Tomás Néstor Martínez
Sábado, 11 de Enero de 2020
ENTREVISTA / Ada Salas, poeta

Ada Salas escucha en sus versos cómo habla el alma

Poeta portavoz del silencio, Ada Salas, profesora de Lengua y Literatura, escribe “para ser, estar, buscar una razón a la existencia” y no dejarse arrastrar por la soledad. Una de las voces más importantes en la poesía actual en lengua castellana ha reflexionado en Astorga sobre la escritura poética en libros como Alguien ahí  (2005) y El margen. El error. La tachadura (de la metáfora y otros asuntos más o menos poéticos) (2010)
Ada Salas pasó por Tardes de Autor, organizado por la Concejalía de Cultura y bajo la coordinación de Luis Miguel Suárez. Astorga Redacción le hizo esta entrevista

[Img #47766]

 

                 

Tomás Néstor: “Toda escritura es la manifestación de una forma de desesperación, hacer rastro, que no perdurar;…nace del hambre de estar y de ser, luchar por no estar muerto”. ¿La escritura poética trasciende desde la esencia a la existencia, o viceversa?


Ada Salas:
Yo creo que en la escritura existencia y esencia son lo mismo.

 



¿Cómo Dios entonces?


Bueno, no lo estoy contestando filosóficamente, sino vital y poéticamente. Ya sé que filosóficamente esencia y existencia no son lo mismo. En la poesía, para mí sí, son lo mismo esencia y existencia porque a través del poema se suele llegar de una manera misteriosa a la esencia de algunos momentos de la existencia, en los que uno ha vivido casi sin darse cuenta de que ha vivido cuando lo ha vivido, y a través de la escritura de repente escribes sobre algo que te sucedió y dices ¡caray!, es esto lo que me sucedió. Esta es la esencia de lo que viví. Pero solo lo descubres escribiendo. A veces no viviendo, sino escribiendo sobre lo vivido.

 


A raíz de lo que dice, a mí se me ocurre que desde la poesía se puede llegar a la esencia del lenguaje. Identificar eso con uno mismo se me hace difícil.


No, no exactamente con uno mismo porque la escritura tiene mucho que ver con la sensación de que uno es uno, pero es otro y es otros; tiene que ver mucho con la sensación de otredad. A veces a través de la escritura accedes a un otro de ti mismo que en realidad te das cuenta de que es más tú mismo que ese tú que tú crees que tú eres. Es una cosa compleja, pero yo sí he tenido sensaciones como de revelación leyendo poemas míos y ¡caray!: era esto lo que estaba aquí, yo no lo sabía pero lo he sabido al escribirlo, no antes. ¿Llegar a la esencia de lenguaje? Más que llegar a la esencia de lenguaje la poesía escribe con un lenguaje esencial, quiero decir el lenguaje esencialmente él mismo. Para mí es la manifestación más pura del lenguaje, la que se da en los grandes poemas de los grandes poetas.



¿Cómo es esa sensación, ese "sentir frío" cuando ha de definir la poesía?


Sí, hablaba de eso en una charla que di en la Fundación Juan March, donde yo tenía que hablar sobre mi poética o sobre cómo entendía yo la poesía, y entonces explicaba que me resulta muy difícil hablar de qué es para mí la poesía, qué siento. Cuando escribo me produce como una especie de pudor y una sensación de desnudez muy grande y por lo tanto de frío. De hecho me pasa muchas veces. Cuando hablo de poesía digamos de manera teórica, como que me dan temblores. Yo creo que es una mezcla de emoción, de pudor. Porque la escritura es una cosa que está muy adentro, muy profunda y sacarlo fuera es una manera de mirarse a sí. Eso sí que es un verdadero striptease, no el quitarse la ropa. Y hablar de eso es difícil, no encuentro con facilidad las palabras.



Desnudez, el hecho de desnudarse en la escritura no suena a nuevo, pero sí lo es para mí esa relación de la desnudez con el frío. Debo de ser de tierra caliente.


