Juan Guerrero
Domingo, 14 de Junio de 2020

Milagro Haack: En la fugacidad del silencio

Generalmente se afirma que el artista visual desarrolla una obsesión por la luz, el músico por el sonido, y quien practica la danza y el ballet, por el movimiento/espacio. Todo esto se encuentra fusionado en la obra poética de Milagro Haack, Valencia, (1954).

Luz incesante en sus imágenes, que, a pesar de ser breves en su estructura, se continúan en los silencios que dejan los espacios donde se fija el poema. Musicalidad, cadencia y ritmo se encuentran superpuestos hasta desplazar los contenidos a un segundo plano. Interesa la imagen en sí misma, su esplendor como flor de ‘novia de la noche’ que abre sus inmensos pétalos intensamente blancos para dejar salir su inasible fragancia, y después, desfallecer en apenas unas horas. Así son los textos poéticos de Milagro Haack: efímeros, pero dejan su fragancia intensa en su lenguaje, que estremece y transforma el ser.  

Milagro Haack, además de poeta es ensayista y artista visual, docente en talleres de lectura creativa y promotora cultural. Su obra poética es amplia. Entre otros, mencionamos los siguientes libros: Temple ajeno, (1990); Puertas que no me pertenecen, (1991); Luto de otra boca, (1992); Cuarto de ceniza, (1993); Cinco mañanas juntas, (2002); Cenizas de espera, (2003); Lo callado del silencio, (2004); Relámpago entre dos, 2007; Ceniza por cascada hembra, (2010). Igualmente, ha recibido varios premios, entre los cuales mencionamos: Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra, (Mención de honor, 1987); Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre, (Accésit, 2007), entre otros.

Sus textos poéticos han sido publicados en revistas y diarios, tanto en Venezuela como en otros países. Parte de su obra poética aparece en antologías, traducida en varios idiomas.

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De su extensa obra aún sin publicar, presentamos el siguiente poema inédito que pertenece a su libro, A la sombra de un río.

 

XXVII

 

estremece el árbol

las hojas alrededor suyo y las despide

volviéndola      vestigios

hacia el centro de la tierra

 

todo es un fraterno movimiento

ordena      cada frase      cada luna      cada inicio

y      lo encauza

hacia el norte de distinto labio

 

saluda

 

el olor de la palabra

todavía en flor

desnudando

el paisaje con la mirada

que de contento buscan los pájaros

 

 

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Juan Guerrero: En tu obra poética hablas de una ‘poesía visual’. ¿Acaso se debe a tu experiencia con la pintura y el dibujo?

 

Milagro Haack: Sí, como también con la danza, la música. Los escritos que busco son un collage, es una fusión de y con todo, eso es realmente imposible, pero es mi búsqueda aún. Sigo por ese camino, fusiono la palabra con una imagen: una foto, un modelo, partes de un paisaje, de un cuerpo que dance, que insinúe, que cumpla desde su silencio con su espacio. Quizás lo logré algún día.

 

 

Leyendo parte de tu densa obra poética, llama la atención la cortedad de los textos que se resumen en la ‘explosión’ de imágenes. ¿Es tu estilo o resulta de alguna búsqueda en tu indagación del lenguaje?

 

Podría decir que es una búsqueda. La brevedad en un texto no lo despoja, incita a la indagación, la intención, el asombro, el hallazgo, eso es algo mágico. Soy una buscadora, una recolectora. Todo tiene un lugar, un espacio, pero no es un tiempo lineal, es un soplo, un instante, que puede ser trascendental o no para el lector. Lo sentido, lo sensorial es parte de lo fugaz, hay que atraparlo en ese ir y venir por el pensamiento en el tiempo.

 

 

¿Poesía de la fugacidad? Lo sensorial ¿acaso te sitúa en el tiempo/espacio de tu hacer poético?

 

Se podría decir, una fugacidad que fluye, percibe, vive a su manera, pero no desconectada de su entorno. Todo cambia, se transforma. En realidad es muy temerario, lo fugaz, eso me encanta. Pertenezco más al espacio. El tiempo lo enmarco para que no me diluya en un ‘instante’.

 

 

¿Cómo entonces, logras ‘conciliar’ con la realidad-real, el ‘aquí y el ahora’, eso que llaman cotidianidad?

