Maragatería, crisis sanitaria y cooperativas textiles
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Una de las cosas más sorprendentes y a la vez más lamentables de esta crisis sanitaria ha sido la escasez de material de protección del virus, principalmente para aquellas personas que han estado en primera línea como son el personal sanitario, el de residencias de la tercera edad y de los servicios públicos en general.
Ante esta situación hubo gente que en vez de quedarse de brazos cruzados puso en marcha diferentes iniciativas para contribuir a aliviar la situación. Una de ellas la del alcalde del Ayuntamiento de Luyego que contactó con las ex-cooperativistas del textil de la zona y se pusieron a la fabricación de mascarillas.
En Maragatería hubo una potente industria textil, ubicada en el Val de San Lorenzo que tuvo su auge en los años 50 con la fabricación de mantas para el ejército. Son muchas las casas de Maragatería y Cepeda que todavía disponen de estas mantas de lana, llamadas comúnmente cobertores, que se venían fabricando desde hace más de 150 años y recientemente han sido sustituidas de forma generalizada por los edredones.
Cooperativas del textil
La puesta en marcha de cooperativas del textil tuvo lugar en los años 90. Para encuadrar esta iniciativa y otras llevadas a cabo en la zona hay que remontarse al año 80 en el que se produjo la ampliación del Campo de Tiro del Teleno. Los particulares y juntas vecinales recibieron unas indemnizaciones por la ocupación de sus terrenos. Las juntas vecinales decidieron en un principio utilizar una parte de ese dinero para arreglar los pueblos y acondicionamiento del medio rural. Pero la mayor parte fue colocado en depósitos a plazo en los bancos de Astorga.
En 1987 la Diputación Provincial de León y las juntas vecinales de Luyego, Quintanilla, Boisán y Priaranza decidieron suscribir un convenio de colaboración para impulsar la actividad económica creando la Oficina de Promoción Comarcal cuyas actuaciones se circunscribían a los pueblos firmantes del convenio. Esta oficina con sede en las escuelas de Luyego comenzó su andadura en mayo de 1987 . Al frente de ella había un técnico y un administrativo.
El objetivo de esta oficina se centraba en la información y el asesoramiento a la población sobre las ayudas o subvenciones y el fomento del asociacionismo y cooperativismo.
Hay que tener en cuenta que acabábamos de entrar en la Comunidad Económica Europea y comenzaron a cobrarse las ayudas al sector agrario. Aunque era la Oficina de Extensión Agraria de Astorga la que las tramitaba había bastante desinformación por lo que desplegamos una intensa actividad informativa por los pueblos pertenecientes a la oficina.
Al mismo tiempo comenzamos las reuniones con los ganaderos de la comarca para la constitución de una cooperativa para la comercialización de los corderos. En unos meses estaba constituida la Cooperativa Agropecuaria de Maragatería y se iniciaba la comercialización de los corderos de los 80 ganaderos que la integraban.
Pocos meses después comenzarían a constituirse las cooperativas del textil de Luyego, Priaranza y Valdespino. Estas cooperativas estaban formadas por una decena de trabajadoras jóvenes cada una y cerraron sus puertas cuando la empresa para la que trabajaban decidió trasladar su producción a los países asiáticos en busca de mano de obra más barata.
La deslocalización de la mayor parte del sector del textil nos ha llevado a una dependencia del exterior que ha impedido a las Administraciones actuar con agilidad en la adquisición de un material de protección que llegaba a cuentagotas y, a veces, sin pasar el debido control de calidad.
Es verdad que estas cooperativas recibieron algunas críticas pues al depender de una empresa que les suministraba el trabajo no controlaban todas las condiciones del proceso productivo, pero en aquellas fechas sirvieron para fijar al territorio una población femenina formada mayoritariamente por hombres dedicados a la actividad agraria y ganadera.
Por otra parte, esta fórmula asociativa, en mi opinión, sirvió de estímulo a otras iniciativas de este tipo puestas en marcha con posterioridad.
La crisis del coronavirus traerá cambios en la organización de la sociedad. Habrá, sin duda un incremento del teletrabajo y una más que probable huida de las grandes aglomeraciones urbanas. Las zonas rurales tienen que estar atentas a estos cambios y reclamar mejoras en temas claves como una buena conexión a conexión a internet, mantenimiento de una red sanitaria y educativa de calidad.
La España vaciada puede tener otra oportunidad de acoger a una parte de los que un día la abandonaron.