Bueno, a mí me pasa, de hecho si seguimos hablando mucho rato empezaré a tener frío. Es una cosa fisiológica que me sucede y que lo tengo experimentado. Y un día me dije, ¿por qué me da frío cuando hablo de poesía, que es de lo que más me cuesta hablar? Y entonces llegué a esta conclusión: me da frío porque me siento desprotegida, porque es un territorio muy interior.

 

 

[Img #47768]



 

Como sacar el alma a pasear, no... En numerosos poemas va deslizando una hermosa poética de la Palabra. Las palabras “no limpian” pero “alumbran”; “Acogen / cuanto nace del hambre de las cosas / y mueren en silencio” (De La sed, 1997). Aunque la Palabra no salva, ¿redime a quien escribe y a cuantos leen?

 

A mí como lectora me salva. Como lectora la poesía me ha salvado y me salva muchas veces, me hace... Eliot decía que el buen poeta es el que consigue decirle al lector aquello que el lector siente pero sin conseguir ponerle palabras; entonces cuando lo ve escrito le produce una sensación como de curación psíquica. Ya sabemos que cuando una consigue expresar lo que siente le es de gran ayuda para la vida. Eliot decía que los poetas hacían eso y a mí me pasa. Yo leo a Claudio Rodríguez o a Machado, o a Valente, o a Eliot, o a Ungaretti, a Paca Aguirre o a Clara Janés o a Elisbeth Bishop, que la leía anteayer, y me descubren muchas cosas de mí misma, del mundo y de los otros. Es como una fiesta, una fiesta del reconocimiento, del no sentirte solo en este mundo, porque decía Aleixandre que a través del poema se debe tocar al poeta que lo ha escrito, un poco excesivo, pero es así. Hay mucha humanidad detrás de esas palabras y eso hace que como lectora no me sienta sola, me sienta apoyada y eso me salva. Como escritora de poemas, yo siempre me he resistido a decir esto, porque no creo en la escritura como terapia, pero lo cierto es que debo reconocer que es posible, que si no escribiera estaría un poco más enferma de lo que estoy.



Eso de la poesía salvífica también lo hemos escuchado en poetas espacialmente más cercanos, por ejemplo a José Luis Puerto en Castilla y León que ha escrito hace unos pocos años un libro que llevaba por título ‘Trazar la salvaguarda’, y yo le pregunto sobre eso de lo que hay que salvaguardarse. Bueno ya ha dicho que no de sí mismo. ¿Entonces de qué o qué es lo que hay que salvaguardar?


No hay que salvaguardarse de nada porque precisamente la poesía no te protege de nada, más bien te expone. Pero, mira, esa es una forma de salvarse. Exponerse, afrontar las cosas en su crudeza y en su esencialidad máxima, en ese sentido quizás actúa así la poesía. La poesía no es para escapar, no es para huir, no es para olvidarse, no es para entretenerse. La poesía te pone un espejo y lo que uno ve no siempre es hermoso. El ser humano tiene muchas oscuridades, también mucha luz. Ponerse frente a un espejo y mirarse también es una forma de afrontar las cosas y por lo tanto quizás de salvarse.



¿La poesía escarba las oscuridades o nos trae la luz?


No escarba, no es que escarbe, no es que lo haga para escarbar, pero afloran.



¿Durante cuánto tiempo nos significan las palabras que hemos dicho?


No lo sé. No lo sé, a mí me sucede y lo sé por otros amigos que escriben que nos sentimos generalmente más cerca de lo último que hemos escrito. Yo comentaba alguna vez que cuando leo mis libros primeros me siento muy lejos; es como cuando oías tu voz grabada por primera vez y te parecía algo tan ajeno y extraño que te dices: pero bueno, ¿esa soy yo? No sé cuánto dura, lo que sí importa es que los poemas se sostengan como poemas más que el uno se reconozca en ellos, al fin y al cabo el autor pinta poco aquí.

 

 

[Img #47767]

 



¿Cómo es ese estado de "extrañamiento" en que se encuentra cuando lee sus poemas?


Pues es una especie de no reconocimiento, una distancia, una sensación de otredad fuerte, pero puede ser similar a cuando ves una fotografía tuya de más joven, algo parecido.