 

La armonía existe, es nuestra conciliadora en las búsquedas. Eso siento, como también ser un observador de espacios. La realidad se plasma, se recrea, es auténtica, como percibir un olor, palpar un sabor, acariciar un objeto, eso no se imita, no se inventa en un texto. El sentir tampoco. Por ello, no me escapo de lo cotidiano. De allí parte la magia de lo fugaz, dentro de los pequeños detalles vivenciales que pasan a ser permanentes en los escritos, como un árbol en su santo silencio o una mesa preñada de velas.

 

 

Ya que mencionas el “santo silencio de los árboles”, tu poesía mantiene un silencio borgiano que a su vez, es reflexión en la propia existencia del poema. ¿Es así?

 

¡Vaya!, buen punto para un inicio. Soy heredera. Bebo de muchas fuentes, eso me fortalece. Por ello pertenezco a esta raza: “Uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”. Soy ante todo una lectora de espacios, de seres leídos, recolectora de imágenes como lo dije antes. Búsquedas a través de lo reflexivo, la interrogación hacia el entorno. Por allí me encuentro adentro y fuera de esa existencia-alma del lenguaje vivido.

 

 

¿Cómo llegaste a la poesía? ¿Cómo fue ese acercamiento?

 

Mis inicios en el Arte fueron desde la infancia, deseaba danzar, por ello estudié ballet. Paralelamente estudiaba en la escuela de artes Arturo Michelena, dibujo y pintura. También estudié teatro. Las escuelas quedaban cerca una de otra. Sin embargo, esa puerta, -la escritura- ese universo se presentó a través de un libro. Cuando iba camino a la escuela de Artes, vi en una venta de libros usados, una antología de poetas hispanos. Parecía que me llamaba. Es una de las tantas puertas por donde entré, y fui agrandando este horizonte donde estoy. Siento que fueron muchos pasos que me llevaron a la escritura: lo natural, el terreno, mi abuela, mis ancestros, y por supuesto, esa fogata grandiosa de voces que encontré en la antología: Vallejo, Borges, Huidobro y otros. Estoy agradecida por siempre.[Img #49849]

 

 

Milagro, ¿la lectura te llevó a la escritura?. Pudieras ahondar un poco sobre ello.

 

La lectura de seres leídos forma un espacio muy importante para la escritura. Ser un lector es trascendental en este oficio. Cuando digo lector, me refiero a un lector más amplio, de alma, observador de todo lo que te rodea, de su sentir, hasta de su forma de pensar. El pensamiento es una lectura visual de símbolos, lo onírico –lo real, lo subjetivo- un todo metafísico.

  

Te puedo decir, Juan, mis primeras lecturas le dieron un giro a lo que plasmaba en unos cuadernos, diarios, engavetados que sólo yo sostenía entre mis manos. Las que mantengo hasta hoy me han dado forma, visión, un sinfín de sentires, voces, búsquedas. Por eso siento que ser lector es captar el justo instante de cualquier imagen. Me siento orgullosa de ser un lector.

 

 

De tu respuesta, Milagro, infiero que estás en línea directa con respecto a las creencias de ciertas culturas indígenas del sur de nuestro país (Pemón, Makiritare) que indican que antes de la palabra era el pensamiento. ¿Es así?

 

Eso no lo sabía. El doctor Inaudy Bolívar me charló de las imágenes poéticas de la cultura pemón. Sobre la forma del habla, construyendo imágenes de lo cotidiano. Pero te puedo decir que la palabra es imagen. El pensamiento también lo es. Los diálogos se inician en el pensamiento y luego son verbo. Cuando lo lees vuelven a ser imágenes. Eso siento.

 

Por otro lado, según san Juan: “En el principio era la palabra y la palabra es Dios”. Una imagen es una palabra. Un verso es un inicio, un poema es una historia. Todo es circular.

 

 

Me interesa tu opinión sobre la actual situación mundial. La visión que tenemos sobre la vida y lo natural, ¿estará cambiando (la pandemia) o afectando el lenguaje poético y la poesía?

 

Es una época de mucha reflexión. Muy fuerte. Ya nosotros como país entramos en un caos. Ahora tenemos el virus que afecta a todos en el mundo. Es muy lamentable ver tantas muertes y con la rapidez que sucede. Es una guerra donde no tenemos armas, donde todos tenemos límites y nos distanciamos como seres humanos. Gracias a la tecnología no tendremos la presencia, pero tampoco la ausencia. Aunque hay medidas para evitar el contagio, eso no garantiza nada. Pareciera un final, un puente sostenido por un hilo. Así lo siento, caminando a través de lo incierto.  

