José Cabañas González
Lunes, 20 de Julio de 2020

Julio de 1936. Los sucesos de Nistal de la Vega

El domingo, 19 de julio de 1936, con objeto de practicar un cacheo o registro a vecinos del pueblo de Nistal, en el municipio de San Justo de la Vega, fueron allí por orden del alcalde de Astorga varios jóvenes de la ciudad pertenecientes a las milicias rojas (Juan Guillermo Conde Caballero, de las Juventudes Socialistas, era uno de ellos) armados y acompañados por el agente policial señor Gonzalo Goy González. No nos pintó nada bien esta arbitraria medida, y sobre todo la forma en que se estaba realizando (dirá en La Mañana el día 29 de julio su corresponsal en la localidad), a pesar de lo cual el vecindario unánimemente se dejó cachear. Sin dar motivo a ello se hicieron disparos de escopeta por los milicianos marxistas, y como resultado de los mismos cayó al suelo el joven del lugar Juan Miguélez Fuertes y también el astorgano José del Ganso Rodríguez[1] (uno de los milicianos), siendo heridos de gravedad Francisco Alonso Vignao (quedaba paralítico total del brazo diestro, y parcial de la pierna derecha) y los hermanos Manuel y Andrés Vega Mayo (solteros los tres), y de escasa importancia Manuela Cuervo Gómez (casada), trasladados unos y otros al hospital de Astorga, y en una camioneta al cementerio astorgano el cadáver de José del Ganso al día siguiente por la tarde (sin que se llegara a oficiar su funeral, previsto para las seis). El desgraciado accidente ha puesto en tensión a todos los pacíficos pueblos de la zona, ofreciéndose los más próximos para una defensa conjunta, demostrando con ello un alto espíritu patriótico. 

 

 

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“Parece ser que se amotinó el vecindario y agredieron al agente Gonzalo Goy. Sonaron varios disparos, a los que contestaron las milicias socialistas, que se vieron obligadas a huir ante la actitud del pueblo”, dirá años más tarde Luis González Pérez, quien era entonces un joven astorgano de derechas (repitiendo lo que el 21 de julio de 1936 publicaba El Pensamiento Astorgano, que añadía haber sido conducido el día antes al camposanto “el cadáver del apreciable joven astorgano, a cuya familia acompañamos en el sentimiento”, noticia que pocas fechas más tarde habría carecido ya sin duda de tan conmiserado tono, en beneficio del espíritu de revancha y de Cruzada que pronto se impondría).

 

Se estaban celebrando las fiestas del pueblo en Nistal de la Vega, y tocaba allí la orquesta de los hermanos “Cirolines”, de Benavides de Órbigo, “que amenizaba el baile de la tarde cuando (entre las siete y las siete y media) llegaron los jóvenes astorganos ordenando ponerle fin, y a los músicos que bajaran del carro que les servía de socorrido templete o escenario, presentándose entonces los organizadores del festejo, que a su vez mandaron a la orquesta que continuara con la música, por lo que uno de los primeros mató de un tiro a otro de los opuestos a sus órdenes” (según recordaba en el año 2005 Silvestre Majo Martínez, uno de aquellos músicos) [2].

 

Era el fallecido Juan Miguélez Fuertes, de 22 años, soltero, labrador y de derechas, “sin filiación especial y persona de orden”, y fue “herido por escopeta de dos cañones con postas en la cabeza”, siendo “autor del asesinato Valeriano Murias López, residente en Astorga” (aparece como inductor en otro documento en el que se afirma que el finado “se encontraba presenciando un baile público, siendo asesinado sin más motivos por la espalda”, y en uno más, fechado el 22 de abril de 1942, se dice que “se duda si aquel, o Felipe García Prieto –jornalero, de 25 años en 1936-, preso en el Depósito Municipal de Astorga, fue el asesino”), según el informe que del Ayuntamiento de San Justo de la Vega se envía para la Causa General [3] el 8 de mayo de 1941, en el que se indica además que “se desconoce el paradero” del asesino (se le sitúa en Madrid, “ignorando la Policía su domicilio”, en la misma fecha de 1942), y que “otros coautores fallecieron”.

