Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 18 de Enero de 2020

Los nuevos líderes sociales

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“Las mentes, los libros y los paraguas sólo sirven si se abren”, es el título de un libro y una frase muy ingeniosa y gráfica para sacudir el atocinamiento nacional primero, y universal después.

 

Parece que el importante científico alemán Albert Einstein, además de su gran aportación a la ciencia con su teoría de la relatividad y sus trabajos en la física y la mecánica cuántica, había puesto, también, en su objetivo científico/analítico a la especie humana  y había llegado a la conclusión de que: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy realmente seguro de lo segundo”.

 

Y parece que la deriva de la humanidad, desde que el gran científico se percató de su escasa calidad intelectual, ha ido escorándose hacia una estupidez no mayor, porque la infinitud no se puede agrandar, pero sí más densa y pegajosa.

 

La estupidez general se conforma de múltiples parcelas que rayan la majadería (palabra en desuso que mi madre empleaba cuando hacíamos alguna tontería “no seas majadera”). Pues atendiendo a esa estupidez podemos fijarnos en algunos de los considerados nuevos líderes sociales, a saber: los influencer, los tuiteros, los concursantes…

 

‘Los influencer’ son la nueva categoría de personas, fundamentalmente jóvenes y mayormente mujeres, que por el mero hecho de exhibir en las redes sociales lo que hacen, comen y visten cada día, son consideras ejemplos a seguir por cualquier cantidad de personas de su mismo sexo y condición. A más seguidores, voyeurs, más influencer eres. Y si influyes en muchas personas que miran todos los días lo que dices o haces resulta que te pueden pagar un buen dinero por ello y además ‘ser famosa’.  Y si  te haces famosa puedes llegar a vivir del cuento, es decir de la gilipollez de que la gente mire lo que haces y haga lo mismo que tú. Una manera muy absurda pero muy fácil de ganarse la vida sin necesidad de formarse intelectualmente ni profesionalmente. Una bicoca para la gente joven, y un camino de estupidez enorme para NO llegar nunca a la construcción de una sociedad sólida, capacitada y competente.

 

Según parece en el primer puesto del ranking de influencer  de España está una catalana de 31 años llamada Aida Domenech porque tiene más de dos millones de seguidores en Instagram. La sigue Sara Carbonero, con 36 años, la mujer del futbolista Iker Casillas, también con más de dos millones de seguidores atentos a sus posados con cara de actitud de diva transpuesta. También tenemos en el ranking a Georgina Rodríguez, 28 años, mujer de otro gran futbolista Cristiano Ronaldo, con más de nueve millones de seguidores (no sé por qué no está la primera con ese número, se me escapan los motivos), y así… Por lo general las mayores influencers son ‘mujeres de’ que necesitan destacar al rebufo del marido y resuelven el ego en su exposición en las redes. Un penoso ejemplo lo tenemos en Mar Torres, 21 años, la novia de Froilán Marichalar, que de chica normal y comedida ha pasado tras el noviazgo real a ser una barbi inluencer, de morritos provocativos, encantada de contar  al público todos sus retoques físicos para llegar a tal transformación que es absolutamente irreconocible. Ha decidido ser una influencer seductora, tipo ‘Pamela de vigilantes en la playa’ y está encantada de mostrar sus nuevos encantos en los posados de todos los photocall posibles. Y a partir de ahora vivirá para mostrarse a todas horas y en todas circunstancias. Y cobrará por ello.

 

Esta categoría que consiste en ganar dinero por exhibirse es muy golosa para las jóvenes, pero terriblemente penosa. Fomentarla es crear una sociedad vacía de contenido y estúpida. ¿Es inconsciencia o será eso lo que se pretende desde los mandos de la nave?

 

‘Los tuiteros’ es otra de las nuevas categorías sociales más abundante en elementos humanos. Los tuiteros son aquellos que escriben para el mundo mundial las primeras y más espontáneas cosas que se les ocurren. En esta categoría no hay edades especiales. En la pizarra de twiter escribe la gran mayoría de la población. Lo que se escribe puede dar la vuelta al mundo, levantar ampollas, sacudir alfombras, montar escándalos o apuntar realidades. Twiter es una ventana abierta al pensamiento, a todo tipo de pensamientos buenos, malos y regulares. El tuitero utiliza las armas que no utiliza el influencer. La palabra y el pensamiento del primero frente a la imagen del segundo.

 

También hay ranking  en los tuiteros y también sorprenden las cifras de los seguidores. Por supuesto los primeros puestos se los llevan los futbolistas. Cristiano Ronaldo es el primero con 78.536.721, impresionante, setenta y ocho millones de seguidores con tan sólo 3.412 tuits desde el 2010. El siguiente pasa a 43.607.943 seguidores, y se trata de Neymar. El músico Alejandro Sanz es el primero no deportista en el ranking con el puesto sexto y con 19.570.871, una diferencia muy considerable con Cristiano. Y, después de este inciso del músico, sigue una lista interminable de deportistas. Un importante índice del principal interés de la población nacional y del gran nivel intelectual del país. Los futbolistas parece que tienen que decir cosas muy interesantes para la sociedad.

 

Y nos quedan en este repaso ‘los concursantes’. No hay famosillo, o aspirante a famosillo, que se precie que no se preste a aparecer en algún concurso de esos que fuerzan la humanidad, presionan los egos en situaciones límites y juegan con la fragilidad emocional de los concursantes, como Sálvame o Gran hermano. Pero todo se aguanta por la repercusión mediática, llámese fama, y por el importante dinero que se gana exponiéndose a sobrevivir o destruirse ante las cámaras. Un show personal al servicio del entretenimiento general.

 

Un concursante de cualquiera de estos concursos tiene garantizada su carrera mediática, es decir, su economía, durante un largo periodo porque a los medios les gusta exprimir a las personas  que pagan, y los concursantes  se lo toman como una magnifica y productiva profesión sin necesidad de títulos. Se mueven de un concurso a otro como de oca a oca. Cada vez hay más concursos y cada vez aumenta la oferta de los dineros. Vivir de concursar es otro camino abierto para NO cimentar una sociedad con principios sólidos, nobles, importantes, superiores...

 

La estupidez de todo esto no está en quien realiza el show sino en quien se sienta en el sofá a ver tanta majadería. Parece que Einstein pensaba lo mismo: “La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver lo que pasa”. Pero ¿quién se resiste a ganar mucho dinero en corto tiempo a costa de lo que sea frente a ganar  poco dinero en mucho tiempo a costa de cierta rutina laboral?

 

La vida se está poniendo muy difícil y ganar dinero fácilmente es lo más atractivo para todos pero sobre todo para la juventud que es lo primero que ven y aprenden. Es como la zanahoria guiando al burro. Pero una vez que se zampen la zanahoria llegará la nada.  Por eso es muy peligroso este artificioso cauce por el que nos está llevando el mundo mediático.

 

La sociedad va patinando  por una superficie jabonosa a tal velocidad que no repara en la necesidad de reflexionar sobre la vida y sembrar para el futuro. Todo va encaminado a consumirse sobre la marcha. Todo es usado y desechable. Todo vale y todo es mentira.

 

Ese Todo es Todo: la política, la educación, la economía, los valores morales…  ¿Estaremos a tiempo de revertir la situación? Veremos. Parece muy difícil pero…todo es posible. Quizás sea necesario un nuevo Big Bang.

 

O témpora o mores

 

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