Mi hijo y yo
![[Img #48947]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2020/4656_10450251_10203429956967037_9131194701783235295_o-1.jpg)
A las ocho y media de la mañana mi hijo, ‘antes del desayuno’ insiste, me pone a hacer gimnasia sobre la pradera escarchada. Estos días están cayendo unas buenas heladas pre-primaverales de madrugada. Primero correr despacito moviendo los brazos para calentar, y buena falta que hace el calentamiento porque hace un frío que pela. Después ejercicios de cadera, de cintura, de cuello, abrirse de piernas y doblar hacia adelante con la espalda curva, con la espalda recta… “no madre tienes que notar que te estira la espalda si no el ejercicio no vale” “¿lo notas?”, y yo acabo notando que me tira la columna y me quedo satisfecha, y continúo y no dejo de seguir sus movimientos no sin gran esfuerzo. Por fin mi hijo da por finalizada la tabla de ejercicios. Muy satisfecho de él, y de mí, pronuncia con gran energía un “mañana más, ahora a desayunar”. Y yo le sigo hambrienta al calor de la cocina.
“¿No te sientes muy bien ahora, no sientes el cuerpo más ágil?” “sí, sí, me siento estupendamente” le contesto, y es verdad que noto el cuerpo más despierto, pero aunque no lo notara le diría que sí igualmente para no romper su entusiasmo por ponerme ágil.
Para desayunar prepara un zumo de lo más energético y vitamínico, con todo tipo de frutas y jengibre natural, con la cold-press. “La mejor máquina para zumos”, máquina de presión en frío, una máquina que mantiene todos los nutrientes de la fruta y/o verduras a base de extraer el zumo por alta presión. La diferencia con las licuadoras tradicionales es que éstas trituran con aspas a gran velocidad lo que produce calentamiento de las frutas trituradas y ello conlleva a la perdida de ciertas vitaminas sensibles al calor y a la oxidación. “Con la cold-press se aprovechan todas las vitaminas”. Mi hijo es un gran defensor de este sistema. Un inicio del día sano y potente. Después él se hace un popurrí de avena, frutos secos, frutas y especias, un pelotazo al que yo ya no me sumo. Yo voy al té negro y tostadas de pan integral.
Me agrada que mi hijo sea consciente de la situación privilegiada que estamos viviendo con la que está cayendo fuera de nuestra burbuja. Poder estar al aire libre, tener espacio para pasear sin ver a nadie con o sin mascarilla es una de las ventajas de vivir en el campo. Él repite con frecuencia “qué suerte tenemos de estar aquí”, y sí, es una suerte poder disfrutar de la naturaleza y, sobre todo, estos días que está brotando con toda la fuerza acumulada en invierno, fuerza que se puede sentir, además de ver, en el brotar de las flores de los frutales, en la pujanza de las hojas en los árboles, en la alegría de los pájaros y en el contento de las ranas. Y sobre todo estos días que los humanos no la incordian.
Después él se pone con mucha dedicación a preparar el huerto, hacer planteles (ha comprado por internet infinidad de semillas ecológicas) de variedades de tomates, de cebollas, de, de, de… Creo que los amigos van a estar muy agradecidos si brota todo lo que planta. Está convencido de que todo va a ser necesario porque los tiempos que vienen no van a ser agradables y hay que afrontar la incertidumbre del mañana con acciones productivas hoy. Me parece razonable su consideración y muy prudente.
De vez en cuando me llama para que yo también participe de las labores del huerto. No es mi entusiasmo. Me gusta la idea, me gusta verle trabajar y me gustará recoger los frutos, pero estar trajinando con la tierra se me hace físicamente duro, ya no estoy para esos trotes. Pero me insiste que trabajar la tierra da energía y que me conviene para que levante mi ánimo un tanto achicopalado. Le he prometido que lo probaré.
La comida también ha de ser saludable, insiste este hijo mío, las verduras mejor crudas para que no pierdan sus propiedades. Y nos hinchamos a ensaladas con todo tipo de verduras frescas y frutos secos. De vez en cuando concedemos el honor de nuestra mesa a unos huevos fritos con patatas fritas, plato exquisito. Se lo cuento a una amiga que me dice que han dicho que las verduras hay que cocerlas, que no se tomen crudas. Ahh, qué de dichos y contradichos.
