Eloy Rubio Carro
Domingo, 31 de Mayo de 2020

La escritura que mira a la Medusa

 

Mareva Mayo. Poemas de carne y aguja; MUSAC; Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León

 

 

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Ser como los gatos, es el primer verso de la antología titulada ‘Poemas de carne y aguja’ de Mareva Mayo. Ya en él se declaran ya las intenciones para la vida: nocturnidad, no arrepentimiento, propósito de destruir sus huellas vitales. Que no quede: "ni un solo verso en deuda ni con la nada." (7) Incluso renunciar al amor, al futuro.

 

Existe una contradicción lógica en ello, también vital, pues las intenciones declaradas son el asentimiento a una vida dada, sin claridad de propósito, otro mecanismo de defensa más.


En estos primeros poemas se dirige a un tú de mujer y lo hace en plural: “Hacerse duras(…)” “No serás tú ni ya nadie.”, “Jamás decírselo a nadie, solo en ella reposar mi lágrima congelada, mi éxodo, mi grito” (7) . Un martinete de negativas para con la vida ”No serás la exclusividad de mi risa,(…) No No serás la exclusividad de mi risa ni de mi delirio. (…) No serás la mirada de la muerte ni la coartada del horizonte (…)  No guardaré la copia de las llaves. No coleccionaré tus ruinas ni tus orillas (…) Somos ya actrices sin obra, herida sin cuerpo, sombra sin mapa (…)” (8)

 

Se dirige a ese amor sin otras exigencias que el dibujo en negativo y promete: "Pero te amaré, con todo lo que falta y lo que sobra".(8)


Pronto comienza el baile de las máscaras, las propias y las que endosa a sus partenaires.

 
Son significativos los nombres, los apelativos del primer párrafo del poema de la página 10: ‘tristeza’, ‘cuchillos’, ‘beso de muerto’, ‘suicidado’, ‘contra la vida’, ‘ausencia de humanidad’, ‘tierra embarrada’, ‘agujeros en la niebla’, ‘la lágrima de nada’, ‘fracasos’, ‘penumbra’. Hablaríamos de ese cielo, o al menos del paraíso en cuanto perdido.

 

 

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Pero el poema no se encuentra en eso, ni en el cielo ni en el paraíso, mucho menos en la vida y ni casi en las palabras. Como decía el maestro de danza Doménico de Piacenza en 'De la arte de ballare et danzare' (S. XV), el poema se daría en el 'danzar por fantasmata', una actividad de la inteligencia, de la medida: "( ...) deteniéndose en el momento en que te parezca haber visto la cabeza de Medusa (...) Es decir, una vez iniciado el movimiento, tienes que quedarte como de piedra en ese instante e inmediatamente has de alzar el vuelo como el halcón atraído por su presa (,..) aplicando el sentido de la medida."


Mareva Mayo se ha petrificado frente a la cabeza de Medusa y ha alzado el vuelo,  pero a su vuelo le faltan la medida y la puntería del Halcón. Todo se andará. De manera análoga a lo que ‘Domenchino’ proponía para la danza, danzar por fantasmata, Mareva Mayo 'poemiza por fantasmata', pues consigue expresar "muchas cosas que no se pueden decir."


Aby Warburg en 'Durero y la antigüedad italiana' introducía el concepto de 'pathosformel' para designar lo que se denomina "composición formular", aquella que vemos en la Odisea o en las Kenningar islandesas, híbridos de creación y performance, sin que ninguno de los poemas sea el original, sin que ninguno sea una simple copia, una autoafección construida de tiempo. En este poemario incluso hay un poema repetido, el de la página 10 que resurge exactamente igual en la 40/41. Tal vez sea un despiste, un lapsus que no deja de ser significativo. Según el ‘principio de identidad de los indiscernibles’ estaríamos siempre ante el mismo poema, pero por esa distinta posición y al mismo tiempo, tiene que ser otro, no puede ser ya el mismo.


Opino que es en ese interludio entre el símbolo, sea del mal, y el intelecto donde se transforma este escrito como poema, en la imaginación y la memoria, no en el intelecto. Con el enorme riesgo que esto supone, pues se resuelven en espectros que esclavizan y de los que hay que liberarse. Luego el poema se construye, pero creo que persiste la atadura, sin terminar de aportar cuerpo a unas imágenes de una composición formular cercana al malditismo.


Vayamos a los poemas:


Mencionar que aunque estamos ante una antología, no por ello carece de unidad. De temática muy variada pero confluyente, estos poemas acaban siempre donde empiezan, en el yo que huye, en el yo.


Hay atisbos de búsqueda en la desesperación desmentidos por una realidad maldecida. Así: "Asomando el metal de la dulzura (...)",  " (...) "en mi mano hacia Ítaca (...)”, "ni nunca olvidaré tus brazos hermanos como faro en  la tiniebla." Escasas querencias, deseos afirmativos que son  contrapunto a una aparente negación total de la vida, incluso de la identidad: "yo no soy la del poema"(13) "esto no va a ningún sitio. Nada conmigo lo hace (...)" ( 13) "no confundas el pesimismo con el penúltimo trago que te abren mis piernas."