Una de las cosas más sorprendentes y a la vez más lamentables de esta crisis sanitaria ha sido la escasez de material de protección del virus, principalmente para aquellas personas que han estado en primera línea como son el personal sanitario, el de residencias de la tercera edad y de los servicios públicos en general.
Ante esta situación hubo gente que en vez de quedarse de brazos cruzados puso en marcha diferentes iniciativas para contribuir a aliviar la situación. Una de ellas la del alcalde del Ayuntamiento de Luyego que contactó con las ex-cooperativistas del textil de la zona y se pusieron a la fabricación de mascarillas.
En Maragatería hubo una potente industria textil, ubicada en el Val de San Lorenzo que tuvo su auge en los años 50 con la fabricación de mantas para el ejército. Son muchas las casas de Maragatería y Cepeda que todavía disponen de estas mantas de lana, llamadas comúnmente cobertores, que se venían fabricando desde hace más de 150 años y recientemente han sido sustituidas de forma generalizada por los edredones.
Cooperativas del textil
La puesta en marcha de cooperativas del textil tuvo lugar en los años 90. Para encuadrar esta iniciativa y otras llevadas a cabo en la zona hay que remontarse al año 80 en el que se produjo la ampliación del Campo de Tiro del Teleno. Los particulares y juntas vecinales recibieron unas indemnizaciones por la ocupación de sus terrenos. Las juntas vecinales decidieron en un principio utilizar una parte de ese dinero para arreglar los pueblos y acondicionamiento del medio rural. Pero la mayor parte fue colocado en depósitos a plazo en los bancos de Astorga.
En 1987 la Diputación Provincial de León y las juntas vecinales de Luyego, Quintanilla, Boisán y Priaranza decidieron suscribir un convenio de colaboración para impulsar la actividad económica creando la Oficina de Promoción Comarcal cuyas actuaciones se circunscribían a los pueblos firmantes del convenio. Esta oficina con sede en las escuelas de Luyego comenzó su andadura en mayo de 1987 . Al frente de ella había un técnico y un administrativo.
El objetivo de esta oficina se centraba en la información y el asesoramiento a la población sobre las ayudas o subvenciones y el fomento del asociacionismo y cooperativismo.
Hay que tener en cuenta que acabábamos de entrar en la Comunidad Económica Europea y comenzaron a cobrarse las ayudas al sector agrario. Aunque era la Oficina de Extensión Agraria de Astorga la que las tramitaba había bastante desinformación por lo que desplegamos una intensa actividad informativa por los pueblos pertenecientes a la oficina.
Al mismo tiempo comenzamos las reuniones con los ganaderos de la comarca para la constitución de una cooperativa para la comercialización de los corderos. En unos meses estaba constituida la Cooperativa Agropecuaria de Maragatería y se iniciaba la comercialización de los corderos de los 80 ganaderos que la integraban.
Pocos meses después comenzarían a constituirse las cooperativas del textil de Luyego, Priaranza y Valdespino. Estas cooperativas estaban formadas por una decena de trabajadoras jóvenes cada una y cerraron sus puertas cuando la empresa para la que trabajaban decidió trasladar su producción a los países asiáticos en busca de mano de obra más barata.
La deslocalización de la mayor parte del sector del textil nos ha llevado a una dependencia del exterior que ha impedido a las Administraciones actuar con agilidad en la adquisición de un material de protección que llegaba a cuentagotas y, a veces, sin pasar el debido control de calidad.
Es verdad que estas cooperativas recibieron algunas críticas pues al depender de una empresa que les suministraba el trabajo no controlaban todas las condiciones del proceso productivo, pero en aquellas fechas sirvieron para fijar al territorio una población femenina formada mayoritariamente por hombres dedicados a la actividad agraria y ganadera.
Por otra parte, esta fórmula asociativa, en mi opinión, sirvió de estímulo a otras iniciativas de este tipo puestas en marcha con posterioridad.
La crisis del coronavirus traerá cambios en la organización de la sociedad. Habrá, sin duda un incremento del teletrabajo y una más que probable huida de las grandes aglomeraciones urbanas. Las zonas rurales tienen que estar atentas a estos cambios y reclamar mejoras en temas claves como una buena conexión a conexión a internet, mantenimiento de una red sanitaria y educativa de calidad.
La España vaciada puede tener otra oportunidad de acoger a una parte de los que un día la abandonaron.