Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 08 de Agosto de 2020

¿Dónde está Juanito?

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Dónde está Juanito

matarile rile rile,

dónde está Juanito

matarile rile ron chimpón

 

Se habrá ido a Estoril

matarile rile rile

O estará con los Fanjul

matarile rile rile ron chimpón

 

También dicen que se ha ido

Matarile rile rile

Con sus amigos los árabes

Matarile rile ron, chimpón

 

Con los jeques de Abu Dabi

Matarile rile rile

Que le dieron ‘un montón’

Matarile rile ron, chimpón

 

Se predice que el destino

Va a ser el país neutral

Cerca de sus dineritos

y de médicos sin par.

 

 

Hay muchos temas en la actualidad española que nos tienen entretenidos después de salir del aturdimiento de las continuas estadísticas y dimes y diretes del ‘acoso permanente’ del virus, aunque parece que empiezan de nuevo.

 

Uno de los temas que me tiene interesada  es el affaire de Enrique Ponce y su renacer ‘emocional’. Un caso sentimental, de amores encendidos. Lo que me parece impresionante es la diferencia entre el  aspecto del torero en las múltiples fotos de prensa con su mujer, Paloma Cuevas, en las que siempre da una impresión de tío aburridísimo, ni una mínima sonrisa en las apariciones en distintos actos, siempre con cara de circunspecto, a las atrevidas, alegres y juveniles fotos que se hace con su nuevo amor, Ana Soria.

 

¡Qué cambio! ¡Impresionante! Me llama mucho la atención porque me parecía una persona decimonónica y de repente aparece como un ‘chiquillo’ con la ‘pandi’ de ventiañeros. Un pagafantas como alguien le ha llamado.

 

Acercarse a los jóvenes siempre rejuvenece, y  veintimuchos años de diferencia es un salto hacia atrás que entiendo que es difícil de mantener por mucho tiempo pero, de momento, a Enrique Ponce  le ha situado navegando en un flotador, entre risas, con la joven rubia. ¡Qué felicidad el amor, cómo rejuvenece! ¡Qué placer me produce ver a la gente tan feliz en plena fase de explosión de la pasión! Otra cuestión es la aparente poca discreción con la que se mueve el enamorado con respecto a su mujer. El amor enloquece, ya se sabe.

 

Y de amores y locuras va también el affaire de Juanito, para nosotros nuestro Rey Emérito. Este amor fou, es decir amor loco, que vivió Juan Carlos I por su Corina, con una discreción relativa, le está pasando buena factura. Se estará arrepintiendo una y mil veces de haberse dejado arrastrar por la súbita pasión hacía la dulce rubia de ojos azules, impecablemente vestida, agenda de contactos de alto standing, organizadora de safaris (la caza, lo que más le gusta al Emérito porque lo lleva en los genes borbones), título prestado de princesa y cabeza de ejecutiva de altas finanzas. Se trataba de un bombazo por fuera y una gran ambiciosa por dentro, un ‘completo’ para Juanito. Abarcaba todo lo que a él le interesaba: amor y dinero ¡qué más podía pedir a los setenta y tantos años!

 

La querencia de Juan Carlos I siempre ha sido hacia esas dos vertientes de la vida: dineros y amores, o amores y dineros (la salud le ha fallado un poco), y entre ellas ha estado navegando además de surcar las aguas en El Bribón.

 

Hay algún dicho antiguo que aconseja a los cosechadores no poner todas las manzanas en el mismo saco, y parece que nuestro Rey de la transición tuvo a bien, durante mucho tiempo, el mantener separadas las manzanas. En sus inicios de reinado su amigo Manuel de Prado y Colon de Carvajal manejó las manzanas doradas, y su multiplicación  (como la de los panes y los peces), y las mantuvo a buen recaudo en sacos especiales. Mientras que las manzanas de Eva, las de los amores, iban acumulándose mordisqueadas, mordidas, o casi en cogollo, en otro saco bien cerrado, tan sólo abierto para ir metiendo. La prensa cerraba, los cercanos cerraban, los políticos cerraban, todos cerraban los sacos del Rey.

 

Pero con la edad el Rey se despistó, mezcló ‘churras con merinas’,  manzanas doradas con manzanas de Eva, amores y dineros y…. ayyy  qué peligroso es eso.  Por ahí empezó su perdición. Quién se lo iba a decir con lo feliz que estaba con su Corina viviendo a su lado, viajando a su lado, negociando a su lado, cazando a su lado…, ¡empatía pura! Pero parece que ella quería algo más, lo del préstamo de ‘princesa’ de su ex ya le quedaba pequeño y aspiraba a ‘reina consorte’. No pudo ser. La sacaron a la carrera del país a ella, la más bella y la más inteligente, a la carrera y  a la chita callando, y claro, se mosqueó.