 

Por suponerlo implicado en aquellos hechos o sabedor de lo sucedido era el 27 de julio encarcelado en el Depósito Municipal bañezano Jesús Prieto Morán, natural y residente en Nistal de la Vega, de 42 años, casado, maestro albañil (“perteneciente desde hace dos semanas a una Sociedad de Oficios Varios de la que es en Nistal jefe Ángel Fuertes”, dice), el cual comparece al día siguiente en la Casa Consistorial de La Bañeza ante el Comandante Jefe Militar de la Plaza, afirmando “al ser convenientemente interrogado” que hallándose el domingo 19 en un baile que se estaba celebrando en la plaza del pueblo vio llegar sobre las siete de la tarde al guarda jurado de Castrillo de las Piedras, cuyo nombre no recuerda aunque lo sabe (se trataba de Ramiro Bao Pue[4]), y junto a él otros cuatro sujetos que desconocía, todos con paso precipitado, empuñando el primero una tercerola y los restantes escopetas; que tan pronto como estos individuos llegaron al baile oyó un disparo de escopeta y después otros varios, algunos de ellos de tercerola; dice que, temeroso de que pudiera ocurrirle algo, en cuanto oyó los disparos se fue para su casa, y estando a la puerta de esta charlando con otros vecinos se enteró de que decían que había dos muertos, uno, por lo que oyó, Juan Miguélez, de Nistal de la Vega, y que el nombre del otro lo ignora; que no pudo enterarse de más por marcharse para León, donde está trabajando, al cuarto de hora de haber ocurrido el incidente que declara (tomaba a las ocho y diez de la tarde en Astorga el tren correo que baja de Galicia). Añade no encontrarse en el baile, sino a unos cincuenta metros del mismo, y que no estuvo después de sonar los disparos a la puerta de casa, sino dentro de la misma en compañía de varios vecinos, de los que cita a dos.

 

Cuando de nuevo le tomen declaración el 3 de noviembre agregará que no participó en lo ocurrido y que no sabe quien fuera el autor de los disparos, aunque supone haberlo sido el guarda forestal de la plantación del río (lo era de la Confederación Hidrográfica del Duero), que reside en Castrillo de las Piedras (y resultó también herido, hallándose aún en el hospital de Astorga pocas fechas después de los sucesos y tardando 74 días en curar), y cuatro que le eran desconocidos, y dice “que no estuvo armado entonces ni se dedicó a la recogida de armas en el pueblo donde reside; que no ha sido contrario al movimiento militar; que es simpatizante del mismo y de todo gobierno que le deje trabajar en libertad, pues tiene seis hijos; y que fue antaño expulsado de la Azucarera de Veguellina por no querer asociarse con los demás obreros”.

 

 

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El 30 de enero de 1939 apresarían a Felipe García Prieto, escondido en la casa de su madre (en la calle de San Juan, 5). Según su declaración, tras escapar de Astorga “al iniciarse el Glorioso Movimiento Nacional”, había alcanzado Villablino, permaneciendo allí varios días para dirigirse luego a La Cabrera, de donde regresa en noviembre, entopándose en el domicilio familiar hasta febrero de 1937, en que vuelve a la misma apartada comarca y permanece ahora en ella hasta octubre del mismo año, retornando entonces al refugio astorgano en el que era detenido[5]. Con tal ocasión, en el informe que sobre el capturado se cursa desde la Inspección de Investigación y Vigilancia de Astorga se alude a su participación en lo sucedido el 19 de julio en Nistal de la Vega, señalando “los palos que le propinaron los vecinos del pueblo para defenderse del ataque como causa de la muerte del izquierdista que –con cinco más y el policía, siete en total, todos provistos de armas cortas y largas- lo acompañaba”. Se toma también declaración al agente Gonzalo Goy González, quien manifiesta haberse trasladado a aquella localidad con varios individuos afectos al Frente Popular para realizar algunos registros cumpliendo orden expresa del alcalde y del jefe de Investigación y Vigilancia (Santiago Calvo González), comenzando a efectuar algunos cacheos en la plaza pública, que no pudieron continuar por producirse graves incidentes, en el transcurso de los cuales sonaron varios disparos por cuyo ruido se despejó la plaza, quedando en el suelo un hombre herido y en toda ella Felipe García Prieto y Valeriano Murias con sus respectivas escopetas -parece que los únicos llegados de Astorga portadores de tales armas- (detalles, dice, que ya declaró en la Causa que al efecto se instruyó, y que fue sobreseída).

 

