Del odio a la imaginación
![[Img #48181]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2020/2187_gorgorito-037.jpg)
En las campañas políticas que hemos padecido hemos podido escuchar bulos e interpretaciones falsas, vendidas como proféticas, en boca de los líderes nacionales y locales así como disparates y ocurrencias proferidas sin recurrir a la rectificación. En muchos casos recogidas y repetidas por sus audiencias sin el menor rubor. Es la vieja táctica del “miente que algo queda”. Viendo este panorama parece muy oportuno recordar lo que dijera Ramón y Cajal: “Hay que evitar que los ríos se pierdan en el mar y que las inteligencias se pierdan en la ignorancia”.
En la pasada campaña general y en el conjunto de las campañas se ha visto de todo. Desde el odio al adversario, que afortunadamente se ha visto superado por el mandato de las urnas y fundamentado en la falta de ideas y argumentos y el peso de las compulsiones. Ya se sabe que las campañas son un poco como los carnavales. Unos días de desmadre, protagonizado por los partidos en porfía, antes de la cuaresma con la que todo vuelve a su ser.
Ha sido la válvula de escape a la escasez de ideas y en el caso del PP en la municipal la incapacidad de su gestión, en el que la idea más destacada ha sido la ya denominada de ‘los cinco chorritos’ por las fuentes que levantaron o reconstruyeron (Fuenteencalada, La Libertad, la moruna, el Mayuelo y Eragudina), que dicho con objetividad eran obras o inversiones de mantenimiento de las que se hacen sin tocar el pandero.
Una situación que el nuevo candidato del PP al iniciarla y en presencia del presidente provincial la definió por la necesidad de revitalizar Astorga. Esto venía después de una legislatura que había estado regida por el propio PP, con acierto en las recreaciones y buenas relaciones diplomáticas. De las obras que ejecutaron, algunas de ellas necesarias, ninguna fue productiva y se caracterizaron por el derroche del tiempo invertido en su construcción, como es el caso del aparcamiento de El Melgar, que se redujo a su asfaltado, sin ejecutar el colector que era la obra esencial. Como la plaza de Gaudí, que tras de más de un año de trabajos, a imitación del Escorial, todavía sigue sin concluirse pues no se retiran las vallas.
A su lado está el Teatro Gullón, que lo recibieron de tiempos anteriores y no han sido capaces de ponerlo en marcha de una manera digna, lo que supone una imperdonable incapacidad. Han empleado más energías en desprestigiarlo que en sacar rendimientos a una inversión hecha por el Estado de más de cinco millones. Como han sido incapaces de poner en marcha inversiones heredadas como el cuartel de la policía y la casa de servicios sociales.
Nada han concluido meritorio con la Casa Panero, aparte de un jardín que habrá que levantar porque no pega nada con el entorno y parece realizado con las sobras del jardín seco del acceso al Cementerio, como esas macetas de parchís que han estampado en lugares inadecuados.
Esta falta de gestión se ha acompañado con los argumentos del odio y agresividad hasta en la explicación de las cuentas, -odio con lo que tiene de irracional por el deseo de destrucción del adversario por miedo, aversión o envidia, que imposibilita el diálogo y la construcción en común- sin aclarar el conjunto de gastos y deuda que no se justifican con los cinco chorritos. La propaganda dio como si hubiera sido obra suya la construcción, que no el lavado de cara de la estación de autobuses, y los remedos de los parques y olvidaron los errores como la inutilización innecesaria de una de las salas del Gullón para exhibir, fuera de lugar, el mosaico romano, con el sitio tan apropiado que tiene en el propio museo, y el intento de construir un teatro infantil en el Jardín de la Sinagoga, que no sirvió para los títeres infantiles. Al menos pudo ser utilizado por las jóvenas de Podemos para un mitin.
No es que nos olvidemos de los otros partidos sino que hemos de limitarnos a los que realmente estaban en el juego principal. El PSOE volvía como candidato con el que durante tantos años había sido el alcalde que transformó y bien a Astorga, dispuesto a sacarla de la parálisis que reconocía el candidato del PP. Ahora hay que hacerlo.
