Feudalismo del siglo veintiuno. El bucle social
![[Img #47915]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2020/4195_ocho-hombres-mas-ricos-que-la-mitad-del-mundo.jpg)
La sociedad tiene sus ciclos, como las personas, los animales, la naturaleza…
El sistema social ha ido cambiando y evolucionando a través del tiempo. El sistema feudal del s.XII basado socialmente en los de arriba y los de abajo, fue derivando hacia una sociedad más refinada como fue el Renacimiento en la que una atracción especial por la cultura hacía más asequibles a los de arriba y más considerados a aquellos de abajo que tenían algo que decir con sus diversas formas de arte. Luego llegó la Edad Moderna en la que el hombre (genérico) empieza considerar valores humanos de más envergadura como la razón y la comunicación. En esta Edad llamada Moderna, que abarca varios siglos, del XV al XVIII, en la que se dan trascendentales logros económicos, sociales y políticos, empieza a organizarse la sociedad de otra manera; aparece la idea del capitalismo y comienza a establecerse un nuevo e importante rango social: la burguesía.
Esta nueva clase social, que nace de su propio trabajo, consigue que desaparezca el gran abismo existente de clases al llenar el hueco intermedio entre los de arriba y los de abajo. La burguesía acoge la idea capitalista con alegría y poco a poco va estableciéndose en el sistema como un importante nervio social. El capitalismo, otorga a esta clase emergente el ímpetu necesario para alcanzar un significativo poderío.
Llegamos a la Edad Contemporánea en la que logros sociales consiguieron que las clases sociales se fueran moviendo hacia arriba, ganando todos. Los burgueses capitalistas se trasladaron hacía arriba, con los que ya estaban desde siempre arriba, y la clase trabajadora se colocó en el hueco que dejaba el primitivo burgués surgiendo así ‘clase media’.
Con educación y trabajo la clase que venía siendo la menos favorecida de la sociedad, el estamento más bajo, salió de su ostracismo y oscurantismo vital y consiguió un importante bienestar social y establecerse en ese nuevo rango superior de ‘clase media’. A este nuevo estamento social llegaron los rezagados burgueses y todo el ‘pueblo llano’. Al ser el más importante en número esta clase media constituyó la base más importante de la sociedad.
Todos contentos. Los de arriba seguían arriba apoyados por los que acababan de subir, aunque más de uno, por confianza histórica, se hubiera visto en la necesidad de bajar algún escalón. Y los de abajo se habían colocado en medio. Abajo, lo que se dice abajo, no quedaba casi nadie. Los logros sociales habían conseguido la estabilidad vital para la gran mayoría de los ciudadanos.
Pero la tendencia al movimiento no cesa y después de la calma viene de nuevo el oleaje. Y el oleaje social lleva tiempo cogiendo impulso, empujado por oscuros e interesados alientos, para llevar de nuevo a la sociedad a una desagradable y desgraciada polaridad. Como en la Edad Media, empieza a fraccionarse de nuevo en sólo dos bandos: los de arriba y los de abajo. Los de arriba están cada vez más arriba, se han acostumbrado a manejarse en una ambición desmesurada y han conquistado un gran poderío sobre el resto de los mortales. Y si atendemos al principio del físico Arquímedes que dice que: “Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del líquido que desaloja”, y lo aplicamos al actual movimiento social, podemos ver claramente cómo ese principio físico de fluidos también es aplicable a la humanidad. Mientras unos pocos ejemplares humanos acumulan una gran cantidad de peso específico (riquezas) el resto de la humanidad es desalojado de los felices bienes terrenales, cumpliendo así el famoso principio de Arquímedes.
Ahora cualquier tipo de decisión política se mide por el ‘impacto económico’ no por el ‘impacto humano’ (impacto cultural, impacto social, impacto sostenible…). El impacto económico es la Ley.
La presión de la ambición de los pocos que han acumulado (de buenas o malas maneras) un gran poderío están expulsando de su estado de bienestar a los muchos, muchísimos, casi todos, que con menos ambición aspiran tan sólo a la sostenibilidad de su vida. La clase media.
