Ana María Flecha Almozara
Domingo, 15 de Marzo de 2020

Opus Luciferina, un demonio angelical

Delfín Nava Castillo. Opus Luciferina (Antología del desconcierto); Lobo Sapiens; León 2020

 

 

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'OPUS LUCIFERINA', el libro de libros de Delfín Nava Castillo, es un volumen de poemas largo, tan largo como unas obras completas. Y sin embargo se trata de una antología de ocho de los libros inéditos de Delfín, con 760 páginas de poesía acerca del tránsito existencial del autor.


La primera antología del primero de los libros lleva por título 'AB URBE INCÓGNITA' con tres partes. Los tiempos oscuros. ‘El destierro del campo a la ciudad sin mar.' Se abre esta sección con una demarcación del espacio: "Mi tierra no conoce el mar. // Es una tierra huérfana de gaviotas, caracolas y sirenas. / Es una tierra de carnes duras, correosas y resecas, / que se apelmaza bajo el peso del sol, / con la piel arrugada, arañada por azadas / que cavan fosas en el solombrío de las montañas." (17)

 

Añoranzas de la infancia y del lugar de nacimiento, pero desde el internado esa saudade que se respira siempre tendrá un tufillo ácido: "Plumines despuntados / que nos fuimos al Sur de los sueños negros / con los grajos y los vencejos." (21) Repasa una niñez oscura y repudiada de los años 50.

 

‘Los años locos' es la segunda parte de este primer libro: "Cruzábamos toda la urbe / persiguiendo la fría luz del amanecer" (55) Poemas de su juventud de estudiante con un cierto costumbrismo sarcástico y pesimista: "Todos los perros ladran / bajo el peso de los tejados de la noche. / Lloran los niños en sus cunas de barro / y la desolación duerme al sereno." (77) o "En el centro de la ciudad, / frente a un Dios de piedra / arde una hoguera." (82) Abundan las frases deslocalizadas con un halo de sorpresa: "de su brazo a torcer". "(…) pierde su casto nombre".

 

 ‘Ausencia y eterno retorno’ es la tercera parte con poemas existenciales a la busca del yo.


El segundo poemario de este libro es ‘HIJO DE EVA’. Un poemario más maduro dedicado a la madre, con recuerdos sabrosos de una infancia pobre. Ella salva la memoria: "Entrabas en el final de mi último sueño / y traías contigo la luz / y desaparecía la oscuridad / y me dabas los racimos de tus manos / para que la tristeza de mi infancia / fuese así un poco más dulce." (125) O bien: "Menos mal que siempre guardabas / algún ahorrillo de besos / para poder llegar a fin de mes." (133)

 

El libro trata el tema de la madre protectora y su presencia en la infancia, del temor a lo desconocido y a la soledad que supone dejar la mano de la madre: "aquel en el que te soltó la mano, / en el principio del primer día / ante un camino desconocido." (158) La madre reaparece continuamente en la expresión: "la luz de tu rostro", una letanía que ilumina y ensombrece el recuerdo de su rostro cuando niño: "Y luzca para mí, por siempre, / la luz de tu rostro. // Hace frío fuera / y me gusta tanto entretenerme dentro / que me duermo en tu regazo de aire, / aun cuando no tengas sueño, / enredado en la selva de tus pestañas ojivales."(202) O estos otros versos: "Mamaíta, enciende la luz de tu rostro / para que veamos el camino a tu corazón / y no andemos perdidos / en este callejón sin salida" (206)


A lo largo de este libro y ya en el título se hace un guiño al malditismo, algo que verdaderamente no se profesa, como si entonara un’ mea culpa’ ante ese inmenso e incurable amor (a su madre, la luz de su rostro enmascarado en una pose romántica malévola): "Sé que no me oyes, / que estás lejos; / pero yo te rezo, / te ensucio con mis besos, / te maldigo / y te deseo." (209) O bien: "Pero, entre todas las mujeres, bendita tú, / dama de bruma y saliva, / qué has ocupado, como un poso de luz,  / todas las horas de mi vida." (234)


'ZOOM POLITIKON' es el título del tercero de los libros. Un libro de poesía social y política con resabios de mediados de los años 70, la ‘Revolución de los Claveles’. Dice un soldado: "Mi general / deserto de esta absurda, / inútil guerra. / Solo me llevo una mochila de rosas negras, / las botas rotas, / el barro de las trincheras, / mis muertes sobre la espalda / y, en bandolera, / un fusil amartillado / que dispara primaveras."( 238)  También la revolución del pacifismo: "Estas trigo maduro y amapolas, / borracho de pólvora, / embarrancado en zanjas y cunetas, / funestamente occipital" (241)

 

Consigue, Delfín Nava, adoptar distintas máscaras lingüísticas como en este poema de tono mexicano, en que denuncia el desarraigo y la añoranza de la emigración: "Escondido en el joyero verde de la alcoba / dejo un cachito de mi corazón / y, si alguna noche oscura / saca sus uñas el puma de la tormenta / y os jala el miedo de los güesos, / podéis refugiaros allí / y así pasaremos juntos / las horas eternas / de la tembladera" (242) O este otro fragmento de tan buena factura: "Las niñas orientales tiemblan, como varas verdes, en la abarrotada desolación de los talleres. Las respiraciones se entrecruzan en el aire viciado de los doce metros y se funden, jugando, con los vahos sofocantes de la menstruación y las verduras de la olla que borbolla sobre una estufa de carbón." (245). También nos encontraremos con poemas referidos a la mina y a la prostitución.