![[Img #48181]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2020/2187_gorgorito-037.jpg)
En las campañas políticas que hemos padecido hemos podido escuchar bulos e interpretaciones falsas, vendidas como proféticas, en boca de los líderes nacionales y locales así como disparates y ocurrencias proferidas sin recurrir a la rectificación. En muchos casos recogidas y repetidas por sus audiencias sin el menor rubor. Es la vieja táctica del “miente que algo queda”. Viendo este panorama parece muy oportuno recordar lo que dijera Ramón y Cajal: “Hay que evitar que los ríos se pierdan en el mar y que las inteligencias se pierdan en la ignorancia”.
En la pasada campaña general y en el conjunto de las campañas se ha visto de todo. Desde el odio al adversario, que afortunadamente se ha visto superado por el mandato de las urnas y fundamentado en la falta de ideas y argumentos y el peso de las compulsiones. Ya se sabe que las campañas son un poco como los carnavales. Unos días de desmadre, protagonizado por los partidos en porfía, antes de la cuaresma con la que todo vuelve a su ser.
Ha sido la válvula de escape a la escasez de ideas y en el caso del PP en la municipal la incapacidad de su gestión, en el que la idea más destacada ha sido la ya denominada de ‘los cinco chorritos’ por las fuentes que levantaron o reconstruyeron (Fuenteencalada, La Libertad, la moruna, el Mayuelo y Eragudina), que dicho con objetividad eran obras o inversiones de mantenimiento de las que se hacen sin tocar el pandero.
Una situación que el nuevo candidato del PP al iniciarla y en presencia del presidente provincial la definió por la necesidad de revitalizar Astorga. Esto venía después de una legislatura que había estado regida por el propio PP, con acierto en las recreaciones y buenas relaciones diplomáticas. De las obras que ejecutaron, algunas de ellas necesarias, ninguna fue productiva y se caracterizaron por el derroche del tiempo invertido en su construcción, como es el caso del aparcamiento de El Melgar, que se redujo a su asfaltado, sin ejecutar el colector que era la obra esencial. Como la plaza de Gaudí, que tras de más de un año de trabajos, a imitación del Escorial, todavía sigue sin concluirse pues no se retiran las vallas.
A su lado está el Teatro Gullón, que lo recibieron de tiempos anteriores y no han sido capaces de ponerlo en marcha de una manera digna, lo que supone una imperdonable incapacidad. Han empleado más energías en desprestigiarlo que en sacar rendimientos a una inversión hecha por el Estado de más de cinco millones. Como han sido incapaces de poner en marcha inversiones heredadas como el cuartel de la policía y la casa de servicios sociales.
Nada han concluido meritorio con la Casa Panero, aparte de un jardín que habrá que levantar porque no pega nada con el entorno y parece realizado con las sobras del jardín seco del acceso al Cementerio, como esas macetas de parchís que han estampado en lugares inadecuados.
Esta falta de gestión se ha acompañado con los argumentos del odio y agresividad hasta en la explicación de las cuentas, -odio con lo que tiene de irracional por el deseo de destrucción del adversario por miedo, aversión o envidia, que imposibilita el diálogo y la construcción en común- sin aclarar el conjunto de gastos y deuda que no se justifican con los cinco chorritos. La propaganda dio como si hubiera sido obra suya la construcción, que no el lavado de cara de la estación de autobuses, y los remedos de los parques y olvidaron los errores como la inutilización innecesaria de una de las salas del Gullón para exhibir, fuera de lugar, el mosaico romano, con el sitio tan apropiado que tiene en el propio museo, y el intento de construir un teatro infantil en el Jardín de la Sinagoga, que no sirvió para los títeres infantiles. Al menos pudo ser utilizado por las jóvenas de Podemos para un mitin.
No es que nos olvidemos de los otros partidos sino que hemos de limitarnos a los que realmente estaban en el juego principal. El PSOE volvía como candidato con el que durante tantos años había sido el alcalde que transformó y bien a Astorga, dispuesto a sacarla de la parálisis que reconocía el candidato del PP. Ahora hay que hacerlo.