Una vida sostenible que consiste en una vida que satisfaga las básicas necesidades vitales; una vida dichosa, amable, feliz, tranquila, segura y alegre. Pero ahora la clase media es menos que media. La felicidad y la seguridad han dado paso al aturdimiento por los turbios mensajes de distracción de los de arriba y a la angustia y el estrés por sobrevivir.
Como muestra, lo siguiente. Acaba de aprobarse ‘¡un acuerdo social!’. Huyyy qué maravilla. Qué paso importante para la humanidad española. Bombo y platillo al viento: ’Un gran acuerdo social’. A pesar de las protestas de los empresarios que les parecía una barbaridad de dinero ¡¡ se ha subido el salario mínimo interprofesional a 950€!! ¡¡¡950€!!! No 1.000, no, 950. ¿Quién puede vivir con ese sueldo teniendo que pagar vivienda si por menos de 500€ no encuentras sitio para vivir en ningún lado? (me pregunto yo).
Parece que todos contentos porque el salario mínimo, al que se acogen las empresas cuya filosofía es ganar más reduciendo gastos, que son casi todas, ¡¡no llega a mil euros!! Eso es lo que cobran la mayoría de los jóvenes profesionales que tienen que labrarse su futuro, un futuro que va ligado al futuro del país.
A su vez se acaban de publicar los sueldos de los políticos. Un diputado cualquiera, no necesariamente tiene que tener estudios superiores tan sólo es necesario pertenecer a un partido, cobra 2.891€ de sueldo base, a esto hay que añadir 896€ de suplemento (sin impuestos) para los de Madrid, y 1.874€ para los de fuera de Madrid. Sumando los dos sueldos, el base más el complementario, queda para los de Madrid en 3.787€ y para los de fuera en 4.765€. Pero a esto hay que sumarles una gran variedad de suplementos que hacen aumentar considerablemente el sueldo. Ahí está el juego estratégico al despiste salarial. Se muestra públicamente una cantidad pero luego es otra bastante mayor con esos suplementos inconfesados. ¡Trileros!
Podríamos considerar estos sueldos algo más dignos que el propuesto como sueldo mínimo ¿no?. Una joven arquitecta con master incluído (caso concreto y verídico) está ganando en un estudio de arquitectos 850€ trabajando más de 8 horas. Como este caso infinidad más. Ingenieros, que antes era una profesión de gran prestigio, una carrera dura pero con un futuro espléndido, ahora están sobreviviendo en trabajos de servicios y cobrando sus apenas 1.00€. Y así.
Frente a los 50€ de subida al salario mínimo anunciada con grandes trompetas están los 1.008€ de subida al sueldo de los diputados madrileños y 1.148€ a los diputados foráneos. ¿Y a los jubilados? Como va por porcentaje y su pensión es baja, el 0.9€ supone entre 5€ y 10€ de incremento en su entrada mensual de una pensión media entre 600 y 1.200€.
Esta mísera subida de las pensiones también se ha pavoneado como el gran logro social de los políticos. ¡Un 0,9€! Truco de magia a ver si a fuerza de farolear los pensionistas se creen beneficiados con la bondad y justicia social del sistema.
A lo que voy. El ciclo social se está cerrando en el s.XII. La sociedad se vuelve a fragmentar en los dos bandos medievales: los de arriba y los de abajo. Los de arriba vuelven a ser pocos y muy poderosos, los de abajo muchos y muy sometidos. Cambiar de bando nunca ha sido fácil, y ahora tampoco, así que a los de abajo no nos queda más remedio que irnos acomodando en nuestras sillas de enea y pensar en calentarnos con los fogones de la cocina. ¿Qué más se puede hacer? ¿El tiempo de las utopías pasó?