Su poesía ha sido definida como Poesía de la conciencia, Poesía del conocimiento, Poesía de la soledad y, más frecuente, Poesía del silencio. Creo que esta última destella, sobre todo, en los cuatro poemarios recogidos en No duerme el animal (Poesía 1987-2003). En Variaciones en blanco, poemario que inspiró en 2008 una obra de música minimalista, habla, tal vez se escucha más el silencio que la palabra. ¿No serán diferentes miradas que se aúnan en sus versos?            


El silencio y la palabra son las dos caras de la misma moneda. Sí, totalmente, el uno hace significar a la otra y la otra hace significar al uno. Sí, hay un diálogo permanente entre la palabra y el silencio. Para mí en el poema monta tanto lo que se dice como lo que no se dice.



Eso es complejo de entender. En música parece más sencillo: sonidos que no son un continuum, pausas y silencios. Pero, en poesía no se llega a entender fácilmente ese silencio. Me gustaría que nos explicara un poco esto del silencio que se escucha en los poemas.


No sé muy bien yo tampoco lo que es la Poesía del silencio. Suele ser una poesía donde no hay un relato claro, y no es que se esté escamoteando nada al lector, pero si es cierto que en ese poema van a aparecer una serie de elementos con los que el lector puede construir algo y que son poemas más abiertos que otros donde se le proporciona al lector todo bien contado y bien medido, con introducción nudo y desenlace. Son poemas más fragmentarios, más abiertos, que tienen como huecos, que sueltan imágenes que de repente se expanden. Son poemas para mí, como lectora, donde tengo más lugar para actuar en el poema... Es algo así, dado que estamos en Astorga, como un mosaico romano en el que a veces faltan piezas, pero que uno puede desde las que hay componer una figura, incluso como faltan piezas puede componer una figura que puede ser más rica que la que había.



Música, principalmente barroca, pintura -Van der Weyden, Rembrant, J.Placencia,…-son compañía, escucha y habla en numerosos poemas. Descendimiento (2018) es poesía y oratorio musical barroco con continuum en la primera parte y oratorio propiamente dicho en la segunda. Háblenos de esta conjunción, pintura y música, con la palabra poética.


Es verdad que mi último libro es un libro especial, porque acaba en diálogo con un cuadro del Prado, un cuadro que a mí siempre me ha fascinado, ‘El descendimiento’, del pintor flamenco Van der Weyden. Ese cuadro maravilloso que todos conocemos. Yo ya estaba escribiendo una serie de poemas y en un momento determinado ya supe que iban a titularse ‘Descendimiento’. Entonces me acordé de ese cuadro y lo busqué y empecé a escribir siempre con ese cuadro acompañándome, hasta que el cuadro se adueñó del libro. A mí me gusta mucho la música coral barroca de Bach, por supuesto Haendel, y escuchaba los grandes oratorios de Bach mientras escribía, y aquello acabo tras meses de trabajo en un diálogo con el cuadro. Como si los personajes del cuadro se hubieran apropiado de mi escritura y empezaran a hablar en los poemas. Lo estructuré en dos partes; la segunda de las cuales sería como el texto de un posible oratorio donde los personajes hablan como en la pasión de Bach. Habla María a Jesús, habla a San Juan. Todos los personajes que hay en el cuadro intervienen y la música, esa música de Bach y Haendel lo impregna todo. Pues música y poesía son lo mismo. Yo no entiendo la poesía sin música, la dimensión fonética de las palabras en un poema es fundamental, incluso cuando leemos en papel nuestra mente escucha, escucha lo que lee, escucha esa música, ritmo-música-tempo son fundamentales en el poema.

 

 

[Img #47769]

 


Diez Mandamientos (2016), vitales -Vivir, Confiar, Disfrutar, Respirar…- como el discurrir de la vida: Feliz reencuentro entre dibujos de Jesús Placencia y sus poemas. En Limbo y otros poemas (2013) se asoma Rembrandt. ¿Pintura y música, variaciones de la poesía?


