Los pasos del tiempo
Pablo Núñez, Tus pasos en la niebla, Sevilla, Renacimiento, 2020, 64 pp.
![[Img #50176]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2020/3153_image.png)
A la poesía Pablo Núñez (Langreo, 1980) se le puede aplicar con toda propiedad el calificativo de “clásica·, pues se caracteriza por la sobriedad expresiva, la contención, el equilibrio y la tendencia a la regularidad métrica. Tales son, en efecto, las cualidades formales que definen Tus pasos en la niebla, su segundo poemario, recientemente aparecido.
Escrito entre 2014 y 2019, según aclara el propio poeta (p. 61) en las ‘Notas del autor’ que se incluyen al final del libro, está formado por treinta y dos composiciones, ordenadas —casi en perfecta simetría en lo que al número de poemas se refiere— en tres partes, ‘La belleza del mundo’, ‘Confidencias’ y ‘Quizá unos pocos versos’. Los propios títulos definen muy bien las claves temáticas de Tus pasos en la niebla. Unas claves que ya adelantan los versos preliminares —sobre todo los de Garcilaso— que le sirven de lema. Como el poeta toledano, Pablo Núñez, llegado a una etapa crucial de la vida —según nos recuerdan los últimos versos de ‘Los números tenaces’ (p. 14)— se para a ver por dónde le han traído los pasos de la vida. La respuesta a esa indagación se resume en ‘El rumbo de estos años’ (p. 17), uno de los poemas fundamentales, y cuyas últimas palabras dan título el libro: “No elegiste un camino, pero fueron / siempre firmes tus pasos en la niebla”.
El paso del tiempo, contemplado con una serena nostalgia, es el motivo esencial del poemario. De ahí, que a modo de confidencias al lector, se evoquen recuerdos personales de muy diversa índole —‘Otros códigos’ (pp. 30-32), ‘No eran cuentos’ (p. 38)…—, a los que lleva a veces una historia del presente que acaso, y solo acaso, comparta protagonista —‘Samanta’ (pp. 39-40)—. Cualquier circunstancia, incluso un evento deportivo —‘21 de agosto de 1987’ (pp. 56-57)— sirve para reflexionar sobre el paso del tiempo y del cometido de la poesía como salvación de la memoria del propio poeta: «Quedará, para siempre, la imagen de tus brazos / hacia el cielo, muy firmes, en señal de victoria. / De nosotros, con suerte, quizá unos pocos versos» (p. 57). Pero también en alguna ocasión asoman tenuemente el amor —‘Guetxo, año 2000’ (p. 37)— y la muerte —‘Verbier’ (p. 27)—.
Otra inspiración importante de esta poesía es la cultura, que se entremezcla con otras diversas reflexiones. A esta vertiente pertenecen textos como ‘Cape cod morning, 1950’(p. 11), poema ecfrástico inspirado en el cuadro homónimo de Hoper; ‘De la Grecia de Píndaro’ (p. 12), reflexión sobre los valores éticos de la Grecia Clásica; ‘Nostos’ (p. 47), monólogo dramático protagonizado por Ulises…; ‘Tan lejos como estamos’ (p. 46) y ‘El texto en el Nuevo Testamento’ (pp. 51-53), ambos de motivo bíblico —unos de los campos de estudios del propio Pablo Núñez— y el segundo, declaración de amor al texto sagrado y a la filología: «Señor, Hijo de Dios, creador de todo, / incluso del amor a las palabras» (p. 53).Por su parte, ‘No le cuentes que te entusiasma Bach’ (pp. 54-55) es un repaso por las preferencias culturales del poeta, que recuerda la manera de Luis Alberto de Cuenca.
Otros poemas, glosan o recrean versos ajenos, citados de manera explícita en forma de lemas, o marcados gráficamente mediante la cursiva (y aclarados asimismo en las «Notas del autor»). Así, ‘Misterios’ (p. 20) remite a las Geórgicas virgilianas; ‘Viejas fotografías’ (p. 34), a Gil de Biedma; ‘El poeta vio el rostro’ (p. 45), a Jon Juaristi; ‘Ante el espejo’ (p. 49), a Víctor Botas… Y algunos ecos más —de la Biblia, de Quevedo…— aparecen en distintos lugares. Alguna composición tiene carácter metapoético, como ‘Opera prima’ (pp. 43-44), donde se incluyen versos muy reveladores: «Las huellas del ayer las atesoro, / atrapo fugazmente lo que huye, / y leer significa antes que nada / confrontar las verdades y los sueños» (p. 44). El libro se cierra con la versión de un poema de C.S. Lewis ‘Lo que el pájaro dijo al comenzar el año’ (pp. 59-60), lleno de aliento y de esperanza, y que sirve de epílogo a estos pasos por el tiempo.
En el plano formal, junto a la pulcritud expresiva es de destacar la utilización, en algún momento, de estructuras epigramáticas, marcadas por los finales inesperados —‘Verbier’ (p. 27)— o irónicamente paradójicos, ‘Lecciones’ (pp. 28-29). En cuanto a la métrica, predomina el verso blanco —endecasílabos, silvas o formas polimétricas que combinan endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos (entre los que a veces se inserta algún eneasílabo)—, si bien no falta la presencia de un soneto (p. 46), que no se atiene a la forma canónica, tanto por la rima asonante como por el esquema métrico de los tercetos. Y aún cabe señalar otras composiciones que juegan con las simetrías numéricas, como las formadas por once versos endecasílabos (pp. 18 y 24), etc. Todo ello revela el impecable rigor compositivo que late en Tus pasos en la niebla.