 

Luego, como ocurre en todas las parejas que se separan,  parece que el Rey enamorado quiso recuperar las manzanas doradas y : “devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo demás”.  En este caso era algo más que un rosario materno, eran fincas por valores de millones, millones por valores de millones, pisos por valores de millones…, claro la blonda princesa ‘de pega’ dijo que “ni hablar”, no devolvía un penique, que “lo que se da no se quita”, faltaría más.

 

Y aquí se armó la marimorena. “Te vas a enterar” pensó la reina sin reino. Y Juanito se enteró y nos enteramos todos los españoles. Y alucinamos todos con lo que supone “el rosario de mi madre… y todo lo demás”.

 

Y ya, abierta la caja de pandora, roto los sacos, han empezado a rodar las manzanas por los suelos y todos estamos ojipláticos viendo lo que va saliendo y esperando a lo que saldrá. El Rey Juan Carlos hizo su papel en la transición, eso no se lo quita nadie, pero lo de llenar sacos a escondidas es feo, muy feo y muy poco aleccionador. Ya lo dijo Él en una alocución, pero lo olvidó ¿será la edad?

 

En el 2.011, en el discurso de Navidad:   “Junto a la crisis económica, me preocupa también enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar.”

 

“Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione. Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos.”

 

Ahora bailan en la palestra multitud de teorías, de historias, de anécdotas, de críticas y de alabanzas sobre el Rey Emérito.  Es el tema, Él y la saga de los Borbones. La historia de nuestros reyes borbones  está en todos los foros. Siempre es bueno que se ventile y se enseñe algo de Historia a los ciudadanos, porque  en los sistemas educativos se enseña poco. Lo malo es el motivo por el que se echa mano de la Historia.

 

Mi amigo Nacho tiene una teoría novedosa  sobre ‘el destape’ de las trapicherías  del Rey.  Él cree que el jeque árabe que le regaló los 100 millones a Juan Carlos I, lo hizo con intenciones. Cree que fue un regalo envenenado. Que el jeque se molestó con el Rey por algo, según él alguna tontería porque los árabes se molestan por cosas que nosotros consideramos tonterías, y que le regaló esos millones para después sacar a la luz que Juan Carlos I los recibió. De esta manera le ha puesto en una situación muy comprometida y ha acabado con su corona. Porque, dice mi amigo, los dineros opacos  saben muy bien como guardarlos quienes los manejan. De hecho a Juan Carlos I los expertos en esas cosas le adjudican en su patrimonio alrededor de 1.500 millones de dólares.

 

No es raro que tenga esos dineros porque parece que  empezó acumulando desde que subió al trono y negoció el petróleo para nuestro país con los árabes. Siempre se dijo que cobraba una comisión por cada barril de petróleo que entraba en el país, y desde entonces han debido de entrar millones de barriles. ¿Cuánto supone eso en dineros? ¿Dónde están esos dineros?

 

Cuando se descubrió hace años que tenía algunos millones en Suiza se tapó la historia diciendo que eran de la herencia de su padre (los mismo que dijo Pujol de sus millones). Ja, ja, ja. Estupor ante esa justificación tan absurda porque, según la Historia, su padre vivía en Estoril de ‘la caridad’ de los monárquicos españoles, que ayudándole pensaban establecerle en el trono y ya tendrían entonces sus ‘compensaciones’.

 

El Conde de Barcelona no tenía dinero porque su padre, Alfonso XIII, era un bon vivant  y se pulió todo lo que tenía en buena vida y buenos hoteles por  el mundo sin pudor alguno, ya que su mujer, la reina Victoria Eugenia, harta de sus desmanes, le había abandonado y se había ido a su país, Inglaterra.

 

A lo que voy. Es irónico que los 63 millones  (esos que tanto nos impresiona  a los trabajadores del país que se los haya regalado a ‘la amada’) que se supone que suponen la  calderilla de su fortuna, sean los que hayan acabado con el prestigio y la corona del Rey Emérito.

 

Y ¿dónde está el Emérito?  ¿A cuánto asciende realmente su fortuna? ¡Donde estén las llaves de su fortuna! ¿Lo sabremos algún día?

 

Ya nos anunció en el 2005: "Seguiré dando guerra mientras el cuerpo aguante". Veremos qué tipo de guerra.

 

O témpora o mores

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