 

Sobre el lenguaje, claro que afecta indirectamente. Es el aquí/ahora. Es el presente en cada segundo. Los días son inquietos, dudosos. Es un temblor constante. Es inevitable no sentir inseguridad. Es un ciclo que se debe cerrar para tener un nuevo comienzo. Todo debe renovarse para retomar lo humano del pensamiento, sentimiento productivo. Debe haber un renacer. Por otra parte, los temas son universales. El temor también.

  

Quizás cuando salgamos de esto, cuando madure el asombro por sentir la muerte colectiva, quizás pueda escribir algo sobre este tiempo. No lo sé. Por eso digo que es un tiempo de infinita reflexión y del retorno a lo humano. Tiempo de un gran aprendizaje.

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Me gustaría que abordáramos el desarrollo cultural y literario (poético) venezolano. ¿Cuál es tu opinión sobre ello?

 

La cultura en nuestro país ha decaído muchísimo. Entró una tormenta que aún no deja de humillarla. Sin embargo, aún hay encuentros. Existe una raza de escritores, de artistas negados al abandono, por ello, siguen adelante, en una plaza, en algún lugar por muy pequeño que sea, con sus lienzos llenos de imágenes, apostando por el país.

  

Trabajé mucho tiempo para la cultura en el Ateneo de Valencia, como coordinadora de literatura bajo la presidencia del escritor, José Napoleón Oropeza, como facilitadora de talleres de lectura. Fueron años de crecimiento, de éxitos y estudios, hasta que lo cerraron “por lo que sabemos”.

  

Fue un cierre simbólico porque quienes se quedaron no mantuvieron la altura de ese sitio como centro cultural. Fue muy mezquino todo. Personalmente llevo mucho tiempo publicando por las redes sociales. Es un universo que no se puede negar. Hay que conocerlo y hacerlo parte de nosotros. Es un gran libro donde la fugacidad queda registrada. Hay que actualizarse con regularidad. Lo literario, eso, sigue su curso.

  

En nuestro país existen muchos poetas de gran nivel intelectual, tenemos una herencia inagotable. Mi generación es muy extensa, es muy creativa, muy productiva. Me honro de pertenecer a ella.

  

Mientras viva la poesía seguirá su curso en su norte. Hay una gran cantidad de poetas jóvenes, de escritores nobles que apuntan hacia la regeneración de relevo. Tengo mucha fe en eso. Es un río inagotable donde todo se regenera. Lo único que debe tener otra perspectiva son las publicaciones. El conocimiento de nuestros pilares de la literatura, no sólo de lo poético, hacia lo externo, el mundo. Eso siempre ha fallado. Eso hay que cambiarlo.

 

 

De los intelectuales venezolanos, poetas, ¿qué referentes han sido significativos en tu obra literaria?

 

Muchos. Me da temor que alguno quede afuera. Te puedo citar, por ejemplo, mis lecturas inagotables: Vicente Gerbasi, Enriqueta Arvelo Larriva, Fernando Paz Castillo, María Calcaño, Juan Sánchez Peláez, Ana Enriqueta Terán, Teresa de la Parra, Eugenio Montejo, Hanni Ossott, Francisco Pérez Perdomo, entre otros. Siempre me acompañan, me abren cada vez nuevos senderos. Me invitan a seguir buscando dentro y fuera de sus universos significativos. Todo es un eterno aprendizaje.[Img #49848]

Algunos filósofos, sociólogos y pensadores, como el coreano-germano, Byung-Chul Han, señalan que la cuarentena de esta pandemia terminó con tradiciones, mitos y la ritualidad del ser humano. ¿Piensas que en cuanto a la poesía y los poetas, están ocurriendo cambios significativos?

 

Siento que los cambios son importantes. Nada es estático. Nada, ni el virus. Al ser humano no le atrae la muerte. Sobre la pandemia, claro que hay cambios en la vida del ser, en su comportamiento diario, sus afectos. El distanciamiento de un ser a otro. Las tradiciones de un país siempre permanecen. Los mitos se recrean al paso del tiempo. Cada ser es único, no se parece a otro. Ahora, en la vida cotidiana, lo que llamaríamos ritualidad, ella sufre una gran transformación cada día, el espacio es limitado pero no el pensamiento. Más aún, la presencia de la muerte es palpable, vive a nuestro lado.

