Edén Pastora con Álvaro Pardo Ortiz
![[Img #50101]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2020/6236_eden-pastora.jpg)
Hace unos días, el 16 de junio, murió en su país, Nicaragua, Edén Pastora, el famoso Comandante Cero de la Revolución Sandinista. No acabaron con él ni las innumerables pistolas que le tuvieron en el punto de mira, ni los dieciséis atentados personales que estuvieron a punto de mandarle al otro lado de la vida, y sí le abatió el traicionero Coronavirus 19.
Tenía 84 años y la trayectoria de su vida no se lee en línea recta. Fue el héroe de la toma del Palacio Nacional de Managua en 1978 para derrocar al dictador Anastasio Somoza y uno de los guerrilleros más conocidos del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Nicaragua.Y también, parece, uno de los más salvajes. Él mismo se jactaba de haber matado y haber mandado matar a infinidad de personas, aunque justificaba que nunca había matado por interés personal. Hay quienes le acusan de ser un genocida, peor tirano que Somoza.
Pero una vez que la Revolución triunfó él se desencantó de la trayectoria que tomaban los sandinistas y se pasó a “hacer la revolución contra los errores de la revolución”. Colaboró con la CIA para desestabilizar al Sandinismo y acabó, al final de su vida, trabajando para el ‘traidor de la revolución’, para su amigo/enemigo el perpetuo e inmoral presidente ‘sandinista’ Daniel Ortega.
Álvaro Pardo Ortiz, cineasta astorgano radicado en Finlandia, estuvo conviviendo con este personaje para hacer un muy interesante, destacado por el New York Times y premiado documental Edén Pastora, el Comandante Cero. Álvaro me cuenta cómo se interesó por este curioso personaje al leer algo de él en un diario y cómo investigó contactos hasta poder ponerse directamente al habla con el Comandante Cero y proponerle hacer un documental sobre él. No tuvo problemas. El siguiente paso fue ir a Managua a conocerle en persona y a partir de ahí la relación fue fluyendo. Álvaro fue haciendo continuos viajes a aquel país para estrechar la cercanía hasta que decidió trasladarse con el equipo de filmación y ahí empezó el rodaje, en el 2004.
No tuvo ningún problema con el Comandante, estuvo colaborador y asequible. Álvaro le considera un tipo carismático, muy simpático, pero enigmático y poco transparente.Claro que es comprensible el hecho de tener muchas capas, muchos compartimentos, muchos recelos, muchas alertas, cuando estás desafiando a tu vida y a la vida de infinidad de personas, cuando no sabes por dónde van a venirte los tiros, cuando tus tiros retumban en muchos rincones, y cuando las balas amigas pueden convertirse en balas enemigas.
A pesar de ser un tipo fornido, aunque bajito, cuenta Álvaro cómo sorprendentemente este hombre se mimetizaba con el entorno, en cuanto surgía una situación de posible conflicto, y cómo llegaba a diluirse en el ambiente, a desaparecer. Algo que a Álvaro le sorprendió en varias ocasiones muy evidentes, como cuando pasaban los dos caminando por delante del edificio de la Policía Secreta de Helsinki. En un momento determinado Álvaro se asombra de ver que de pronto Edén se hubiera vuelto incorpóreo a pesar de estar a su lado, como si se hubiera evaporado, diluido en el asfalto. Parece que esa habilidad de mimetizarse con el entorno la aprendió en la selva, en dónde era extremadamente necesaria para sobrevivir a los depredadores de todo tipo.
Le pregunto a Álvaro qué pensaba Edén de Daniel Ortega y dice que pensaba que “era un sinvergüenza”, entonces “¿cómo es que acabó trabajando para él?”, “Porque no tenía un duro. Necesitaba dinero. Edén había manejado millones de dólares y no había desviado ninguno para sus bolsillos”, y comenta Álvaro que esa honestidad económica, tan sorprendente en personajes de este calibre, fue una de las cosas que le sedujo de él.
Álvaro le invitó a Finlandia para el estreno del documental y Edén le comentó, casi rogó, que le gustaría mucho más estar en un entorno familiar que en el hotel que le había reservado, así que se lo llevó a su casa en dónde estuvo viviendo en familia la semana de estancia en el país nórdico. Se quedó encantado del documental y agradecidísimo de la estancia familiar. Pienso que quizás le daba mucha más seguridad la casa de Álvaro que el espacio público de un hotel.
Una anécdota curiosa. En el transcurso de su estancia en el Helsinki Edén le pregunta a Álvaro si puede hacer una llamada a España, a un muy buen amigo. Naturalmente Álvaro le da vía libre. Edén le cuenta quien es su amigo y parece que es una persona de muchísimo dinero, dedicado a la logística, y que ha financiado a Edén en sus avatares guerrilleros. Y curiosamente esta persona adinerada y comprometida con Edén es familiar de un comerciante astorgano (A.B.). El mundo, a pesar de su bullicio, sigue siendo un pañuelo.
Y Edén Pastora, a pesar de sus primeras buenas intenciones, no está muy claro si era un héroe o un asesino.