Saco algo de tiempo (poco) para escribir, para hablar con los amigos confinados (eso lleva bastante tiempo del día porque son muchos amigos y mucho tiempo solos y las charlas son largas), y un poco de literatura además de la interminable lectura de los innumerables wasaps que invaden el teléfono saturándolo, unos son divertidos y te ríes con gusto, otros son mezquinos (aquellos que desprecian y desacreditan todo lo que hacen los demás sin aportar nada más que sentirse superiores desde la barrera) y rabias con disgusto, otros agradables que te levantan el ánimo como los fantásticos musicales. ¡Es extraordinaria la creatividad que desarrollan las personas cuando tienen tiempo para pensar! “El trabajo embrutece” decía el autor de Lolita, Vladimir Nabokov, muy acertadamente, entendiendo como trabajo todo aquel esfuerzo que se hace para ganar dinero sin placer. Pues ahora que la gente está dispensada de emplear su tiempo y sus capacidades en ganarse con esfuerzo el sueldo para vivir, ahora que tiene todo el tiempo del día para emplear la cabeza en otras cosas, ahora es el momento de descubrir sus habilidades, capacidades y creatividades. Muchos lo están haciendo y es fantástico. Oh maldito virus, menos mal que podemos sacar una vertiente positiva de tanto drama que nos traes.
Al caer la tarde paseo con los perros por la orilla del río (ojo, es mi finca, no me salto las reglas). Los cucos ya están incansables con su reclamo “cu-cu, cu-cu” y las parejas de patos salvajes se esconden entre la maleza de las orillas para anidar. Medito. El contraste de vida que se está dando en estos momentos entre la vigorosa pujanza de la naturaleza, y los animales que la habitan, y el agotamiento y declive de la humanidad asumiendo muertes ‘en cascada’ de un enemigo incontrolado, es interesante como tema a profundizar, a rumiar sobre el sentido de ‘cómo vivir la vida’, nuestra vida, una única vida que no se puede recomprar ni alargar a nuestro antojo.
Vivimos un periodo de tiempo que parece largo cuando empezamos el recorrido pero muy corto cuando estamos llegando a la meta. No nos damos cuenta de que el tiempo corre a nuestro desfavor “ya tendré tiempo”, NO, el Aquí y Ahora debemos tenerlo siempre presente.
Y para rematar el relato de mis actividades del día diré que no puedo dejar de ver la televisión para estar al día de las cuentas, porcentajes y punto del recorrido hacía la ansiada meta del ‘pico’… procurando no agobiarme con el crecimiento de las cifras, pero agobian, sí que me agobian. Ya veremos.
O témpora o mores
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A las ocho y media de la mañana mi hijo, ‘antes del desayuno’ insiste, me pone a hacer gimnasia sobre la pradera escarchada. Estos días están cayendo unas buenas heladas pre-primaverales de madrugada. Primero correr despacito moviendo los brazos para calentar, y buena falta que hace el calentamiento porque hace un frío que pela. Después ejercicios de cadera, de cintura, de cuello, abrirse de piernas y doblar hacia adelante con la espalda curva, con la espalda recta… “no madre tienes que notar que te estira la espalda si no el ejercicio no vale” “¿lo notas?”, y yo acabo notando que me tira la columna y me quedo satisfecha, y continúo y no dejo de seguir sus movimientos no sin gran esfuerzo. Por fin mi hijo da por finalizada la tabla de ejercicios. Muy satisfecho de él, y de mí, pronuncia con gran energía un “mañana más, ahora a desayunar”. Y yo le sigo hambrienta al calor de la cocina.
“¿No te sientes muy bien ahora, no sientes el cuerpo más ágil?” “sí, sí, me siento estupendamente” le contesto, y es verdad que noto el cuerpo más despierto, pero aunque no lo notara le diría que sí igualmente para no romper su entusiasmo por ponerme ágil.
Para desayunar prepara un zumo de lo más energético y vitamínico, con todo tipo de frutas y jengibre natural, con la cold-press. “La mejor máquina para zumos”, máquina de presión en frío, una máquina que mantiene todos los nutrientes de la fruta y/o verduras a base de extraer el zumo por alta presión. La diferencia con las licuadoras tradicionales es que éstas trituran con aspas a gran velocidad lo que produce calentamiento de las frutas trituradas y ello conlleva a la perdida de ciertas vitaminas sensibles al calor y a la oxidación. “Con la cold-press se aprovechan todas las vitaminas”. Mi hijo es un gran defensor de este sistema. Un inicio del día sano y potente. Después él se hace un popurrí de avena, frutos secos, frutas y especias, un pelotazo al que yo ya no me sumo. Yo voy al té negro y tostadas de pan integral.