En Madrid era detenido a mediados de noviembre de 1943 Valeriano Murias López (natural de Cacabelos), conducido a la Prisión Provincial de León en enero de 1944. En la declaración que a finales de mayo se le toma afina este algo más los detalles del suceso (discordantes algunos con los que aportaban otras fuentes), y apunta que algunos jóvenes de Nistal protestaron ante los cacheos que realizaba el agente Gonzalo Goy, haciendo ademán de sacar una pistola y agrediendo al policía a tiros que no sabe de donde partieron, ante lo cual y por orden del agredido en el mismo coche en que llegaron emprenden el retorno hacia Astorga, sin haber hecho él uso de la escopeta que portaba. En la sentencia del Sumario 239/44 en que se le procesa por aquellos hechos y se le juzga el 15 de junio de 1945 en consejo de guerra (que por adhesión a la rebelión  lo condena a reclusión perpetua) se asienta que fue Domingo García Díez otro de los izquierdistas desplazados a Nistal de la Vega en el automóvil que a la entrada del pueblo quedó Juan Guillermo Conde guardando junto al chófer; y que ante la muerte instantánea del vecino Juan Miguélez Fuertes y las heridas de los otros reaccionó la multitud desarmando y lesionando al guarda jurado, persiguiendo a los asaltantes (“Vámonos de aquí, o nos matan a todos”, dicen los que regresan junto a los quedaron esperando, montando en el coche y volviendo para Astorga a dar cuenta al alcalde de lo ocurrido, declara Juan Guillermo), y dando muerte a José del Ganso por hemorragia cerebral y fractura de la base del cráneo producidas por los traumatismos ocasionados por palos, piedras e instrumentos cortantes. Quizá atemorizado por las consecuencias y las implicaciones de lo acontecido, aquella misma noche Valeriano Murias abandonaba Astorga y se encaminaba a Santander.

 

Sobre las ocho de la tarde de aquel 19 de julio, en uno de los automóviles requisados (el día anterior a Frutos Martínez Juárez, de Villoria de Órbigo, cuando con otro, armados ambos, viene a Astorga) y conducido por el socialista Ángel Francisco López (se le ocuparía después una pistola, la que aquel había ocultado en el asiento de su coche al incautárselo) se trasladaba a Nistal el Juez municipal de San Justo de la Vega “para efectuar el levantamiento de un cadáver”. En otros dos confiscados al vecino maragato Marcelino del Palacio Rodríguez acudían algunos guardias civiles del cuartel astorgano al pueblo contiguo, “donde se había dado una pequeña colisión entre los mozos”. Dos fueron los muertos habidos en el encontronazo, y en Astorga aquella noche jóvenes compañeros del socialista José del Ganso llegaron a ocupar un autobús dispuestos a dirigirse a Nistal para vengar su muerte, desistiendo luego de tales intenciones. El cadáver del joven corresponsal habría quedado en el lugar en que fue muerto, a la espera de realizar en lo que restaba del día y el siguiente los trámites judiciales de su levantamiento y custodiado por los guardias civiles desplazados, hasta nueve, que velaban también porque no se reprodujeran los disturbios, diligencias prestas a finalizarse cuando sobre las cuatro de la tarde del lunes 20 Ángel Francisco, en un automóvil Chrysler de los incautados a Marcelino (chófer de otro a disposición hasta entonces de la Benemérita y el juzgado) lo sustituye en tal cometido y vuelve a Nistal de la Vega para regresar a las cinco y media a Astorga con el secretario judicial, que ha de obtener en el Juzgado de instrucción la orden de enterramiento de José del Ganso, siendo entonces detenido. 

 

No pocas habían sido las peripecias sucedidas hasta entonces: Ya anochecido el domingo, por orden del alcalde recoge Marcelino del Palacio en el cuartel a los tres guardias que en el coche que él conduce ha de transportar hasta Nistal, que se apean en el puente, antes del pueblo, al igual que los otros que en otro automóvil lo seguían, quedando en tal lugar y hasta nueva orden de la fuerza los chóferes de ambos. Allí están hasta las diez de la mañana del lunes, en que, sin haber almorzado ni cenado, para saber lo que sucede se acerca al pueblo Marcelino, al que el cabo (o sargento) envía con su coche a San Justo de la Vega en busca del juzgado municipal, y localizados el juez y el secretario (residente en San Román), pasando previamente por Astorga, en cuyo Ayuntamiento realizan aquellos un trámite judicial, con ellos se encamina hacia Nistal de la Vega, sin llegar a la población, pues por el mal estado del camino y a medio kilómetro de la misma, al parar donde la Guardia Civil espera para dar novedades al juzgado, se avería la caja de velocidades del vehículo, e inutilizado este el mando de la fuerza encarga a Marcelino del Palacio que de prisa y como pueda se dirija a Astorga “y solicite al alcalde que sin pérdida de tiempo, y sin que se precise escolta, mande a Nistal una camioneta para recoger al muerto”, lo que ejecuta aquel caminando hasta la Venta de Quiñones, en Celada de la Vega, donde le prestan una bicicleta con la que alcanza la ciudad, en la que lo releva Ángel Francisco, y cuyo regidor envía entonces a Nicolás Rodríguez con la camioneta de su propiedad, ya sobre las tres y media de la tarde, a punto de echarse a la calle, sublevados, los militares astorganos.