Confieso que yo quería hablar del impresionante número de desaparecidos que nunca aparecen, 46.000 en un año, pero la cabeza se me ha ido por otros derroteros. Lo abordaré otro día. Hay tantos temas a reflexionar…
O témpora o mores
La sociedad tiene sus ciclos, como las personas, los animales, la naturaleza…
El sistema social ha ido cambiando y evolucionando a través del tiempo. El sistema feudal del s.XII basado socialmente en los de arriba y los de abajo, fue derivando hacia una sociedad más refinada como fue el Renacimiento en la que una atracción especial por la cultura hacía más asequibles a los de arriba y más considerados a aquellos de abajo que tenían algo que decir con sus diversas formas de arte. Luego llegó la Edad Moderna en la que el hombre (genérico) empieza considerar valores humanos de más envergadura como la razón y la comunicación. En esta Edad llamada Moderna, que abarca varios siglos, del XV al XVIII, en la que se dan trascendentales logros económicos, sociales y políticos, empieza a organizarse la sociedad de otra manera; aparece la idea del capitalismo y comienza a establecerse un nuevo e importante rango social: la burguesía.
Esta nueva clase social, que nace de su propio trabajo, consigue que desaparezca el gran abismo existente de clases al llenar el hueco intermedio entre los de arriba y los de abajo. La burguesía acoge la idea capitalista con alegría y poco a poco va estableciéndose en el sistema como un importante nervio social. El capitalismo, otorga a esta clase emergente el ímpetu necesario para alcanzar un significativo poderío.
Llegamos a la Edad Contemporánea en la que logros sociales consiguieron que las clases sociales se fueran moviendo hacia arriba, ganando todos. Los burgueses capitalistas se trasladaron hacía arriba, con los que ya estaban desde siempre arriba, y la clase trabajadora se colocó en el hueco que dejaba el primitivo burgués surgiendo así ‘clase media’.
Con educación y trabajo la clase que venía siendo la menos favorecida de la sociedad, el estamento más bajo, salió de su ostracismo y oscurantismo vital y consiguió un importante bienestar social y establecerse en ese nuevo rango superior de ‘clase media’. A este nuevo estamento social llegaron los rezagados burgueses y todo el ‘pueblo llano’. Al ser el más importante en número esta clase media constituyó la base más importante de la sociedad.
Todos contentos. Los de arriba seguían arriba apoyados por los que acababan de subir, aunque más de uno, por confianza histórica, se hubiera visto en la necesidad de bajar algún escalón. Y los de abajo se habían colocado en medio. Abajo, lo que se dice abajo, no quedaba casi nadie. Los logros sociales habían conseguido la estabilidad vital para la gran mayoría de los ciudadanos.
Pero la tendencia al movimiento no cesa y después de la calma viene de nuevo el oleaje. Y el oleaje social lleva tiempo cogiendo impulso, empujado por oscuros e interesados alientos, para llevar de nuevo a la sociedad a una desagradable y desgraciada polaridad. Como en la Edad Media, empieza a fraccionarse de nuevo en sólo dos bandos: los de arriba y los de abajo. Los de arriba están cada vez más arriba, se han acostumbrado a manejarse en una ambición desmesurada y han conquistado un gran poderío sobre el resto de los mortales. Y si atendemos al principio del físico Arquímedes que dice que: “Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del líquido que desaloja”, y lo aplicamos al actual movimiento social, podemos ver claramente cómo ese principio físico de fluidos también es aplicable a la humanidad. Mientras unos pocos ejemplares humanos acumulan una gran cantidad de peso específico (riquezas) el resto de la humanidad es desalojado de los felices bienes terrenales, cumpliendo así el famoso principio de Arquímedes.
Ahora cualquier tipo de decisión política se mide por el ‘impacto económico’ no por el ‘impacto humano’ (impacto cultural, impacto social, impacto sostenible…). El impacto económico es la Ley.
La presión de la ambición de los pocos que han acumulado (de buenas o malas maneras) un gran poderío están expulsando de su estado de bienestar a los muchos, muchísimos, casi todos, que con menos ambición aspiran tan sólo a la sostenibilidad de su vida. La clase media.
