Ahora, hoy en día, paso de intervenir cuando alguien me llama inglés. Estar en la compañía de Newton, Dalton, Darwin y A.S. Byatt es un honor. Y, de todos modos, ¿cómo iba a ser mi existencia sin Los Beatles, (tres de los cuales con linaje de la pequeña isla)? Desde luego, en el día 4 del 1 del 2020, me emociona más poder desearos a todos un año próspero de salud y ganas de vivir que valorar la posible revolución leonesa. En esto (únicamente) estoy con Mao, quien al ser preguntado por su opinión acerca de La Revolución Francesa, contestó que todavía era pronto para sentenciar.
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Me preguntan a menudo sobre mi nacionalidad. Para mí la nacionalidad es poco más que un pasaporte, porque la nación me la … y la identidad cambia con la cultura y los conocimientos. Nací en Dublín, en una isla, que en mis años más tiernos tenía ganas de ser MUY isla. Las islas son exóticas siempre que tengas pensión completa (con agua caliente) y un helicóptero. Me solía fastidiar, sin embargo, cuando mis vecinos del Reino Blindado de Las 17 me saludaban con un Adiós, inglés. No por razones históricas, ni por no ser súbdito de la casa Windsor, que no lo soy, sino porque no me consideraba un hooligan o un practicante del balconing.
No obstante, me apuro a informaros de que figura tan alto George Orwell en mis autores top 1000 como James Joyce. Pero me gusta ser preciso cuando no estoy riéndome, (la risa es el caos -en términos científicos- de la felicidad). Antes solía tener la manía de corregir a mis vecinos majos y cordiales por si acaso sacaban luego el tema de Gibraltar. Quería lavarme las manos y a la vez señalarles, de manera pacífica, casi por osmosis, que yo era más republicano que imperialista y que la Guinness bien servida de mi pueblo es un manjar y la de Londres es una especie de carbón mojado con huevo podrido. (Esto está cambiando gracias a la democracia: sistema político donde la queja se respeta).
Muchas veces un vecino, tras escucharme con la paciencia de un invitado en la tertulia televisiva Negro sobre Blanco, contestaba ¡Ah! Irlandés como Los Cranberries. ¡Dios mío, socorro! Esto me hacía pensar: ¡El ser humano cómo es! Siempre buscando etiquetas y comparaciones encorsetadoras. Ahora, hoy en día, paso de intervenir cuando alguien me llama inglés. Estar en la compañía de Newton, Dalton, Darwin y A.S. Byatt es un honor. Y, de todos modos, ¿cómo iba a ser mi existencia sin Los Beatles, (tres de los cuales con linaje de la pequeña isla)? Desde luego, en el día 4 del 1 del 2020, me emociona más poder desearos a todos un año próspero de salud y ganas de vivir que valorar la posible revolución leonesa. En esto (únicamente) estoy con Mao, quien al ser preguntado por su opinión acerca de La Revolución Francesa, contestó que todavía era pronto para sentenciar.