 

 

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En torno a las nueve de la mañana de aquel lunes 20 de julio desde el Ayuntamiento había requerido el alcalde Miguel Carro Verdejo –a quien por teléfono lo interesaba la Benemérita- los servicios de Ángel González González (“Viruela”, de 32 años, casado, miembro del ugetista Sindicato de Oficios Varios), quien con el coche “de punto” Ford LE-3000 de Marcelino del Palacio y acompañado de Víctor Nieto Fuertes “el Francés” –desarmado de pistola y escopeta- recoge en el Puente de Valimbre a un labrador herido en Valderrey que hasta allí llega en un carro junto a la Guardia Civil y al médico Ildefonso Cortés Rivas (desplazado para atenderlo en el tren de las ocho), regresando a Astorga en el vehículo con el lesionado, el juez –muy atareado aquellos días- y el alguacil de San Justo de la Vega, y en los estribos Víctor Nieto y el galeno, que se ocupará de curar al campesino en la Casa de Socorro (de la que, en camilla, ayuda Rafael Fuertes Martínez a Víctor a trasladarlo al Hospital), mientras, tras devolver al juez y alguacil a sus lugares, también por disposición del regidor  se dirige Ángel González a Santa Colomba de Somoza (“en compañía del vecino Venancio Viforcos[6]-, que vive en la carretera de León”) para informar al sacerdote Víctor Blanco de la muerte en Nistal el día antes de su sobrino José del Ganso, regresando alrededor de la una de la tarde. A las cuatro y media, al pasar por delante del cuartel de la Guardia Civil para, de nuevo por encargo del alcalde –que no pudo realizar-, volver y traer al párroco para celebrar o asistir al sepelio, era detenido y le requisaban el vehículo. La sedición ya en marcha también impediría el acompañamiento del cadáver de José del Ganso Rodríguez desde la Plaza Mayor hasta el cementerio municipal, previsto para las seis de aquella tarde.

 

 


[1] De 21 años, soltero, activo reportero del trisemanario local socialista Horizonte, sucesor desde mayo de El Combate y desaparecido tras el triunfo del golpe.

[2] Gordón Vidal, Porfirio. “De ‘Los Cirolines’ de Benavides a ‘Los Majos’ de Jiménez de Jamuz”. Revista Jamuz, nº 80. 2005. Fernández, Fulgencio. Personajes leoneses. El Mundo-La Crónica de León. Edición digital. 2006.  

[3] El asesinato de aquella víctima, que más bien parece haberlo sido de homicidio en un “desgraciado accidente” surgido de un tumultuario cruce de disparos (en el que hubo más víctimas), y el del niño astorgano Gerardo Gavela García (cuya muerte accidental se calificará también de asesinato) son los dos únicos consignados en la Causa General como “muertos durante la dominación marxista” en los partidos judiciales de Astorga y de La Bañeza. Felipe García Prieto había sido otro de los muchachos socialistas detenidos por el disturbio de la Semana Santa de 1934. Del joven socialista José del Ganso también fallecido en el tumulto bien pronto desaparecerá toda referencia, incluso en la memoria oral del suceso. Encausados “por homicidio y lesiones graves” en el Sumario 105/36 sobre lo sucedido en Nistal, se dictaba el 21 de mayo de 1937 requisitoria contra Valeriano Murias, Felipe García, y Ramiro Bao, todos en ignorado paradero (el primero sería encausado de nuevo en 1939, y en 1944 el segundo).

[4] Parece que era natural de Castropol (Asturias) y posiblemente paseado y desaparecido en el otoño, pues se pierde su rastro tras los dos meses y medio que se dice tarda en recuperarse de las lesiones que le causan, formando seguramente parte de aquellos “otros coautores fallecidos”, según se afirma en 1941 (Juan Guillermo Conde Caballero era fusilado con ocho más el 17 de febrero de 1937).

[5] Dedicado a fabricar alpargatas y aviones de aluminio, además de realizar casi una treintena de dibujos (varios de ellos acompañan este artículo) y algunos escritos -que firma como “Proscrito”- de un exaltado tono revolucionario, ácrata y reivindicativo que le hallarán cuando los agentes policiales astorganos Tomás Abella Blanco, Macario López Laciana, Andrés García Blanco, y Carlos García Dotti lo capturen y con su vecina María Alonso González (de 29 años, “marxista por influencia de su marido”, detenida por ser su encubridora) lo presenten ante el agente de guardia Fernando García Campillo.

[6] Se trataría de Venancio Viforcos González, parece que más tarde paseado y desaparecido –como tantos- en los montes de Estébanez de la Calzada (según datos de uno de sus descendientes, bañezano).

 

 

(Tomado de Cuando se rompió el mundo. El asalto a la República en la provincia de León,   en preparación)

Más información:

www.jiminiegos36.com

 

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