Una vida sostenible que consiste en una vida que satisfaga las básicas necesidades vitales; una vida dichosa, amable, feliz, tranquila, segura y alegre. Pero ahora la clase media es menos que media. La felicidad y la seguridad han dado paso al aturdimiento por los turbios mensajes de distracción de los de arriba y a la angustia y el estrés por sobrevivir.
Como muestra, lo siguiente. Acaba de aprobarse ‘¡un acuerdo social!’. Huyyy qué maravilla. Qué paso importante para la humanidad española. Bombo y platillo al viento: ’Un gran acuerdo social’. A pesar de las protestas de los empresarios que les parecía una barbaridad de dinero ¡¡ se ha subido el salario mínimo interprofesional a 950€!! ¡¡¡950€!!! No 1.000, no, 950. ¿Quién puede vivir con ese sueldo teniendo que pagar vivienda si por menos de 500€ no encuentras sitio para vivir en ningún lado? (me pregunto yo).
Parece que todos contentos porque el salario mínimo, al que se acogen las empresas cuya filosofía es ganar más reduciendo gastos, que son casi todas, ¡¡no llega a mil euros!! Eso es lo que cobran la mayoría de los jóvenes profesionales que tienen que labrarse su futuro, un futuro que va ligado al futuro del país.
A su vez se acaban de publicar los sueldos de los políticos. Un diputado cualquiera, no necesariamente tiene que tener estudios superiores tan sólo es necesario pertenecer a un partido, cobra 2.891€ de sueldo base, a esto hay que añadir 896€ de suplemento (sin impuestos) para los de Madrid, y 1.874€ para los de fuera de Madrid. Sumando los dos sueldos, el base más el complementario, queda para los de Madrid en 3.787€ y para los de fuera en 4.765€. Pero a esto hay que sumarles una gran variedad de suplementos que hacen aumentar considerablemente el sueldo. Ahí está el juego estratégico al despiste salarial. Se muestra públicamente una cantidad pero luego es otra bastante mayor con esos suplementos inconfesados. ¡Trileros!
Podríamos considerar estos sueldos algo más dignos que el propuesto como sueldo mínimo ¿no?. Una joven arquitecta con master incluído (caso concreto y verídico) está ganando en un estudio de arquitectos 850€ trabajando más de 8 horas. Como este caso infinidad más. Ingenieros, que antes era una profesión de gran prestigio, una carrera dura pero con un futuro espléndido, ahora están sobreviviendo en trabajos de servicios y cobrando sus apenas 1.00€. Y así.
Frente a los 50€ de subida al salario mínimo anunciada con grandes trompetas están los 1.008€ de subida al sueldo de los diputados madrileños y 1.148€ a los diputados foráneos. ¿Y a los jubilados? Como va por porcentaje y su pensión es baja, el 0.9€ supone entre 5€ y 10€ de incremento en su entrada mensual de una pensión media entre 600 y 1.200€.
Esta mísera subida de las pensiones también se ha pavoneado como el gran logro social de los políticos. ¡Un 0,9€! Truco de magia a ver si a fuerza de farolear los pensionistas se creen beneficiados con la bondad y justicia social del sistema.
A lo que voy. El ciclo social se está cerrando en el s.XII. La sociedad se vuelve a fragmentar en los dos bandos medievales: los de arriba y los de abajo. Los de arriba vuelven a ser pocos y muy poderosos, los de abajo muchos y muy sometidos. Cambiar de bando nunca ha sido fácil, y ahora tampoco, así que a los de abajo no nos queda más remedio que irnos acomodando en nuestras sillas de enea y pensar en calentarnos con los fogones de la cocina. ¿Qué más se puede hacer? ¿El tiempo de las utopías pasó?
Confieso que yo quería hablar del impresionante número de desaparecidos que nunca aparecen, 46.000 en un año, pero la cabeza se me ha ido por otros derroteros. Lo abordaré otro día. Hay tantos temas a reflexionar…
O témpora o mores