Manuela Bodas     
    	    
    	
    
    
        
                        
    
        Lunes, 26 de Agosto de 2013 		        
    
	
         
    
    
    
    
Castorina, te llamaré Cas-Mater-Ina
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        			        			        			        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        			        			        			        			        	
                                
                    			        			        
        
                
        
        Hay una piedra escondida en tu alma.
Una piedra fértil
que madura en tus manos.
Es una piedra gozosa, abierta a dar vida.
En los ojos de esa piedra
habitan las pupilas del inicio.
Sus manos de humanidad,
vuelan en una infinita caricia.
Hay una piedra nacida en mañana
que lleva semillas a la buena orilla.
Con esa piedra has edificado,
 la esencia de las ganas, del amor, 
de la entrega al juego más hermoso: 
La existencia.
Madre es una palabra tan llena,
tan poderosa y grande,
como el viento que mueve 
las luces de la tierra.
Como el sol, que amanece sin fronteras.
Como el agua, que purifica los sentidos.
Madre, madre, madre,
quise ser ese niño 
que sostiene la piedra para siempre.
Piedra, piedra, piedra,
quise ser esa madre eterna y verdadera.
Esa madre guardiana para siempre
del fecundo secreto guardado en su útero,
que ya no es de piedra. Ya no es de piedra,
tú le has dado aliento. Tú le has dado nacimiento.
		                                                              
                                                                              Dedicado a Castorina por su MATERNIDAD.
                                      También a Amancio González que ayudó a la piedra en su alumbramiento.
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                                                                                                                                                                                                    
    
    
	
    
Hay una piedra escondida en tu alma.
Una piedra fértil
que madura en tus manos.
Es una piedra gozosa, abierta a dar vida.
En los ojos de esa piedra
habitan las pupilas del inicio.
Sus manos de humanidad,
vuelan en una infinita caricia.
Hay una piedra nacida en mañana
que lleva semillas a la buena orilla.
Con esa piedra has edificado,
 la esencia de las ganas, del amor, 
de la entrega al juego más hermoso: 
La existencia.
Madre es una palabra tan llena,
tan poderosa y grande,
como el viento que mueve 
las luces de la tierra.
Como el sol, que amanece sin fronteras.
Como el agua, que purifica los sentidos.
Madre, madre, madre,
quise ser ese niño 
que sostiene la piedra para siempre.
Piedra, piedra, piedra,
quise ser esa madre eterna y verdadera.
Esa madre guardiana para siempre
del fecundo secreto guardado en su útero,
que ya no es de piedra. Ya no es de piedra,
tú le has dado aliento. Tú le has dado nacimiento.
                                                                              Dedicado a Castorina por su MATERNIDAD.
                                      También a Amancio González que ayudó a la piedra en su alumbramiento.