Pablo Núñez, Tus pasos en la niebla, Sevilla, Renacimiento, 2020, 64 pp.
A la poesía Pablo Núñez (Langreo, 1980) se le puede aplicar con toda propiedad el calificativo de “clásica·, pues se caracteriza por la sobriedad expresiva, la contención, el equilibrio y la tendencia a la regularidad métrica. Tales son, en efecto, las cualidades formales que definen Tus pasos en la niebla, su segundo poemario, recientemente aparecido.
Escrito entre 2014 y 2019, según aclara el propio poeta (p. 61) en las ‘Notas del autor’ que se incluyen al final del libro, está formado por treinta y dos composiciones, ordenadas —casi en perfecta simetría en lo que al número de poemas se refiere— en tres partes, ‘La belleza del mundo’, ‘Confidencias’ y ‘Quizá unos pocos versos’. Los propios títulos definen muy bien las claves temáticas de Tus pasos en la niebla. Unas claves que ya adelantan los versos preliminares —sobre todo los de Garcilaso— que le sirven de lema. Como el poeta toledano, Pablo Núñez, llegado a una etapa crucial de la vida —según nos recuerdan los últimos versos de ‘Los números tenaces’ (p. 14)— se para a ver por dónde le han traído los pasos de la vida. La respuesta a esa indagación se resume en ‘El rumbo de estos años’ (p. 17), uno de los poemas fundamentales, y cuyas últimas palabras dan título el libro: “No elegiste un camino, pero fueron / siempre firmes tus pasos en la niebla”.
El paso del tiempo, contemplado con una serena nostalgia, es el motivo esencial del poemario. De ahí, que a modo de confidencias al lector, se evoquen recuerdos personales de muy diversa índole —‘Otros códigos’ (pp. 30-32), ‘No eran cuentos’ (p. 38)…—, a los que lleva a veces una historia del presente que acaso, y solo acaso, comparta protagonista —‘Samanta’ (pp. 39-40)—. Cualquier circunstancia, incluso un evento deportivo —‘21 de agosto de 1987’ (pp. 56-57)— sirve para reflexionar sobre el paso del tiempo y del cometido de la poesía como salvación de la memoria del propio poeta: «Quedará, para siempre, la imagen de tus brazos / hacia el cielo, muy firmes, en señal de victoria. / De nosotros, con suerte, quizá unos pocos versos» (p. 57). Pero también en alguna ocasión asoman tenuemente el amor —‘Guetxo, año 2000’ (p. 37)— y la muerte —‘Verbier’ (p. 27)—.
Otra inspiración importante de esta poesía es la cultura, que se entremezcla con otras diversas reflexiones. A esta vertiente pertenecen textos como ‘Cape cod morning, 1950’(p. 11), poema ecfrástico inspirado en el cuadro homónimo de Hoper; ‘De la Grecia de Píndaro’ (p. 12), reflexión sobre los valores éticos de la Grecia Clásica; ‘Nostos’ (p. 47), monólogo dramático protagonizado por Ulises…; ‘Tan lejos como estamos’ (p. 46) y ‘El texto en el Nuevo Testamento’ (pp. 51-53), ambos de motivo bíblico —unos de los campos de estudios del propio Pablo Núñez— y el segundo, declaración de amor al texto sagrado y a la filología: «Señor, Hijo de Dios, creador de todo, / incluso del amor a las palabras» (p. 53).Por su parte, ‘No le cuentes que te entusiasma Bach’ (pp. 54-55) es un repaso por las preferencias culturales del poeta, que recuerda la manera de Luis Alberto de Cuenca.
Otros poemas, glosan o recrean versos ajenos, citados de manera explícita en forma de lemas, o marcados gráficamente mediante la cursiva (y aclarados asimismo en las «Notas del autor»). Así, ‘Misterios’ (p. 20) remite a las Geórgicas virgilianas; ‘Viejas fotografías’ (p. 34), a Gil de Biedma; ‘El poeta vio el rostro’ (p. 45), a Jon Juaristi; ‘Ante el espejo’ (p. 49), a Víctor Botas… Y algunos ecos más —de la Biblia, de Quevedo…— aparecen en distintos lugares. Alguna composición tiene carácter metapoético, como ‘Opera prima’ (pp. 43-44), donde se incluyen versos muy reveladores: «Las huellas del ayer las atesoro, / atrapo fugazmente lo que huye, / y leer significa antes que nada / confrontar las verdades y los sueños» (p. 44). El libro se cierra con la versión de un poema de C.S. Lewis ‘Lo que el pájaro dijo al comenzar el año’ (pp. 59-60), lleno de aliento y de esperanza, y que sirve de epílogo a estos pasos por el tiempo.
En el plano formal, junto a la pulcritud expresiva es de destacar la utilización, en algún momento, de estructuras epigramáticas, marcadas por los finales inesperados —‘Verbier’ (p. 27)— o irónicamente paradójicos, ‘Lecciones’ (pp. 28-29). En cuanto a la métrica, predomina el verso blanco —endecasílabos, silvas o formas polimétricas que combinan endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos (entre los que a veces se inserta algún eneasílabo)—, si bien no falta la presencia de un soneto (p. 46), que no se atiene a la forma canónica, tanto por la rima asonante como por el esquema métrico de los tercetos. Y aún cabe señalar otras composiciones que juegan con las simetrías numéricas, como las formadas por once versos endecasílabos (pp. 18 y 24), etc. Todo ello revela el impecable rigor compositivo que late en Tus pasos en la niebla.