 

Un cinismo radical, ‘quínico’ que diría Sloterdijk, recorre las páginas de este libro que barre toda la teoría del amor, de la amistad, quizás en consonancia de una dependencia de la vida como de una droga dura. Aunque ese cinismo carezca de la mínima ironía, de humor, del chiste o la sátira que en su masa crítica subvertiría el estatismo. No lo hace. Repito que lo que se toma y reproduce es el mal establecido, en dependencia y relación de fuerzas con las tablas de la ley de ahí la dilución de lo que podría ser un cinismo disolvente, pues el propio mal es tomado demasiado a pecho, siendo reo de eso que huye.

 

 

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Hay un ‘tú’ al que se dirige, difícil de reconocer, pues parece una creación propia, una duplicación para poder hablar con voz aguardentada de niña: "y tú naciste muy dentro mío." (15). Esto lo confirma el que ese ‘tú’ a veces sea un tú de mujer. "Y las dos invertebradas aprendimos el horror del poema, en ese suicidio que no se cumplió." (16). "éramos dueños de todos los fracasos, nada podíamos perder." (16) "pero soy mi contraria. Y por vicio también la tuya. Tú oscura refractura."


Este “ser no ser” es una retahíla de cosas, desde "soy mi contraria", "soy la que nos espera al doblar de la esquina, para robarnos a punta de navaja" (37). "Soy el extraño plan de nuestro boicot" (38), pero "me disfrazaré para ti de estufa y coñac, de puta y niña rosa. De quizás y agua. De chubasquero y barro. De redención y faro en medio de la nada." (38)


Hay también fragmentos de escritura automática: "el gorrión traspapela mi nostalgia en tus escombros". (18), algo muy de vanguardia, que conserva el carácter sintáctico impecable en detrimento de una semántica pautada... también se dan deslizamientos semánticos que funcionan como crisis del concepto o que exigiría una conceptualización superior: "no es martes ni es miércoles nunca. Ni las 7 ni las 8. Ni jabón ni prado de amapolas." (19) En varios lugares se hace una declaración de surrealismo, no tanto de la escritura como de la propia vida: "somos surrealistas por imposición de la tragedia de la tumba." (45)


En ocasiones una cierta verborrea surrealizante con atisbos de genialidad: "debí desteñir la tinta de mi pobreza enamorada hacia el alzar de los cuervos albinos que en las noches de la guerra bracean la nostalgia del valle en forma de lluvia de fuego que recoge los objetos personales que tus queridos muertos escribieron en las paredes que riegan tus petunias." (21)


Casi siempre de una desolación absoluta, de una lucidez espantosa: "todo es precario y sórdido. / Todos están enfermos de caminos largos / sin música que pague los excesos o te sea recíproca por tanta perdida." (62), "se mugre de tu noche sobre la arista, empuñando el canto del desorden,en ese amor que mataba tantas neuronas. Hoy somos residuo de una pobreza enamorada que celebra el pututú del hash, debajo de los pentagramas del hambre." (47)


El poema 22 , es de intenciones políticas, muestra el desastre del mundo y el signo de los perdedores del siglo. También el 75: "no sabemos qué rito macabro ahogó los huesos del primer esclavo en la primera piedra de la propiedad privada que levanto el templo que condeno a los locos a ser locos y al aire a la ponzoña y a la justicia al orín del banquero." (75)

 

 

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El rayo de la tormenta deja ver las miserias y las sublimidades, pueden ser en este caso miserias sublimes de extrema belleza, algo que ya sabíamos desde el Romanticismo. En esa conjunción de sentimiento y vida puede darse el disparate, puede ser sublime el disparate, no de la vida; sino en su expresión artístico-poética: " sembrando en mi rosa / la jeringa (…)" (24) La prostitución del amor es un hecho pero también la sobreabundancia de lo patético.


Renuncia estoica a las posesiones, pero sin lograr la simbiosis en el engranaje del cosmos. Nada de ataraxia. Es como aquel perrito atado al carro, solo que en este caso en oposición terca al avance de la rueda. Llega a ser de esta manera más alma que ninguna, pero alma con el culo despellejado: "quiero irme, con lo puesto, con lo irreductible, con el bruñido del tambor, con el chasquido de la insalubre luna. Con la inevitable mortalidad del verso" (28), "ese desligamiento del vuelo y de la quilla de la barca, sigue nutriendo las turbulencias, sobre las que digo mi tierra." (28)