En todo caso los poemas adolecen de una ‘lógica escéptica de lo peor’. No es que no se crea en nada, sino que las cosas solo pueden ir empeorando desde aquella infancia primera dorada: "Hemos llegado al lugar / en el que nadie nos esperaba: Aquí y ahora." (255) "Vergüenza de haber ido por la vida / con los ojos abiertos/ y estar vivo todavía."(261)


En esta tesitura, el malditismo surge natural. No es el mal, pero no podría empeorar de suyo lo que es ‘impeorable’: "Soy un asesino y ando emboscado / arañando la piel, con mi cuchillo mellado, / de todo aquel que se cruza en mi camino. // Vine para asustar a los niños." (273) Cosa que no podría cantar el verdadero malévolo sino solo quien se lo hace. "Hay días en que te estalla la blasfemia en la garganta." ( 277)


Pero también guerrillero antisistema, para que si en el estado ‘impeorable’ cualquier cosa solo podría mejorar: "Tampoco se sorprendan si un día me encuentran levantando barricadas delante de su puerta." (283)


El cuarto libro se titula 'INSOMNIOS', insomnios que son de poeta y de la poesía: "Llueve siempre en la sima abisal / en la que reposan, empapados, mis huesos, / entre brazos rotos de estrellas / y esponjas que chorrean salitre negro." (295). Contiene poemas de temas variados que podrían haber pertenecido a cualquiera de los otros libros. El pasado de pobreza es embellecido, pues era una pobreza de infancia, rica en sensaciones primerizas; mientras que el presente es correoso y negador de aquello, tanto de la pobreza material como de la sensibilidad espiritual: "Aquella vieja casa de tapial / hoy está revocada de cemento / y pintada de un blanco sucio, / como una tumba erguida, / como una fosa crecida en tierra / que aguarda con la puerta abierta / a que entre a reposar sus huesos / algún muerto." (305)


Hasta hay un curioso poema en descomposición o en recomposición, vaya usted a saber, en (325) "l r o e tre br ó la p ert, e as mó l c lle, e HP n v st zo y d o m ia vu ta. A as m r s actntes se l s re ra la l ch d l p ch y l m do se u re de h bre . (...)" (325). Tal vez sean las ruinas del pasado que evocan recuerdos agridulces de cielo encapotado, de globos desinflados: "Y días de derrochar a manos llenas / esa sustancia viscosa y blanquecina / de la que está hecha la vida." (320)


En tantos poemas aparece el tema de la desorientación, del desconcierto del título, que pudiera parecer que fuera el tema central, en cualquier caso se ve que es la resulta de una pérdida, la de la infancia, ya sin consuelo: "Si no fuera que no sé por dónde ando desde que me perdí en los ejidos del pueblo" (326). En (492) es el espanto ante la ruina de sí mismo. Miradas furtivas de erotómano en (494) o la visita de los amigos con acercamientos mentales a la tumba en (531) etcétera etcétera etcétera.


Se detecta también un cierto costumbrismo rural bañado en magia, con imágenes de campo abandonado o apocalípticas: "En el campo pacen dinosaurios de acero, / crecen las alambradas / y, en las noches rasas de luna llena, / asoman de la tierra, fosforesciendo, / los huesos de los caballos muertos. " (348). Es un campo con memorias de alguna batalla que tal vez su abuelo ganara. Poemas hay sobre la creatividad poética (380) o la aceptación de la propia muerte (381).


El quinto libro: 'AMOR VINCIT OMNIA' versa sobre el amor en múltiples variaciones de ausencia, de mística, de descubrimiento, de unión y pacificación de contrarios. Hay incluso un poema a lo Villon sobre las flores de antaño: "Azucena, siempre canela lengua, / ceguera para los ojos, deslumbramiento de carne abierta." (394) Y cómo no, con remate luciferino: "Flores de antaño, / todas teníais cicuta en los labios."(394) También un recuerdo para sus vecinas de adolescencia: "Purita, / fuente en la Plaza Mayor, / nenúfar del estanque helado del cielo de enero." (400) Y para los amores imposibles, casi de erotómano: "Mis días son una larga espera / a que llegue, lenta, la noche / para soñarte." (410) También amores transilvánicos: "Que no salga nunca el sol" (413). Las mujeres variopintas que canta suelen estar "hechas de retales de sueños y plumas de ángeles caídos."