 

 Creo que en una entrevista, Byung-Chul Han se refiere a eso. La pandemia nos hace visible diariamente la muerte, la inseguridad en nuestra cotidianidad. Es algo inevitable. Pero, estoy segura, de esa transformación encontraremos a un ser renovado, recreado, cuidadoso de sí mismo. Aún existe mucha memoria, historia. Tengo mucha fe. Además, nosotros ya estábamos sobreviviendo, nos han tocado unos años inseguros, de mucha carencia y muy temerarios. Lo digo por nuestro país, Venezuela, y continuamos apostando a la vida, a un cambio durable, seguro, para las generaciones futuras. Eso debe ser colectivo. Un ser reinventado, real y futurista.  

 

Quizás me cataloguen como una romántica, pero creo en el ser humano. De todo esto, de ver cómo cae la raza humana por un virus, eso nos señala lo temporal que somos, como también, que debemos tener conciencia del por qué hemos llegado a esto. Asimismo, depende de los líderes a quienes das las riendas de un territorio para ser gobernado con sabiduría. No sólo es poder. Eso también es muy importante.

  

Sé que muchas cosas se me escapan por lo amplio de tu pregunta. Sobre el poeta, pienso que es un ser de cambios, que se reinventa. En su momento de creación no está solo, está consigo mismo, está con sus voces internas, con sus diálogos de dentro y fuera, con su memoria infinita, por donde puede trasladarse y traer un símbolo arcano, con su visión de entorno. También su labor no termina en lo creativo, sino que pasa a lo crítico hasta desdoblarse en un escrito. Un escritor sabe que debe estar muy atento a su época. No puede vivir sólo de lo onírico. La fantasía es un mecanismo sustitutivo, no palpable como un río, como una caricia. La metamorfosis es nuestro leal testigo.

 

 

Vives la cuarentena en tu encierro en Ciudad de Panamá. ¿En qué proyectos trabajas en la actualidad?

 

Sí. Estoy en cuarentena. Vine de vacaciones y bueno, aquí estoy. Tengo una vista muy hermosa por estos lares. Unos cielos hermosos. Un mar abierto. Sobre los proyectos, estoy leyendo, estoy escribiendo. Estoy corrigiendo un libro de finales del año pasado. Todavía le falta. Vamos a ver si permanece a pesar de todo. Además, disfrutar a mi hijo que tenía más de tres años sin ver.

 

 

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Me interesa tu opinión sobre el lenguaje como ‘ser vivo’, transformador, y los regímenes totalitarios, como el venezolano.

 

Como ser vivo es muy difícil. Vivimos con carencias, desvelos, inseguridad, con necesidades. No hay libertad de expresión. Todo se reduce a la nada. Sin embargo, muchos escritores están fuera del país. Sintieron tantas penurias, quizás, no con tanta intensidad como en la actualidad real de un venezolano. Ellos nos darán las visiones de estos terribles años. Comparan el pasado con lo real de un nuevo país que les da cobijo.

  

Supervivientes somos todos, aún así se continúa, se traza el aire con la palabra. Somos dignos, por lo tanto, guerreros, a pesar de todo. Somos un vivo ejemplo de que los regímenes totalitarios no sirven. El de Venezuela no sólo destruye el país, asesina a su gente. Espero que se aprenda de ello a ser consciente que votar debe ejercerse con consciencia y no por conveniencia, menos por amiguismo.

  

Sobre el lenguaje, por esta época que me ha tocado vivir se debe seguir cultivando, cuidando, eso ante todo. Se debe usar con educación para lograr esa transformación de una consciencia de vida, para distinguirnos como seres humanos, con una capacidad para discernir, analizar, intercambiar ideas. Una comunicación efectiva y de respeto hacia el semejante. Eso está en la escritura creativa. El buen uso del lenguaje es una gran riqueza para una nación.

  

Todo lo contrario en un régimen totalitario, su lenguaje es populista. A la gente no la educan, la encasillan en vocablos de miserias, en el mal uso de los términos, significados, para el beneficio de unos cuantos. En un régimen así, sólo se desea que la gente no piense, no reflexione, que no tenga contenidos discursivos, que sea agresiva, que amenace, eso hace mucho daño, esclaviza. Por lo tanto, no convivo con ese tipo de lenguaje. Soy una libre pensadora.

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