La verdad es que la pintura me fascina. Creo que un poema en una página es también un dibujo que tiene una dimensión visual. La escritura, el trazo, hasta no ser capaz de escribir un poema en el ordenador. Esa sensación maravillosa que yo recuerdo al dibujar las letras en el papel en mi infancia. Eso tiene que ver con mi fascinación por la escritura, la experiencia del trazado, de dibujar, de hacer un diseño como se hace un dibujo en el blanco de la página. Además tengo un amigo que es pintor, dibujante también y hemos hecho ya dos libros juntos, Jesús Placencia, que hizo una serie de dibujos maravillosos a partir de palabras; por ejemplo el dibujo ‘Vivir’ está hecho con la palabra ’vivir’, el dibujo ‘Respirar’ con la palabra ‘respirar’. Al ver esos dibujos le pedí a Jesús que me dejará los originales para los cuales quería que le escribiera un prólogo para el catálogo de la exposición, y yo le dije, "Jesús, yo voy a escribir poemas sobre tus dibujos porque es a lo que estoy inclinada". Al final se trata de un diálogo pero son los poemas los que sirven de ilustración a los dibujos y no al revés. El punto de partida son los dibujos de Jesús.



“Hay libros que se escriben sobre la carne misma. / Son esas cicatrices que nos hablan / y sangran / cuando el tiempo se rinde a su derrota / un puñado de signos que apenas / comprendemos” (De La sed, 1997). Dolor, derrota, luz y sombras, preguntas sin respuesta, silencio, calma, muerte. ¿Vida y presencia imprescindibles en su poesía?


Este poema tiene que ver con eso que decíamos al principio de que la vida deja cicatrices y al cabo de los años esas cicatrices hablan, lo hacen en forma de poemas y te dicen cosas que te sorprenden. Generalmente no escribo sabiendo lo que voy a decir, escribo esperando a que el papel me diga algo, porque para mí la escritura es una cosa más de escucha que de locución. Escuchar, a veces escucho cosas que tienen que ver evidentemente con mi existencia, pero que me habían pasado desapercibidas y que milagrosamente salen después e iluminan grandes sucesos de mi pasado con una nueva luz. Todo esto: las preguntas, el dolor, la luz y las sombras, la vida… no soy una escritora digamos biográfica; pero es que uno escribe con lo que vive, somos nuestro lenguaje, nuestro lenguaje es nuestra vida.



-“Vivir / es una huella” (De Variaciones en blanco, 1994). Añadiría por mi parte “Escribir / es hallarla / recuperada del silencio”. ¿Sus versos dejan o hacen rastro en el camino? 


Me encanta lo que has escrito porque es perfecto. Yo creo que implementa convenientemente lo que mis versos iniciaban. Sí, es hallar esas huellas que han dejado lo vivido, pero no solo en un sentido elegíaco de contar el pasado. Más bien que vivimos distraídos constantemente por la vida, y escribir te quita la tontería, te pone en lo que de verdad importa de lo que uno vive, ha vivido o va a vivir. No sé, de lo que el mundo te dice de alguna forma y si una huella es lo que queda de un camino, o sea el decantado del pasar por los sitios y por las cosas pues no es poco. Si el poso, el decantado de un vino es su huella; el poema puede ser también el decantado de una experiencia

 

 

[Img #47765]



 

 Hay libros que no se te ocurren, sino que ocurren. ¿Se encuentra en esa situación?

 

A mí los libros me ocurren. Los libros suceden. A uno le pasan, es cierto que hay que estar en disposición de que a una le pasen, eso también es verdad, pero no se me ocurren, no construyó, yo no trabajo así.

 

¿Un libro es una suma de poemas o es algo unitario?
 

No creo que sea solamente una suma de poemas. En mi caso son como vientos, ciclos. Viene un viento y ese viento sopla hasta que se agota, y de ese viento y de lo que ha soplado, arrastrado o ha dejado, quedan unos poemas que con suerte y si tienen una respiración común, un tono común, si hacen familia formarán un libro. A veces no sucede y acaban en la basura. Muy a menudo. Pero se corresponden como con ciclos.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.