 

No obstante el poeta a pesar de agradecer y cantar sus atenciones se quiere esquivo y menesteroso, por eso "yo solo puedo ofrecerte el barro..." (431) Hay en estos poemas como un eco del amor a la madre, en el verso obsesivo "la luz de tu rostro" que ahora aplica a la amada definitiva ¿Será esta la muerte?


'MORITURI TE SALUTANT' es el sexto de los libros. La presencia de la muerte al final de la vida, la sombra de golondrina que asoma al nido cuando toca la migración, el final del verano. Signos inequívocos: "Por los soportales / deambulan las sombras ancianas / de mujeres que hilan, con el huso y la rueca de sus dedos, / la tela infinita de la mortaja." (469) O "Diciembre. // Por la calleja de abajo viene cantando la muerte." (471). Hay recuerdos de ahogados, de ahorcados, el carro de las postrimerías que es como una santa compaña personal que una y otra vez pasa por su puerta hasta que sea la definitiva. Hay poemas de absoluta ebriedad e incomunicación como "Soy mi sombra visitando mi tumba. / Por fin he visto la luz." (526)


'MEMORIA' es el séptimo poemario. El primer poema titulado ‘Herencia’ es un epítome del mismo: " Mi abuela era pueblo. / Mi abuelo, bodega. / Mi padre es campo. / Mi hermana, tierra. / Mi madre era pozo de huerta. / Mi hermano es camino asfaltado. / Yo, barro."( 539) La familia, los amigos, las costumbres rurales, los animales humanizados, la deificación de las fuentes de la naturaleza, la vaca Jardinera, la yegua Mora, las cicatrices que hicieron aquellos cuerpos, los recuerdos de la primera vez, pero aunque solo quede en sus ojos "la memoria de la luz" ya sería suficiente. Los hojalateros reaparecen junto con los saltimbanquis en varios poemas, pero siempre en la vertiente de la fantasía que enarbola el recuerdo: los esquiladores "con las tijeras cortaban los flecos de las nubes albas".(557). Aunque nunca deja de aflorar ese tono autoinculpatorio: "Mi vida entera / huele a humo de pajas." (559) "(...) "Pues entonces, sin saberlo, era feliz."(561). 

 

No cabe duda de que a través de estos ocho poemarios hay una unidad que se mantiene, esa felicidad originaria de la pobreza y de la vida rural de la infancia y este deterioro inevitable hasta la muerte (una Natura lapsa) cuyo ‘Paradiso’ cabe en la infancia, aunque siempre regresa a mirar las ruinas, para solazarse en las de la escuela destechada bajo cuyas ruinas todavía descubre una página de la enciclopedia en la que estudiaba, o las de su casa donde todavía quisiera recobrar los sentidos que perdió, o los besos prohibidos primeros con ese final apocalíptico y obsesivo: "He venido para ver los despojos de las ruinas de mi vida." Para terminar reconociendo que: “No es que haya vuelto / es que nunca me he ido de mi infancia." "Habría que volver a nacer." (595)


El octavo pasajero de esta antología de antologías que es este libro, es: 'ARS BLASFEMANDI', un ars ovidiano a la contra. Dislocaciones: “De todas las vidas que he vivido solo he sido feliz cuando fui perro" (631). Esperábamos que este blasfemandi se convirtiera en la negatividad pura de los finales de los poemas de los anteriores libros; pero no, sigue una tónica similar. Solo un dedo más canalla cuando se refiere a los asuntos de la cristiandad, poca cosa más, cuando antes en esa profanación estaba la vida entera. Un ‘Padre nuestro’ a la contra lo remacha (642). Con frecuencia encontramos poemas muy sobresalientes que podrán pasar desapercibidos entre las 800 páginas que componen el libro: "Qué hago yo, ahora, con estas sombras / que me cuelgan de los dedos / y este regusto en el paladar a rosas muertas / y el polvo de perlas negras machacadas" (648). Hay preguntas a Dios fundamentales pero cuyas respuestas da el Diablo: "¿Por qué, si me dijiste que amar a mi prójimo como a mí mismo, / ahora me castigas por haber amado tanto? (685)


'MEDIO EN BROMA' (Parte seria) es el último libro. En él adjunta, dice, poemas menores, satíricos, en clave de humor. "España, garrote vil, estómago del universo, / tú sí que sabes comer, tragadora, muerta de hambre, / que aliñas todos tus banquetes / con recuerdos y con pedos" (719) Delfín Nava nos da a entender que todos los libros que ha incluido hasta este último serían medio en serio, es decir la parte bromística. No le hagamos mucho caso. Bien pudiera ocurrir que después de tanto rigor se sintiera inseguro, perdido en sus poemas más serios y también, cómo no, en estos presentes de la broma. En este octavo poemario podemos enterarnos de cómo se hace un churro o de costumbres parodiadas de la cotidianidad española. ¡Vuelva usted mañana!

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