Me agrada que mi hijo sea consciente de la situación privilegiada que estamos viviendo con la que está cayendo fuera de nuestra burbuja. Poder estar al aire libre, tener espacio para pasear sin ver a nadie con o sin mascarilla es una de las ventajas de vivir en el campo. Él repite con frecuencia “qué suerte tenemos de estar aquí”, y sí, es una suerte poder disfrutar de la naturaleza y, sobre todo, estos días que está brotando con toda la fuerza acumulada en invierno, fuerza que se puede sentir, además de ver, en el brotar de las flores de los frutales, en la pujanza de las hojas en los árboles, en la alegría de los pájaros y en el contento de las ranas. Y sobre todo estos días que los humanos no la incordian.
Después él se pone con mucha dedicación a preparar el huerto, hacer planteles (ha comprado por internet infinidad de semillas ecológicas) de variedades de tomates, de cebollas, de, de, de… Creo que los amigos van a estar muy agradecidos si brota todo lo que planta. Está convencido de que todo va a ser necesario porque los tiempos que vienen no van a ser agradables y hay que afrontar la incertidumbre del mañana con acciones productivas hoy. Me parece razonable su consideración y muy prudente.
De vez en cuando me llama para que yo también participe de las labores del huerto. No es mi entusiasmo. Me gusta la idea, me gusta verle trabajar y me gustará recoger los frutos, pero estar trajinando con la tierra se me hace físicamente duro, ya no estoy para esos trotes. Pero me insiste que trabajar la tierra da energía y que me conviene para que levante mi ánimo un tanto achicopalado. Le he prometido que lo probaré.
La comida también ha de ser saludable, insiste este hijo mío, las verduras mejor crudas para que no pierdan sus propiedades. Y nos hinchamos a ensaladas con todo tipo de verduras frescas y frutos secos. De vez en cuando concedemos el honor de nuestra mesa a unos huevos fritos con patatas fritas, plato exquisito. Se lo cuento a una amiga que me dice que han dicho que las verduras hay que cocerlas, que no se tomen crudas. Ahh, qué de dichos y contradichos.
Saco algo de tiempo (poco) para escribir, para hablar con los amigos confinados (eso lleva bastante tiempo del día porque son muchos amigos y mucho tiempo solos y las charlas son largas), y un poco de literatura además de la interminable lectura de los innumerables wasaps que invaden el teléfono saturándolo, unos son divertidos y te ríes con gusto, otros son mezquinos (aquellos que desprecian y desacreditan todo lo que hacen los demás sin aportar nada más que sentirse superiores desde la barrera) y rabias con disgusto, otros agradables que te levantan el ánimo como los fantásticos musicales. ¡Es extraordinaria la creatividad que desarrollan las personas cuando tienen tiempo para pensar! “El trabajo embrutece” decía el autor de Lolita, Vladimir Nabokov, muy acertadamente, entendiendo como trabajo todo aquel esfuerzo que se hace para ganar dinero sin placer. Pues ahora que la gente está dispensada de emplear su tiempo y sus capacidades en ganarse con esfuerzo el sueldo para vivir, ahora que tiene todo el tiempo del día para emplear la cabeza en otras cosas, ahora es el momento de descubrir sus habilidades, capacidades y creatividades. Muchos lo están haciendo y es fantástico. Oh maldito virus, menos mal que podemos sacar una vertiente positiva de tanto drama que nos traes.
Al caer la tarde paseo con los perros por la orilla del río (ojo, es mi finca, no me salto las reglas). Los cucos ya están incansables con su reclamo “cu-cu, cu-cu” y las parejas de patos salvajes se esconden entre la maleza de las orillas para anidar. Medito. El contraste de vida que se está dando en estos momentos entre la vigorosa pujanza de la naturaleza, y los animales que la habitan, y el agotamiento y declive de la humanidad asumiendo muertes ‘en cascada’ de un enemigo incontrolado, es interesante como tema a profundizar, a rumiar sobre el sentido de ‘cómo vivir la vida’, nuestra vida, una única vida que no se puede recomprar ni alargar a nuestro antojo.
Vivimos un periodo de tiempo que parece largo cuando empezamos el recorrido pero muy corto cuando estamos llegando a la meta. No nos damos cuenta de que el tiempo corre a nuestro desfavor “ya tendré tiempo”, NO, el Aquí y Ahora debemos tenerlo siempre presente.
Y para rematar el relato de mis actividades del día diré que no puedo dejar de ver la televisión para estar al día de las cuentas, porcentajes y punto del recorrido hacía la ansiada meta del ‘pico’… procurando no agobiarme con el crecimiento de las cifras, pero agobian, sí que me agobian. Ya veremos.
O témpora o mores