Hay una apología de lo transitorio en consonancia con su búsqueda del sujeto, que por supuesto siempre permanece otro, en el yo como otro, u otro como yo: "(...) moverse no pararse. Irse con furia de cada paso.", "me quedé en el río, yéndome. Me vino un olor a madera quemada. Vi la guarida del fauno. Sentí de nuevo mi juventud. Sentí otra vez que era agua. Y vi a Yoseba desde mí." (33), "y me juré que jamás había otra cosa que irme." (34)


Pero también se prodigan la mendicidad del amor en la indignidad. Léase este breve fragmento de la página 37: "porque fui pordiosera en el sueño de la mujer de tu vida. Tomé por adelantado desde mi punto G tus autobuses rotos, me hice de mar todos los pellejos, de Capitán Garfio la apostasía. Y antes de que te pusieras serio y dijeras que esto no va a ningún sitio, chupé de tus dudas, la penúltima que no se niega." (37)


A estas alturas del libro ya no parece inaceptable que hubiera un goce diferente, que hubiera sujetos que vienen de otro lugar, que buscan una casa en otra parte, no en sí mismos: "aprendimos en el suburbio cuando clavamos un cuchillo a nuestro Yo, hermano de la nada" (48), "tengo tantos disfraces encima del pellejo de mis muertas que solo un loco podría mirar mis ojos y entender la palabra homicida de la luna en mi lágrima. Y amar." (49)

 

 

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La renuncia se extiende a sí misma, a sus modos del pasado y a su escritura de entonces. En una especie de canto de palinodia dice: "no le debo ya a aquellas que fui, tan lejos de la vida, ni venganza, ni una noche de orgía en la brecha ni en el hombre. ", "no soy ya ella." ( 39 )


También la escritura como simulacro de salvación: "solo hablo de verdad con el vacío de mi página" (50). O incluso manifiesto de arte poética de vanguardia. "No volveré a escribir aquellos poemas. Ni destinados al blues, ni a los bares, ni al quiéreme ahora que se raja el cielo espada rota del Quijote ensangrentado. / No escribiré al amor de sabandija romántica, Ni al anfibio de siete agujeros, rompiendo tejados con embestidas de llamas, ni del nosotros, ningún nosotros, ni del dame tu mano, porque el frío ha sepultado mis ojos." (39)


Resulta curioso, repito, que en esta antología aparezca un poema dos veces repetido, el de la página 10 con el de la 40/41. Tal vez sea un error, tal vez el azar creativo reproduce la obsesión que no deja de ser siempre igual aunque con distintas máscaras, es igual pero distinto al repetirse en otra parte de la antología, jamás se resuelve, por eso grita.

La muerte es otro de los temas que está siempre presente, una aliada, otro alter ego del amor: "solo ella, podrá tenerme. / A través  de su velo, / seguiré jugando / a darte la vida y no poder evitar matarnos." (58)


En un poema de clara autorreferencia sobre la propia poesía dice: "violencia del surrealismo, y nunca tienen un  destino, nunca se alzan en el verbo ni en el horizonte como una semilla, ni como materia creadora, no se sacian ni en su rencor, ni en su amor, no acaban la frase ni cierran la puerta, no pagan los recibos / tampoco van a la mística, ni solo al nihilismo / se quedan inconclusas echando olor de goma quemada al devenir como un atraco donde ya nadie recuerda qué se perdió, ni qué se tuvo / pero algo, a veces, cubre ese montón con todos los pellejos de lo humano / y expulsa agua entre los cráneos / aunque allá abajo nunca sobrevivió nadie". (59)

 

 

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La relación amorosa recorre todo el poemario, es de negatividad, de no, aunque todo no sea un sí a la contra. Pongo un par de ejemplos: "hubiera deseado llegar verdaderamente desnuda y pobre. / No me dejó el espectro de aquel pasillo merodeando del cuello en las rosas. / No me dejó la música. No quiso el olvido. Tú eras demasiado cercano a mi última lejanía. Yo era el pomo de una puerta que cerraba para siempre tus ojos." (65), "Las viejas metáforas / sigue el camino de tus difuntos y las orgías de nadie / sí ven el vino cortante de la misma noche en la que te abrí mi inexistencia / borrachas del mismo astro que te disfrazo de los motivos / que te hizo amor cuando solo eras una taberna / que te hizo hogar cuando solo eras extranjero que se iba / vagabundo que necesitaba el calor de una guitarra y una / mentira." (66)


La ausencia genera un estado de ensimismamiento, de amor propio en otredad de independencia de los hechos, con vida propia. Véase el  67. La ausencia puede reflejarse como ausencia en el pensamiento del otro, del amado infame: "pero ya no estaré en la culpa de tu insomnio", "me hago cargo de los olvidos / de las patadas de brasa en la noche / de la ruina acumulada de tus pasos en los míos" (70)



La desesperanza llega a ser total en el último poema: "de los suelos de este manicomio nunca se sale (...). No. Ninguno aquí conoce la salida (...). Ninguno en  nuestros  cuerpos niños  y parias (...) conoce donde empieza el actor  ni donde  acaba el espanto." (74). 

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