O témpora o mores.
![[Img #50101]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2020/6236_eden-pastora.jpg)
Hace unos días, el 16 de junio, murió en su país, Nicaragua, Edén Pastora, el famoso Comandante Cero de la Revolución Sandinista. No acabaron con él ni las innumerables pistolas que le tuvieron en el punto de mira, ni los dieciséis atentados personales que estuvieron a punto de mandarle al otro lado de la vida, y sí le abatió el traicionero Coronavirus 19.
Tenía 84 años y la trayectoria de su vida no se lee en línea recta. Fue el héroe de la toma del Palacio Nacional de Managua en 1978 para derrocar al dictador Anastasio Somoza y uno de los guerrilleros más conocidos del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Nicaragua.Y también, parece, uno de los más salvajes. Él mismo se jactaba de haber matado y haber mandado matar a infinidad de personas, aunque justificaba que nunca había matado por interés personal. Hay quienes le acusan de ser un genocida, peor tirano que Somoza.
Pero una vez que la Revolución triunfó él se desencantó de la trayectoria que tomaban los sandinistas y se pasó a “hacer la revolución contra los errores de la revolución”. Colaboró con la CIA para desestabilizar al Sandinismo y acabó, al final de su vida, trabajando para el ‘traidor de la revolución’, para su amigo/enemigo el perpetuo e inmoral presidente ‘sandinista’ Daniel Ortega.
Álvaro Pardo Ortiz, cineasta astorgano radicado en Finlandia, estuvo conviviendo con este personaje para hacer un muy interesante, destacado por el New York Times y premiado documental Edén Pastora, el Comandante Cero. Álvaro me cuenta cómo se interesó por este curioso personaje al leer algo de él en un diario y cómo investigó contactos hasta poder ponerse directamente al habla con el Comandante Cero y proponerle hacer un documental sobre él. No tuvo problemas. El siguiente paso fue ir a Managua a conocerle en persona y a partir de ahí la relación fue fluyendo. Álvaro fue haciendo continuos viajes a aquel país para estrechar la cercanía hasta que decidió trasladarse con el equipo de filmación y ahí empezó el rodaje, en el 2004.
No tuvo ningún problema con el Comandante, estuvo colaborador y asequible. Álvaro le considera un tipo carismático, muy simpático, pero enigmático y poco transparente.Claro que es comprensible el hecho de tener muchas capas, muchos compartimentos, muchos recelos, muchas alertas, cuando estás desafiando a tu vida y a la vida de infinidad de personas, cuando no sabes por dónde van a venirte los tiros, cuando tus tiros retumban en muchos rincones, y cuando las balas amigas pueden convertirse en balas enemigas.
A pesar de ser un tipo fornido, aunque bajito, cuenta Álvaro cómo sorprendentemente este hombre se mimetizaba con el entorno, en cuanto surgía una situación de posible conflicto, y cómo llegaba a diluirse en el ambiente, a desaparecer. Algo que a Álvaro le sorprendió en varias ocasiones muy evidentes, como cuando pasaban los dos caminando por delante del edificio de la Policía Secreta de Helsinki. En un momento determinado Álvaro se asombra de ver que de pronto Edén se hubiera vuelto incorpóreo a pesar de estar a su lado, como si se hubiera evaporado, diluido en el asfalto. Parece que esa habilidad de mimetizarse con el entorno la aprendió en la selva, en dónde era extremadamente necesaria para sobrevivir a los depredadores de todo tipo.
Le pregunto a Álvaro qué pensaba Edén de Daniel Ortega y dice que pensaba que “era un sinvergüenza”, entonces “¿cómo es que acabó trabajando para él?”, “Porque no tenía un duro. Necesitaba dinero. Edén había manejado millones de dólares y no había desviado ninguno para sus bolsillos”, y comenta Álvaro que esa honestidad económica, tan sorprendente en personajes de este calibre, fue una de las cosas que le sedujo de él.
Álvaro le invitó a Finlandia para el estreno del documental y Edén le comentó, casi rogó, que le gustaría mucho más estar en un entorno familiar que en el hotel que le había reservado, así que se lo llevó a su casa en dónde estuvo viviendo en familia la semana de estancia en el país nórdico. Se quedó encantado del documental y agradecidísimo de la estancia familiar. Pienso que quizás le daba mucha más seguridad la casa de Álvaro que el espacio público de un hotel.
Una anécdota curiosa. En el transcurso de su estancia en el Helsinki Edén le pregunta a Álvaro si puede hacer una llamada a España, a un muy buen amigo. Naturalmente Álvaro le da vía libre. Edén le cuenta quien es su amigo y parece que es una persona de muchísimo dinero, dedicado a la logística, y que ha financiado a Edén en sus avatares guerrilleros. Y curiosamente esta persona adinerada y comprometida con Edén es familiar de un comerciante astorgano (A.B.). El mundo, a pesar de su bullicio, sigue siendo un pañuelo.
Y Edén Pastora, a pesar de sus primeras buenas intenciones, no está muy claro si era un héroe o un asesino.
O témpora o mores.






